"Hello Everyone!" Me extrañaron? Yo se que no, pero bueno, damas y caballeros les traigo un nuevo fic, como dije que lo haría segun la votación de mi fic anterior. La historia de Blu y Perla antes de ser pareja, espero que les pueda gustar y bueno no sé qué tan largo será, aunque pienso que será más corto que mi fic anteriorl, quien sabe, bien, los dejo con el capítulo uno.


Mañana calurosa en la selva amazónica, los muchos animales que la habitaban comenzaban con su vida diaria. Era una mañana apacible, llena de tranquilidad, las exóticas aves que habitaban en los árboles volaban libres por toda la selva, sintiendo el viento bajo sus alas, todas llenas de color y alegría vivían una vida sin preocupación alguna.

De entre todas las aves que habitaban la selva, había un grupo en particular, el cual a decir verdad era demasiado grande y singular. Lo que diferenciaba a estas aves de las demás era el particular color azul de sus plumas desde las alas hasta la cabeza, no había más que plumas azules cubriendo todo su cuerpo, sus picos y patas eran de un color negro, algunos más opacos que otros, se trataba de nada menos que una tribu de Guacamayos Spix azules, aunque su color azul no los hacía ni más ni menos que los otros, estas singulares aves azules se llevaban bien con todas las distintas especies vecinas, todas en paz.

Esta historia, o al menos una parte de ella comienza en aquella singular tribu azul, en un nido entre los árboles de la selva, en donde una familia al igual que las demás aves, comenzaba su día.

-Perla, Perla despierta ya hija- Decía una hembra Spix azul, al mismo tiempo que movía suavemente a una pequeña y adormilada ave frente a ella.

-Solo cinco minutos más…- Murmuró la pequeña guacamaya cubriéndose los ojos con una de sus alas.

-Bien, tú me obligaste…- Dijo la hembra para luego empezar a picotear levemente el cuerpo de su hija haciéndola reír.

-No… No es justo- Decía la pequeña entre risas –Ya… Ya, me rindo-

-Bien, entonces levántate y vamos por el desayuno, tu padre nos está esperando- Dijo gentilmente mientras salía del nido junto con Perla, una pequeña guacamaya azul con tan solo 4 años.

-¿Están listas las dos?- Preguntó un guacamayo grande y aparentemente fuerte, aunque con un semblante gentil hacia su esposa e hija.

-Estamos listas Eduardo- Respondió la guacamaya al mismo tiempo que le daba un beso en la mejilla.

-¿Dormiste bien Ana?-

-Mejor que nunca-

-¿Y qué tal tú hija?-

-Estoy lista papi- Respondió Perla entusiasmada.

Se trataba de una mañana común para aquella familia, se paseaban por la selva, saludando a los demás guacamayos azules del lugar, al igual que a algunas de las muchas aves vecinas de la tribu azul. Aunque ellos no eran los únicos que había.

Lejos de ese lugar, muy, muy lejos, en otra selva para ser más exacto el día iniciaba de igual manera para todos los animales, a diferencia del Amazonas, en esta selva no había una gran tribu de aves azules, por el contrario eran casi inexistentes y muy raros de ver, pues se trataba de tan solo una pequeña familia formada por 3.

-Mamá, papá despierten…- Decía un pequeño guacamayo moviendo rápidamente a sus padres quienes a pesar de la hora aún dormían.

-Muy bien, muy bien… Ya despertamos…- Dijo el macho tratando de espabilarse, al mismo tiempo que tallaba sus ojos con sus alas.

-(Bostezo) Buenos días Blu- Dijo la hembra mirando al pequeño guacamayo frente a ella.

-Tardaron mucho… Tengo mucha hambre…- Respondió Blu sobando su pequeño estomago, sus padres intercambiaron miradas por un rato junto con un par de sonrisas para luego salir en busca del desayuno.

El pequeño Blu y sus padres, a pesar de ser los únicos spix azules del vecindario, tenían bastantes amigos por los alrededores, aquella selva no estaba dividida en tribus como en el Amazonas, por el contrario, había un ave diferente a la vuelta de la esquina, sin mencionar la influencia humana en la zona, las fiestas eran algo que predominaba en el lugar, se trataba de la mágica selva de Río de Janeiro.

La mañana para la familia de Blu consistía en salir a estirar las alas por un rato, la mayor parte del tiempo lo pasaban fuera de su nido hasta el anochecer, no tenían una rutina establecida, a veces solo volaban, paseaban por la ciudad y las playas o pasaban el tiempo con algunos de sus amigos, a veces incluso con humanos, así era, los padres de Blu habían entablado una pequeña amistad con un ornitólogo llamado Tulio, en más de una ocasión los había ayudado e incluso salvado la vida, los padres de Blu veían a Tulio como un buen amigo y también como la mejor niñera para Blu pues las fiestas de Río no eran algo fácil de ignorar, a Tulio por su parte no le molestaba en lo más mínimo el cuidar de Blu, por el contrario, le gustaba la idea de cuidar una de las especies de aves más raras que había aunque hasta donde llegaba su conocimiento, la familia de Blu eran los últimos spix azules del mundo, no estaba para nada enterado de las numerosas aves azules que se escondían en el Amazonas.

