Capitulo I.
Inglaterra año 1206
La noticia destruirá a mi señora. Ese era el pensamiento que llevaba el mayordomo de Barón Naraku Williamson.
Una carta había llegado al enorme castillo y antes de que el Rey Juan viniera a dar personalmente la notica el debía prepararla… era su deber.
El mayordomo correteo por todos los pasillos hasta llegar a la entrada de la capilla, donde al abrir las puertas encontró a su señora arrodillada frente al enorme crucifijo de madera.
Si, debía decírselo el mismo, a la gentil señora lo antes posible. El mayordomo era muy consciente de su deber y aunque estaba ansioso por terminar con ello de una vez arrastro los pies como si caminara entre el lodo. El criado soltó un suspiro y llamó la atención de su señora que lo miro por sobre su hombro, se hiso la señal de la cruz y se levantó para recibirlo.
-¿Kemett a que se debe la interrupción a mis oraciones?- pregunto la señora con su voz susurrante y los ojos clavados en el suelo.
-Mi señora Kagome, el barón Naraku a muerto- dijo con vez segura mirándola fijamente. El sacerdote Mushin que entraba en ese momento a la capilla soltó una exclamación.
-Buen Dios del cielo, no puede ser-
-Es verdad padre, ha legado esta carta firmada por el Rey Juan, el vendrá personalmente a dar la noticia pero quise preparar a la señora primero-
El sacerdote unió sus manos y levó una plegaria por el alma del barón.
En el rostro de la señora no hubo reacción alguna y ambos se preocuparon por ella.
-Mi querida niña, su esposo no volverá a casa- dijo el sacerdote amablemente tomándola de la mano.
De pronto los ojos de la joven se llenaron de lágrimas y el padre Mushin dejó escapar un suspiro de alivio: ella había comprendido.
-No, no pude ser verdad, Kemett me estás jugando una broma- la joven lo miró con ojos rojos- ¿Quién dijo esa mentira?-
-Mi señora el Rey Juan envió esta carta, es verdad, juro por Dios que es verdad- El mayordomo le entregó la carta y la joven la leyó con ojos llenos de lagrimas.
-Que Dios se apiade de su alma- susurró la joven y fue directo al altar uniendo sus manos en forma de plegaria- denme sola debo orar por su alma-
Ambos hombres asintieron con la cabeza y la dejaron orar en paz.
-Oh Dios mío mi esposo está muerto. Gracias Dios. Gracias- murmuró y su rostro se lleno de paz y alivio.
Escocia año 1207.
Era evidente que el Barón Higurashi quería morir y el Laird le daría el gusto.
A través de una intrincada selva de rumores el Laird Taisho oyó decir que el barón Sesshomaru Sanders esta cerca del último tramo para entrar al territorio Taisho. El inglés no era un extraño, de hecho había luchado junto a Taisho en una fuerte batalla contra los infieles ingleses que se apoderaron de las tierras de los Wolfs. Después de esa batalla Taisho se convirtió en el Laird. En el jefe tanto de sus propios seguidores como del clan de los Wolfs; en ese carácter, decidió permitir que Sesshomaru se quedara el tiempo suficiente para recobrarse de las heridas que recibió en batalla. Taisho consideró que había sido muy considerado, demasiado generoso y por buenas razones. Por más que el barón Sesshomaru lo exasperara, reconocía que durante la batalla le salvó la vida. El Laird era un hombre orgulloso: le resultaba difícil, casi imposible agradecer con palabras y, en consecuencia para demostrarle cuanto apreciaba que lo hubiese salvado, Taisho no dejó que Sesshomaru muriera desangrado. No había entre ellos nadie con experiencia para curar y fue el mismo Taisho quien lo cuido y limpio sus heridas hasta que estuviera a salvo.
-Taisho si alimentas a un lobo volverá cada vez que huela la comida- La mano derecha de Taisho, un joven de tés blanca, cabellos negros y ojos azulados llamado Miroku fue el que hizo el comentario desdeñoso, pero el brillo en sus ojos mostraba que la llegada del Barón le divertía.
