Disclaimer: Shaman King no me perteneces y esto no es con fines de lucro.

Advertencia: Hasta ahora sólo Yaoi.

Couples: Principalmente Horokeu U. & Ren T.

*: Suprimir :*

Capítulo uno : Como se rompe una rutina.

19:28…. La mente ya comenzaba a arder de tanto ser usada, los dedos se le atrofiaban por tantos papeles escritos y los ojos comenzaban a picar por la luz del ordenador. Faltaban dos minutos, solo dos míseros minutos y era hombre libre por fin, después de estar todo el maldito día entre papeles con firmas raras y números decimales tan tediosos como aburridos. Vamos, solo dos minutos más, por favor!

19:29 … Genial!, solo un minuto, solo uno!. Este momento era el segundo más feliz de toda la tarde, era su momento y el tiempo pasaba demasiado lento. Escuchó uno que otro saludos, respondió con su típica sonrisa pero a parte de eso no presto más atención, estaba en algo mucho más importante, estaba en la que era su hora y nada podría superarla, nada.

19:30… Por fin Dios, por fin!

Tomó su maletín y echó un par de cosas en el, apagó el ordenador lo más rápido que pudo y caminó por el pasillo haciendo oídos sordos a la mayoría de las cosas que escuchaba, solo contestando a las cordiales despedidas de algunos de sus compañeros de trabajo, pero con su mente fija solo en una cosa, en lo que había esperado todo el día. La hora de salida.

Salió del enorme establecimiento en el que trabajaba, soltó un poco el nudo de su corbata y se arregló algunos mechones de cabello. A estas horas el centro de Tokio estaba repleto de gente que iba de aquí para allá, quizás en las mismas condiciones mentales que él o peor, eso se notaba en todos los rostros que veía mientras caminaba a paso tranquilo por las calles. A veces extrañaba tanto Hokkaido. Su hermana lo había llamado ya varias veces para que fuera un par de días a verle, pero por razones de trabajo nunca podía descansar demasiado, eso era lo que siempre le decía y la pobre Pilika terminaba por resignarse a no ver a su hermano mayor en un par de meses más.

Movió un poco el cuello en círculos y sintió como varias cosas le sonaban, probablemente eso era malo. Suspiró pesadamente y caminó hasta un parque cercano, no tenía deseos de ir ahora a casa y probablemente un paseito por ahí no le haría mal a nadie, además aún era temprano y Tamao debería estar trabajando. Suspiró. Realmente a veces, no quería saber nada de nadie.

Deambulo por las calles iluminadas de la cuidad, hasta decidirse por entrar a una cafetería en una de las tantas esquinas del lugar. Entró haciendo sonar una pequeña campana sobre su cabeza, colgada en la puerta y fue directamente hasta una mesa vaciá con vista hacia fuera, por donde se veía como los transeúntes caminaban en distintas direcciones; esperó un para de minutos hasta que llegó una joven delgada y con cabellos castaños a atenderle con una sonrisa en el rostro.

¿Qué desea?

Un café por favor.

En seguida – la joven volvió a irse dejando al peliazul sólo con sus pensamientos.

Suspiro. Estaba cansado de ese trabajo que no hacía más que estresarlo. El nunca quiso trabajar en una oficina y menos en un banco sacando cuentas, toda su vida soñó con algo mas natural, donde pudiera sentirse libre, por lo que lo que menos quería para su futuro era irse de Hokaido, ese era su lugar soñado, lleno de paz y tranquilidad, pero a pedido de su padre tuvo que venir hasta aquí y hacer lo que ahora hacía, para cumplir su ultima voluntad, como dijo. Claro, a los pocos años el murió y Horokeu tuvo que quedarse con la vida que el le había elegido. Como es de injusta la vida.

Vio como la mima chica de hace poco volvía con una humeante tasa de café en una bandeja, dejándola al frente suyo y viéndolo con una sonrisa.

Si desea algo más hágamelo saber.

Si, gracias.

De que – y tan pronto llego, desapareció. Horo admiraba como es que podía conservar la sonrisa por tanto tiempo.

Comenzó a beber de su café luego de echar dos cucharadas de azúcar en él y recordó que la semana pasada Tamao había comprado un tarro, por lo que aún debería de quedar. El punto era que no tenía deseos de volver a casa todavía, ya que de todos modos estaría sólo debido a que la pelirrosa salía a las ocho y treinta del hospital y aunque suponía que un poco de tranquilidad y soledad en su humilde hogar le haría bastante bien, no tenia deseos de llegar y saber que nadie le recibiría. Extraño en el.

