Advertencias: El fic esta ambientado en la época actual del anime-manga, solo que como no cayó Japón en la Segunda Guerra Mundial, se conservan tradiciones y el imperio, la modernización no es total como hoy en día.

–Shouto– se quitó los audífonos de la cabeza –nuestro padre quiere hablar contigo en su despacho…

Volteó la cabeza confundido.

Ahí estaba su hermana sonriéndole incómodamente.

Solo atino a asentir en su dirección mientras se levantaba del suelo donde estaba dibujando.

Tenía que ser un buen motivo para que lo alejara de sus esculturas.

–Por favor no le recuerdes el pasado.

Fuyumi se fue dejando perplejo a Shouto.

Los había escuchado cuando le prometió nunca ser como el…

Mientras caminaba por la gran casa tradicional no podía dejar de pensar en eso.

Fue el mismo día en que les prohibió acercarse a su madre o siquiera contactarla.

Le gritó todo lo que pensaba sobre él desde sus entrenamientos de niño hasta su frustración con sus hermanos, no guardó nada.

Ahora se arrepentía de no haber ido a verla desde sus cinco años cuando fue hospitalizada, creía que su presencia solo la estresaría mas, así que le mandaba cartas contándole todo lo que le pasaba.

Todo lo bueno.

Sus respuestas aseguraban que lo amaba y le pedia perdon en cada una de ellas.

Aún no le contaba de su cicatriz, y en las fotos procuraba solo mostrar su cara sin ella.

La tocó con las llemas de los dedos. Aún ardía el recuerdo del agua hirviendo en su cara y aquella cicatriz estaba tan fría al contacto que quemaba.

Apartó la mano, había llegado a la puerta de su padre.

Con cuidado la deslizó y lo vio sentado en el centro rodeado de libros y folders sobre su escritorio bajo.

Cerró tras de sí la puerta y se sentó.

Ya había té a su lado, de seguro idea de su hermana para que ambos se relajaran.

Se odiaba a sí mismo por hacerle preocupar.

–¿Para qué me llamaste?– preguntó al saberse invisible a los ojos de su padre después de un rato.

Levantó la cabeza y dejó todo a un lado.

–Varias cosas– dijo cruzando los brazos –quiero recordarte antes que nada que no te apegues tanto a esos libros, tienes que entrenar y mantenerte fuerte, cuando todo acabe podrás encerrarte a estudiar todo lo que quieras, pero mientras tanto céntrate en tus misiones…

Por su propia salud decidió desconectarse de la conversación. Estaba comenzando a criticar sus decisiones sobre sus estudios otra vez.

El quería una bien engrasada máquina de pelea, no premios de concursos internacionales a sus esculturas en hielo.

Pero sabía que su principal molestia era que no tuviera muchas misiones como otros de su edad durante el último año por su examen de ingreso a la Universidad. El único superior de su padre ya lo había dicho, que aprovechara su juventud y oportunidades, que no se preocupara mucho por pelear.

Lo agradecia, pero eso hizo a su padre insoportable.

El eterno segundo al mando de la Resistencia contra el Emperador.

Miró su taza de té.

A veces no sabía a quién odiaba más, si al Emperador que estaba causando tantos estragos en el pueblo por mantener el Imperio en la época moderna, o a su padre por su afición a alcanzar la cima en todo, incluso en la rebelión.

Lo vió hace unos momentos.

Su hermana aun tenia la cicatriz de un cuchillo en el brazo de cuando entrenaba de niña.

Su padre estaba tan obsesionado con la Resistencia contra el Imperio que había criado a todos sus hijos como soldados para que cuando crecieran fueran parte de la misma como soldados de élite y generales.

Lamentablemente para él, solo Shouto lo logró.

De sus hermanos fue el único que heredó de su madre el cuerpo ágil y flexible y que aparte podía resistir el uso de armas de fuego.

Su hermana incluso había caído en un ataque de ansiedad durante un entrenamiento y se intentó cortar el brazo que no respondía del cansancio.

Él fue el único que su padre presentó a la resistencia, se avergonzaba de sus hermanos mayores pese a sus grandes capacidades en otras áreas.

–Shouto, ¿Me estás escuchando?

Levantó la vista soñoliento.

–Supongo

El entrecejo de su padre se frunció.

–Escucha bien esto, es lo más importante que te ha llegado de parte la Resistencia, es una gran misión en la que participarán los miembros de dieciocho a diecinueve años.

Asintió.

Por primera vez tendría que soportar cargar con más gente, y por cómo fruncía sus labios, había algo que de seguro lo iba a fastidiar un rato.

