Esta obra es solo ficción. Warhammer 40K y Attack on Titan (shingeki no kyojin) pertenecen a sus respectivos dueños
Sobre la fogata la olla finalmente hirvió, esta despedía el olor del té recién hecho. La fragancia que resultaría relajante se esparció por el pequeño campamento improvisado. Tres tazas de hierro se rellenaron, él té le sentaría bien a alguien en una noche de frio, especialmente si se estaba sobre roca fría y a cincuenta metros de altura sobre una muralla.
El jefe de guerra Zeke dio un sorbo a su bebida caliente, dejándose calmar un poco tras todo lo que había pasado. Frente a él se encontraban otros dos hombres jóvenes, dos guerreros de Marley, enviados hace tiempo a este lugar en una misión, la cual, aparentemente habían fallado.
"Bueno." Dijo, Zeke. "¿A qué esperan? ¿A qué se enfrié?" Le habló a los dos guerreros que se encontraban dudosos de tomar las tazas. Sus miradas eran sombrías y sus rostros demostraban la vergüenza que habían sufrido por haber fallado su encomienda. Pero finalmente, más por obediencia que por cortesía, bebieron de sus tazas de hierro.
Pasaron un rato observando el fuego sin decir una palabra, el ambiente era demasiado pesado para una conversación. Ambos guerreros habían entregado sus reportes con respecto a todo lo que habían visto y Zeke había asimilado con calma todo lo que había pasado. La captura de Annie, el titán progenitor en Eren y, además, otro sujeto mas que habían dado por perdido hace tiempo. Una mujer, de nombre Ymir, se encontraba profundamente dormida en una de las tiendas de campaña.
"comprendo que hayan fallado, después de todo, sabíamos el riesgo que podía traer el atacar al rey Fritz y tomar el poder. Sin embargo no es una excusa para sentirse de esa forma y no pensar en otra manera."
Una vez más las palabras extrañamente comprensivas del jefe de guerra Zeke pusieron más nervioso a Reiner. Esperaba recibir un castigo, probablemente la muerte. Sin embargo, el jefe de guerra se había mostrado entendido, escuchando lo que había sucedido durante estos años desde que se habían infiltrado en los muros tras romper sus puertas y dejar entrar a una horda de titanes en esta.
"no podemos evitarlo." Dijo Reiner. "Después de todo, perdimos una oportunidad de oro para recuperar el poder del primer titán para Marley."
"Entiendo… Marley…" Ahí estaba de nuevo, una voz extrañamente melancólica que salía del jefe de guerra. Reiner no entendía la razón de este tono de voz, dudaba mucho de que su superior hubiera traicionado a Marley y huido. Sin embargo, no dejaba de preguntarse el significado de ese estado.
Finalmente se armó de valor y decidió hacer frente a las dudas. "Señor. ¿Ha sucedido algo?"
La pregunta fue hecha con cuidado, Reiner intentaba ser lo más sutil posible. No entendía lo que le pasaba a su comandante, siquiera preguntarle podría ser peligroso, sin embargo, el humor en Zeke no cambio.
"Actualmente… sí." No hablo por un buen rato, solo se limitó a observar el fuego mientras quemaba la madera. Después de varios minutos finalmente hablo. "Marley… Marley ya no está."
"¿¡QUE?!" la súbita respuesta del jefe de guerra le había causado tal impresión que Reiner había tirado su taza de metal. "¿¡Qué quiere decir!? ¿¡Que sucedió?!"
Incluso Berthold estaba atónito por tal respuesta, se había quedado sin palabras al recibir tales noticias tan increíbles.
"Calma." Dijo Zeke. "no he terminado."
Después de hacer otra pausa mirando el fuego, Zeke continuo. "Lo que les he dicho no es técnicamente cierto. Marley aún existe, pero ya no está como la conocían anteriormente. Han pasado… ciertos eventos en los últimos meses que han cambiado todo… incluso todo lo que sabíamos."
Aunque esas palabras habían calmado un poco a Reiner, aún se sentía inquieto y aun mas con nuevas cuestiones a las que no podía darles respuestas. ¿Qué había pasado desde que se habían ido? Esta isla no poseía nada como radios ni ningún método de comunicación que les permitiera hacer contacto con el resto del mundo, por esa razón no había forma de que supieran que es lo que estaba pasando allá afuera.
Zeke arrojo una nueva rama a la fogata y se aseguró de que Ymir siguiera estando profundamente dormida, lo cual lo confirmaba por su respiración y ronquidos. Entonces su expresión cambio, el jefe de guerra tranquilo y comprensivo de hace un momento se había ido y en su lugar se encontraba el serio rostro de un oficial a punto de dar una orden muy importante.
"Escuchen con atención." Dijo Zeke. "Lo que voy a decirles es un asunto de muy alto secreto, solo hay una dos personas aparte de mí que saben de esto. Si no están listos para escucharlo entonces no tengo necesidad de continuar con esto."
Berthold y Reiner se tensaron, no sabían de qué se trataba todo esto, pero por la apariencia de las cosas esto era grande, muy grande. Tal vez incluso demasiado para ellos. Pero ambos asintieron a la pregunta de su comandante, no podían negarse de cualquier forma.
"Esto no volveré a repetirlo." Aviso Zeke. "Todo comenzó hace seis meses…"
Theo Maggath esparció los documentos sobre la mesa. No solo habían informes, varias fotografías a color, tomadas con la mejor calidad hasta el momento se entre mezclaban con varios reportes, todos apuntando a un objetivo en particular.
"¿Qué tan fidedignas son estas fotografías?" pregunto a una de las personas que se encontraban también en este lugar.
"todas fueron tomadas por los tres observatorios más avanzados del país hace doce horas. Seguimos monitoreando este fenómeno y presentaremos nuevos informes en las próximas horas." Una mujer, vestida con una bata de laboratorio, ajusto sus lentes después de responder a las preguntas del comandante en jefe del ejército de Marley.
"la situación en el frente empeora y ahora esto." Espeto Maggath tras dejar caer el bloc de hojas que contenían varias fotografías. Todas ellas mostraban algo en particular. Cuatro objetos, orbitando sobre la atmosfera del planeta. Lo único a lo que podía darle un parecido Maggath eran a enormes barcos de hierro.
Recubiertos de metal, todas estas naves que orbitaban en el cielo tenían una forma inusual. Dos de estas estaban recubiertas de un color negro con detalles rojos, extraños objetos parecidos a cañones recubrían todo el cuerpo de esta. Y un extraño estilo le daba forma. Las otras dos eran también bastante distintas. Del mismo color, sin embargo, parecían llevar sobre ellas inmensas catedrales de estilo gótico, y, al igual que las otras dos naves, iban armadas hasta los dientes.
Pero hubo algo más que llamo su atención. Ubicado en el costado de esas naves se encontraba un símbolo, al mirar de cerca pudo ver el símbolo de un engrane con un cráneo en el centro. No tenía idea de que significaba ese símbolo, solo podía limitarse a esperar que haría el alto mando con respecto a estas naves.
[X]
Por enésima vez Maggath suspiro, de nuevo deseando no estar aquí.
En la capital de Marley se armaba un gran revuelo. Finalmente, después de tanto tiempo, la familia Tybur daría un mensaje público. Esto había sido de último minuto y sin avisar a muchos. Sin embargo, un buena cantidad de espectadores se había reunido ansiosos de ver quién era el líder de esta familia tan reconocida no solo el Marley, si no en el resto del mundo.
"¿deseando volver al frente tan rápido?" pregunto la voz de un hombre joven. Al voltear, Maggath se encontró con nada menos que Willy Tybur, el actual líder de esta familia la cual era la que controlaba a todo Marley desde las sombras.
"Solo deseando que esto termine rápido, más tiempo que perdemos aquí es menos tiempo para prepararnos."
"Te entiendo." Dijo con calma Willy. "pero esto es necesario. Este nuevo enemigo que ha surgido nos ha dejado con pocas opciones. Solo es cuestión de tiempo para que lleguen hasta aquí."
