El nacimiento del príncipe Ichigo.

Érase una vez hace muchos, muchos años, un rey y una reina, que aunque vivían felices en su castillo ansiaban día tras día tener un hijo.

Muchos fueron los esfuerzos del Rey y la Reina Kurosaki, y también los ruegos a los Dioses para ser bendecidos con la dicha de ser padres, pero sus plegarias parecían no ser escuchadas, justo cuando la pareja pensaba rendirse, el Dios del Sol, apiadado de los Reyes, les concedió el milagro y la Reina quedó embarazada.

Mucho fue el júbilo cuando la criatura nació, era un niño fuerte, grande saludable y sería un digno sucesor de su padre, tanta fue su alegría, que los reyes invitaron a todo el Reino de Kakakura a celebrar, nobles y plebeyos, hadas y duendes, el nacimiento del pequeño príncipe, al que pusieron de nombre Ichigo fue todo un acontecimiento, aunque bueno, en realidad invitaron a casi todo el Reino.

Los Reyes estaban tan absortos en su felicidad que no sólo olvidaron invitar a un poderoso espíritu, el Dios de la Noche que moraba en los Bosques Tenebrosos a la fiesta, sino que también, la celebraron el 31 de octubre, mismo día en el que normalmente, los fieles que rezaban al poderoso Dios, hacían juegos y ritos en su honor.

Toda la comarca observaba eternecida como los reyes de reinos vecinos depositaban regalos al borde de la cama del joven príncipe, la música alegre no faltaba y el aroma del festín para los invitados inundaba el aire, ya llegando al final del banquete, las hadas del bosque que habían sido invitadas a la celebración se acercaron a la cuna del infante a presentar sus gracias para él.

Ellas eran el representante de la Flora llamado Renji, tenía la piel media, cabellos rojo intenso, ojos oscuros y unos tatuajes mágicos en las cejas, llevaba un traje de dos piezas de color rojo, con una capa del mismo tono forrada en su interior con una tela entre anaranjada y amarilla y zapatos en punta de color rojizo.

El hada representante de la Fauna llamado Uryuu poseía una pálida piel, cabellos azulados y ojos en el mismo tono, utilizaba un traje de dos piezas similar al de Renji, sólo que en color verde y la tela del interior de la capa era de un tono amarillento y sus zapatos verde oscuro.

Y por último la representante de la Primavera llamada Orihime una chica preciosa de piel apenas teñida por el sol, tenía el cabello pelirrojo pero bastante más claro que Renji, similar a los tonos naranjas de las hojas en otoño, unos grandes ojos grises y vestía un hermoso vestido de color azul, que tenía flores en la parte del corset y mucho volumen en la falda, proporcionado por varias capas de pliegues intercalados, unos azules y otros de color lila, mientras que a sus pies los cubrían unos pequeños zapatitos transparentes adornados con una flor de color celeste.

- Pero que lindo bebé… ¡Yo quiero darle mi don primero!- exclamó Orihime, acercándose encantada a la cuna del pequeño.

- El primero en darle su don al príncipe seré yo.- dijo Renji observando al infante descansar y extendiendo su varita mágica.

- ¿Y quién te ha nombrado el líder? Yo le daré su don. - dijo Uryuu dándole un golpe en la mano y adelantándosele.

- ¡Que iré yo primero!- gritó el pelirrojo ofendido.

- ¡Yo iré primero!- gruñó el joven de cabello azulado.

- ¡Muchachos! Los Reyes están esperando, ¿Qué tal si lo echamos a la suerte, Uryuu-kun, Renji-kun…?- medió Orihime risueña, un poco avergonzada por el comportamiento de sus compañeros.

No muy convencidos, así lo hicieron, ganando Renji el primer lugar, Uryuu el segundo y Orihime el tercero.

Renji se posicionó en frente del infante y elevando su varita comenzó el encantamiento.

- Príncipe Ichigo te dotaré de una radiante belleza tanto física, como la de tu espíritu, tendrás un carisma inigualable por tus pares y un sentido de la justicia que te convertirán en un soberano noble, serás recordado por generaciones y generaciones.- anunció el hada orgulloso, y luego miró con expresión burlona a Uryuu, quién lo miraba enojado ya que él quería anunciar su don primero.

Continuando con la ceremonia, Uryuu se posicionó en frente del bebé e inició el ritual.

- Pequeño príncipe, te dotaré de una fuerza extraordinaria y como regalo para ti, tengo una espada mágica fabricada por el Dios del Sol, la cual sólo tú podrás tocar y por medio de la que llevarás a la gloria a tu Reino.- exclamó el hada, colocando a los pies de la cuna la espada, envuelta en una especie de manta dorada para después apartarse y dejarle el lugar a Orihime, la última en otorgarle sus dones al pequeñito.

La hermosa hada avanzó y empezó a recitar su hechizo.

- Joven y bello príncipe mi don para ti será…-

El hada no pudo seguir hablando porque una brisa helada apagó todas las velas de la celebración y una presencia de aspecto malvado comenzó a dibujarse en el centro de la sala, se materializó entonces delante de todos los invitados, la silueta del maléfico Dios de la Noche al que llamaban Aizen.