Retomando un poco la vida de Perla, ella tenía algo así como su rutina personal, después de desayunar le aguardaba todo un día de diversión, aunque nunca lo hacía ella sola.

-Hola Perliux- Saludaba un pequeño guacamayo, de la misma edad que Perla.

-¿Perliux?- Dijo Ana aparentemente confundida.

-Es un juego mamá- Respondió Perla acercándose al guacamayo que había llegado –Roberto me llama así y yo le digo Beto- Explicó sonriente.

-Muy bien ustedes dos ¿A dónde van a ir hoy?- Preguntó Ana curiosa.

-Por ahí, hay mucho que hacer aquí- Respondió Roberto abrazando a Perla con un ala.

-Está bien, pero no se alejen mucho ¿De acuerdo? Y Perla, debes estar de regreso antes del anochecer-

-Pero mamá…- Replicó la pequeña ave.

-Sin peros, no quiero que tu padre vuelva a ponerse nervioso… Tengan mucho cuidado-

-Claro que sí mamá-

-Descuide, yo la cuidaré- Dijo Roberto sonriente, para luego irse volando junto con Perla.

Ana solo le dedicaba una sonrisa a aquella escena, Roberto y Perla eran amigos inseparables, siempre juntos desde que se conocieron, aunque en su mayoría Roberto solía meter en problemas a Perla junto con él, cosa que comenzaba a disgustar mucho a su madre.

Además de una buena familia, Perla consideraba que tenía un buen amigo. A diferencia de Blu, debido a su particular plumaje le costaba mucho trabajo lograr hacerse amigo de otras aves, todos los demás niños lo veían con indiferencia, algunos incluso usaban el color de sus plumas como objeto de burla, por lo que nunca había conocido a alguien a quien llamar un buen amigo, esta era la razón por la que sus padres no lo dejaban solo, no porque fueran sobre protectores, simplemente no querían que Blu sintiera que su diferencia lo hacía menos ante los demás, aunque esto era algo que el pequeño Blu había comenzado a sentir hacía ya tiempo, pero se esmeraba en ocultarlo, por más que le doliera el saber que nunca podría tener un amigo más allá de Tulio y sus padres.

Blu y Perla, dos guacamayos azules separados por cientos de kilómetros, pero más unidos de lo que podrían imaginar, aunque la vida de ambos era completamente diferente y contra todas las probabilidades, ambos lograrán encontrarse en su momento de mayor necesidad, aunque todo viaje, está lleno de obstáculos e incluso de tragedias…

Pero esto no comienza con una tragedia, por el contrario, empieza en la mejor parte de toda la infancia de Blu.

Era una mañana como cualquier otra en Río, las aves comenzaban a despertar en la selva, y las personas comenzaban a caminar por las calles de la ciudad, aunque este día en particular podría catalogarse como especial para cierto pequeño guacamayo azul.

-¡Mami! ¡Papi! ¡Despierten ya!- Decía Blu una y otra vez sin dejar de mover a sus padres.

-Mary… Es tu turno…- Dijo el macho aún sin despertar.

-Bien, bien… ¿Qué pasa Blu?- Preguntó gentilmente.

-Lo… ¿Lo olvidaron?- Respondió Blu decepcionado –Hoy es mi cumpleaños…- Dijo desviando la mirada. En eso su padre se levantó de un brinco (Por decir algo) y cargó a Blu con sus alas.

-¿Cómo lo podríamos olvidar Blu? ¡Feliz cumpleaños!- Dijo abrazando fuertemente al pequeño guacamayo quien una vez más volvía a sonreír.

-¡Sabía que no lo olvidarían!- Dijo Blu alegremente mientras su padre lo dejaba en el suelo.

-Claro que no Blu- Dijo Mary acercándose lentamente –Hoy cumples 5 años-

-¡Sí! ¿Qué vamos a hacer hoy?- Preguntó curioso aunque también entusiasmado.

-Bien, primero ve a arreglarte un poco esas plumas y luego te lo diremos- Respondió Mary con una sonrisa, a lo que Blu simplemente asintió y se fue.

-¿Estás segura de esto?- Preguntó el macho aparentemente preocupado.

-Blu necesita un amigo Marco, no podemos dejarlo con Tulio toda la vida, y no podemos estar siempre con él… Debe perder el miedo a acercarse a los demás.

-Lo sé, es solo que… Ya hemos intentado esto muchas veces… No me gusta verlo triste…- Dijo Marco desviando la mirada.