En efecto. La razón es, que hace solo algunos días una transmisión cifrada por radio proveniente de aquellas naves en órbita había llegado. El mensaje era el siguiente:
En el nombre del Omnissiah, El Emperador de la humanidad. Aquel que rige sobre su trono dorado.
Saludos damos en el nombre del conocimiento absoluto. Hermandad ofrecemos en el nombre de la especie humana. Nosotros que buscamos en el nombre del Omnissiah el conocimiento esparcido desde antaño por la galaxia.
Ustedes que al igual que ese conocimiento se han separado de la fuerza de la humanidad, más sin embargo han prosperado.
El Adeptus Mechanicus bajara hasta su mundo. Buscamos conocimiento perdido, pero también ese conocimiento que se perdió en los fragmentos de la humanidad por las estrellas.
Mas una advertencia damos, la hostilidad solo puede ser pagada de la misma forma.
Al principio ese mensaje había aliviado a todos, no sabían exactamente qué significaba 'Adeptus Mechanicus' pero con tan poca información era difícil llegar a una idea. Estos seres que se identificaban como humanos no parecían querer iniciar algún conflicto, incluso estaban dispuestos a enviar a un representante para discutir asuntos diplomáticos.
Era ahí en donde había recaído el problema.
En efecto, este Adeptus Mechanicus había enviado a un embajador, aparentemente uno que se hacía llamar 'tecnosacerdore' 035K177 Plubrem. El cual había anunciado que llegaría en un Valkyria cerca de la frontera al este de Marley.
Sin embargo, las órdenes no habían sido bien transmitidas, ya sea interferencia o cualquier otra razón. La orden no había llegado hasta un regimiento localizado en la frontera este de Marley.
Pues algún coronel muy estúpido había confundido a estos embajadores, y pensando que pertenecían a los titanes o a algún país enemigo, habían comenzado a disparar contra estos.
Dicha estupidez fue recompensada con la aniquilación total de aquel regimiento. De los únicos dos sobrevivientes de un regimiento de cinco mil hombres, habían descrito seres humanoides con apariencia extraña. Misteriosos seres recubiertos de metal y diferentes aparatos desconocidos, portaban aún más raras y poderosas armas que acababan con hombres por cientos y arrasaban todo a su paso. Los dos que habían sobrevivido se habían vuelto locos y uno de ellos cometió suicidio poco después de entregar su reporte.
Esto había pasado hace dos días y después de ser discutido se decidió que bien podrían haber iniciado una guerra, que era lo último que querían.
Zeke Jaeger encendió un cigarrillo y ajusto sus anteojos. Se quedó hundido en sus pensamientos al recordar toda la información que le habían otorgado. Una nueva fuerza que había llegado posiblemente desde otro mundo, una nueva civilización, una raza inteligente y avanzada. Eran pocas las ideas o hipótesis sobre vida en otros planetas, apenas un puñado de personas pensaba así. Y ahora dicha fuerza parecía amenazar no solo a Marley, sino a todo este mundo.
Era por eso que estaba aquí. Este anuncio público también seria presenciado por embajadores de varios países del mundo. Así que hacer de guardián de estos funcionarios era su obligación y la de Pieck.
"hacer algo así en estos momentos no es lo más sabio." Dijo ella con su usual tono pasivo y calmado. "un evento así sería un blanco fácil y muy jugoso para ellos."
"tienes razón." Asintió Zeke. "Sin embargo, es algo que la familia Tybur debe hacer para unir al mundo para enfrentar a este posible enemigo. Tal vez tú también lo hayas notado, pero el mundo está avanzando y pronto la fuerza de los titanes será sobrepasada. No podríamos resistir solos."
Era un asunto secreto, pero la verdad era que Marley estaba perdiendo su fuerza. Recientemente el país del medio oriente había declarado la guerra y las cosas no iban muy bien en el frente. Con solo dos guerreros las fuerzas del país habían disminuido y sus enemigos estaban dispuestos a aprovecharse de dicha debilidad.
Finalmente, era el turno de Willy Tybur para hablar frente al público y todo el mundo. Comenzó con la historia de Eldia, la guerra que duro tantos años y condujo al pueblo de los Elídanos a una serie de victorias y un supuesto orden impuesto sobre las demás razas. Hablo de como el Rey Fritz se había llevado a su gente para encerrarse en la isla Paradas junto con el poder Titán para nunca amenazar al mundo de nuevo. De cómo hasta este momento seguía todavía ahí, esperando por la redención del pecado de su pueblo. Y sobre todo, hablo de los diez millones de titanes colosales que destruirían el mundo una vez despertaran de su letargo.
"¡Tal peligro nos ha amenazado por tanto tiempo!" hablaba Willy con tal pasión que parecía hablar con la voz de un elegido por una fuerza divina. "¡Sin embargo! ¡Un peligro aún más grande ha llegado! ¡Más peligroso que el mismo Eren Jaeger! ¡Más letal que los millones de Titanes colosales dormidos!" agitaba los puños y sus ademanes parecían inspirar más a su público.
"¡Es por eso que en este momento declaro que nosotros no nos arrodillaremos ante un enemigo extranjero! ¡Seres ajenos amenazan nuestra paz más que nunca! ¡Unámonos contra ellos! ¡Contra el Adeptus Mechani−!"
Willy Tybur jamás pudo terminar.
El escenario en donde se encontraba estallo y ardió. El fuego estremecedor se esparció por el lugar engullendo también a todos los funcionarios de los diversos países que se habían reunido en ese lugar. Una lluvia de luces carmesís bajo del cielo, los edificios reventaban, las aceras hervían y las personas eran desintegradas por las luces de calor incalculable.
Era como si el infierno hubiera descendido a la tierra.
Entonces se escuchó el desconocido rugido de no uno, sino dos enormes motores sujetos a un objeto con alas metálicas que descendía desde el cielo.
Este aterrizo para luego elevarse una vez más. Rojos, metálicos, cromados. Así es como se veían. Seres humanoides hechos de metal, sus visores rojos parecían hundirse en la carne, escaneando todo lo que veían. Sus túnicas gastadas y rotas eran de color carmesí y portaban armas que nadie jamás había visto.
Abrieron fuego contra los grupos de soldados y oficiales que se encontraban en las gradas. Los rifles laser destrozaron a todo aquel que se encontraban a su paso. Varios habían sacado sus armas, apuntando en un intento de defenderse solo para llamar la atención de esos seres que con la precisión de una maquina juzgaban los peligros y las acciones a tomar.
Zeke cortó con una navaja su mano. La luz de un relámpago deslumbro el área por un momento seguido por el ruido de un trueno. En pocos segundos la carne y los huesos tomaron forma y una bestia de dieciséis metros se alzó. Un gigante, peludo y de largos brazos apareció.
Los seres metálicos al ver esto priorizaron sus blancos. Apuntaron de nuevo y ráfagas de fuego carmesí impactaron la dura piel del titán bestia bajo el control de Zeke. La carne ardía y se carbonizaba al recibir todo el daño pero no era suficiente para detenerlo.
Zeke corrió hacia los seres y alzando el brazo de su forma titánica golpeo el suelo. El retumbar de la fuerza parecía haber creado un sismo y aplastado a varios de esos seres de metal que habían perecido ante el peso del ataque.
Las la nave que sobrevolaba el área voló hacia Zeke. Descargas carmesís, iguales a las de los seres metálicos pero más gruesas se estrellaron contra su piel. Su pecho y cabeza reventaron y ardieron y el titán bestia se derrumbó, sin embargo, no habían tocado la nuca.
Zeke espero, la nave se acercó tratando de inspeccionar a este nuevo factor que se había encontrado. Entonces Zeke se levantó, sus brazos intentaron alcanzar a la nave para derribarla. Debía actuar rápido antes de que esta se elevara y perdiera toda posibilidad de ganar.
