Las personas no nacen en igualdad. Eso es evidente.

Me di cuenta de esa realidad a los 5 años, tratando de defender a un compañero que estaba a punto de ser golpeado.

"Hey, Kacchan, tranquilo, al menos dime la razón de esto, ¿qué hizo para molestarte?" Le dije al niño con el cabello rubio (aunque se parecía más al color de la arena, heh), levantando ambas manos para detener el inminente ataque sobre el niño que estaba a mis espaldas, aterrorizado y con los ojos llorosos.

"¿Eh? ¿Vas a protegerlo, Deku?" Me dijo mientras hacía chocar su puño derecho con la palma de su otra mano, causando una pequeña pero amenazante explosión que combinaba perfectamente con su sombría expresión.

Retrocedí un poco, ligeramente intimidado por su acción, mientras pensaba qué podía decir para salir de allí sin recibir una golpiza, ah, y con el otro niño también.

"Responde mi pregunta, y yo responderé la tuya luego." Bajé los brazos lentamente adoptando una postura más erguida, para no mostrar la inseguridad que me embargaba.

Kacchan soltó un resoplido burlón, mientras sonreía presumidamente. "Me parece justo." Dijo finalmente, cruzando los brazos. "De cualquier forma los mataré después."

Hice una mueca de exasperación. 'Realmente estás obsesionado con eso, ¿verdad Kacchan?'

"Entonces, ¿por qué quieres golpearlo? ¿qué te hizo?" Pregunté, mientras escuchaba detrás de mí el sonido de un cuerpo pequeño levantándose. 'Podría huir ahora mismo, aunque, pensándolo bien, me parece que eso estaba haciendo cuando vino a parar aquí, acorralado por la pandilla de Kacchan, por lo que creo que ya no es una opción.'

"¡Ese desgraciado intentó estafarnos!" Kacchan comenzó a levantar la voz para asegurarse de que 'ese desgraciado' pudiera oírlo fuerte y claro. Bueno, con lo mucho que grita, no me sorprendería que pudiese hablar con alguien desde extremos opuestos de la calle. Y con su madre también, tal vez.

"Bueno, no tienes por qué gritar, estamos justo frente a ti." Dije calmadamente, repitiendo con mis manos la acción del principio. "¿Cómo pasó eso?"

Kacchan miró agresivamente al niño a mis espaldas unos instantes, antes de responderme. "Lo enviamos a que nos comprara unas bebidas a la tienda que está cerca, pero cuando regresó, solo trajo una, diciendo que el dinero que le dimos no fue suficiente y que no le avisamos qué marca queríamos." Su agresividad incrementó mientras narraba los sucesos, apretando sus puños con fuerza, mientras de estos salían pequeñas nubes de humo. "¡Maldito, te quedaste con el dinero y solo nos trajiste esa porquería para molestarnos, ¿verdad?!" Su dedo señalaba al pobre 'desgraciado', que se había aferrado a mi mochila, asustado por las palabras de Kacchan.

"¡Eso no es cierto, no les mentí!" Gritó desesperadamente el niño, asomando su cabeza lo suficiente para que se le pudiese escuchar. "¡Ustedes me dieron mal el dinero, por eso acabé comprando ese jugo, era tan poco que solo alcanzaba para esa marca!" Su voz fue ganando seguridad lentamente, mientras se defendía.

Mi mirada seguía fija en el grupo de niños delincuentes que tenía en frente, buscando algo en lo que apoyarme.

Y lo encontré.

Alejando mi vista del explosivo líder del grupo, me di cuenta. Uno de los amigos de Kacchan tenía una expresión nerviosa, como de incomodidad, parecía preocupado por algo, y no dejaba de mirar al cabecilla con cierto temor.

'Parece querer decir algo.'

"Oye, tú, el obeso." Mi repentina frase interrumpió una inminente ráfaga de amenazas de Kacchan, mientras desviaba la mirada hacia su mencionado amigo.

El mismo dejó su expresión nerviosa por un momento para lanzarme una mirada furiosa.

"¿¡Qué dijiste?!" Ofuscado por mi insulto, me dio tiempo suficiente para armar en mi cabeza los datos sueltos que tenía.

'¿Podría ser…? Entonces, debería ser mi oportunidad.'

"Luces algo nervioso, ¿tienes miedo?" Dije, esperando provocar una reacción que ayudara a desviar la atención de nosotros, con la voz calmada y ligeramente acusativa.

El aludido dio un respingo al notar las miradas de los demás sobre él, temblando notoriamente y comenzando a sudar. 'Ja, solo falta que lo pongan en una bandeja con una manzana en la boca.'

"N-No sé de qué estás hablando." 'Te tengo, eres demasiado obvio.'

"Vamos hombre, habla, te ves muy mal." Kacchan se volvió lentamente, hablando en un tono sombrío. "¿En qué piensas?" Se acercó con pasos pesados, mientras la figura asustada del pobre chico iba reduciéndose.