-¿Lo mataras?
Taisho pensó un momento antes de responder.
-Quizás- imprimió a su voz un tono deliberadamente despreocupado.
Miroku no contuvo las ganas de reír. – Pues ese Barón debe ser valiente para venir hasta aquí.
-Valiente no- corrigió Taisho- Tonto.
-Señor, está subiendo la última colina y lleva puesto tu manto – anunció a gritos Kouga el mayor de los guerreros del Clan Wolfs mientras entraba pavoneándose por la puerta.
-¿Quieres que lo traiga adentro?- preguntó Miroku.
-¿Adentro? – resopló Kouga- Miroku, estamos más afuera que adentro. El techo se incendió y solo quedan en pies tres de las cuatro paredes. Yo diría que estamos fuera.
-El inglés hizo esto- le recordó Miroku a su Laird- Sesshomaru…
-Él vino aquí para librar al feudo de los Wolfs- le recordó Taisho- Sesshomaru no participó en la destrucción.
-Aun así es un inglés.
-No me he olvidado de ello- se apartó de la repisa de la chimenea en donde estaba apoyado, murmuró un juramento cuando un trozo de madera cayó con fuerza sobre el suelo y salió fuera. Kouga y Miroku se miraron por un momento y lo siguieron situándose a ambos lados de su líder al pie de la escalera.
Taisho sobrepasaba a sus soldados. Era un hombre alto, de aspecto y temperamento feroz, cabellos largos de color castaño oscuro cayéndole a su espalda y ojos tan claros con una tonalidad dorada. Parecía un demonio de pie con las piernas separadas, sus brazos cruzados sobre el pecho y con el entrecejo sombrío.
En cuanto su caballo llegó a la cina de la colina, Sesshomaru divisó al Laird: Taisho parecía furioso. Sesshomaru recordó que eso era habitual en él, pero esta vez el semblante era hostil como para hacer vacilar al Barón. "Debo estar loco" murmuró para sí. Suspiró y soltó un agudo silbido a modo de saludo. Por las dudas sonrió y alzó el puño al aire.
A Taisho no le impresionaron los modales del Barón. Esperó hasta que Sesshomaru llegara al centro del patio y alzó la mano en señal de que se detuviese.
-Barón, creí haber sido muy claro: te dije que no volvieras aquí.
-Si, en efecto, me dijiste que no regresara- admitió Sesshomaru- lo recuerdo.
-¿También recuerdas que dije que te mataría si volvías a mis tierras?
Sesshomaru asintió.
-Tengo buena memoria para los detalles, Taisho: recuerdo tu amenaza.
-Entonces me estas desafiando- gruño el Laird.
Sesshomaru se encogió de hombros.
Taisho quedó confundido ¿se estaba burlando? ¿Era un idiota?
-Sesshomaru quítate el manto con los colores de los Taisho, no quiero que se manche de sangre al matarte.- su voz era furiosa.
-Si Taisho, el manto es tuyo pero estas tierras ahora pertenecen a mi hermana- le advirtió Sesshomaru.
El entrecejo de Taisho se profundizó: no le agradó oír la verdad. Dio un paso adelante y sacó su espada.
-Demonios Inuyasha- murmuró Sesshomaru- contigo nada resulta fácil.
No esperaba una respuesta y no la obtuvo así que se quitó el manto que llevaba sobre el hombro y lo arrojó sobre el caballo. Uno de los guerreros Wolfs apartó rápidamente el caballo.
-El que destruyó este feudo y a la mitad del Clan Wolfs fue tu cuñado- vociferó Inuyasha- y ya estoy harto de tu presencia.
Los dos gigantes de midieron con la mirada. Sesshomaru sacudió la cabeza.
-Pongamos las cosas en su lugar Taisho: el que envió a ese infiel de Hakum fue el esposo de mi hermana Naraku pero ahora que murió y mi hermana está libre de su control me envió aquí para que librara estas tierras de los vasallos traidores. Mi hermana es dueña de este feudo, Taisho, te guste o no.