De nuevo el pecho del titán fue destrozado por el fuego de láser. Pero este se negaba a caer, la carne volvía a armarse y los huesos a reformarse. Zeke intento ir de nuevo a por otro ataque, sin embargo esta vez la nave se encontraba a mayor distancia. El titán bestia se preparó para la lluvia carmesí que pronto caería sobre él, sin embargo, eso no paso. La nave se detuvo ahí, parecía observarlo, como si estuviera estudiándolo igual que a un espécimen nuevo.
Después de unos minutos esa última nave se elevó, dio la vuelta y se enfilo hacia el cielo, desapareciendo en un instante.
[X]
Maggath se acercó al titán bestia que ahora no era más que la cascara de un titán que se desintegraba, junto a este se encontraba Zeke, limpiando sus anteojos después de haber bajado del gigante.
"bien hecho." Dijo este. "si no hubieras estado aquí podrían haber acabado con todos los oficiales del alto mando."
"no." Dijo Zeke. "el señor Tybur…"
"no podemos ni podíamos hacer nada por ello. Minimizaste el daño, eso es de mención."
Zeke no dijo nada, simplemente se quedó viendo el daño que habían traído esos seres. El escenario de madera había sido totalmente destruido y ahora ardía, las calles estaban llenas de cadáveres y los edificios habían recibido daños considerables.
"si… sin embargo, esto no puede ser el final." Dijo Zeke mientras alzaba la vista mirando al cielo.
989. M41
Flota expedicionaria del Adeptus Mechanicus. Crucero ligero del Adeptus Mechanicus, Mecánica ignis.
Magos Tetrael Upsilon dio un paso al frente en el puente de observación del Mecánica ignis. Recién habían salido de la disformidad y ya habían encontrado un nuevo sistema. Algo de importancia de hecho, pues tras cinco años de viaje por el sector Nephilim en el Segmentum Ultima y sin encontrar mucho estaba comenzando a pensar en cambiar de Segmentum, dos especies xeno poco relevantes y algunos sistemas con solo gigantes gaseosos. Tal vez en el sur podría encontrar mejores cosas, o tal vez simplemente era mala suerte, haber llegado demasiado tarde o demasiado temprano.
Ajusto de nuevo las prótesis de su brazo afinando y apreciando uno de los tantos regalos que el Omnissiah le había otorgado. Sus mecadendritos se movieron de un lado a otro haciendo los ajustes necesarios, cuidando de ofrecer los respetos que merecía mientras pronunciaba las letanías de la afinación.
Los servidores hablaron en binario avisándole que pronto estarían en la órbita de uno de los planetas del sistema, también le avisaron que se había detectado vida en ese mundo. Algo que no impresionaba mucho a Tetrael, ya habían encontrado planetas habitados por xenos después de todo, simplemente los habían clasificado y dejado el resto para el Administratum para reclamar los mundos para el imperio.
Decidió moverse hasta su Manofactorum privado, oculto en el corazón de la nave donde pocos lo molestarían. Aprecio mientras caminaba por uno de los designios del dios máquina, las naves del Adeptus Mechanicus eran una obra maestra del Omnissiah, diseñadas con el más sumo cuidado y respeto por el espíritu máquina que habitaba la nave. Desde cada placa hasta cada tuerca, desde cada cogitador hasta cada cable. Como todo magos, Tetrael no podía dejar de admirar tal belleza mecánica.
Por su camino pasaban numerosos servidores que cumplían los trabajos que se les habían asignado, veía Skitarii patrullando de un lado a otro usando armas Taser vigilando por la seguridad de todos en la nave. También veía pasar a tecno-sacerdotes, algunos iniciados, otros veteranos que realizaban los ritos correctos del mantenimiento del Mecánica ignis.
Antes de dirigirse a su Manofactorum personal, Tetrael decidió pasar por el puente de mando. Como el líder de esta fuerza expedicionaria era su deber inspeccionar las cosas y saber si algo andaba mal. Algo que podría fallar con consecuencias catastróficas seria que el navegante fallara y acabara poseído por un demonio del caos.
Los Skitarii Alpha se hicieron a un lado al ver al Magos. La puerta se abrió tras dejar que leyera su identificación y se cerró después de que el entrara.
"Magos Tetrael, como siempre es un honor recibirlo en el puente." Dijo una voz familiar para el Magos. Al ver de dónde provenía la voz reconoció al que lo saludaba.
capitán Melos. Es bueno verlo también. Hablo Tetrael al capitán del Mecánica ignis. Un hombre que más bien tenía el aspecto de un cadáver. Su carne estaba casi desapareciendo, aunque lo ocultaba con sus túnicas que lo cubrían. Este hombre sentado en el trono de mando, fusionado con la nave podía sentir todos los sistemas de la nave fluir por su cerebro y comandarlos como si de sus propias extremidades se tratasen. El capitán sonrió, aunque esa sonrisa podría dar más miedo que afección, después de todo, la mitad de su rostro estaba cubierta de metal, su ojo biónico le había dado las ventajas que la carne no podía y le permitía ver cosas que de otro modo no habría podido ver con su ojo original, tal era el regalo del Omnissiah.
"estaba por llamarle, Magos. Hemos capturado nueva información de este nuevo mundo habitable." Decía Melos mientras realizaba ciertos ajustes con los tubos y cables conectados a su nuca y espalda. "y lo que hayamos puede ser algo interesante al fin."
Melos mostro de nuevo una espeluznante sonrisa.
"En efecto, no hemos encontrado mucho en este viaje. Pero déjeme decirle, hemos encontrado humanos habitando ese mundo y lo que es más interesante, no parecen conocer al imperio ni a ninguna facción enemiga. También parecen usar una especie de vox muy antigua y poco práctica."
oh… se limitó a decir Tetrael. No había que malinterpretarlo, después de todo tras abandonar la debilidad de la carne un adepto del Mechanicus también se había abandonado parte de la capacidad de demostrar expresiones de sorpresa o sobresalto, sin embargo, no se había perdido su capacidad de demostrar que sentía curiosidad.
Este mundo habitado con humanos que no conocían al imperio muy probablemente pertenecía a los antepasados que se habían expandido por la galaxia hace docenas de milenios. Si una espiga de la humanidad había caído aquí entonces significaba que en este mundo podría haber una pieza de arqueo tecnología o incluso una plantilla de construcción estándar. Era realmente una posibilidad tentadora, una PCE era sumamente valiosa y hallarla no solo le daría más poder al imperio, si no más fama y prestigio a aquel que la encontrara.
Sus mecadendritos se retorcieron en anticipación. "que preparen un mensaje para estos habitantes. Les llevaremos la luz del Mechanicum y les presentaremos al imperio de la humanidad."
[X]
Ahora, esto es realmente interesante. Dijo el Magos Tetrael mientras analizaba los datos obtenidos por los skitarii que habían enviado. Después de todo, estos nativos se habían atrevido a atacar a un representante de Adeptus Mechanicus y aunque no hubieron bajas, era demasiado para los adeptos de marte.
En consecuencia habían enviado clados de skitarii a enviar un mensaje, esperando que con esto los nativos entendieran el error que habían cometido y suavizara la anexión al Imperium que se llevaría a cabo en poco tiempo.
todos los escuadrones de Hyspasistas que enviamos tuvieron éxito excepto por estos. Dijo un tecno-sacerdote haciendo girar una de sus pinzas en sus mecadendritos.
bastante peculiar debo admitir. Estas criaturas son poderosas, sin embargo no parecen endémicas del planeta. Podría haber sido creada por medios artificiales. Hablo otro adepto Mechanicus mientras separaba y organizaba los datos obtenidos de la criatura. Un gigante, o lo que parecía, con la apariencia de una bestia y una capacidad regenerativa bastante peculiar.
