Ahí esta ella sentada como todas las tardes frente al lago, y ahí estaba él, recargado en un árbol observándola como todos los días desde que se dio cuenta de que ella no era sólo una chica más en el colegio. Ella era especial y habían tenido que pasar cinco años para que se diera cuenta de eso, ¿cómo no había podido reconocer que esos ojos verdes como esmeraldas eran lo más bello que había visto o qué su cabello rojo la hacía resaltar entre las demás?
No sabía como había pasado, pero ahora él no podía dejar de ir a los terrenos del colegio tan sólo para verla. Sólo mirarla pero no hablarle, porque cada vez que hablaban, ella terminaba diciéndole que era un engreído inmaduro. Y él sabía que lo era, pero ya había cambiado. Estaban en su último año y él había madurado, ya no hechizaba al que se le parara enfrente sólo para demostrar que podía ni hacía bromas a diestra y siniestra para divertirse. No, ya no era así. Ahora iba cada tarde a ese árbol con la esperanza de hablar con ella y hacer que se diera cuenta de que había cambiado por ella.
Cada tarde él se decidía a acercarse, pero como siempre él miedo lo detenía en el último momento.
-¡No se como pudiste terminar en Gryffindor!- se reprochaba James cuando regresaba al castillo después de otro fallido intento por acercarse al lago.
Aunque le costara admitirlo, tenía miedo… Sí y no un miedo cualquiera, era miedo al rechazo. Pero eso no significaba que él fuera un cobarde, sólo era que tantas veces ella lo había rechazado que no creía poder soportar otro no por respuesta. Por esa razón él se había decidido, ésta sería la última vez que se lo pediría. Si ella se negaba, él la olvidaría para siempre… o por lo menos no la molestaría de nuevo.
De ahí provenía su miedo. Por eso él retrasaba el momento de hablar con ella, no quería que la ilusión muriera ahí y el junto con ella.
Ya había pasado un mes desde que se había decidido a acercarse y, por fin, ésta tarde lo haría. No le importaba que el miedo intentara detenerlo de nuevo. Él sería más fuerte y lo vencería.
James se acercó hacia donde estaba ella con aire decidido.
-Hola, Lily.- saludó James a la joven de cabello rojo oscuro hasta media espalda y ojos verde esmeralda que estaba sentada a orillas del lago.
Ella volteó desconcertada ante la voz que la llamaba.
-¿Potter?- murmuró sorprendida.
-James.- corrigió él automáticamente- No vengo a molestarte- agregó al ver que ella abría la boca para interrumpirlo- tan sólo quiero hablar contigo.- aclaró - ¿puedo sentarme?- preguntó con una sonrisa que intentaba mostrar seguridad.
-Este… sí, claro.- respondió Lily aún desconcertada pro la actitud del moreno.- ¿qué pasó?-
-Pues… ¿cómo empezar?- dudó James mientras se sentaba frente a ella.- Desde principios del curso he querido hablar contigo, Lily… ya no soy el mismo engreído de antes, he madurado y es por eso que estoy aquí...-
Lily no entendía a donde quería llegar con todo eso. Sí había notado que había cambiado, pero ¿por qué le decía todo esto a ella?
-En serio no se cómo explicarme.- James volteó la mirada al lago intentando encontrar ahí las palabras que necesitaba para que ella entendiera todo lo que pasaba por su mente y su corazón.- No es ningún secreto lo que siento por ti y esperaba que me dieras una oportunidad si cambiaba…-
Ahora entendía las intenciones de James… ¿por qué le decía esto ahora? ¡Ahora que por fin se había dado una oportunidad! ¡Ahora que se había cansado de esperar a que el fuera diferente!
Un joven de cabello oscuro y ojos azules se acercó corriendo a donde estaban sentados.
-¡Perdón por haberte hecho esperar, Lily!- dijo cuando por fin llegó.- Apenas terminó el entrenamiento y… - se detuvo al ver con quien estaba.
-Hola, Paul- saludó ella al darse cuenta de lo que estaba pasando.
-Lo bueno es que no has estado esperando sola- comentó con una sincera sonrisa sentándose a lado de la pelirroja pasándole un brazo por los hombros.- Gracias pro hacerle compañía a mi princesa, Potter.-
Lily no sabía que hacer. Paul era su novio desde hacía poco y lo quería, pero al ver la cara de James, lo único que pasó por su mente fue que tenía que abrazarlo y decirle que lo quería, pero no pudo moverse… se quedó ahí sentada viendo como se desbarataban las ilusiones de James.
- Será mejor que los deje solos.- murmuró mientras se levantaba.- Bien dicen que un mal tercio nunca es bueno, ¿no?- intentó bromear pero la sonrisa con lo que lo dijo, no alcanzó a llegar a los ojos.
James cruzó los terrenos del colegio enojado con si mismo.
-¡Demasiado tarde!- se reprochaba- ¡Te tardaste demasiado en decidirte!-
Si tan sólo se hubiera decidido en ese momento… cuando ella hablo con él…
-¡Qué cansado es tener que hacer rondas nocturnas!- comentó Lily mientras se dejaba caer en uno de los sillones frente al fuego.
James estaba en las escaleras que llevaban a los dormitorios y se detuvo al escuchar a Lily. Tenía que aprovechar esa oportunidad, no todos los días la encontraba sola y lo suficientemente cansada como para discutir.
-¡Hola, Evans! ¿Cansadas las rondas?- preguntó mientras se sentaba junto a ella despreocupadamente.
-¿Por qué cierras los ojos?- se extrañó James al ver que la pelirroja en vez de soltarle un insulto, había cerrado los ojos- ¿Acaso piensas que soy demasiado perfecto para ser verdad?- se ufanó con su característica sonrisa torcida.
-En realidad pienso que si vuelvo a abrir los ojos tú no estarás aquí.- respondió ella con cansancio- Pero veo que no, aquí sigues con tu actitud engreída de siempre.- comentó mientras abría los ojos.
-¡No soy engreído!- exclamó James enojado- Si tan sólo me dieras una oportunidad te darías cuenta de que…-
Lily no alcanzó a escuchar de lo que se daría cuenta, pero había escuchado suficiente.
-Si tu actitud fuera diferente, tal vez las cosas serían de otra manera, James- murmuró la pelirroja antes de subir las escaleras que llevaban a los dormitorios de las chicas, dejando a James con mucho en que pensar.
Eso había pasado el año pasado… si en ese momento se hubiera decidido a madurar, ella tal vez no estaría con ese Paul.
No lo podía culpar a él. Lily era guapa e inteligente, era cuestión de tiempo que ella comenzará a salir con alguien y Paul siempre le había caído bien. Era el guardián del equipo de Ravenclaw y habían platicado en más de una ocasión.
Lo que le enojaba era que podía ser él quien ocupara su lugar, pero había perdido demasiado tiempo en decidirse a actuar.
