Disclaimer: Shinheki no Kyojin no me pertenece, su autor es Hajime Isayama.

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Él ama, pero calla; él es débil, pero se hace el fuerte; él quiere llorar mientras ve a su amor a lo lejos… pero sonríe sinceramente por que sabe es feliz.

Agacha la cabeza como signo de derrota mientras observaba a ese pequeño hombre mirar con cariño al sujeto que pudo haber sido él. Su corazón le susurra "cobarde" y su mente le dice "Bien hecho" Siempre supo que ese amor no debía ir más allá de la amistad, aun así se arriesgo a amar y ahora… ahora sus sentimientos están en descontrol, agitados y salvajes. No… se equivoca, se engaña a si mismo. No es más un pequeño animalito en busca de cariño.

La cobardía nunca fue su problema, al contrario, su forma de ser era tan aguerrida y perseverante que siempre obtuvo lo que quiso. Pero hoy no, ni tal vez mañana, y quizá nunca.

¿Por qué? Se pregunta a si mismo.

Siente que nunca fue rival, siente que su lugar nunca fue permanecer a su lado. Cree que sólo fue un reemplazo, un adorno mientras lo bueno llegaba… ¿Autocompasión? Puede ser… aún es un joven con ideas inmaduras en la cabeza.

El rechazo permanece y la desilusión se incrementa.

¿Quién tuvo la culpa? ¿Él? No, él es una victima más de las circunstancias. ¿Rivaille? Si, o tal vez no, nadie la tiene.

Se aleja sonriente, sólo es la fachada…

Ve un parque. ¿Un parque? Niños sonrientes, madres atareadas, personas platicando amenamente ¿y él…? destrozado.

Se sienta en una banca con la vista baja, los codos sobre sus rodillas y los dedos de sus frías manos entrelazadas cerca de un árbol. Las hojas caen, los niños pasan y su tiempo se detiene…

—Pareces preocupado.

Mira sus pies, no tiene ánimos de elevar la cabeza.

—Estoy pensativo. —le responde serio.

La persona recién llegada suspira y se sienta a su lado.

—Los rechazos duelen, eh. —comenta tratando de sacarle información.

—Te hacen madurar, supongo.

—Entonces tú has de ser un erudito.

—He de serlo. —ríe sin ganas, pero ríe a fin de cuentas—. Gracias.

—¿Quién esa persona que te hace tanto daño? Nunca me cuentas.

—Tú.

El sujeto se sorprende para luego soltar un especie de gruñido como risa.

—Yo sé que me amas un montón pero ya en serio. ¿Quién?

—Tú.

—No bromees, Eren. Sabes que no me gustan esas cosas y… —calla, ahora entiende—. Yo…

—Nunca pretendí que me correspondieras, así que intente ser tu amigos pero luego llego él y…

—Alto, no quiero escucharlo.

—... te alejo de mi lado —terminó—. En verdad lo siento, pero no puedo seguir pretendiendo ser algo que no quiero y tampoco deseo terminar con tu felicidad.

Se paro bruscamente en un arrebato de ira y el pelinegro le miro ceñudo.

—Eren…

—No, Rivaille. En verdad perdóname pero… ahora que te vas a casar quise decirlo antes de que me ofrecieran ser padrino o algo peor.

—No hay nada peor que ser el padrino de la boda de la persona que amas. —dijo procurando sonar indiferente.

—Supongo. —suspiró y luego se volvió a sentar igual de derrotado. De nada había servido sincerarse, se sentía igual de vacio.

Ambos quedaron en silencio, insatisfechos e incómodos

—Tengo que irme. —dijo de pronto Levi. Se paró de la banca alejándose unos pasos para luego parar y mirar unos segundos a Eren.

—Si... —Quería estar sólo, no le iba a detener.

—Le quiero Eren, como alguna vez te quise a ti. —y siguió su camino sin mirar de nuevo atrás.

—Lo sé… —susurro con pesar al aire— … pero también sé que es un cariño muy distinto.