"ya he enviado un mensaje astropatico. El Astra Militarum no tardara más de dos días en llegar." dijo un navegante que se encontraba también en ese lugar. "el 703° de Cadia llegara primero. Más un regimiento de blindados de Gestmurn, el 25° vendrá junto con el 703°. El Lord general prometió también un regimiento de Harakoni dentro de unas semanas."
Había una razón por la cual el magos explorador no podía simplemente tomar el planeta. Su flota tenía una pequeña cantidad de skitarii y habían notado que el mundo estaba considerablemente poblado, llegando quizás a los cuatro mil millones de habitantes, cuatro mil millones con la suficiente tecnología para usar vox y armas de munición sólida. Tampoco podía, o, más bien, no quería pedir apoyo a otros Adeptos del Mechanicum, era obvio que si lo hacia algún magos rival se adelantaría y se llevaría la PCE o tecnología perdida oculta en el planeta. Así que había hecho un trato con algunos altos oficiales y les había prometido a esos regimientos tecnología del Mechanicum y mejores armas de su colección privada. Claro, mejor tecnología siempre sería bienvenida por los regimientos de la guardia imperial, les garantizaba una mayor tasa de supervivencia en las guerras que se libraban por toda la galaxia.
Con esto la reunión termino y todos volvieron a sus tareas. Los tecno-sacerdotes volvieron a sus puestos, algunos tomando transportes para volver a sus naves. El navegante fue a su cabina para meditar y estudiar de nuevo este sector de la galaxia. Mientras tanto Tetrael fue a su manofactorum privado a continuar con sus investigaciones.
"esto va de mal en peor." Maggath no pudo evitar decirlo después de ver las fotografías que se habían tomado esta mañana.
Ahí, junto a las demás cuatro naves, dos más habían aparecido. Esta vez aunque de apariencia similar a catedrales, tenían la marca de una águila de dos cabezas. Maggath no pudo sacudirse el ligero temblor que tenía en su mano.
El ataque de hace un par de días no solo había sido llevado a cabo en la capital de Marley, si no en también varias partes del mundo. Funcionarios importantes, bases militares, líderes mundiales. Todos habían sido destruidos por esos seres de metal que portaban armas tan poderosas.
Willy Tybur también era una grave pérdida. Sin el líder que controlaba y dirigía a Marley estaban en una gran desventaja. Afortunadamente no se habían llevado el poder del 'titán warhammer' pero los Tybur no dejarían que tal poder se dejara ver tan fácilmente de nuevo.
Ahora mismo, Marley era la única fuerza militar en el mundo.
Claro, esto habría hecho bailar a todos aquellos que tenían que enfrentar los constantes ataques y amenazas por parte de países extranjeros. El expansionismo de Marley estaba asegurado así como prácticamente la dominación mundial. Sin embargo, todo eso se sentía como ceniza en la boca de todos al darse cuenta de que eran la única fuerza que podría defenderse al menos parcialmente de los enemigos que probablemente contraatacarían en poco tiempo.
Maggath vio por la ventana, allá abajo, en las calles, una larga fila de personas caminaban. Civiles en apariencia pero todos llevando una pesada carga sobre sus hombros.
Marley había decidido usar a la mitad de la población de todos los eldianos en el país para convertirlos en titanes, armas vivientes que eran la mejor herramienta de guerra a disposición de la nación. No importaba si eran hombres, mujeres o ancianos, se habían llevado a todos los que necesitaban.
Maggath sabía que esto era demasiado, incluso si era por Marley. Prácticamente tirarían a la muerte a miles de vidas. Hacia enemigos de los cuales casi no sabían nada. Los estaban arrojando a una picadora de carne.
[X]
Zeke se limitó a solo intentar ver por el otro lado de la trinchera. Ahí estaban. Con armaduras y equipo que jamás había visto y portando armas de las que jamás había oído hablar hubiera algo semejante.
Le parecía extraño incluso, bizarro y sin razón. ¿Por qué estaban peleando contra humanos? Se preguntaba de nuevo. No los conocía, no había sabido nada de ellos hasta solo hace unas semanas, e incluso no podría apartarse la extrañeza y el asombro al saber que estos humanos venían de otros mundos más allá de las estrellas.
Allí estaban, esos rifles que disparaban mortíferos resplandores carmesíes que podrían volarle el brazo a un adulto. Enormes ametralladoras pesadas que reducirían a un titán a un montón de trozos de carne desintegrándose con suma facilidad. Esas azuladas y extrañas armas que disparaban burbujas de fuego azuladas que desintegrarían a cualquier cosa que alcanzaran. Y los letales cañones que descargaban gruesas y destructivas salvas de luces carmesíes que podrían atravesar un bunker.
Miro a su alrededor, a los hombres que compartían la misma trinchera en donde estaban. Todos ellos solo temblaban a la espera de la orden de carga, algunos llorando, otros rezando e incluso algunos devolviendo lo que habían comido.
Entre estos soldados de Marley también había otros con bandas en los brazos, nueve picos en forma de una estrella marcaban que esa persona era un Eldiano, de los cientos que estaban esperando también que se diera la orden para que el hombre detrás de ellos les clavara la jeringa con aquel suero.
Zeke volvió a mirar sobre la trinchera y se preguntó por qué de todos los lugares en el mundo, estos imperiales habían decidido desembarcar en esta zona. En el yermo que los separaba del país del medio oriente. No quería saberlo, aunque en el fondo sentía que el enemigo lo había hecho apropósito para demostrar el poder que poseían. Zeke sabía, al igual que cualquier oficial del estado mayor, que si el imperio atacara directamente –sabiendo que podría hacerlo− en el corazón del país, tendrían esta guerra en el bolsillo.
El coronel miro su reloj y viendo que era la hora marcada se dispuso a dar la señal. Disparo una bengala al cielo la cual hizo una luz de color roja acompañada de humo del mismo color. En poco tiempo más señales, esta vez de color verde, también surcaron el cielo.
Esa era la señal, la orden que debían seguir. Los hombres detrás de los Eldianos clavaron la aguja y al poco tiempo de inyectar el líquido estos salieron corriendo de la trinchera. A continuación Zeke lanzo un grito con todas sus fuerzas.
Relámpagos amarillos bajaron del cielo, cientos de ellos se precipitaron a la tierra en atronadores estruendos que resonaron por todas las trincheras. El humo, o más bien el vapor se disipó dejando ver lo que se había formado.
Titanes, cientos de ellos que poco después de adquirir sus formas avanzaron hacia las filas enemigas. Unos caminando, otros tambaleándose y otros tantos corriendo. Todos se abalanzaban directo al enemigo al otro lado.
Al ver esto los soldados de Marley no pudieron evitar sentir miedo. Un titán se comería al humano más cercano a su alcance, el que estos titanes no hubieran hecho eso y en su lugar se dirigieran a la carga a por el enemigo era una vista extraña.
Después de todo, el suero que les habían inyectado estaba hecho con el fluido espinal del titán bestia.
Algunas docenas de metros después de que los titanes avanzaran por el yermo, lo soldados de Marley también cargaron. Todos gritaban con todas sus fuerzas mientras balanceaban sus rifles con bayonetas apuntaladas fuertemente. Treinta mil soldados de Marley avanzaban al ataque detrás de novecientos titanes de Eldia.
Zeke se quedó detrás, en lugar de cargar el saco un cuchillo. Se cortó la palma y un rayo del cielo marco la aparición del titán bestia. Este se irguió, con sus dieciséis metros de altura podía ver la situación en el campo de batalla mucho mejor, sin embargo, este miro a un lado, a sus pies se encontraban varios contenedores con proyectiles. Viejos, descartados pero útiles. Tomo entre sus masivas manos un puñado de estos obuses, sus brazos eran largos, perfectos para lanzar. Levanto una de sus piernas y con la habilidad de un lanzador profesional arrojo todos los proyectiles hacia las líneas enemigas.
Explosiones retumbaban en las trincheras del enemigo. Los obuses estallaban al impactar llevándose todas las vidas que podían. Una vez más los lanzo con todas sus fuerzas, con precisión una vez más cayeron sobre el enemigo. Una brecha, era todo lo que necesitaban. Si rompían las filas del enemigo entonces podrían ganar y demostrar que podían pelear.
