Este ff esta hecho por Elísabeth
Los personajes principales son los de Rowling, los demas son mios!
Este fanfic esta hecho exclusivamente para Cristina, dedicado únicamente a ella como regalo de cumpleaños.
Capítulo 1: La lluvia no sólo deja agua.
Llovía demasiado aquella noche en que ocurrió todo, la noche en que su vida dejó de ser normal y estable para convertirse en, todo menos normal y estable, fue un giro de trescientos sesenta grados que lo cambió todo.
Llovía mucho, y al hombre del tiempo se le olvido comentar ese pequeño detalle en las noticias. Sonó el teléfono y dejó que se encendiera el contestador automático.
- Chris... ¿estas?... soy Emily... vuelvo en dos días más... mi jefe me obliga... ya sabes... trabajo... bueno... también el temporal... no te preocupes... llamaré cuando este de regreso... pórtate bien y no te metas en líos... - dijo una muchacha a través del contestador.
- Emily en una playa paradisíaca trabajando... bueno lo de trabajando lo dudo... seguro que ha ligado... y yo aquí... con este temporal - dijo Chris pesadamente cuando borro el mensaje del contestador.
Estaba agotada y nerviosa, había trabajado durante todo el día y no le gustaban nada las tormentas, bueno, le gustaba que lloviera y algunos rayos, pero esa tormenta que amenazaba en destrozar su casa no le gustaba nada.
Subió las escaleras de la casa hacia su cuarto, estaba tan cansada que sólo quería dormir y dejar que todo pasara. Subió con desgana a su cuarto y cuando fue a encender la luz del pasillo se dio cuenta de que no funcionaba.
- Perfecto... se ha ido la luz - dijo con coraje - bah... mañana me ocupo... estoy agotada - dijo tumbándose en su cama.
Se puso el pijama pesadamente y se metió en la cama, al cabo de unos segundos estaba profundamente dormida.
Christina era una chica muy guapa, pelo castaño, desde hace tres días con mechas rubias, por fin había cumplido veinte años, dos décadas, todavía estaba un poco tristona por ser tan mayor como ella solía decir, tenía buen cuerpo y no solía pasar desapercibida cuando salía. En cuanto a carácter, era una romántica empedernida, amable, dulce, valiente, algo ingenua, pero cuando se enfadaba era temible, en general la chica era un encanto, y aun así no conseguía explicarse por que no encontraba al hombre de su vida.
Hacia tres años que sus padres habían muerto en un accidente de tráfico, y su vida cambió bastante desde ese día, antes ella solía meterse en algún que otro problema y no sacaba buenas notas, pero desde el accidente se esforzó por ser la mejor y así honrar la memoria de sus padres. Tenía un hermano cinco años mayor que ella, Drew, que se ocupó de ella hasta que alcanzó la mayoría de edad y se independizó, recientemente se había casado y su esposa estaba en estado de buena esperanza.
Le despertó de repente un ruido fuerte que la sacó de su sueño, intentó volver a dormirse pero otro ruido la desconcentró, se sentó en la cama y miró a su alrededor, la persiana estaba abierta y la luz de la farola entraba de lleno, la lluvia seguía cayendo sin parar, un rayo, otro, y otro más, alumbraban todo de repente. Otro ruido, esta vez en el piso de abajo, nerviosa se puso la bata y bajó despacio.
El sonido de la lluvia caer amortiguaba cualquier ruido que ella pudiera hacer al bajar, pues las escaleras crujían un poco, aun así se cuido mucho de no alertar al posible intruso. Cuando llegó al salón frunció el ceño al comprobar que todo estaba en orden, allí abajo no había nadie y si lo había estaba muy bien escondido. La luz de los rayos iluminaba todo durante unos segundos, tiempo suficiente para escudriñar toda la habitación en busca de algo anómalo, dándose por satisfecha al revisar el salón se fue a la cocina.
Allí lo vio, apoyado sobre el frigorífico, mojado por la lluvia y con aspecto de estar cansado, había un hombre.