Ambos se pusieron furiosos y se lanzaron en uno contra el otro como dos demonios.
Tanto los guerreros de Taisho como los soldados Wolfs estaban entusiasmados por el espectáculo. De pronto Inuyasha giró tropezando al barón el cual rodó hacia atrás peor levantándose con la velocidad de un gato para que el Laird no se aprovechara.
-No eres nada hospitalario- jadeó el barón.
Inuyasha sonrió.
-Sesshomaru mi curiosidad te salvó la vida- afirmó Inuyasha.
-Taisho, te guste o no estaremos emparentados- a Inuyasha le costó un rato comprender esta afirmación.
-Dime ¿Cómo podría ser eso?- se cruzó de brazos.
-Seremos cuñados.
Taisho no trató de ocultar su asombro.
-¿Te has vuelto loco?
Sesshomaru rió e hizo a un lado su espada.
-Taisho, parece que te hubieras tragado tu espada.
-No me casaré con una inglesa- Inuyasha parecía horrorizado. Además estaba sin aliento.
-Sí, te casaras con mi hermana.
-Estás completamente loco, no me casaré con la ex mujer de Naraku.
Sesshomaru negó con la cabeza.
-Si no te casas con ella, el Rey Juan la dará al Barón Tsukumo. Y es un hijo de perra- agregó en tono alegre- Y si así sucediera, que Dios te ayude, Taisho. Tsukumo reclamará estas tierras y será una batalla peor que la de hace un tiempo.
Taisho no se inmutó.
-Es probable que pienses: Matare a todos esos hombres.
-Si, seguro lo haré- afirmó Taisho.
-Bien, entonces Tsukumo enviará aun mas hombres y todos tus soldados irán muriendo. ¿Cuántos Taisho y Wolfs morirán esta vez? Mira a tu alrededor y recuerda las pérdidas que hubieron cuando peleamos por estas tierras. Todos estos hombres dependen de ti ahora, eres su Laird. Si te casas con Kagome las tierras legalmente serán tuyas y el rey Juan te dejará en paz.
-¿El Rey aprueba esta unión?
-Así es- respondió Sesshomaru- no sé el porqué, Lo único que quiere es que Kagome salga de Inglaterra: lo dijo en varias ocasiones. Está impaciente porque se realice este matrimonio y aceptó darte las tierras el día de la boda. Yo recibiré el título de propiedad de mi hermana en Inglaterra y los traeré aquí.
-¿Qué hizo esa mujer para que el Rey no la quiera en Inglaterra?-
-No lo sé. El Rey está empeñado en casarla con Tsukumo así que le plantee la posibilidad de que tú fueras su marido, ya que Kagome rechazó a Tsukumo…
-¿Cómo?-
- Si lo rechazó además exigió la anulación de su matrimonio, ella teme que Naraku aun viva.
-¿Quién es testigo de la muerte de Naraku?
-El testigo fue Tsukumo. – Inuyasha se reservó toda esa información.
-¿Por qué me prefieres a mí que al Inglés?
-Porque Tsukumo es un monstruo, y no puedo soportar que mi hermana esté en sus garras. Tú eras el menor de dos males. Yo se que la tratarás bien… si ella te acepta.
-¿Qué clase de tonterías dices? La decisión no está en manos de tu hermana.
-Me temo que si- repuso Sesshomaru- primero, Kagome tiene que conocerte, y luego decidirá. Era lo mejor que yo podía hacer. En realidad, si Kagome pudiese continuar entregándole al Rey las monedas que le exige para permanecer soltera, lo haría. Al menos, es lo que ella cree, pero yo sé que no es así. De cualquier modo el Rey Juan la obligará a casarse.
-Vuestro Rey es un hombre ambicioso- dijo Taisho – ¿o es acaso este un castigo destinado a forzar la decisión de tu hermana?