Como si de telepatía se tratara, sintió que su celular vibraba junto con una cancioncita que hacia que no fuera necesario ver el visor para saber de quien se trataba, o saco de su bolsillo y contesto, intentando que su voz sonara lo más normal posible, pese al cansancio.

Hola Tamao.

¿Cómo estas?, te escuchas algo cansado – pero al parecer sus estrategias no sirvieron de mucho.

Estoy bien, tranquila, solo fue un día pesado – suspiro viendo su reloj y dándose cuenta que ya eran casi las ocho con quince. El tiempo se le había pasado volando.

Esta bien – hizo una pausa, en la que él no dijo nada, solo espero – ¿Recuerdas lo de esta noche, verdad? – otra pausa, en la que Horo abrió desmesuradamente sus ojos. La cena.

Si, claro que si... la cena, ¿no? – habló haciendo parecer como su no ocurriera nada, lo cual le dio buenos resultados.

Si... ahora me voy a casa para arreglar todo, ¿tu donde estas? – hablaba feliz.

Estoy llegando – y una mentira blanca no mataría a nadie, mal que mal la distancia desde donde se encontraba hasta su departamento no era tanta, no le sería difícil llegar pronto.

Bien, te veo allá entonces.

Seguro – tomo el último sorbo de su café y dejo un par de billetes en la mesa levantándose.

Cuidate – Pausa... ahora, lo que siempre venía después de eso... – Te amo.

Y yo a ti.

Era extraño... hace tiempo que esas palabras habían dejado de producirle mariposas en el estómago. Aunque esto lo asociaba a que el concepto de "amor" sólo podía relacionarlo con una persona.

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Subió las escaleras rápidamente viendo la hora en su reloj, nueve en punto, suspiró, el taxi lo había traído favorablemente rápido por lo que Tamao no lo regañaría por llegar tarde... de hecho, ella probablemente aún no llegaba.

Buscó en el bolsillo de su chaqueta el manojo de llaves para poder abrir la puerta y entró cauteloso, cuidando que Tamao no estuviera en casa aún y suspiró tranquilo al notar que su novia no estaba ahí. Dejó su maletín sobre el sofá de la sala y fue hasta su habitación para sacar algo un poco más cómodo que ponerse y se dirigió al baño, decidido a tomar una relajante ducha de agua tibia.

Había tenido en largo y tedioso día, con gente molesta gritando de aquí para allá, millones de papeles que firmar y todavía le dolían los ojos por el brillo de la pantalla del ordenador, estaba realmente cansado, tanto mental como físicamente y lo único que quería era dormir, pero había prometido a Tamao estar ahí para conocer a sus amigos y tenía que hacerlo, aunque en estos momentos la idea no le causara mucha gracia.

Vamos Horo, es sólo una cena, puede que hasta la pases bien – intentaba auto animarse mientras se sacaba con tranquilidad un par de gotas rebeldes en su cuerpo y comenzaba a ponerse su ropa

Sintió que la puerta se abría y cerraba rápidamente y que unos pequeños y sutiles pasos caminaban torpemente, para luego dejarse oír un estrepitoso sonido de cosas metálicas cayendo seguido de un suave ay dicho por una voz femenina. Sonrió divertido al saber que Tamao había llegado. Se abotonó rápidamente la camisa y salio a ver a la causante de tal alboroto, encontrándose a una angustiada Tamao que recogía un par de ollas del suelo.

Deja eso ahí mujer, primero levántate – Horo tomó con diversión las ollas de las manos de su novia dejándolas sobre en suelo y levantó con sutileza a la muchacha, tomándole por la cintura y observándola con gracia – ¿Estas bien?

Sí, gracias... es solo que... no calculé bien y... me tropecé – Todo esto lo dijo mirando al suelo con un sonrojo en sus mejillas, como si hacer lo que había hecho fuera el pecado más grande del mundo.Horo volvió a reír.

Bueno, ya que no te fracturaste nada creo que deberías hacer la cena – Dirigió su mirada hasta un gran reloj en la pared de la sala – porque son las nueve y treinta.

