Tal y como reza el título, en este pequeño rincón voy a ir poniendo todas esas ideas locas que se me han pasado por la mente desde aquella conversación entre Daryl y Zach acerca del trabajo del primero antes de que todo se fuera al carajo. Muchas de ellas, incluida ésta primera, serán ligeramente extrañas, locas o incluso factibles. Según la apertura de mente claro. Sé que Daryl le confesó a Beth que no había tenido ni oficio ni beneficio pero... ¿para qué está la imaginación? Obviamente seguir el canon aquí va a ser complicado.

Algunas se desarrollarán "durante la serie", otras pueden estar ubicadas en el pre-apocalipsis. Cada capítulo será independiente uno de otro, si por lo que sea amplío una idea, lo avisaré.

Disclaimer: Ni la serie ni los comics me pertenecen a mí, sino a la barba de Kirkman, su diabólica mente y a la cadena AMC. Yo me dedico a escribir "anormalidades" como ésta sin ánimo de lucro.

Advertencia: Lenguaje, violencia.


El grupo había anulado la última salida en busca de suministros ante la cercanía de lo que parecía ser una auténtica tormenta de verano.

Todo había empezado con una suave brisa que había ido incrementando su fuerza con el paso de las horas, agitando las copas de los árboles a su paso. Pronto el cielo azul claro se fue llenando de nubes grisáceas, la luz que se colaba entre ellas había adquirido un ligero color amarillento.

El cazador alzó la mirada hacia el cielo cubierto sintiendo el vello de sus brazos y su nuca crisparse. Aspiró profundamente identificando ese inconfundible olor que parecía ascender desde el suelo cada vez que la lluvia amenazaba con hacer acto de presencia.

- Va a ser una buena tormenta.- Dijo Hershel acercándose a él con las muletas. Daryl asintió sin decir nada, guardándose sus inquietudes para él.

Había algo en cómo se había desarrollado todo que no le encajaba. Había vivido decenas de tormentas en su vida, pero pocas de ese tipo. La última de la que había sido testigo había sido tiempo atrás, en otra época de su vida que creía ya casi olvidada y relegada al baúl de su pasado. ¿Quizá había sido demasiado ingenuo al creer eso? ¿Tal vez estaba viendo cosas donde no las había? Sólo le quedaba esperar y estar preparado por si las cosas se complicaban.

Exhaló un suspiro profundo alzando la mirada una vez más hacia el cielo.

- No me jodas el retiro…

- ¿Decías algo, hijo?- Preguntó Hershel a su lado, mirándole.

- Deberíamos volver dentro antes de que empiece a llover.

El anciano asintió y se dirigió de vuelta al interior del bloque de la prisión, Daryl siguió sus pasos escuchando un trueno restallar con violencia en la lejanía.


Todo empezó como un ligero picor de cabeza. No era algo demasiado extraño entre los supervivientes dada la escasez de agua para ducharse durante esos días.

Pero lo que parecía un simple sarpullido aislado o molestia por la suciedad, se convirtió en un gesto continuo. Mientras preparada el desayuno, cambiaba a Judith, le cantaba una nana para hacerla dormir; sus finos dedos terminaban encontrando su camino hacia su cabeza, rascando el cuero cabelludo de forma ausente y errática.

El cazador dirigió sus pasos hacia la celda de la chica quien se encontraba en el suelo jugando con Judith y sus vasos vacíos de colores. La chica sonrió a la niña, pellizcando su mejilla con cariño.

- Hey…- Saludó Daryl desde la entrada de la celda apoyado contra la puerta metálica.

- Hola.- Saludó ella con una sonrisa amplia.

- ¿Qué tal está la patea-traseros?- Preguntó arrancándole otra sonrisa a Beth mientras los ojos de él no se despegaban de sus finas manos.

Pocos segundos después la mano derecha de Beth acabo rascando su cabeza tras su oreja derecha de forma insistente.

- Parece que los vasos le gustan. Gracias por traerlos.- Él se encogió de hombros restándole importancia.

