Motivos para enamorarse
Hola, Ludmi. Sé que voy con retraso, pero quiero hacerte un regalo de cumpleaños de todos modos. No sé si te gustará, es muy cortito y es la primera vez que escribo sobre esta pareja que la verdad no me gusta, pero lo he hecho con mucho cariño, así que espero que lo disfrutes.
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Llevan días jugando al gato y al ratón, observándose cuando creen que el otro no mira y apartando la vista cuando sus miradas se encuentran. Apenas se saludan cuando se cruzan en los pasillos y en las comidas solo intercambian las cortesías de rigor. Únicamente en la sala de audiencias se dirigen la palabra para discutir los asuntos del reino. Ahora Jon es rey y Sansa una de sus principales consejeras. Algunos hombres han criticado su decisión de poner a una mujer en tal puesto de mando pero Jon sabe que su hermana es la mejor para ayudarlo a gobernar El Norte. Sansa ha demostrado ser mucho más que esa niñita que solo se preocupaba por vestidos y príncipes. La vida la ha obligado a ser algo más, a transformarse en una mujer mucho más fuerte y sabia. Jon está orgulloso de ella, de su valor y su inteligencia. Sigue siendo la perfecta dama a la hora de atender a los nobles, pero además sabe cómo lidiar con toda clase de asuntos que se presentan en la sala del trono para ser discutidos.
Jon la mira con respeto y admiración al principio, pero poco a poco esos sentimientos se van convirtiendo en algo más. Quizá es porque pasan mucho tiempo juntos, trabajando en el reino o porque siente que en ella puede confiar, que ella no lo ve como un rey sino solo como Jon Nieve, o quizá sean todas las cualidades de ella, esas que hacen que no sea igual a ninguna otra mujer, a ninguna otra persona, que Jon haya conocido jamás. No lo sabe, pero sabe que lo que siente está mal y es por eso que intenta no mirarla, aunque sus ojos van detrás de ella todo el tiempo, es por eso que intenta no estrechar más su relación, hablar solo cuando es necesario, limitarse a tratarla como a una consejera más, a discutir con ella los asuntos importantes y a disfrutar de esas sesiones en la sala de audiencias donde cada día tiene un motivo más para respetarla, para admirarla, para enamorarse más y más de ella.