-Tampoco a mí… Pero descuida, hoy lo llevaremos con Lidia-

-¿Tú amiga tucán?-

-Sí, por lo que he visto, su hijo Rafael es muy agradable, quizá Blu por fin pueda tener un amigo de verdad- Respondió Mary con una sonrisa.

-Supongo que ese sería un buen regalo de cumpleaños-

-Estoy listo- Llegó Blu aún con una gran sonrisa en el rostro -¿A dónde iremos?-

-La verdad Blu, es una sorpresa- Respondió Mary mirando a Marco.

-¿Me va a gustar?-

-Yo se que sí hijo- Respondió Marco cargando a Blu una vez más.

La familia de 3 salió del nido y comenzó a volar por la selva, Marco y Mary saludaban a toda ave que pasaba frente a ellos, mientras que Blu simplemente se refugiaba junto a sus padres, se había vuelto alguien muy tímido y prefería la compañía de quienes conociera. Después de un rato de vuelo Blu y sus padres finalmente llegaron a su destino, se trataba del nido de un ave, nada fuera de lo común realmente, Blu no podía entender el por qué de su viaje a ese lugar, por el momento solo le quedaba esperar.

-¿Qué hacemos aquí papi?- Preguntó Blu inocentemente.

-Ya verás- Respondió Marco guiñándole un ojo.

-¿Lidia? ¿Estás aquí?- Decía Mary acercándose al hueco del árbol.

-Aquí estoy Mary- Respondió un tucán saliendo del nido –Que gusto verte ¿Qué los trae por aquí?- Preguntó amablemente.

-¿Recuerdas lo que te dije hace unos días?- Respondió Mary en voz baja.

-O, ya veo, entonces él es Blu- Dijo mirando al pequeño guacamayo junto a Marco.

-El es mi Blu-

-¿Te importa si lo saludo?- Mary accedió felizmente a la petición, Lidia se acercó lentamente al pequeño Blu, quien al notarlo se aferró fuertemente a su padre.

-¿Qué tal? Tú debes ser Blu ¿Cierto?- Blu no le dirigía la mirada, lo único que hacía era asentir a aquellas palabras sin separarse ni un centímetro de Marco.

-Me dijo tu madre que hoy es tu cumpleaños, así que dime ¿Cuántos años cumples?-

-Cinco…- Respondió tímidamente.

-¿Cinco eh? Eres un año menor que mi hijo, dime ¿Te gustaría conocerlo?-

Blu lo meditó un poco, en cierta manera estaba asustado por conocer a otro niño, siendo que todos sus intentos por hacerlo habían terminado mal para él.

-Vamos Blu, no seas así- Dijo Marco al notar el silencio de Blu.

-E… Está bien…- Respondió finalmente.

-Que bien ¡Rafael! ¡Sal aquí un momento!- Llamó Lidia acercándose al árbol, en menos de un minuto un pequeño tucán salió del nido.

-¿Qué pasa ma? – Preguntó el pequeño tucán.

-Rafael, ellos son Mary y Marco- Dijo señalando a los dos guacamayos adultos –Y él es su hijo Blu, se bueno con él-

Rafael se acercó lentamente a Blu, quien solo se sentía cada vez más nervioso hasta que se encontraron frente a frente.

-Hola, me llamo Rafael- Saludó extendiendo su ala hacia Blu.

-Soy… Soy Blu…- Respondió desviando la mirada.

-¿Estás bien?- Preguntó Rafael confundido.

-Perdónalo, es un poco tímido para conocer a alguien- Explicó Marco quien estaba al lado de Blu.

-Oye, sé que mi pico es grande, pero no voy a morderte- Dijo Rafael alegremente logrando sacarle a Blu una pequeña carcajada.

-Blu, por qué no vas con Rafael un rato, tu madre y yo estaremos por aquí- Dijo Marco empujando a Blu levemente, para animarlo a acompañar a Rafael, aunque al final terminó accediendo y los dos pequeños fueron a jugar cerca del árbol.

-Parece que se están llevando bien- Dijo Lida acercándose a Marco y a Mary.

-Eso me alegra… Blu ha tenido muchos problemas para socializar con los demás niños- Dijo Mary levemente decaída.

-Descuida, sé que Rafi será bueno con él-

-Ojalá que sí… Me gustaría ver a Blu divirtiéndose con alguien más que nosotros- Dijo Marco con una sonrisa.

Los 3 adultos duraron conversando por un largo rato, mientras que Blu y Rafael no paraban de juguetear entre las ramas de los árboles, por primera vez, Blu se estaba divirtiendo con alguien de su edad, se estaba divirtiendo con un amigo.

-¡Blu, es hora de irnos!-

-¿Tan pronto?- Replicó el pequeño guacamayo aterrizando frente a sus padres.