- ¿Y…- carraspeó cruzando ambos brazos sobre su pecho- tú cómo estás?- Beth desvió la mirada hacia el cazador, su mano aún entre su pelo.

- Bien, como siempre.

Su tono de voz parecía sincero, su conciencia parecía estar de acuerdo con esa afirmación; pero había algo en sus ojos que susurraba lo contrario.

- Aham.

Se rascó la mejilla, pensativo y echó un rápido vistazo a las cosas que había ido reuniendo Beth con el paso del tiempo. Sus ojos se detuvieron sobre la Biblia.

- Voy a hablar con Glenn sobre la próxima salida. ¿Necesitas algo?

- ¿Podrías mirar si hay algún chupete para ella?- Le preguntó en voz baja.- Le ayudará cuando le empiecen a salir los dientes y…

- Claro, no hay problema.

Daryl echó un último vistazo a la celda y a sus dos ocupantes, Y se alejó hacia la suya propia. Tenía que cerciorarse de que aún conservaba lo que necesitaba o tendría que encontrar un sustituto de ello. Pronto.


Daryl y Glenn se separaron al entrar en la tienda, armas en alto y linternas encendidas. Varias latas de comida, ropa, cable y cuerda acabaron en sus mochilas.

Aprovechando que su compañero se ocupaba de limpiar las estanterías de productos de higiene, Daryl se acercó al mostrador y rebuscó en las cajas y baldas bajo él. Encontró un arma y una pequeña cadena de la que colgaba una cruz dorada. Guardó la joya en el bolsillo de su pantalón y el arma en la cintura de su pantalón.

- ¿Estás ya?- Le preguntó a Glenn acercándose de nuevo a la salida, comprobando a través del cristal del escaparate que la calle siguiera despejada.

- Vamos.- El chico apareció con su bolsa cargada y salieron de la tienda rumbo al coche.

Descargaron las cosas que habían reunido con ayuda de Maggie quien se acercó a saludar a su pareja tras comprobar que habían vuelto ambos de una pieza. Daryl se alejó de ellos dejándoles atrás para que pudieran estar a solas, aunque probablemente poco les importaba que estuviera delante.

Entró en el bloque y cruzó la sala común. La bolsa con la comida aterrizó sobre una de las mesas, sobresaltando a Carol quien preparaba la comida en esa ocasión de espaldas a él.

- ¡Me has dado un susto de muerte!- Le recriminó. Daryl se mordió la media sonrisa que amenazaba con asomar en su boca y siguió andando hacia las celdas.- ¿Por qué tanta prisa?

- Tengo algo que hacer, mujer.- Le contestó él sin detenerse un segundo.

Pronto se encontró con la entrada a la celda de la joven rubia, quien ajena a su regreso, balanceaba a Judith entre sus brazos apoyada en su cadera. Entre estrofa y estrofa que cantaba, una de sus manos terminaba en su cabello, rascando la piel bajo él.

Daryl se aclaró la garganta. Beth se volvió en su dirección, esbozando una sonrisa cansada. Sus ojos claros parecían oscurecidos por las ojeras, parecían más grandes que nunca por la creciente palidez de su piel.

- ¿Ya habéis vuelto?- Daryl se acercó a ambas, comprobando sin sorprenderse, cómo Beth recuperaba la distancia perdida de forma inconsciente.

- Traje lo que me pediste.- Depositó el paquete del chupete sobre el improvisado escritorio, mordiéndose el interior de la mejilla mientras le miraba de soslayo.

- Gracias, Daryl.- Dijo ella con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos, rehuyendo su mirada poco después.

El cazador sacó del bolsillo de su pantalón la cadena con la cruz y se acercó a ella, su espalda hacia él. Soltó el enganche con cuidado y pasó la cadena por delante de su rostro al posicionarse a su espalda, un extremo en cada mano.

- ¿Qué…?

Antes de que fuera consciente de ello y quisiera evitarlo, Daryl cerró el enganche en su nuca y dejó que el metal dorado acariciara la nívea piel de su cuello y escote.

- La vi en la tienda.- Intentó justificarse testando su estado de ánimo. Beth se volvió hacia él y acarició con dedos temblorosos la cruz contra su pecho.

