"Disclaimer: Los personajes fueron creados por Jane Austen, yo solo me adjudico la historia."
Darcy ha vuelto, pero esta vez a cargo de una hermosa niña de cinco años. Veamos si logra arreglárselas.
Espero que les guste.
La reunión estaba siendo un éxito.
Mientras escuchaba la opinión de su amigo sobre la caza de la tarde anterior, Darcy observó a su alrededor, satisfecho con lo que veía.
Lizzie había hecho nuevamente un trabajo estupendo, coordinando las actividades de la pequeña reunión de viejos amigos y familiares que cada año se celebraba en Pemberley. Cada uno de ellos le había comentado lo complacidos que estaban por las sorpresas que preparaba la señora Darcy en cada encuentro, y estaba seguro que dichos comentarios circularían en Londres durante la próxima temporada.
Al otro lado del salón azul, ataviada con un vestido color lavanda que era elegante en su sencillez, ella transmitía frescura y gracia en cada uno de sus gestos, mientras mantenía una animada conversación con Jane y la señora Lowell.
-Verdaderamente el tiempo ha sido muy favorable estos últimos días ¿no lo cree usted, señor Darcy?- la irritante voz de la señorita Bingley sonó detrás de él, interrumpiendo la agradable conversación que mantenía con su amigo y vecino, Lord Cumberland.
- Es el día perfecto para disfrutar de un picnic en el parque.- afirmó colocándose entre ambos.
Apretando los dientes, Darcy se volvió hacia ella.
-Mi esposa, la señora Darcy, ha organizado varias actividades para que sus invitados pasen una agradable temporada en Pemberley y le aseguro señorita Bingley, que entre ellos hay picnics.- dijo Darcy lentamente, dejando que la desaprobación sobre su comentario asomara a su rostro.
-Ciertamente, Darcy, no tienes nada de qué preocuparte. Tu esposa nos ha hecho pasar unos días fantásticos y esa es la opinión de cada persona en este lugar- la voz de Cumberland, aunque cordial, también denotaba una ligera irritación ante la interrupción a su charla sobre la próxima caza.
-Claro, claro que si- se enmendó la señorita Bingley, ruborizándose levemente- sin embargo yo creo que un picnic es mucho más divertido que…
Antes de que pudiera terminar, Darcy la miró con frialdad.
-Elizabeth está a cargo de toda actividad que se realice en esta casa, y si ella cree que su sugerencia es necesaria, se lo hará saber.
Su voz afilada acalló cualquier otro comentario que ella pudiera hacer.
Lord Cumberland, al sentir la tensión en el aire, preguntó con tranquilidad:
-¿Crees que el tiempo seguirá siendo clemente con nosotros, Darcy, o tendremos que encerrarnos aquí y rogar para que no ocurra una tragedia?
Recuperando la compostura, Darcy respondió, deseando que Caroline fuera a molestar a alguna otra persona. Los últimos días no había hecho otra cosa que importunarlo con comentarios desagradables sobre Elizabeth, poniendo entredicho la habilidad de su mujer para dirigir reuniones de semejante envergadura. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado, pues ella se quedó allí, conversando con Cumberland y la señorita Fairchield, que se unió a ellos minutos más tarde.
Cuando estaba a punto de excusarse, e ir a buscar a Lizzie o a Bingley, se abrió la puerta del salón.
Emma entró como un verde torbellino de rizos oscuros.
Caminando deprisa, incluso dando pequeños saltos, ella se acercó con su mirada azul en él y sosteniendo una hoja de papel, sin inmutarse por la multitud que la observaba sorprendida por su repentina e inadecuada presencia.
-Papi, mira lo que hice para ti- pidió ella sonriendo, entregándole la hoja.
Aunque era bastante alta para tener cinco años, ella aún no le llegaba a la cintura. Inclinándose hasta quedar a su altura, y olvidándose del grupo en el que se encontraba, observó con seriedad el incoherente dibujo que le obsequió, como si realmente viera lo que ella quería mostrarle. Luego de unos minutos, descifró lo que parecía ser unas caras y, ¿eran esos círculos pétalos de flores o nubes?
-Es un fantástico dibujo, ¿lo has hecho tú?- preguntó él, abrazándola contra él para contemplar ambos su obra de arte.
-Si papi- dijo Emma alegremente, apretando su brazo con una de sus manitos. Con la otra señalo una de las caras con un pequeño cuerpo- éste eres tú- señalo otra del mismo tamaño- está en mami- señalo otra más alta y levemente curva- y esta soy yo.
-Te ha quedado hermoso, señorita Darcy, muchas gracias- concluyó él con una orgullosa sonrisa.
-Tu hija es una verdadera artista Darcy.- comentó Cumberland risueño. Sus ojos se arrugaron cuando sonrió hacia Emma. Ella le devolvió el gesto y continuó.
