Y Sunset Shimmer alguna vez cantó:
[Legend you are meant to be]
Ahora que sé que soy escritora de mi propia canción
Lucho a mi manera por el final que quiero
Transformaré una tragedia
En una fantasía épica
Sunset no dejaba de pensar en lo que pasaría después de ese día. Todo volvería a la normalidad, al menos con sus poderes y la vida que les esperaba a todas, no sabía exactamente a dónde les llevaría; pero estaba segura de que podría tomarlas en brazos y averiguarlo. Feliz, esa era la palabra que la describía.
Mientras la obscuridad las rodeaba, el miedo desaparecía, rodeándolas con un tierno abrazo que solo sabía entregar. En cierta forma, era una expresión de un amor que ellas jamás entenderían, pero que correspondía. El mañana sería un misterio; solo pensar en ello le hacía sonreír. Apretó las manos de sus amigas más próximas.
Y de pronto, un objeto comenzó a flotar en el aire, pudo reconocerlo a la perfección; era el aparato que Twilight llevó a los juegos de la amistad… pero ¿Qué hacía allí? Una presión se apoderó de su corazón y descendió hasta el piso. Sus amigas comenzaron a retorcerse de dolor.
- ¡Sunset! – Pinkie Pie gimió a causa del dolor que sentía.
Podía sentirlo a perfección; así como la tortura del resto de sus amigas; excepto la de una: Twilight.
- ¡Ayúdame Sunset! – Vociferó Fluttershy, su voz se desgranaba en el aire a medida que su cuerpo comenzaba a brillar.
- ¡No puede terminar así! – Applejack se mantuvo firme, pero estaba aterrada. Podía sentirlo.
Sentía el miedo de sus amigas, sentía su dolor… apenas podía moverse.
- ¡No! – Exasperada, Rainbow Dash trató de levantarse; pero pronto descubrió que su cuerpo perdía todo peso.
Rarity se limitó a cerrar los ojos, llorando en silencio.
Y de un momento a otro, los cuerpos de las cinco se llenaron de una luz tan intensa, que fue casi imposible ver cómo el artefacto de Twilight se rompía en mil pedazos en medio del aire y liberaba una onda de fuerza que rompía el cristal de la habitación y enviaba a Twilight contra el piso.
Sus amigas ya no estaban; no las podía sentir, ¡Se habían ido para siempre! Tampoco podía sentir su magia… Con esfuerzos sobrehumanos, la fémina se incorporó para descubrir a Twilight en el piso, completamente inconsciente. Su magia… dónde estaba su magia…
- Es tu culpa. – Le inquirió Rarity desde algún lugar de la obscuridad, se oía llena de terror.
- Es tu culpa. – Se acopló Rainbow Dash en medio de un sollozo de dolor auténtico.
- Es tu culpa. – Fluttershy estaba furiosa y el sonido de sus palabras cortaba el corazón de la señalada.
- Es tu culpa. – El odio en las palabras de una persona tan afectuosa como Pinkie Pie solo sirvió para lacerar más a Sunset Shimmer.
- Es tu culpa. – Con la rabia de Applejack se complementaba aquel coctel de sentimientos que inmediatamente inundaron el corazón de la adolescente de piel ámbar.
El coro de voces atormentó a Sunset Shimmer, resonando en su cabeza mientras ella rodeaba sus rodillas con sus brazos para protegerse. Pero no se detenían.
- ¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa! – Sus gritos, con sus diferentes sentimientos, lograban que Sunset Shimmer se quedara completamente impotente, cerrando sus ojos con fuerza, mientras la luz no dejaba de irradiarlo todo.
- Lo siento… lo siento. – Susurró con debilidad, pues hasta sus pulmones parecían querer desfallecer en ese instante.
¡Y su magia regresó! La sintió, recorriendo sus venas, sus huesos… la usó inmediatamente para tratar de encontrar a sus amigas. Mas ellas no estaban en ningún lugar. Por mucho que se esforzase en hallarlas. ¡Ya no existían más!
Un sollozo llegó hasta sus oídos. Hasta ese preciso instante no se había percatado de que el vidrio del cuarto se había roto. Afuera, el sonido provenía de afuera. Avanzando entre el ambiente irradiado de luz, llegó hasta la puerta, la abrió y detrás de ella, se encontraba, en la pared de enfrente, una figura similar a la suya.