- No tenías por qué.- Balbuceó acercándose a él como un animal asustado, dándole un fugaz beso en la mejilla.

Para cuando Daryl logró registrar lo que había pasado, Beth ya le estaba dando la espalda de nuevo y cantaba a la niña entre sus brazos con voz ligeramente rasgada.

Dos días más tarde cuando Daryl levantó la mirada de su bol de avena, se encontró de frente con el cuello desnudo de Beth. Un ligero color rojizo había cubierto su blanca piel. No había rastro de la cadena.


El menor de los Dixon se detuvo delante de la celda del veterinario mientras éste como en tantas otras ocasiones, se encontraba leyendo un pasaje de su Biblia. Hershel debió notar el escrutinio del cazador pues alzó su serena mirada del libro hacia él.

- ¿Te interesa la lectura?- Daryl bajó la mirada hacia sus botas pero ésta se detuvo a medio camino. Frunció el ceño con suspicacia.- Tengo una de sobra, sí.

- ¿La sacaste de la biblioteca?- Le preguntó controlando los nervios ante su posible respuesta.

- Es de Beth. Con todas las cosas para Judith en su celda, le da miedo que acabe pintándola o rompiéndola.

Hershel sonrió afable. Daryl tragó grueso y desvió su rostro hacia el pasillo que llevaba hacia la celda de la menor de los Greene.

- Puede que te la pida otro día.- Terminó diciendo en tono serio para sorpresa del anciano.

Salió de la celda y subió las escaleras hacia el piso superior, colándose en la suya. Tomó asiento en la orilla de la litera, sus manos colgando entre sus piernas, los codos sobre sus rodillas.

Cerró los ojos, sus hombros encogieron por un peso que sólo él sabía que estaba ahí y del que no podía alejarse aunque quisiera.

Se pasó una mano por el pelo tumbándose sobre el colchón. La melódica voz de Beth llegó a sus oídos.

Abrió los ojos de golpe al reconocer la melodía.


- La canción que le cantaste ayer…- Comentó Daryl entre cucharada y cuchara de desayuno.

- ¿Sí?- Preguntó Beth sin mirarle centrada en alimentar a la niña sentada en su regazo.

- ¿Dónde la has escuchado?- Su tono de voz casual y su actitud normal, distaban de lo que realmente sentía por dentro. Llevaba muchos años de práctica.

- No lo recuerdo.- Contestó ella mientras besaba el diminuto puño de Judith.

- ¿Te la cantaba tu madre?- Los movimientos de la chica se ralentizaron ligeramente.

- Puede ser…- Se levantó de su asiento con Judith en brazos.- Voy a acostarla. Hasta luego, Dixon.

Daryl no separó sus ojos de la silueta de la joven hasta que desapareció de su vista. Nunca antes le había llamado así.

Hershel no tardó en cruzar el umbral de la puerta.


Nadie pareció percatarse del cambio en la rutina de las comidas. No era extraño realmente pues en más de una ocasión comían en turnos diferentes. Pero a pesar de ello, había cosas que siempre se habían mantenido, como el hecho de que Beth se sentara cerca de su padre en el banco.

Daryl se limpió los dedos de la mano en la boca sin quitarle ojo de encima a la joven Greene, sentada en el extremo opuesto de la mesa a donde se encontraba su padre.

Ya no sólo no buscaba su compañía durante las comidas, sino que por lo que había comprobado durante los últimos días, el tiempo que compartían cada vez iba siendo menor.

El cazador se puso en pie y cogió su plato vacío llevándolo al fregadero. Miró por encima de su hombro en dirección a Beth quien se levantó de su asiento y se dirigió hacia el exterior, no sin antes pasear su mirada por los reunidos en el comedor. Sus ojos no tardaron en dar con él y lo que vio en ellos no relajó lo más mínimo el nudo en la boca de su estómago.

El balanceo de su coleta a cada paso que daba mantuvo absorto a Daryl hasta que desapareció.


Achinó los ojos intentando descifrar los pasos de quien subía la escalera que llevaba a la torre de vigilancia. Hacía apenas dos horas que había hecho el cambio con Michonne así que no podía ser ella.