Kacchan no era estúpido. Era un idiota, sí, pero no estúpido. Lo más probable es que sospeche de su amigo igual que yo.

"¡K-Kacchan, espera, puedo explicarlo!" Sentado en el suelo mientras retrocedía con las manos, la futura víctima de diabetes (hehe) le suplicaba al chico explosivo.

Casi siento lástima por él.

Palabra clave: casi.

"¿Oh? Nadie te estaba acusando de nada, no hay nada que explicar." La sonrisa macabra en la cara de Kacchan era…, aterradora, cuanto menos. '¿En serio quiere ser un héroe con esa personalidad?'

Suspiré mentalmente, llevándome la mano al rostro, aliviado del resultado favorable de esta situación. Escapar estaba más que descartado, pues descubrimos al verdadero culpable y no tendría caso salir huyendo por eso mismo, así que decidí esperar a que esto terminara y, sorprendentemente, el niño que defendí hizo lo mismo.

'Huh. Ya estás mejor, ¿eh?'

Mientras pensaba en estas cosas, Kacchan interrogó a su (ahora) ex-amigo, con los métodos a los que estaba habituado (a.k.a. amenazas, insultos que un niño de 5 no debería saber, etc.)

La pequeña escena terminó con la confesión total de los verdaderos hechos que desencadenaron este problema.

Al parecer, el obeso chico era algo "lento" para las matemáticas, y no hizo los cálculos bien con los precios. Digo, ¿quién puede equivocarse con algo tan simple?

A veces pienso que Kacchan estaría mejor solo. No solo porque se lo merece, no.

Ok, también es por eso. Pero además es por el hecho de que no hay nadie que realmente sea lo suficientemente capaz, física o intelectualmente, para hacerle frente.

Excepto yo, claro está.

El pobre y tonto niño se fue llorando del lugar, asustado hasta los huesos por las amenazas de…bueno, ya saben quién.

El susodicho cabecilla infantil, acabando de gritarle a su antiguo compinche (ya ni siquiera tengo ganas de hacer un comentario ingenioso sobre la cantidad exagerada de gritos en la vida diaria de Kacchan), aún con un aura asesina a su alrededor, volteó hacia nosotros, que habíamos permanecido como silenciosos espectadores de aquella extraña función.

"Deku…, no será hoy, pero algún día te daré una golpiza con una buena razón." La amenaza (para variar), no pasó desapercibida por mí, que estaba acostumbrado a esa clase de cosas por su parte.

"Lo sé, pero si no te apresuras, tal vez nunca tengas esa oportunidad." Oculté la amargura en mi voz con el tono burlón que usaba cuando sabía que había evitado a Kacchan y su hambre de violencia.

"Tch, esa sonrisa presumida no te durará por siempre, maldito nerd." Con ese último derroche de agresividad, Kacchan y su pandilla restante se fueron, dejando por fin el lugar en silencio.

Dejé salir un hondo suspiro de alivio. 'Es difícil ser astuto contra personas inteligentes. O bueno, una persona inteligente rodeada de idiotas.'

"Oye…esto…"

Volteé la cabeza hacia atrás, para ver al chico que salvé, con una expresión de tranquilidad y gratitud. Levanté la mano para detenerlo.

"Ni lo menciones, solo evité que te pasara algo que no me gustaría que me pasara a mí." Le sonreí cansadamente, siempre que confrontaba a Kacchan, a pesar de que no eran riñas físicas, terminaba exhausto.

El niño me mostró una sonrisa también, aunque la suya era mucho más radiante. "Como quieras." Dijo, cruzando los brazos, y sentí mi propia sonrisa crecer.

Pero rompió de pronto el silencio exclamando: "Hey, ¿sabes qué hora es?"

Recuperándome del sobresalto, miré mi muñeca. "Es casi mediodía."

"¡Diablos, debo irme!" Giró sobre sus talones rápidamente para irse, no sin antes decir.

"Gracias, eres mi héroe, ¿sabes?" Iba alejándose trotando mientras me miraba, sonriendo por última vez.

Le devolví la sonrisa también por última vez, con un sentimiento agridulce en el pecho.

"No creo que quieras que lo sea, pero, no hay de qué. Y gracias a ti también. Ah, y deja de juntarte con esos niños. Son problemáticos de nacimiento."

Se despidió agitando la mano. "¡Lo haré! ¡Adiós!" Y desapareció en la esquina.

Completamente solo en ese parque de juegos infantiles, levanté la mirada al cielo, que estaba totalmente despejado ese día.

"Héroe, ¿no?" Dije, volteando para irme a casa, lentamente.

"¿Se puede ser uno sin un kosei?"

La respuesta era sí, pero yo no lo podía saber en ese momento.