Había una vez, un pequeño niño que deseaba algo. El niño lo deseaba con todas sus fuerzas, pero no sabia que deseaba realmente. Un día el joven estaba jugando por el bosque, en la inmensidad de aquel profundo bosque encontró un jardín de preciosas con un dueño de pronunciadas cejas de veintitantos años con un espantoso carácter.
A Pesar del enojo que le provocó la inesperada visita el mayor le invito una tasa de te al pequeño. Y la tarde paso entre risas y tonterías por parte de ambos.
El niño repitió varios días la rutina, hasta que un día no encontró al joven, ni siquiera aquel jardín de fantasía
El niño fue días y días intentando volver a encontrarse con aquella extraña persona, a pesar de no encontrar rastro alguno de el, continuo esperando su regreso.
El niño creció, sin embargo no olvido lo que en una de sus inocentes escapadas encontró, y esperando volver a revivir aquello decidió volver a ir. Por fin lo había vuelto a ver, y seguía igual que la ultima vez, Solo se veía un poco mas desanimado, pero igual le sonrió amablemente y volvieron a reír como antes. El joven ,no tan joven, se alegro de encontrarlo pero no se animo a preguntarle que le paso y cuando lo tubo ya era tarde, el jardín y el chico volvieron a desaparecer.
El niño creció aun mas, y dejo de ser un niño ahora ya tenia la edad de aquel joven de tan magnifico jardín que encontró en su infancia.
Cuanto mas pasaba el tiempo, mas se preguntaba si no habrá sido mas que maravillosos sueños, pero se negaba a creerlo. El jardín existía, y aquel peculiar joven también. Algún día lo volvería a encontrar.
Y, así, el pequeño Alfred encontró lo que deseaba