Cuando la puerta se abrió la cabeza rubia de Beth asomó por la puerta, haciéndole recuperar una postura más rígida y en guardia que instantes antes. Mantuvo sus piernas entrecruzadas frente al amplio ventanal, apoyado ligeramente sobre la mesa que servía de escritorio.

La chica le sonrió con cierta timidez mostrándole dos tazas de lo que parecía chocolate recién hecho.

- No podía dormir y pensé que, no te importaría la compañía.

Daryl extendió su mano hacia una de las tazas como respuesta. Ella no tardó en ponerla a su alcance, rodeando la suya con ambas manos. Bebió un sorbo y se humedeció los labios con lentitud, sus ojos claros fijos en el líquido oscuro y humeante.

Beth se acercó hasta donde se encontraba él y fijo sus ojos en la oscuridad exterior. Los gruñidos de los caminantes llegaban amortiguados a sus oídos por los cristales.

Daryl acarició con el pulgar el contorno del vaso de derecha a izquierda, una y otra vez, consciente de que el cuerpo de la chica estaba demasiado cerca para su propia tranquilidad. Se removió inquieto en su posición y entrecruzó los brazos, sus ojos no se separaron del exterior ningún instante.

Un roce en su antebrazo como el de la hoja de un árbol al caer en mitad del otoño, le sobresaltó. Cuando miró qué lo había comprobado, se encontró con la mano derecha de Beth apoyada en él.

Daryl tragó grueso sin decir palabra viendo como la timidez inicial del roce de sus dedos, iba siendo cada vez más atrevida ascendiendo poco a poco por su piel hacia su hombro. Los ojos de la chica no perdían detalle del recorrido que hacían sus dígitos al igual que el cazador. La calidez de su piel, esa electricidad inherente a su roce hizo que cerrara los ojos de forma inconsciente nada más alcanzar su cuello.

Cuando abrió los ojos de nuevo, Beth se inclinaba sobre él, sus labios prestos se posaron sobre el mismo punto que sus dedos habían rozado con tanta delicadeza.

Suaves, tentadores, los besos ascendieron por su cuello hacia su oreja. Pudo sentir los dientes de la chica casi alcanzar el lóbulo de su oreja cuando abrió los ojos despertando de su ensoñación.

Sin pensárselo dos veces, se apartó de ella como un resorte poniendo distancia entre ambos.

- ¿Daryl?- Preguntó ella con voz dolida y genuinamente sincera. Sus ojos oscurecidos de forma antinatural no cuadraban en esa imagen.

- Aléjate de mí y déjala en paz.- Siseó con la respiración más calmada dando un paso en dirección a la chica.

Beth se humedeció los labios con lentitud, sus ojos fijos en los de él irradiando deseo. Se sentó sobre la mesa, apoyó ambas manos en el borde y le miró con una sonrisa y el rostro ladeado.

- ¿No te gusta lo que ves?- Le preguntó en tono sugerente arqueando una ceja.- He notado como no me quitas los ojos de encima, Dixon…

- Cierra el pico. No sabes de lo que estás hablando.

- La chica sabe muy bien lo que buscas, Dixon, te lo está ofreciendo. ¿Por qué no cogerlo?- Beth se mordió el labio inferior y saltó de nuevo al suelo, acercándose a él. A cada paso que daba, Daryl retrocedía uno hasta que no pudo hacerlo más encontrándose con la pared. Los finos dedos de la chica se apoyaron sobre su pecho, sus uñas crearon su camino sobre la ropa acercándose de nuevo a su cuello.

- ¡Aparta tus zarpas de encima de mí!- Masculló él dándole un manotazo. Cuando intentó apartarla de un empujón, Beth le agarró del chaleco y lo tiró al suelo de la sala, sentándose a horcajadas sobre él con una sonrisa animal.

- ¿Prefieres que guíe yo el viaje, encanto?- La risa que salió de boca de Beth le puso los pelos de punta.

- Y una mierda.

