Farsante
Escondido. Detrás de otro montón de libros viejos. Ahí estaba seguro: nadie lo vería.
Disfrutaba de cada segundo de lectura. Solo, en la oscuridad de los recovecos de la biblioteca.
El aroma de los libros subía por su nariz hasta ahogarlo pero no le importó. Y siguió leyendo. Hasta que, llegado un momento, notó que estaba llorando.
Bajó el libro, separándose de él. Le hubiera gustado ocultarse tras sus páginas pero temía mojarlo. Era mucho más sensible de lo que parecía a simple vista.
De hecho, las apariencias eran lo más distinto a él de lo que era en realidad. Nadie lo culpaba, es más, todo asumían que era así.
Sangre limpia, Slytherin...y en prejuicio de muchos, subnormal. Demasiadas eses para su gusto.
Soportaba una carga mayor que cualquier héroe, mago o muggle podía tener. Incluso mayor que el niño que vivió. Pero no decía nada. El ser él mismo no solo era una traición a todo, sino también una utopía demasiado quimérica.
La vida de los adolescentes que convivían con él en Hogwarts estaba plagada de dichas: las chicas, los amigos, el Quidditch, Hogsmeade, la familia. Incluso en aquellos chicos a los que los mortífagos les habían robado más que el sueño podían sonreír. Él no, a él no solo le había quitado la sonrisa, las ganas de sonreír. A él le había arrebatado el derecho a ser feliz.
Estaba seguro de que la guerra pronto acabaría, y también que no quería participar en ella. Muchas veces le habían dicho cómo se había quedado huérfano. "Una auror de sangre impura mató a tus padres"- era la frase que le habían repetido desde pequeño esperando así su fidelidad a las filas. Él había callado, pero su familia adoptiva no había podido evitar que descubriera toda la verdad.
-"En defensa de mis hijos"-había escrito la madre en El Profeta.
Ella había defendido a sus hijos. Sus padres, en cambio, lo habían dejado solo; para ir a acabar con la vida de otro niño, cuya única diferencia entre ambos era la sangre.
No quería ser como ellos. Mas sabía que no había opción. Tendría que jurarle lealtad, aunque dentro de él solo ansiara ver su caída. Pero ya estaba acostumbrado a mentir. Su propia vida era una farsa.
-Maldito el año que volvió- masculló con pesar
Todos en su casa se habían emocionado ante la idea. Él permaneció impasible. No como Malfoy. Draco Malfoy no dejó ni un momento de hablar de unirse a él. Pero él le conocía. Malfoy era mucha palabrería y poca acción. Al contrario que ellos, que era todo fuerza. Crabbe disfrutaba haciendo daño, como ya había descubierto en su más entraña infancia cuando sus padre lo adoptaron.
Él no. Siempre en segunda línea. Como un cobarde.
Está bien, no era valiente. Nunca lo había sido. Quizás porque solo podía confiar en sí mismo, en tiempos mejores o en una muerte rápida, que acabara con su triste vida. Dónde aún desconocía el sabor de una sonrisa amiga; el aroma de una segunda oportunidad; o simplemente el poder de ser él mismo.
0o0o0o0o0o0o0o0o0o
Este fue mi primer one.shoot y la verdad es que ya tenía ganas de publicarlo. Bueno, las siguientes historias serán completamente diferentes. Excepto por el género drama… pero son para llorar, casi. En fin, para quienes tengan curiosidad, el siguiente capítulo será sobre Severus Snape.
En fin, díganme qué les pareció. Si les gustó o no. ¿Tomates o rosas?
P.D. No soy la única que cree que J.K.R. odia a los Slytherin ¿Verdad?