Vestía una armadura de algún material metálico toda negra y casi opaca, una capa negra con picos y forrada en el interior con una tela de color morado oscura, que en alguna época había sido brillosa, pero que ahora lucía desgastada, sus cabellos eran castaños, de piel pálida y ojos amarronados encendidos, en su mano llevaba un cetro y sobre su hombro reposaba un cuervo de mirada amenazante. Su rostro se torció en una mueca similar a una sonrisa mientras caminaba hacia el trono mirando a los Reyes.

- Aizen… ¿Qué estás haciendo aquí?- lo confrontó el Rey Isshin, mirándolo atónito pero severo, mientras su esposa, se aferraba a él.

- Siento mucho llegar tarde, sucede que mi invitación no llegó, supongo que fue alguna clase de error, como el hecho de que nadie haya prendido velas ni cocinado corderos en mi honor, ¡Ah! Pero en cuanto supe del nacimiento del príncipe vine hasta acá, disculparán mi egoísmo, no sabía que hoy se celebraba una fiesta. - dijo el hechicero sin contestar la pregunta del Rey, apoyándose grácilmente la mano en el corazón al momento de su disculpa y dedicándoles una mirada que dejaba entrever su rabia contra los reyes a pesar de que estaba sonriendo.

- Eso es, ha sido una equivocación, por favor, siéntate a la mesa y come con nosotros. Lamento lo del festejo, se celebrará en honor a ti durante todo un mes… Ahora brindemos todos, acercadle por favor una copa de vino al Señor.- terció la Reina Masaki poniéndose de pie y mirando con cierto nerviosismo al hechicero.

- Gracias Masaki, en agradecimiento de tu amabilidad, déjame otorgarle un don a tu hijo también.- contestó Aizen dejando ver sus blancos dientes con otra sonrisa, más grande que la anterior.

Las hadas se miraron desconfiadas, Aizen era un espíritu conocido por ser muy iracundo y vengativo, era extraño que hubiera aceptado las disculpas de la Reina así como así, considerando la ofensa que significaba para un Dios que no le rindieran culto en su día.

El dios avanzó hacia la cuna del niño y alzó su cetro.

- Será el príncipe poseedor de radiante belleza, tacto y un gran sentido de la justicia, también tendrá en sus manos una espada sagrada que sólo él podrá tocar que le brindará numerosas victorias, pero, al cumplir los quince años, se pinchará el dedo con aquellas armas que serían su escudo para defender el reino. ¡Y MORIRÁ! ¡ESTE MI HECHIZO ES IRREPARABLE, DURARÁ HASTA EL FIN DE LOS TIEMPOS Y MÁS ALLÁ!- anunció el hechicero, para luego lanzar una malvada carcajada, vanos fueron los intentos de los guardias por capturarlo, porque tras pronunciar su maldición, el maléfico Dios desapareció.

La Reina comenzó a llorar descontrolada y los invitados a dispersarse aterrados.

- ¡Tienen que deshacer el hechizo!- rogó a las hadas la Reina.

- ¡Haremos lo que sea!- suplicó el Rey.

Orihime miró dubitativa la cuna.

- La magia del maléfico Aizen es muy poderosa y dañina, no seré capaz de quitar el hechizo… Sin embargo, existe una forma, aún no le di mi don al joven príncipe, puedo usarlo para hacer el encantamiento menos cruel…-dijo el hada mirando a los reyes con tristeza.

- Lo que sea que puedas hacer para cambiar el horrible destino de nuestro hijo.- sollozaron los Reyes.

El hada asintió con la cabeza y elevó su varita mágica para comenzar.

- Ciertamente el príncipe se pinchará el dedo al cumplir los quince años, pero no morirá, caerá en un sueño profundo del que sólo despertará, cuando reciba su primer beso de amor verdadero.- dijo Orihime, terminando así su hechizo.

A pesar de que el maleficio había sido reducido, los reyes no quisieron arriesgarse, ese mismo día, mandaron a destruir todas las armas del reino, espadas, lanzas, flechas, destruyeron también todos los cuchillos, tridentes, tenedores, agujas y objetos punzantes que existían en el Reino.

Además de destruir todas las cosas que podrían hacer caer a su hijo en aquella cruel maldición, muy a su pesar, lo enviaron a vivir en los Bosques de la Paz, lejos de ellos, pero también, del malvado hechicero Aizen.

Las encargadas de proteger al pequeño bebé, fueron las hadas que le habían otorgado los dones, ellas deberían cuidarle hasta que cumpliera los dieciséis años de edad, momento en el cual regresaría con sus padres al palacio.

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Hola chicos este pequeño fic lo hice para Carito Ramos que pidió un fic de la Bella Durmiente en versión IchiRuki en la que Ichigo sea el durmiente.

Quisiera dejar en claro algunas cosas xD

*Ya sé que el cumpleaños de Ichigo no es el 31 de octubre, pero quería hacer todo simbólico.

*Las hadas Renji Ishida y Orihime están basadas en las hadas de la versión de la Bella Durmiente de Disney.

*La razón por la que Orihime es Primavera y no Ishida (a pesar del azul de la ropa y de que pelea con Flora) es que es Primavera quien hace el maleficio menos poderoso y lo quise vincular con el poder de Orihime de rechazar eventos :3

*Extra: en el siguiente capítulo explicaré cómo son ahora las nuevas armas del reino.

Ha sido muy divertido de escribir y aunque no estoy del todo contenta con el resultado espero que lo disfruten tanto como yo, gracias Carito espero que te guste el resultado de aquella loca idea.

¿Qué les pareció el capítulo? :3