Chris no se lo pensó dos veces e hizo lo típico en esos casos, gritar y correr al teléfono para pedir ayuda, en vez de mantener la calma y no ser vista.
El hombre no la había visto, no se había dado cuenta de su presencia en la puerta de la cocina, pero al gritar ella la miró. Sus ojos se cruzaron durante un segundo antes de que Chris saliera corriendo en busca del teléfono.
- Petrificus totalus -
De momento Chris cayó al suelo, ni siquiera sabía con que la había atacado, sólo que no podía moverse. Estaba inmovilizada de pies y manos, no podía hablar sólo veía como el hombre se acercaba con ese palo en la mano, apuntándola, después se arrodilló a su lado.
- Si gritas... te mato - dijo el agresor suavemente pero de una forma tan amenazante que podía helar la sangre.
Chris sintió nauseas, los nervios de la situación la estaban matando, por el rabillo del ojos vio los oscuros ojos de su agresor y rezó todo lo que se sabía para salir viva de aquella situación.
El hombre volvió a la cocina y Chris lo único que pudo ver es como cojeaba mientras andaba. No supo cuando tiempo paso allí, pero supuso que mucho por que notaba los músculos entumecidos cuando por fin pudo recuperar la movilidad, poco a poco se fue deslizando sin hacer movimientos bruscos hasta el teléfono.
Notó una mano en su hombro y volvió a ver esos ojos negros cuando su agresor la puso cara a cara, intentó gritar pero no pudo por que apareció una mordaza para evitarlo.
- Te dije que no gritaras - gruñó él.
Chris creyó que era su fin, que la iba a matar y rezó para que no pasara, cerró los ojos esperando el momento que pareció no llegar. Él se separó de ella, volvió a apuntarla y unas cuerdas se enredaron entre sus manos para que no se escapara, una vez terminó de encargarse de su rehén, volvió a la cocina para seguir con lo que estaba haciendo.
Intentó forcejear para deshacerse de las cuerdas pero no lo consiguió, estaba nerviosa, confusa, y muy asustada.
- ¿Dónde esta el botiquín? - preguntó el hombre.
Su voz sonó fría y distante, autoritaria y dura, una voz de alguien que inspiraba temor.
Chris levantó la cabeza y lo miró con ironía y sarcasmo, supuso que funcionó cuando lo vio acercarse.
- Esta bien... te quitare la mordaza... pero no gritaras... por que si gritas te abriré en canal y haré una autentica matanza con tu cuerpo -
Ella asintió temerosa, respiró profundamente cuando estuvo libre de la mordaza.
- En el baño - contestó Chris entrecortadamente.
- Voy a creer que me estas diciendo la verdad - dijo acercándose para volver a ponerle la mordaza.
- No... - pidió - por favor - dijo suplicante.
Se miraron durante unos segundos.
- No grites - la amenazó él.
Y se fue cojeando hacia las escaleras, le vio subir despacio, como si le doliera, y entonces Chris se dio cuenta de que tenía una herida en el costado, una herida bastante profunda, pero es que estaba más ocupada rezando para no morir que en fijarse si su agresor estaba sano.
Se quedó allí sola, oyendo como caía el agua de la tormenta, a oscuras tirada en el salón, miró la mesita que había frente a ella, allí estaba el teléfono, pensó en acercarse e intentar cogerlo, miró a la escalera para ver si el hombre bajaba, nada ocurría, esperó unos segundos, nada, miró al teléfono, tentada en cogerlo y llamar a la policía, volvió a mirar a la escalera, así durante unos segundos, su mirada pasaba del teléfono a al escalera y viceversa, la tentación de llamar era muy grande, pero si lo hacía, la mataría, aunque de todas formas seguramente la mataría. Lo vio bajar y notó como la tentación por coger el teléfono y escapar se esfumaban.