La pelirrosa abrió los ojos desmesuradamente volteando a comprobar si esa era la hora real, lo cual efectivamente era así y con movimientos acelerados tomó las ollas del suelo yendo hasta la cocina, murmurando algo de que llegarían a la diez y no había nada hecho, el Usui suspiró resignado, Tamao nunca cambiaría.

¿Podrías ayudarme con la mesa?, es que si lo hago yo no creo que alcance... – Se escuchó desde la cocina a una Tamao casi suplicante y Horo volvió a reír.

Claro, tu sólo preocúpate de la comida – Le habló sonriente el peliazul, y ella respondió de igual forma, volteándose para seguir con lo que estaba.

Mientras ponía el mantel y las demás cosas que debían ir en la mesa escuchaba casi ido el monólogo de la pelirrosa, asintiendo en algunas ocasiones, cuando algo le parecía relativamente interesante. No era nada fuera de lo común, hace algún tiempo ya que estaba adecuado a fingir interés por las cosas. Sentía que la vida se había vuelto en extremo monótona y eso era algo que siempre le molestó y, contradictoriamente, ahora su vida se había vuelto así.

Trabajaba, venía a casa, estaba con Tamao, dormía – o de vez e cuando hacía cosas de adultos con ella, pero muy de vez en cuando – despertaba y de vuelta a lo mismo de todos los días, los fines de semana se la pasaban en casa y a veces Pilika llamaba para saber de él y lo invitaba a Hokkaido, pero él siempre decía que tenía demasiado trabajo, auque en el fondo sabía que la razón era que si iba, los recuerdos y la nostalgia harían que no quisiera regresar más. La voz de su novia lo sacó de sus ensimismamientos.

...A Yoh ya lo conoces, hoy vendrá con sus esposa – Horo recordó ese nombre, y se le vino a la mente un joven con facciones felices que había conocido hace algunos meses cuando había ido por Tamao al hospital. Si no mal recordaba era psicólogo de ahí mismo.

Sí, lo recuerdo – También recordaba que el estar y hablar con él le había causado una sensación de tranquilidad y estabilidad muy agradable. Le había inspirado confianza de inmediato y obviamente le había caído muy bien.

Hao es el hermano gemelo de Yoh y también vendrá hoy... y Lyserg, que nos presentará a su novio... creo que es de china – Esto último lo dijo mas para si que otra cosa, pero el Usui logró escuchar con claridad sin poder evitar que un nudo se le formara en el estómago.

Dejó de hacer las cosas por unos instantes respirando hondamente. China. Ese país le traía tantos recuerdos que a veces preferiría borrar. Se le apretó el pecho y no pudo evitar apretar sus puños. Debía tranquilizarse, era obvio que se trataba de una coincidencia, el mundo no era tan pequeño como para encontrarse con él ahora, eso será demasiado.

Terminó con su labor y se dirigió con paso tranquilo al baño para refrescarse; abrió la llave y se humedeció el rostro, dejando la llave correr, como solía hacer siempre... "Eres un inconsciente, algún día el agua se va a acabar y vamos a morir todos por tu culpa" Sacudió la cabeza con fuerza. Fue imposible no recordar esas palabras y esa voz aterciopelada que le regañaba siempre que hacía cosas como esas. Paró el agua y cerró los ojos con pesadez sentándose en la tasa del baño con sus manos en su cabeza.

No seas idiota, no te puedes alterar así como así por un simple recuerdo – Se repetía para si mismo. Era algo que siempre hacía como método de auto convencimiento y él siempre lo molestaba por eso, decía que era un...

Demonios... – Y ahora resulta que su mente se maneja sola. Gracioso ¿no?.

Escuchó que el timbre de su departamento sonaba y que Tamao caminaba apresuradamente a abrir la puerta, seguido de muchas voces saludando. Horokeu comprendió que era hora de salir y poner la mejor de sus sonrisas durante lo que restaba de la noche. Se levantó de la tasa del baño parándose frente al espejo para arreglar un poco su cabello azulado que caía por sobre su rostro.

Salió del baño y caminó por el pasillo, ahora curioso por ver a ese chino novio de alguien. Quería comprobar si todos los chinos eran iguales, como decía la gente, pero pronto la idea de que no existía nadie que se comparara con él vino hasta su mente y se mordió el labio inferior. Definitivamente nadie en el mundo ni n ninguna galaxia existente podría ser igual que Ren.