Pronto dejo de lanzar más obuses, sus aliados ya estaban cerca y derribar a uno de los suyos seria contra producente.
Los titanes fueron los primeros. A 500 metros podía sentirse el retumbar de sus pasos, en poco tiempo llegarían al enemigo. Marley confiaba en sus titanes, tantas veces les habían abierto el camino a la victoria, el enemigo solía temblar al solo mirar a estas bestias.
Sin embargo, este enemigo no era de este mundo.
Los cañones laser fueron los que dispararon primero. Ases de descargas de laser impactaron a los titanes que se acercaban, como si fuera papel estos los atravesaban. En el pecho o en la cabeza, incluso en las piernas. Los titanes caían para luego levantarse tras unos minutos, otros sin embargo se quedaban allí, con sus nucas derretidas sin capacidad de regenerar sus cuerpos para desintegrarse en el suelo.
Los bolteres pesados siguieron. Gruesos proyectiles del tamaño de latas volaban e impactaban a las masas de carne que se acercaban. Las puntas de diamante atravesaban con suma facilidad la piel caliente para que luego la carga explosiva estallara despedazando la carne. Cientos de titanes cayeron ante este letal fuego, con facilidad alcanzaban la nuca desbaratándola y dejándolos ahí para volverse cenizas.
Un rifle laser no podría hacer mucho contra un titán, aunque una descarga podría partir a la mitad la pierna de un hombre, la dura carne de los titanes no ayudaba del todo. Sin embargo, contra el fuego sostenido de miles de rifles laser el daño era enorme. Disparándoles a los ojos o cercenándoles las piernas. Las ráfagas de laser derribaban a varios titanes.
Cuando el primer titán había alcanzado las líneas enemigas este intento atrapar a un guardia imperial para devorarlo, estaba a su alcance, lo tenía. Sin embargo, un disparo de un arma de fusión le había vaporizado el brazo seguido de una descarga de plasma que se había llevado toda su cara desintegrándola hasta llegar el cuello y finalmente a la nuca
"¡adelante!" grito un oficial de Marley. "¡Los tenemos al alcance! ¡Carguen!" esas habían sido sus palabras antes de que un lanzallamas lo envolviera a él y a otras varias docenas de soldados. El promethium se aferró a ellos derritiendo sus carnes y huesos, muriendo de retorcidas formas mientras sus ahogados gritos se convertían en profundos alaridos mientras sus gargantas se quemaban con las llamas.
Solo un poco más, Zeke rogaba porque pudieran soportar un poco más. Pronto romperían las líneas y podrían quizás hacer un giro en esta guerra que parecía perdida.
Sin embargo, tal fue su horror al aceptar la verdad al ver lo que venía por el flanco.
Tanques, docenas de ellos se acercaban. Una compañía entera de esas pesadas y poderosas maquinas. Zeke había visto los primeros prototipos de tanques de Marley que se habían dejado atrás por invertir en la química titán que se veía más prometedora. Eran parecidos y a la vez no, estaban armados hasta con cuatro armas que bien sabia eran tan devastadoras como habría esperado.
A trescientos metros los Leman Russ abrieron fuego. Descargas de los cañones de batalla volaron recto hacia los titanes. Varios impactaron, justo en el centro. La carne exploto como un globo, el punto débil de los titanes era fácilmente alcanzado acabando con las bestias.
Rápido y devastador. Los Leman Russ barrieron con los titanes como la hoz sesga el trigo de la cosecha. En pocos minutos habían detenido la carga de golpe y los habían hecho correr. Miles murieron en la retirada, atravesados por los rayos laser que perforaban y estallaban en sus cuerpos, fue una completa masacre, casi injusta, pues poco daño había hecho al enemigo.
Entonces sucedió lo que rogaban no pasase. Ellos cargaron, esos soldados imperiales armados con rifles que excedían por mucho la fuerza militar de Marley, esos cañones que arrasarían a un ejército entero con facilidad. Tanto los Leman Russ como la infantería cargaron, disparando sin piedad y sin ofrecer cuartel. Persiguieron a los soldados de Marley y los masacraron por completo.
Aquella batalla era la última, Marley lo sabía. Sabían que esta era la última oportunidad que habían tenido para defenderse del imperio. Y ahora, con la actitud del perdedor deberían acceder a las exigencias del ganador.
Por las calles marchaban. Miles de soldados de la guardia imperial desfilaban con la gloria de la victoria. Las botas resonaban en el pavimento mientras los rifles se movían de un lado otro apuntando hacia el cielo. Se pudieron ver Leman Russ y quimeras que se movían de forma ordenada, casi quebrando el concreto bajo sus pesadas orugas.
Al frente de la formación se encontraba un salamandra. Este, a diferencia de sus primos blindados estaba decorado en ricos galardones de campaña con marcas de honor en su casco. En la escotilla, un hombre saludaba. Las medallas cubrían la mitad de su pecho, relucientes y brillantes, testimonios de victorias a lo largo de la galaxia.
Midas T. Slasveid, general de la guardia imperial al mando de los dos regimientos que habían triunfado sobre estos nativos.
No había vivas ni vítores en este desfile, solo el resonar de los motores y las suelas de las botas. Tan silencioso como una tumba y apenas con la presencia de aquellos que se habían tragado su orgullo y salido a contemplar a aquellos que serían sus nuevos amos. Había unos con piedras, dispuestos a lanzarlas a los nuevos conquistadores, pero la aguda y fría mirada de un comisario los disuadió por completo.
Mientras pasaba por las calles con su guardia de honor se permitía apreciar las construcciones que esta astilla de la humanidad había creado. ¿Cuánto tiempo habían permanecido estos humanos ocultos del Imperio de la humanidad? No es que fuera algo extraño, constantemente se encontraban asentamientos humanos en planetas descubiertos. Sin embargo, era el avance que estos nativos habían logrado. Pocas eran las civilizaciones humanas tan avanzadas como esta, la mayoría era barbaros salvajes que lo más cercano a tecnología que poseían eran lanzas de caza. Naturalmente, era poco probable ver tal avance en colonias redescubiertas, pocas eran las que se habían mantenido así después de que la capacidad de crear tecnología se perdiera para siempre. Solo podrían llegar a tal desarrollo… con una PCE.
La marcha de honor paso al lado del palacio de los antiguos soberanos de este país. Ya había sido desocupada hace semanas, después de tres meses de lucha que habían presentado los nativos. Arriba, en el balcón se encontraban dos figuras, dos funcionarios del imperio.
Uno estaba ataviado con las ropas del clero, un obispo de la Eclesiarquia. Protegido por dos Adeptas Sororitas en sus negras servo armaduras y con sus bolters en su manos.
El otro era un adepto del Administratum. Se veía de mayor edad, su augmeticos en su cuerpo, bendiciones del Mechanicum sin duda, le daban una apariencia siniestra a su persona. Detrás de él estaban tres tempestus scions con sus rifles inferno listos y cargados, su armaduras de caparazón bien ajustadas y sus equipos limpios.
"¿Cuánto tardaremos en preparar este mundo para servir al imperio?" preguntó el Eclesiarca. Quien observaba las procesión de la victoria sobre este mundo.
"en ocho meses tendremos listos a todos los funcionarios para regir sobre este planeta. Ya he considerado a alguien para nombrarlo gobernador y en unos dos años se comenzaran a construir las colmenas. Este mundo tiene recursos útiles que le vendrán bien a la guardia imperial, entre ellos sus habitantes. Ya son más que suficientes para ser reclutados y enviados a morir por el emperador."
"no pensara en usar a los Tybur ¿verdad?"
"claro que no. Ellos serán purgados y simplemente mantendremos a ese… espécimen… con vida. El Adeptus Mechanicus ha exigido su parte en esto y ya han sido servidos, podrán investigar lo que quieran y se han llevado a esa… cosa… para ser estudiada por ellos."