Haciendo de tripas corazón, convenciéndose a sí mismo que era lo mejor que podía hacer, Daryl le dio un puñetazo a la joven Greene dejándola inconsciente en el suelo a su lado. Exhaló con profundidad y se tomó dos segundos de respiro antes de ponerse en pie y cargar con el cuerpo de Beth escaleras abajo hacia el interior del bloque.

Llevó a la chica hacia el bloque contiguo al que estaba el grupo durmiendo y la depositó sobre una de las literas de las celdas vacías. Buscó bajo la cama y encontró la cuerda que había dejado allí preparada para cuando la ocasión se diera. Ató las muñecas y los tobillos de Beth al armazón metálico de la litera y encendió con su mechero las velas escondidas.

La tenue y cálida luz que envolvió la celda relajó al cazador quien inspiró hondo antes de darse la vuelta y comprobar que efectivamente, Beth le miraba.

- No sabía que te gustara esto.- Apuntó ella con una sonrisa de medio lado estirando una de sus manos atadas.

- Sabes muy bien que no es para eso, capullo de mierda.- La chica ladeó el rostro con sorpresa.

- ¿El tiempo lejos de nosotros te ha envalentonado, Dixon?

Beth apoyó la cabeza sobre la almohada, moviendo su pierna ligeramente flexionada sobre el colchón, el bajo del vestido que lucía ascendiendo peligrosamente por su muslo hasta casi descubrir su ropa interior.

Su risa quedo reverberó en el bloque vacío excepto por ellos.

- Vamos, sé que te gusta. ¿Por qué no catarla?- Dijo con voz insinuante la chica.- Podrías ser el primero en tocar su piel virgen…

- Habla cuanto quieras, no vas a evitar que te mande de vuelta a tu puto agujero. – Le contestó Daryl y rebuscó entre sus bolsillos y sacó cuanto encontró.

- ¿Qué hay de malo en un poco de diversión? Te aseguro que a ella no le importa.- Respondió con voz melosa la chica incorporándose en la cama, intentando acercarse a él. Las ataduras le impidieron acortar demasiado la distancia entre ambos.

Daryl rio por lo bajo arqueando una ceja descartando en el pequeño lavabo varias piedras y algún que otro tornillo encontrando lo que buscaba. Rascó con la punta de los dedos la suciedad acumulada sobre la cruz magullada y casi partida.

- ¿Te resulta familiar?- Le preguntó mirándole con la cruz en la mano.

- Siempre me ha gustado más la plata.- Comentó con ligereza pero sin quitar los ojos de encima a la joya.

- Creo que el dorado resalta el color te tus ojos, ¿no te parece?- Le dijo con una sonrisa sarcástica rozando la piel de su mejilla con la cruz. Nada más entrar en contacto, la chica se tumbó como un resorte en el colchón intentando alejarse de él.- ¿Qué pasa, no quieres que te toque?- Con la cruz contra su palma, la apoyó en la mejilla de Beth arrancando un alarido sobrenatural de la garganta de la chica.

Daryl se colocó a horcajadas sobre ella, una rodilla en cada lado, su mano con la cruz sujeta contra su rostro mientras con la otra se aferraba al colchón evitando que pudiera tirarle de la cama.

- Exorcizamus te, - Comenzó a recitar Daryl como una letanía- omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas.- Cerró los ojos concentrándose en mantener el contacto de la cruz entre la piel de ambos y el cuerpo de Beth lo más inmóvil posible.- Omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica...- Beth logró soltar su mano derecha de la cuerda que la mantenía sujeta y cerró sus dedos con fuerza contra su cuello. Daryl sintió que le fallaba el aire pero siguió hablando mientras su rostro se contraía por el dolor, y perdía el color por la falta de aire.- Ergo, draco maledicte et omnis legio diabolica, adjuramus te ... cessa decipere humanas creaturas, eisque æternæ perditionìs venenum propinare...- Otra mano aterrizó sobre su cuello apretando con ansia. La risa diabólica de Beth se escuchó con fuerza por encima de su voz que había cesado casi por completo.- Hijo de puta…- Farfulló estrellando su puño de nuevo sobre el rostro de la chica bajo él quien ignoró el golpe y siguió asfixiándole.