-No- negó Sesshomaru- El Rey puede forzar a las viudas de sus terratenientes a volver a casarse. Si deciden permanecer libres o ellas mismas eligen esposos deben pagar una suma adecuada.
-Dijiste que ya habías pagado ¿piensas que Kagome me aceptará?
Sesshomaru asintió.
-Mi hermana no sabes que pagué y te rogaría que cuando la conozcas no se lo digas.
Inuyasha le dio la espalda para entrar al castillo y Sesshomaru lo siguió.
-Debo pensar en tu propuesta- anunció el Laird- la idea de casarme con una inglesa me resulta difícil de digerir y sumando que es tu hermana…- Inuyasha suspiró.
Sesshomaru supo que intentaba ofenderlo pero lo ignoró. Tal vez Inuyasha fuera un hombre de modales hoscos pero era valiente y honorable.
-Antes de decidirte, hay una cosa que tienes que tomar en cuenta- dijo Sesshomaru
-¿De qué se trata?
- Mi hermana es estéril.
Taisho asintió, indicando que había oído, pero no hizo ningún comentario durante unos momentos.
-Yo ya tengo un hijo.
-¿Te refieres a Shipoo?
-Si, por supuesto.
-Oí decir que había al menos tres hombres que podrían ser el padre.
-Es cierto- replicó Taisho- la madre era acompañante de campamento y no pudo decir quién era el padre de Shipoo. Murió al dar a luz al niño, yo lo reconocí como propio.
-¿Algún otro lo reclamó como suyo?
-No.
-Kagome no puede darte hijos ¿en el futuro no tendrá importancia que Shipoo sea Ilegitimo?
-No me importa, recuerda que yo también soy ilegitimo.
-Serás muy afortunado si Kagome decide casarse contigo.
Taisho movió la cabeza.
-Yo quiero lo que por derecho me pertenece. Si apoderarme de las tierras significa casarme con esa arpía, lo haré.
-¿Por qué dices que es una arpía?- preguntó Sesshomaru confundido.
-Me distes varios indicios del carácter de tu hermana- respondió Inuyasha- es obvio que es una mujer obstinada, pues se negó a confiar en su hermano cuando le preguntó qué información tenía en contra del Rey. Necesita a un hombre que la controle. Sesshomaru, no te sorprendas esas fueron tus propias palabras. Y por ultimo estéril, ja que ¡atractiva!
-Si es atractiva.
Inuyasha se burló:
-No me regocija mi futuro como marido pero tienes razón: la trataré con gentileza. Supongo que encontraremos el modo de molestarnos el uno al otro.
Inuyasha tomó dos copas y las lleno de vino. Brindaron y tomaron de un solo golpe su contenido.
-Necesito que partas ya, quiero que traigas a tu hermana cuanto antes.
-Pero Taisho, acabo de llegar.
-Harás lo que te ordene Sesshomaru- dijo Taisho.
Sesshomaru se rindió y entonces Taisho cambió de tema.
-¿Cuánto tiempo estuvo casada?
-Tres años. Aunque mi hermana hubiese preferido permanecer soltera- dijo Sesshomaru- pero el Rey Juan no le importan las preferencias de Kagome. En Londres la tiene bajo llave. Solo me permiten un momento para verla.
El gigantesco Galgo ruso de Taisho apareció en ese momento atrapando la atención de Sesshomaru. Era una bestia tan feroz como su amo ya que gruñía fuertemente.
-Oh por Dios Taisho, esconde esa bestia antes de que traiga a mi hermana. De lo contrario al primer vistazo de este animal Kagome huira de aquí.
Inuyasha rió estruendosamente.
-Sesshomaru ella no huira de mí, eso te lo puedo asegurar. Kagome me aceptará.
Aqui vuelvo con esta nueva historia, espero no tardarme tanto en actualizar como las dos anteriores... espero que les guste... Me base en un libro de JULIE GARWOOD... Disfrutenlos... Dejen Review...