"En verdad esas cosas nos han tomado por sorpresa. ¡Y pensar que no son vestigios del caos ni xeno! Verdaderamente intrigante." Decía el obispo mientras se servía una copa de jugo que le había sido traído por una sirvienta.
"a todo esto." Continúo el adepto del Administratum. "¿Cómo va la conversión? ¿Cree esperar resistencia en los nativos?"
"la voz del Emperador llegara a todo aquel que sea digno de servirle. Mis oradores ya han comenzado a atraer creyentes. Hablan con la voluntad del Emperador, sé que no fallaran."
De pronto la puerta se abrió, las bisagras rechinaran como si anunciaran un mal presagio que era lo que podría ser que estaba cruzando por la entrada. Un hombre, vestido de ropas negras y múltiples armas y objetos de alta calidad, exóticos para quien los viera, pero cuyo papel estaba bien diseñado.
Detrás de él se encontraba una mujer. Joven, en apariencias, llevaba una gabardina de color marrón con una capucha que le cubría la cabeza evitando que el rostro de esta fuera visto. Parecía su sombra, sin estar dispuesta a apartarse más de dos metros de distancia.
Ambos, Eclesiarca y agente del Administratum estarían molestos por tal intrusión sin anuncio, pero toda hostilidad cambio por miedo cuando vieron la I intrínseca con un cráneo en el medio que colgaba de ambos individuales. Sus guardias contenían el aliento y sujetaban sus armas con todas sus fuerzas.
El sello de la inquisición.
"saludos, caballeros." Dijo el inquisidor mientras se asomaba por el balcón presenciando los últimos momentos de la marcha.
Ambos intrusos exudaban un aura que provocaba malestar. El Eclesiarca sabía lo que esa sensación era. Estos agentes de la inquisición eran psíquicos.
"mi lord, dijo el Eclesiarca. No lo esperábamos, por favor ¿desea una bebida?"
El inquisidor lanzo una mirada sobre el hombre. Como si escudriñara en sus secretos,
"ahora no, obispo. Gracias. Pero mi estancia aquí será breve."
"¿en que podríamos serle útiles entonces, mi señor?" dijo el funcionario en un intento de ganarse al inquisidor. "¿Qué asuntos tendría un agente de los sagrados Ordos en un planeta recién descubierto?"
"nada en especial." Dijo el agente. "¿pero no creen que estos 'titanes' podrían atraer más de una sospecha?"
"¡ya-ya nos hemos encargado de eso. Mi lord." Hablo el obispo con rapidez, como si sintiera la mirada incriminatoria del inquisidor. "ya hemos apartado a esos Eldianos y el Mechanicum se está encargando de investigar."
"lo sé, obispo. Eso lo sé. Solo deseaba saber la opinión de ustedes sobre el destino de estos. Dígame que piensa, obispo"
El eclesiarca abrió y cerró la boca repetidas veces, después de unos segundos este finalmente hablo.
"deberíamos destruirlos. Aun si no son derivados del caos o de los xenos, su comportamiento de intentar comer humanos los hace peligrosos. La eclesiarquia no soportaría la existencia de tales criaturas."
Una vez termino, el inquisidor miro hacia el adepto del Administratum. Este entendió lo que él quería.
Intentando reunir valor finalmente hablo. "pienso que serían una útil mano de obra. Su tamaño les daría facilidad para la construcción de edificios, volviendo más rápido y eficiente la creación de asentamientos."
Tras oír las respuestas el inquisidor se quedó en silencio, varios segundos pasaron después de que este volviera a moverse.
"entiendo, bien. Aprecio su tiempo." y con esto el inquisidor se fue, llevándose consigo a su acolito. Los dos hombres anteriores aun parecían estar sorprendidos por tal situación. Uno no podía saber lo que un inquisidor sabia, mucho menos un psíquico. Simplemente regresaron a sus puestos
Mientras tanto, entre los edificios el inquisidor salía, perdiéndose entre las calles igual que un espectro.
Theo Maggath se mantuvo estoico frente a la ventana. En las calles de la capital de Marley desfilaban las fuerzas del enemigo. Soldados recubiertos de armaduras verde oliva marchaban junto a vehículos poderosamente blindados. Incluso el titán carreta había sido abatido fácilmente por esos blindados, un solo disparo fue todo lo que tomo.
Maggath contemplo sus armas, tratando de entenderlas de nuevo. Se preguntaba cómo es que una civilización como esta estuviera allá afuera en el espacio, como es que habían llegado los humanos al vacío del universo. Se llenó la cabeza de preguntas existenciales, se preguntaba su lugar en el mundo, cuál era su rol y que debía hacer desde ahora.
De la poca información que había acumulado. Este Imperium gobernaba por más de un millón de mundos. Casi se fue de espaldas al escuchar esa cifra, solo podía imaginarse que tan poderoso debía ser este Imperium para poder regir sobre tantos planetas. Ellos no venían a destruir, simplemente querían anexar este mundo al imperio de la humanidad, por supuesto, no había mucho que ellos pudieran hacer en contra de eso, pero la idea de pertenecer a algo tan grande había llamado el interés de algunos y el apoyo a esta idea iba creciendo poco a poco entre los habitantes.
Pero lo más curioso era que hasta este momento no les habían reclamado la destrucción de los Eldianos. Y aunque habían quienes lo habían clamado, esta organización, este Adeptus Mechanicus había hecho callar esas ideas y ellos mismos habían enviado sus fuerzas sobre Liberio para mantenerlo vigilado. También habían reclamado para ellos todo el suero titánico que había en Marley sin dejar ni una sola gota. Al principio no pudo evitar sentir horror al ver a esos seres llenos de piezas mecánicas, aun persistía, pero se preguntaba si esos seres seguían siendo humanos siquiera.
Maggath no estaba solo en esa habitación. Sentados en la mesa estaban Zeke y Pieck, a un lado, recargado sobre la pared estaba Galliard. Zeke se hallaba pensativo, hundido en su mente. Maggath sabía que aquella batalla había sido muy dura para Zeke, y para el mismo también. Enviar a morir a treinta millares de soldados por una funesta derrota era simplemente terrible.
"¿Qué pasara ahora?" dijo Galliard, no se dirigía a nadie, así que esperaba que cualquiera respondiera su pregunta.
"seremos exterminados… supongo." Contesto Pieck que acomodaba sus dedos y los entrelazaba una y otra vez mientras miraba sobre la mesa. "no es como si nos necesitaran, ni mucho menos nos quisieran. Mi titán fue destruido por un solo disparo de esos… 'Leman Russ'… sino fuera por Zeke ya estaría muerta."
Se escuchó un puño chocar con la pared, bajado por Galliard quien furiosamente había intentado descargar su ira.
"si tuviera un poder de titán…"
"habría sido el mismo resultado…" le interrumpió Zeke. "¿Qué te hace pensar que habrías hecho alguna diferencia? Los países vecinos ya estaban comenzando a sobrepasar la fuerza de los titanes con máquinas y tecnologías. ¿Qué crees que podríamos hacer contra este imperio que está claramente épocas avanzado?"
Galliard no dijo nada más y simplemente se quedó callado.
De repente la puerta se abrió. Había una razón por la que ellos estaban reunidos ahí después de todo.
Había cinco personas. Todos pertenecientes al imperio de la humanidad. Maggath conocía el nombre de tres de ellos, pero de los dos últimos que venían detrás jamás había oído hablar.
"saludos." Dijo uno de ellos, vestía ropas bastante galardonadas con varias medallas de numerosas campañas, una espada se adosaba a su cinturón junto con una pistola estilizada del otro lado. "soy el general Slasveid al mando del 703° de Cadia y el 25° de Gestmurn. Ella es la comisario Melith Ushar y a mi izquierda el Magos Tetrael Upsilon del Adeptus Mechanicus."