La mano con la que mantenía la cruz sobre su piel comenzó a perder la fuerza, deslizándose la pequeña pieza metálica hasta el colchón. Daryl estaba a merced del cuerpo poseído de Beth quien sonreía como un animal a punto de devorar a su presa. Iba a morir a manos de una adolescente poseída en mitad de un puto apocalipsis zombi en una jodida prisión. Los labios del cazador se curvaron sin energía en una sonrisa irónica.

- ¡Suéltale!

El grito de Hershel rompió el silbido de su respiración restringida. Daryl esperó el consabido golpe en las costillas por estar sobre su hija pequeña o el tiro de gracia en la nuca. Para su sorpresa, percibió la presencia de alguien a su lado, que intentaba soltar los dedos de Beth de su cuello.

Tosió hasta que creyó que sus pulmones saldrían por la boca mientras intentaba recuperar el aliento. Bajo su cuerpo, el de Beth se retorcía soltando maldiciones y obscenidades a quien se había atrevido a entrometerse en su tarea.

- ¿No fuiste capaz de salvar a tu mujer y piensas que eres capaz de salvar a tu amigo?¡Ja!- Espetó Beth escupiéndole en la cara a Rick quien había acudido en ayuda de Daryl junto a Hershel. La fuerza con la que el ex sheriff sujetaba a la chica flaqueó por unos instantes.

- No le hagas ni caso Rick, no hace más que mentir.- Le contestó Daryl con la voz rota recuperando la cruz que había perdido.- Es lo que hacen…

- ¡Vamos Dixon! Sabes que lo que digo es cierto, tú piensas lo mismo.- Dijo ella con una carcajada mientras Daryl ataba su mano derecha de nuevo a la cama.

- No eres tan listo como piensas, imbécil.- Le espetó apretando con fuerza la cuerda entorno a la otra muñeca. – Será mejor que esperéis fuera de aquí.- Les dijo mirando por primera vez a los dos hombres que habían ido en su ayuda. Por lo que vio en sus ojos sabía que después de eso iba a tener que dar unas cuantas explicaciones.

- Es mi hija la que tienes debajo de ti, hijo.- Dijo Hershel con voz seria apoyado en sus muletas.

- Como quieras, pero no va a ser agradable.-Tomó aire y apoyó de nuevo la cruz sobre Beth, aferrándose esta vez a su delgado cuello. El grito desgarrador de la chica se tornó en llanto, sus ojos vidriosos fijos en los del anciano.

- ¡Papá, por favor, me hace daño!- Imploró el ser con la voz de Beth. Daryl pudo percibir la duda asolar el cuerpo del veterinario.

- No es ella quien habla, Hershel. Confía en mí.- Le aseguró el cazador luchando con el cuerpo rebelde de la joven.- Vade, satana, inventor et magister omnis fallaciæ, hostis humanæ salutis... – Siguió recitando Daryl, sin olvidar una sola palabra a pesar del tiempo pasado desde la última vez que necesito usarlas.- Humiliare sub potenti manu Dei; contremisce et effuge, invocato a nobis sancto et terribili nomine... quem inferi tremunt...- Beth arqueó su espalda hasta casi tirar a Daryl de encima suyo. Rick se abalanzó sobre ambos, bloqueando las piernas de Beth que había logrado soltarlas. Una patada aterrizó sobre su estómago pero el ex policía no se quejó.

- Sigue.- Le ordenó Rick entre dientes.

Daryl cerró los ojos concentrándose en la tarea, aislando cualquier sonido o sensación que no fuera la del cuerpo de Beth bajo el suyo y su propia voz casi gritando las palabras en latín.

- Ab insidiis diaboli, libera nos, Domine. – Daryl farfulló entre dientes ahogando un grito al sentir los dientes de Beth clavarse en su antebrazo.- ¡Hijo de puta! Ut Ecclesiam tuam secura tibi facias libertate servire, te rogamus, AUDI NOS.

Daryl gritó a pleno pulmón las dos últimas palabras siendo coreadas por el grito agudo de Beth quien dejó de forcejear de fuerza súbita, tumbándose en el colchón como una pluma arrastrada por el viento.