El hombre puso el botiquín en la mesa y se sentó en una silla, Chris lo miró sorprendida al ver la herida. Era profunda, en el costado izquierdo y pese a que tenía varios trapos de cocina intentando hacer presión, seguía sangrando. Lo miraba absorta mientras él se curaba la herida.
- Mierda - murmuró él haciendo una mueca de dolor.
- Necesitas un medico... tal vez deberíamos llamar... - dijo ella dudosa.
- No - contestó tajante.
- Pero... - ella lo intentó otra vez.
- Nada de médicos - dijo él tajante y esta vez mirándola fijamente, taladrándola con la mirada.
- Tal vez yo podría ayudarte... - murmuró ella mirando al suelo.
El hombre la miró sorprendido por la sugerencia, durante unos segundos, frunció le ceño, y meditó sobre la posibilidad de aceptar la ayuda. Se levantó haciendo una mueca de dolor, se acercó para apuntarle con la varita y la desató.
- Se una chica lista y no hagas ninguna tontería - dijo amenazante apuntándole con la varita.
Chris asintió temerosa y se frotó las muñecas para aliviar el dolor de las cuerdas, pensó en la posibilidad de salir corriendo en ese momento, su agresor estaba herido y no podría alcanzarla, pero tenía esa varita, y seguramente la detendría con ella. Se quedó mirando la varita y sonrió con burla pensando que ella nunca había creía en magos, ni en magia, ni en varitas mágicas, ni en nada de eso, y sin embargo, allí delante tenía a un mago, con una varita mágica que había utilizado magia con ella.
Él volvió a sentarse en la silla y la miraba esperando a que se acercara y le ayudara a curarse. Ella se acercó tímidamente, temblando, cogió un par de gasas y la mercromina.
Se mantuvieron ambos callados durante unos minutos.
- Me llamo Christina... pero me dicen Chris... - dijo ella tímidamente.
Él no contestó, ella esperó pacientemente mientras le curaba a que le dijera algo.
- Snape... Severus Snape -
Ella sonrió tímidamente por haber conseguido su nombre, aunque bien podría haberle mentido. Él se movió incomodo y algo adolorido.
- Espera... no te muevas - se quejó Chris por la falta de cooperación - creo que debería lavar la herida - comentó ceñuda, se acercó un poco y arrugó la nariz - y que deberías darte una ducha - dijo mientras ponía cara de asco.
Severus la miró irónico con su penetrante mirada oscura.
- Cúrame y no hagas comentarios - gruñó él.
- Pero es que... - insistió Chris.
- Intentarías escaparte - explicó.
Severus frunció el ceño, "¿Por qué le estoy dando explicaciones?" pensó.
- Te equivocas - dijo ella con una sonrisa de suficiencia - lo más efectivo es que cuando estés en la ducha tire un secador encendido... tu te electrocutas y yo me salvo - comentó Chris triunfante.
Pero se arrepintió de haber hablado en cuando vio como Severus la miraba colérico y le clavaba la varita en la garganta amenazante.
- Sería tu sentencia de muerte - dijo él muy fríamente y amenazante.
- Pero no lo voy hacer... de verdad... no lo voy hacer... ni eso ni nada... - dijo ella atemorizada y suplicante.
Cerró los ojos temiendo por su vida, rezaba por que no dijera ninguna palabra mágica que le arrebatara la vida en un segundo.
- No confío en ti - gruñó Severus.
- Lo sé... pero soy tu única salida - murmuró Chris.
Severus la miró desconfiado, pero tenía que admitir que la chica tenía razón, era su única salida. Chris se mordió el labio temerosa de la reacción que él pudiera tener, intentaba huir de su mirada penetrante pero no podía y acabo cediendo y mirándole, se dio cuenta en ese momento de que por alguna razón que desconocía, no debía tenerle miedo, esos ojos oscuros en ese momento no le inspiraban miedo, sino más bien otra cosa que no sabía definir, pero estaba segura de que no era miedo, sonrió tímidamente al ver que él no la atacaba.
- Esta bien... pero como intentes algo... - dijo amenazante.
Continuara...
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