Maggath vio a la mujer con el título de comisario quien asintió cortésmente. El desconocía que era un comisario en el imperio, así que se limitó a hacer presunciones. Ella llevaba una pesada y gruesa gabardina que se veía imponente rematada con una gorra sobre su cabello oscuro. Sus ojos eran purpuras, algo que no había visto antes tampoco. A su cintura colgaba una espada, o lo que podría decirse que era. Era demasiado gruesa para solo ser una espada, pero llevaba varios dientes como una sierra, brutal y mortífera, así se veía. Ella llevaba también en su cintura una pistola que despedía un espectral brillo azulado desconocido y amenazante.
Sin embargo, era el tercero quien le despertaba más escalofríos. Ataviado con túnica roja y vieja, de su cuerpo salían varios objetos metálicos que parecían estar vivos, sus ojos habían sido reemplazados por lentes que emitían seis luces rojas y extrañas. Y en su mano hecha de metal estaba una enorme hacha que parecía una especie de engrane con el símbolo de un cráneo dentro de un engrane.
"es un honor, general. Pero… debo preguntar. ¿Quiénes son sus acompañantes? Pensé que solo serían ustedes tres." Dijo Maggath sin apartar la vista de los dos que estaban apartados.
"ah, sí." Dijo Midas. Su voz reflejaba una especie de temor y nervios que no se habían visto antes. "él es−"
"no será necesario, general." Dijo el hombre. Este se veía calmado, como si disfrutara la incomodidad que le causaba al general, pero, a la vez, se veía en él una mente sagaz que parecía esculcar en uno para descubrir lo que ocultaba. En su brazo se veía colgando una insignia, era una letra 'I' segmentada y con un cráneo en el centro. "soy el inquisidor Aurius, del Ordo Hereticus. Un placer, comandante Theo Maggath."
"el placer es mío, inquisidor. Lamento no poder haber previsto si llegada, realmente no lo esperaba."
"nadie lo hace, comandante. Nadie lo hace." Decía el inquisidor mientras reía un poco y se sentaba junto a la mesa. Indicándole a los demás que lo acompañaran, solo el general y el Magos lo hicieron, la comisario se quedó de pie al lado del general en disciplinada atención mientras que la joven que acompañaba al inquisidor se paró detrás de este último.
Pieck y Zeke ya estaban a la espera. Pieck sirvió tres tazas de té y Zeke trajo algunos aperitivos para acompañamiento.
para mí no será necesario, por favor no se moleste. Dijo Tetrael con una voz muy extraña y espeluznante al ver la taza frente a él. Pieck obedeció y la retiro. Maggath también se sentó junto a la mesa.
"ahora." Dijo el general. "supongo que debería tener una idea del porque fue invocado aquí." Midas hecho un vistazo por la habitación mirando a los tres 'guerreros' de Marley. "ellos deben ser su guardia de honor, supongo. Así que creo que no será necesario dejarlos fuera de esto. Después de todo, usted, Maggath, se ha vuelto bastante afortunado."
"discúlpeme, general. Pero no entiendo a qué se refiere con ser afortunado." Decía Maggath al tratar de comprender lo que le habían dicho.
"Después de todo, antes de los Tybur usted era el que poseía la mayor influencia. Y al ser este… Marley… el asentamiento más poderoso del planeta eso lo coloca ahora mismo en aquel con mayor responsabilidad en el mundo… por ahora. Prácticamente es el que puede decidir el destino de su pueblo."
Un sudor frio recorrió la espalda de Theo. En verdad lo había considerado, pero aceptarlo le era algo completamente distinto. Jamás se había imaginado que esto acabara así.
"no lo… había visto de esa manera, general. Aun así, no creo que tengamos una razón para negarnos a la voluntad del imperio ahora que seremos sus lacayos."
"ja, ja, ja, ja…" fue el inquisidor el que comenzó a reír. Fue una risa corta, pero podría decirse que él era el único quien mantenía el sentido del humor que se había ido de todos allí. "no, Maggath. No lo vean de esa forma. Todos somos parte del imperio de la humanidad, son los seres humanos los que están destinados a gobernar la galaxia en el nombre del dios emperador. Sin embargo, esa tarea viene con grandes peligros. ¿Enserio cree que estamos solos? De hecho, me sorprende que ustedes hayan permanecido intactos por tanto tiempo."
El inquisidor trono los dedos y su guardia le entrego un objeto, un dispositivo extraño para Maggath pero conocido para los demás. El inquisidor dejo el objeto en la mesa y presiono un botón. El Holo proyector cobro vida y dejo ver su contenido.
Una criatura humanoide apareció. Un ser enorme que casi era confundible con un titán. Sin embargo era verde, con afilados dientes y músculos enormes. Su apariencia era brutal y derramaba violencia por todas partes. Vieron como la criatura, un 'orko' como le llamo el general, cargaba junto con otros orkos sobre una fila de soldados como los que habían vencido al ejercito de Marley y los hacían pedazos con arcaicas armas de fuego y toscas y rabiosa hachas.
Después el video cambio y mostro un grupo de Eldars. Sus armaduras azuladas y estilizadas parecían obras de arte talladas cuidadosamente de un material desconocido. Eran más altos que un humano pero tan rápidos que sus movimientos le eran muy difíciles de seguir. Vio como acababan con varios guardias imperiales con muy raras armas que parecían disparar cuchillas increíblemente afiladas que despedazaban a sus enemigos con suma facilidad.
Entonces volvió cambiar. Lo que se encontró le lleno de un escalofrió apabullante. Un mar de criaturas monstruosas marchaba por una vasta llanura. De afilados dientes y letales garras, las criaturas de todas formas y tamaños se movían con tal cohesión que parecían ser un solo organismo. Maggath y los demás vieron con horror como los tiranidos, como los habían descrito, devoraban todo a su paso sin dejar ni un solo ser vivo. De repente, sintió que los titanes ya no daban tanto miedo como él pensaba, al ver tales horrores que estaban allá afuera le hizo querer temblar.
"eso es solo una parte de lo que el imperio debe enfrentar día a día." Dijo el general. "como especie no nos queda opción más que unir fuerzas y luchar por nuestro lugar en la galaxia. Lo que le estamos ofreciendo a su mundo, coronel Maggath, Es la oportunidad de combatir a este enemigo para asegurar su supervivencia."
Maggath no dijo nada por unos minutos, sorprendentemente, ni el inquisidor ni el general dijo nada, dejando que asimilara lo que había aprendido. Zeke y los demás no dijeron nada, aunque al igual que Maggath estaban sin poder decir nada.
La comisario se movió, de su gabardina saco un pergamino que le entrego al general. Este pergamino estaba ricamente adornado. Con bordados de oro y plata y rematado con un cráneo como sello.
"esto…" dijo Midas tras desenrollar el pergamino. "Será un acuerdo. Entre este mundo, Marley, y el imperio de la humanidad. Juraran lealtad a cambio de protección del imperio y estoy seguro de que podrán encontrar maravillas en los regalos del Adeptus Mechanicus. Deberán proporcionar un diezmo. Ya lo he discutido con el Administratum y se ha decidido que proporcionaran regimientos para la guardia imperial. ¿Cuántos? Aun debemos arreglar eso. El Adeptus Mechanicus tendrá total control con todo lo respecto a tecno-magia en Marley. También deberán entregar una parte de su producción del planeta, principalmente en minerales y combustible, más tarde podrán producir su propia mercancía para tomar más ingresos. Con el tiempo crecerán y tendrán un mejor lugar del que tienen actualmente."
El general tomo una pluma que la comisario le había entregado. Se la entregó a Maggath junto al pergamino.
Bajo la mirada de todos Maggath leyó el pergamino. Los términos eran iguales a los que le habían dicho. Como si sintiera estar vendiendo su vida, firmo.
"bien." Dijo el general. "supongo que esto será todo. Le daremos control sobre este sistema de seis planetas mientras buscamos a un gobernador competente. Hasta entonces, le deseo lo mejor. En el nombre del emperador."