La respiración acelerada del cazador se escuchaba con facilidad en la celda, a su espalda, podía sentir el cuerpo de Rick exhausto también por el esfuerzo. Con movimientos lentos fruto del cansancio, el hombre pegó su oreja al pecho de Beth escuchando el latir lento de su corazón. Alzó la mirada hacia el rostro de la chica, sobre su mejilla resaltaba la marca rojiza de la cruz.

- ¿Beth?- Preguntó en tono suave acariciando con el pulgar su rostro. - Beth, ¿me oyes?- Humedeció sus labios y vio los ojos de la chica abrirse, su color habitual había vuelto a él arrancándole una sonrisa cansada a Daryl. El cazador apoyó su sien contra la clavícula de la chica respirando con calma.

- ¿Qué diablos…?- Escuchó preguntar a Maggie desde la entrada de la celda.

- Volved a vuestras celdas.- Contestó Hershel intentando disolver el grupo que se había formado.

- Pero…

- ¡He dicho que volváis! Os lo explicaré por la mañana.- Dijo el anciano con un tono de voz duro que no daba pie a réplica.

Daryl escuchó el grupo de pasos alejándose hacia el otro bloque y se incorporó de nuevo encontrándose el rostro confuso de Beth frente a él.

- ¿Qué ha pasado? ¿Qué… qué hago aquí?- Preguntó en un hilo de voz mirándole a él y a los otros dos supervivientes.- ¿Por qué estoy atada?- Una risa queda escapó de entre los labios del menor de los Dixon.

- Supongo que ya va siendo hora de que sepáis a qué me dedicaba antes de que el mundo se fuera a la mierda.- Soltó las muñecas de Beth y se quitó de encima suyo, poniéndose en pie. Casi cayó al suelo, pero Rick impidió que perdiera el equilibrio. El cazador apretó su brazo agradeciendo el gesto.

- ¿Eras sacerdote?- Preguntó Hershel con cierta duda. Daryl ahogó una carcajada porque comprendía que les resultara inverosímil.

- Casi, era seminarista.- Confesó con voz pausada rehuyendo la mirada del resto clavando la suya en el suelo. Apoyó su espalda contra la pared, deslizándose hasta el suelo agotado.- Iba a especializarme en…- Gesticuló con su mano hacia Beth.

- ¿Exorcismos?- Preguntó Rick inquieto desde su posición a los pies de la litera. Daryl asintió en silencio tragando grueso al alzar la mirada hacia ellos.

- ¿Cómo…?- Beth frunció el ceño acariciando la piel magullada de sus muñecas.

- Es una larga historia y…- Carraspeó poniéndose en pie con las piernas aún como la gelatina.-Tengo que volver a la torre.- Caminó hacia la entrada de la celda sin mirarles.

- Hey.- La mano de Hershel se posó sobre su antebrazo impidiéndole alejarse más. Daryl le miró.- Gracias, hijo.- El menor de los Dixon asintió y se alejó de ellos.

Sus pasos le llevaron hacia el exterior de la prisión sin darse cuenta, aún le quedaban varias horas de guardia por delante.

Sacó un cigarrillo del paquete de tabaco y encendió el mechero. La llama temblaba ligeramente entre sus manos. Jamás llegaría a acostumbrarse a ello.

Exhaló una gran bocanada de humo mientras caminaba de vuelta a la torre.


Bueno... Aquí está la primera posibilidad, y espero que no la última, de las que voy a intentar ir escribiendo con el paso del tiempo para matar la espera hasta el estreno de la quinta temporada.

Éste capítulo se lo dedico a Cassandre Watson por aguantar mi retahíla de oficios incongruentes para el cazador Dixon.

Estoy abierta a cualquier idea o posibilidad que se os ocurra. Si se me enciende la bombilla no dudéis en que la escribiré ;)

Cualquier queja se la podéis enviar a mi loquero, por lo demás, soy toda oídos. Perdonad si hay alguna errata por el camino ^^'

¡Hasta la próxima!