- Y estos son pájaros- señaló distintas líneas sin sentido, al menos para él- y, este es el sol, y esta es nuestra casa…
Él sabía que podría estar toda la tarde describiendo lo que había en ese dibujo, así que la interrumpió, preguntándole si su niñera le había dado permiso para mostrarle su proyecto.
-Me escapé- reconoció ella, mirando hacia sus dedos que retorcían con nerviosismo la suave tela verde de su vestido.- estaba aburrida- reconoció, frunciendo los labios en un infantil puchero.
Él recordó las veces que se había escapado de las niñeras y profesores que su padre contrataba, preguntándose si tendría el coraje de reprenderla por algo que en su tiempo, él había hecho con mucha frecuencia.
-Emmaline, no está bien escaparse de la señora Blafford, es su trabajo cuidar de ti cuando mami y papi atienden a las personas que vienen a casa- reprendió el con dulzura.
-Pero no quiero tocar piano- dijo ella dando al piso un pequeño golpe con el pie- quiero dibujar y ver a Lily.
Lily era la yegua blanca que él le había regalado en su primer cumpleaños.
-Si prometes que no escaparas de la señora Blafford otra vez, yo te llevaré esta tarde a ver a Lily, ¿Qué le parece, señorita?- negoció el dándole un beso a su frente, para hacer desaparecer su ceño fruncido. Ella lo pensó unos instantes y finalmente aceptó con renuencia el trato.
Darcy la levantó en sus brazos.
-Que hija tan obediente tienes Fitzwilliam- Cumberland parecía asombrado- A su edad, mis hijas aparecían en los lugares más extraordinarios, y solo cuando querían ser encontradas.
La señorita Fairchield asintió, comentando que sus sobrinas tenían el mismo proceder.
Conociendo a las tres hijas de su amigo, Darcy se compadeció, y supuso que ellas eran las causantes de las canas que ahora su amigo llevaba con elegancia.
-Realmente su hija es todo un modelo de comportamiento, señor Darcy- dijo la señorita Bingley con extrema dulzura y acercó su mano para acariciar los desordenados rizos de Emma.
Ella apretó los brazos que rodeaban su cuello.
-¿Te gustaría dar una vuelta por el parque conmigo ahora, señorita Darcy?- preguntó Caroline intentado encontrarse con la mirada de su hija. Darcy reconoció que hasta a él le daba miedo su falsa sonrisa.
-No quiero ir con ella papi. No me gusta- susurró Emma a su oído, pero con el suficiente volumen para que sus acompañante oyeran.- ella quiere que le diga mami a cambio de chocolates, pero yo ya tengo una mami.
Un denso silencio cayó sobre el grupo. La expresión de horror de la señorita Bingley no podía describirse con palabras.
-Eso es mentira- exclamó, su voz ligeramente chillona.
Darcy sintió como todo su cuerpo se tensaba ante el insulto.
-Mi hija podrá ser un poco traviesa señorita Bingley, e imaginativa, pero jamás mentirosa.
Ella miró alrededor, intentando encontrar a alguien que la apoyara o la salvara de semejante situación. Nadie dijo nada, pues todos concordaban en que Caroline había cruzado la línea. La misma, con el rostro demudado, hizo una reverencia y se retiró. La pluma de su sombrero se inclinaba de lado a lado con cada paso, dándole un aspecto muy gracioso.
Darcy se preguntó cómo enfrentaría esa mujer las burlas que le harían los próximos días, pues todo el intercambio había sido escuchado por la señorita Fairchield, también conocida como la mayor cotilla de Derbyshire.
-Con su permiso- se disculpó Darcy con elegancia, a pesar de tener una niña colgando de su cuello.
Haciendo un gesto en dirección a su esposa, cargó a Emma fuera del salón, mientras ella le preguntaba en voz alta porqué Lord Cumberland tenía el pelo tan blanco como su vestido nuevo.
Su pecho tembló.
Apenas se cerró la puerta, él liberó la risa que había estado conteniendo.
Ya le hablaría sobre el tono correcto que utilizaba una damita.
Algún día.
He vuelto!
Aunque no pude adelantar mucho la historia, tenía muchas ganas de publicar este pequeño comienzo de la nueva etapa de Darcy como padre. Los niños dicen grandes verdades, si señor. Y no son lo que se dicen tímidos...
¿Alguien puede creer a Caroline? Gracias a Dios la pequeña Emma es fuerte y no acepta sobornos.
Ni siquiera si son chocolates.
Darcy es un papá genial, ¿quién más lo cree? (todo/a lector/a levantando las manos)
Ya saben donde se coloca fav, follow y donde se pueden dejar reviews si es su deseo, así que...
Adieu,
Christal.