–El líder de la misión se llama Deku, nombre clave, todos irán con nombres clave y enmascarados hasta que se confirme sus participaciones a largo plazo. Ya deja de usar tu nombre de una buena vez y piensa en algo ingenioso, si te atrapan nos pones en líos.

Claro, hablaba un líder político que tenía una doble vida.

–Eso lo decidiré después.

Resignado, se tocó la barba pelirroja.

–Y pinta de una vez tu cabello de un solo color o usa pupilentes, llamas mucho la atención.

Cerró los ojos y contó hasta que se calmó.

–¿En qué consiste la misión?

–Se tienen que acercar a la hija del emperador, la princesa Momo*, ganar su confianza y después la de sus padres, lo suficiente como para tener acceso a su guardia y acabar con las defensas físicas para derrocarlo de una vez por todas –este año se va a anunciar su ingreso a la Universidad, todos ahí aprobaron sus exámenes de ingreso en distintas carreras de la misma Universidad, pero nadie sabe que escogerá y mucho menos en que Universidad, así que tenemos equipos en las dos mejores.

Asintió en silencio.

Enji azotó el folder contra el escritorio.

–Ese tal Deku… fue escogido directamente por el líder All Might y no pude cambiar su decisión, así que durante toda la misión asegúrate de demostrar que eres mejor que ese chico– sus ojos ardían de furia.

Aun después de entrenarlo tanto no pudo hacer que al menos su hijo fuera el número uno de los agentes jóvenes. Era el destino de Shouto ser el líder, no ese mocoso.

–¿Y cuando empezamos?– preguntó intrigado por un tipo así.

Enji apretó los puños.

–Como es una misión ultra secreta, solo lo sabrán All Might y Eraserhead, ambos tienen trabajos en la Universidad y no dirán nada a nadie por miedo a que se filtre información.

–Eso quiere decir que no podrás darme órdenes.

Con los labios apretados, Enji se contuvo de gritar de la furia.

–Así es.

Con una sonrisa contenida se paró y tomó el folder para salir.

Antes de que cerrara la puerta a sus espaldas alcanzó a escuchar.

–No olvides quemarlo.

¿Qué creía?

¿Qué era un niño tonto en su primera misión?

Lo leyó junto a los peces Koi de su jardín.

No se sabía mucho de la princesa ya que aparecía poco en público.

El folder contenía mucha información sobre ella y sus gustos, pero nada más.

Al parecer solo era la información previa.

En las fotos siempre la tenían sonriendo en obras de caridad en supuestas zonas pobres, las cuales en realidad eran solo la clase media.

Lo cerró al acabar y fue a la cocina.

Metió el folder al fuego y mirándolo reflexionó.

Esa chica no tenía la culpa de ser la hija del emperador, y de seguro vivía engañada de su propio pueblo.

Las vidas de ambos pudieron ser diferentes.

Si tan solo no el ejército japonés no hubiera detenido las invasiones por tierra.

Si tan solo el ejército japonés no se hubiera mantenido neutral en la Segunda Guerra Mundial.

Si tan solo Japón hubiera perdido la guerra contra Asia.

Aunque miles de personas hubieran muerto, estaba seguro de que todo sería mejor…

Y como otras miles de veces se abofeteó mentalmente.

Ese pensamiento se parecía a su padre, quien obsesionado con ser el lider que derrocara el imperio le arruinó la vida a otras personas.

No sabía cuantas personas hubieran muerto si esa guerra se hubiera perdido, pero posiblemente no serían menos de las que han muerto por culpa de mantener el imperio.

Ya hubieron dos revoluciones que acabaron en masacres…

Y la tercera se produciría pronto.

Sabía perfectamente que esa vez no era igual, que ahora se basaban en estrategias y no involucraban a las multitudes.

Pero aún así no podía evitar sentir la muerte sobre su cabeza y la de su familia.

En ese momento posiblemente una persona estaba siendo ejecutada en público por decir algo contra el emperador, pero no podía evitarlo.

Estaba de acuerdo con los ideales de la Resistencia, pero todo el sufrimiento que habían pasado para llegar a ese punto…

Solo deseaba el fin de todo eso.

Pensó en la princesa.

Momo.

Casi nunca salía del palacio y era de conocimiento común que los cargamentos de libros que entraban al palacio eran para ella, y si se autorizaba, esos libros iban a la biblioteca nacional.

Parecía ser una chica verdaderamente culta…

Solo esperaba que lo que estuviera tras su sonrisa en las fotos fuera ignorancia sobre su propio país y no crueldad… o la mataría el mismo.

Aclaraciones

*La llama por su nombre porque la familia Imperial no tiene apellido.