Entró a la sala encontrándose con varios rostros curiosos, quienes voltearon a verlo al momento en que entró. Se fijó en que estaba el chico Yoh y otro casi igual a el, salvo por su largo cabello castaño y que este último tenía una mirada de superioridad implícita en sus ojos. Le dio escalofríos. Junto a Yoh se encontraba una seria mujer rubia, que lo escrutaba con los ojos y otro escalofrío se hizo presente en u cuerpo, ¿Tamao trabajaba en un hospital o en una morgue?.

La pelirrosa caminó hasta su lado, tomando su brazo y sonriendo sonrojada a los demás.

El es Horokeu, mi novio – Su voz se escuchó como un susurro y el sólo sonrió diciendo un amigable "Hola"

El pelilargo se acercó a el con una sonrisa casi falsa, arreglándose un par de mechones del cabello.

Por fin te conocemos, Tamao habla todo el día de ti – comentó con gracia y la pelirrosa no hizo más que sonrojarse – Hao Asakura, es un placer – Y con su mano extendida no dejaba de sonreí, cosa que empezaba a molestar al peliazul, pero de todos modos no dijo nada y le devolvió la sonrisa y el apretón de manos.

Horokeu Usui, encantado – Ok, eso era demasiada cortesía, habría sido muy falso contestar con un "el placer es mío"

Enseguida desvió su mirada hasta el joven más sonriente que lo observaba feliz, a lo que el correspondió con otra sonrisa.

Qué agradable verte de nuevo Horo, ella es mi esposa Annita – Y le volvió a sonreír. Ahora pudo notar con claridad que Yoh y Hao eran totalmente distintos.

Desvió sus ojos hasta la rubia que aún lo observaba escrutándolo, para luego extenderle la mano – Anna Kyouyama – su voz era gélida al igual que la piel de sus manos, lo que comprobó al estrechársela.

Mucho gusto – Le sonrió pero no hubo respuesta. Probablemente esta cena sería un poco más complicada de lo que planeó.

Se dirigieron hasta la sala, sentándose en los sillones a espera del último par de invitados. Por lo que alcanzaba a comprender, Lyserg era enfermero y compañero de trabajo de ellos, al parecer había comenzado a salir con alguien hace algún tiempo pero no sabían casi nada de él, ya que el chico era bastante reservado para sus cosas, por lo que ahora todos estaban bastante expectantes por conocer al tan misteriosos novio de Lyserg, ya que el único y extraño dato que tenían de él era que el chico era chino.

Luego de unos minutos que se pasaron hablando de cualquier banalidad, se escuchó el timbre nuevamente y todos desviaron sus miradas hasta la puerta, Tamao se levantó rápidamente y fue a abrir mientras los demás – incluido el Usui – esperaban a que el novio misterioso llegara.

Perdón por la tardanza, tuvimos algunos problemas para llegar – El peliazul fijó su viste en un joven de cabellos y ojos verdes que acababa de entrar a su departamento, sus facciones eran muy finas y se notaba contento, era de contextura delgada y no tan alto. Parecía un muñeca inglesa.

Escuchó que Tamao les decía algo y los hacía pasar, pero desde que el novio misteriosos entró al lugar, su corazón dejó de latir y sintió que toda la sangre se había salido de su cuerpo, mientras que un sudor helado le recorría toda la espalda, sentía los ojos fijos en aquel ser sublime de ojos ámbares que acababa de entrar y que lo veía casi de igual forma que él, hasta que su mirada se poso en las manos entrelazadas de los dos jóvenes y sintió que el aire se le iba, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para poder seguir con su respiración. Esto era demasiado.

Les presento a mi novio Ren Tao.

¿Cómo era posible que el maldito mundo lo odiara tanto?

Ante sus ojos se encontraba la razón de sus sueños y pesadillas, el que había ocupado su mente desde hace años y al que había dejado sólo cuando estaba en la preparatoria. Ahí estaba Ren Tao, el chico del que, luego de haberle echo a un lado hace algunos años, era la razón de su vida.

Continuará...

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Está un poco confuso y algo corto, lo sé, pero es sólo el comienzo. No pude no escribirla, a pesar que debería seguir con el capítulo siete de Me gustas tú, no creo que sea una historia larga, pero eso ya se verá con el pasar del tiempo. Espero que les guste y que le den una oportunidad a esta extraña historia que idee una noche de insomnio xD

Espero sugerencias, críticas, tomatazos o amenazas de muerte xD