Todos ellos salieron de la habitación. Todos, excepto dos. El inquisidor se quedó en su lugar mientras el magos se mantenía callado. Sin saber que decir, Maggath solo podía esperar a su respuesta.
De repente algo paso. Pieck y Gallahat salieron de la habitación pese a que Maggath no se los había ordenado. Parecían estar en una especie de trance mientras se movían a paso lento pero constante rumbo a la puerta. Una vez con solo Zeke y Maggath en la habitación, el inquisidor hablo.
"ciertamente, una propuesta aceptable." Dijo el inquisidor. "¿no lo cree, coronel Maggath?"
Sin saber lo que estaba pasando, Maggath solo pudo limitarse a dar una respuesta corta.
"eso pienso, sí."
El inquisidor lo miro con los ojos entrecerrados. En su mente Maggath podía sentir una fuerza extraña estirar y retorcer sus recuerdos, no podía entender lo que pasaba pero por alguna razón sentía que el inquisidor era la razón de esto.
"Ya que oficialmente su mundo, Marley, se ha anexado al imperio de la humanidad me gustaría avisarle de algunas cosas." El tono del inquisidor cambio, apenas era perceptible a simple vista. Como un interrogador dispuesto a hacer lo que fuera por obtener las respuestas que buscaba.
"¿Qué cree que sea un inquisidor?"
La pregunta dejo pensando a Maggath por un buen rato. Sabía que debía responder con cuidado, algo le decía que si bajaba la guardia seria su fin.
"en el término del imperio de la humanidad… no puedo adivinarlo. Pero pienso que es un título que se le da para cazar blancos ocultos o aquellos que no podrían ser alcanzados por métodos normales."
Un ligero aplauso se oyó de las palmas del inquisidor. "bien, no está demasiado lejos de la respuesta. Sin embargo, un inquisidor no solo se encarga de cazar a los enemigos del imperio. Tenemos el poder de reclamar a cualquier fuerza imperial para cumplir con nuestras obligaciones y dependiendo de nuestro veredicto podemos sujetar a cualquier posible hereje a ejecución, claro, después de analizar la evidencia."
Maggath comenzó a temblar, por alguna razón se sentía frio. Sentía que la temperatura en la habitación bajaba. Al principio pensó que era su imaginación, pero después de ver a Zeke tiritar se dio cuenta de que algo estaba pasando. Entonces de repente la temperatura volvió a ascender, se fue tan rápido como había llegado. Era bizarro, increíble y a la vez espeluznante.
"por lo que veo no hay rastro de corrupción en sus mentes y sus 'guerreros' parecen ser libres de toda posible herejía." Continúo el inquisidor. "por lo que veo no parecen ser posibles herejes."
"¿Qué…? ¿Qué fue lo que hizo?" pregunto Maggath intentando recuperar el aire.
"nada de lo que deba preocuparse." Dijo el inquisidor con una sonrisa irónica.
Finalmente Zeke hablo, incapaz de seguir soportando el querer despejar sus dudas.
"¿a dónde quiere llegar? ¿Qué clase de poder está usando sobre nosotros?"
"Ninguno del que deban saber"
Después de entregarle el Holo proyector a su acolito este continuo.
"Sin embargo conozco sus vidas, sus metas y sus ambiciones. Lo que desean y lo que han perdido. Esta isla, estos muros a los que tanto temían. Y sus habitantes que llaman demonios. Lo sé. Pero también la curiosidad me llama dada la reputación que les dan a ellos."
El inquisidor pauso por un rato, observando las reacciones de ambos.
"quiero ese poder del que tanto hablan. Mi estimado, Magos explorador, estaría más que dispuesto a querer estudiarlo. Por mi parte, es mí deber observar su naturaleza y dictar mi sentencia. Además, si todo va bien, podría reconsiderar y mover mis contactos para asegurar las vidas de los eldianos en este mundo."
"¿los eldianos? ¿Habla de todos?" pregunto Maggath con el ceño ligeramente fruncido en preocupación.
"entiendo que ustedes no los ven como aliados. Pero déjeme decirle que habrán muchos peligros allá afuera más grandes que esos 'titanes' ¿quiere saber lo que pasara con los eldianos si ustedes no hacen algo?"
El inquisidor se detuvo y volteo a ver al magos que después de asentir habló.
+++hasta ahora no hemos encontrado rastro de energía psíquica, y por la forma en que se ven estos organismos podría decirse que no parecen xenos. Si nuestras sospechas son claras, después de que sean procesados por el Administratum y los Ordos serán convertidos en servidores. Para ponerlo de forma sencilla. Serán seres sin voluntad ni instinto, trabajaran para la construcción y manufactura en trabajos grandes y pesados. Calculamos que usaríamos a un 80% de la población de eldianos para dejar al resto para multiplicarse y dar nuevos servidores+++
Zeke tembló, sintió un nudo en el estómago y pensó que iba a vomitar. Eso era genocidio, no, peor que eso. Las vidas de todo su pueblo serian condenadas a algo peor que la muerte, todos los que conocían podrían acabar así y ya no existirá futuro para ellos.
Maggath por su lado se contuvo a mantener el aliento. Esa acción seria drástica, incluso para lo que Marley había estado haciendo con los descendientes de Ymir. Sabía que si no hacía algo esto muy bien podría pasar.
"afortunadamente hay una forma de evitar todo eso." Dijo el inquisidor. "deben conseguir ese poder. Traerme a ese Eren Jaeger y entonces tal vez sus eldianos no tendrán que pasar por todo eso."
"y así es como fue…" dijo Zeke. Su taza de té se había enfriado, no le importo y se la bebió así como estaba.
En todo ese rato ni Reiner ni Berthold se habían apartado de lo que el jefe de guerra había estado diciendo. No podían creerlo, y sin embargo, lo hacían. No podrían dudar de su superior con quien habían peleado por tanto tiempo.
"si eso es cierto…" hablo Berthold. "¿Por qué lo enviaron a usted? Con ese poder seria sencillo tomar a Eren sin ningún problema."
"es una oportunidad." Dijo Reiner. "de probarse ante el imperio de la humanidad. Si triunfamos entonces aseguraremos el futuro de los eldianos." Reiner pensó en su hogar, en su madre que lo esperaba y rogo que estuviera bien.
"puede ser." Continúo Zeke. "en cualquier caso no podemos fallar esta vez. Esta vez llevamos el peso de Eldia sobre nuestros hombros."
Zeke hecho lo que quedaba del te sobre las llamas. Mañana seria el día, mañana reclamarían el futuro de su pueblo.
[X]
Notas del autor:
Después de leer el último capítulo del manga de Attack on Titán conseguí lo que necesitaba. Ese nuevo equipo ODM se ve interesante hasta el punto en el que luce como un exoesqueleto. Ahora, imagínense si mejoráramos eso con tecnología del Mechanicus.
Intentare ir con el Lore lo mejor que pueda. No quiero comenzar a inventar OC's ni irme de lado con la tecnología y los conflictos. Además de que no me gusta usar OC's, siento que le dan cierto cringe a lo que escribes. Si, se que el idioma podría ser un problema por el alto gótico del imperio, pero hey, son europeos que hablan japonés.
De cierta forma los Eldianos de los muros podrían ser competentes Guardias imperiales y aunque no son muchos podrían ser considerablemente útiles en un mundo colmena.
Sé que habrían esperado más acción entre titanes VS Astra Militarum, pero quise dar énfasis en lo fácil que sería para el imperio de la humanidad lidiar con titanes.
En el próximo capítulo hablaremos del lado de Paradis. Aunque continuare con Re: Recreators. Creo que iré alternando ambos. También debo continuar traduciendo The witches' night escrito por Disciple of Ember. Es muy bueno, vayan a leerlo.
Una última cosa. No confundan el hecho de que los Eldianos podrían tener una vida mejor con el Imperium. Esto es Warhammer 40K