-Tranquilo Blu, si quieres puedes venir a visitar a Rafael otro día- Dijo Mary con una sonrisa, a lo que Blu no dudo ni un segundo en su respuesta.

-¡Sí!-

-Bien, nos vemos luego Lidia-

-Hasta luego Rafael- Se despidió Blu bastante animado.

-Hasta luego Blu-

Hasta ese momento, Blu estaba teniendo el mejor cumpleaños de su vida, no solo había conocido a alguien nuevo, sino que ese alguien se convirtió en su primer amigo.

-Dime Blu ¿Te divertiste con Rafael?- Preguntó Marco.

-Mucho, nunca había podido divertirme con alguien de mi edad- Respondió alegre -¿Podemos ir a verlo mañana?-

-Cuando quieras Blu- Respondió Mary con una sonrisa, parecía ser que su pequeño plan había funcionado.

-Se está haciendo algo tarde, será mejor regresar al nido de una vez- Dijo Marco al ver cómo el atardecer comenzaba a terminarse.

-Pero es mi cumpleaños…- Replicó Blu desilusionado.

-Exactamente, y por eso te dejaremos cenar lo que tú quieras, solo esta vez-

-¡Sí!-

El día llegó a su fin, después de una muy grata cena Blu cayó rendido ante el sueño, mientras que sus padres decidieron esperar despiertos un poco más de tiempo.

-Parece que Blu finalmente hizo un amigo- Decía Mary acurrucándose junto a Marco.

-Lo sé, no lo había visto divertirse así en mucho tiempo… Fue un buen cumpleaños después de todo…-

-Ojalá pudiésemos hacer más por él-

-Mary, es nuestro hijo, haríamos todo por él, pero también debe conseguir sus propios logros y estoy seguro de que lo hará sin nuestra ayuda, solo espero poder verlo crecer y lograrlo-

-Claro que lo veremos crecer… ¿Qué podría salir mal?-

Mientras que la noche se cernía sobre Río de Janeiro, en el Amazonas no era exactamente la excepción.

Eduardo y Ana, aún esperaban despiertos, solo sintiendo el tiempo pasar sin la presencia de Perla.

-¿En dónde está?- Se preguntaba Eduardo caminando de un lado al otro.

-Le dije que regresara antes… ¿Por qué nunca me escucha?- Replicaba Ana igual de preocupada que Eduardo -¿Y si algo malo le pasó?-

-Tranquilízate Ana… Si no aparece en unos minutos más entonces…-

-Am… ¿Puedo pasar?- Dijo Perla tímidamente al llegar.

-¡Perla!- Exclamaron sus padres al verla.

-¿Estás bien? ¿Te lastimaste?- Cuestionaba Eduardo revisándola, asegurándose de que no tuviese ningún tipo de daño.

-E… Estoy bien…- Respondió tímidamente, a sabiendas de que se había metido en problemas por llegar tan tarde.

-Perla, te dije claramente que debías regresar antes del anochecer- Reclamó Ana bastante molesta.

-Lo… Lo sé… No medí el tiempo y cuando me di cuenta ya era muy tarde-

-¿Y aun así regresaste sola en la noche? Perla pudo haberte pasado algo terrible- Dijo Eduardo firme aunque a la vez preocupado.

-No regresé sola… Roberto me acompañó de regreso, nos separamos al estar frente al árbol, dijo que también lo castigarían si llegaba más tarde…-

-Perla, agradezco que te acompañara, pero ambos son solo niños, les pudo haber pasado algo a los dos- Explicó Ana tratando de calmarse – (Suspiro) No siempre podremos estar para protegerte hija… Tienes que aprender a ser responsable de ti misma y evitar meterte en problemas-

-Perdón mamá…- Dijo Perla con la mirada hacia el suelo.

-Hablaremos de esto mañana ¿Sí? Por ahora ve a dormir- Respondió Ana sin decir nada más. Perla se dirigió lentamente a lo que podría llamarse su "Habitación" En el nido, dejando a Eduardo y a Ana.

-Si sigue así, va a tener muchos problemas en el futuro- Decía Eduardo preparándose para dormir.

-Lo sé… Por eso debemos educarla para que pueda saberlo ella misma… No podremos protegerla siempre Eduardo-

-Lo sé… Pero ahora es una niña, y necesita de nosotros, al menos hasta donde podamos cuidarla-

-Entiendo eso… Y no lo sé… No creo que Roberto esté siendo una buena influencia para ella… Casi siempre se meten en problemas… Quizá Perla necesite otro amigo… Un buen amigo…-


Y eso es todo por ahora, espero les haya gustado, entretenido etc. Ojalá me puedan dejar un Review diciendome qué les pareció y bueno esto sería todo por mi parte, estoy de vuelta por el momento, nos vemos en el siguiente capítulo

"See you next time"