Tenía pelo similar, la ropa era idéntica, pero la diferencia era que no poseía manos, sino garras, su piel era de un carmín definido con unas escamas en ciertos sectores como los hombros, los codos y parte de las mandíbulas; sin olvidar el par de alas guarnecidas entre su espalda y la pared.
- Es mi culpa… - Sollozaba. – Es completamente mi culpa; yo dejé que pasara. Yo dejé que todo esto se descontrolara… perdónenme por favor… perdónenme por favor.
Cubriéndose los ojos, la figura demoniaca lloraba desconsoladamente. Sunset se puso de cuclillas para poder verle la cara; básicamente, tenían el mismo rostro. Era ella… entendía a la perfección de qué se trataba.
- No es tu culpa. – Susurró para sus adentros; mas, fue escuchada por la figura.
- ¿Entonces de quién?
Entonces, los muros del pasillo comenzaron a convertirse en una espesa red de zarzas metálicas con sus ramas deshojadas y al final del breve sendero existía una luz fuerte, similar a la de la explosión, de esa que, a medida que se irradiaba, dejaba luz en todo lo que tocaba como si de pintura se tratase.
Algo la impulsó para encaminarse hasta allí; dejando a la figura demoniaca llorando en silencio. A medida que avanzaba las ramas de las zarzas se afanaban en introducirse en su piel, abriéndole pequeñas heridas; pero, colocando los brazos frente a su cara, con una abertura entre ambos, lo suficientemente grande como para permitirle visión, continuó adelante.
Al final, se hallaba postrada pacíficamente el cuerpo de su mejor amiga: Twilight Sparkle.
Fuego, el fuego lo llenaba todo; absolutamente todo, pronto la quemó a ella y las a zarzas y a las paredes y a la propia luz… fuego…
Abruptamente, la fémina despertó; el pequeño cuarto de su casa, que se hallaba en la avenida Blossom, se llenaba de un humo denso. Las paredes se quemaban, mientras ella avanzaba. Dormir era un escape a sus momentos más duros. Había soñado con sus amigas, en momentos más felices y… después llegó esa pesadilla.
Dejó su cama de sábanas amarillas; todo su cuarto era un desastre. Si dirigió a la puerta frontal de su casa, sin prestarle atención a la destrucción que se expandía por su causa. Al abrirse la puerta, encontró las casas cercanas completamente abandonadas. Una ciudad fantasma. Pero el sol radiante nutría los jardines sin cuidados de todas las casas aledañas.
Levantando una de sus manos, todas las malas hierbas fueron eliminadas; Sunset pues, se acercó hacia cinco pequeñas lápidas de piedra. Se arrodilló en frente de ellas. Todas tenían una fotografía de sus amigas pegadas en la parte superior. Rainbow, Applejack, Pinkie Pie, Rarity, Fluttershy. Las lágrimas comenzaron a salir por sus ojos… el dolor no había reducido ni siquiera un poco desde ese día.
Los ojos en las fotos tenían algo de la calidez única que aquellas seis féminas le dieron alguna vez, en ese momento donde fue auténticamente feliz.
Sobre la parte de la lápida paralela a la tierra de todas estaba una prenda que le perteneció a cada una. La sudadera azul con líneas amarillas de Rainbow Dash doblada perfectamente; las botas de Applejack ubicadas a una distancia equidistantes; el pasador de cabello con forma de mariposa de Fluttershy ladeada hacia la derecha, tal como ella se lo ponía; el cinturón que Rarity usaba sobre su vestido dibujaba unas curvas a media que se extendía de un extremo de la lápida a otro; y el moño de Pinkie Pie que estaba en el centro.
Sunset se quitó la chaqueta de cuero que tenía, quedándose con su blusa violeta; sus botas volaron por el aire; de un momento a otro, toda la indumentaria dispersada se elevó para vestirla. Las botas de Applejack eran ligeramente más grandes que su talla, el moño de Pinkie Pie se unió al cinturón de Rarity ajustándose a su cadera; la sudadera de Rainbow Dash cubrió sus brazos y cuerpo, dándole el calor que alguna vez concedió a su amiga deportista; el pasador con forma de mariposa de Fluttershy se enganchó a la sudadera.
La fémina extrajo una gema negra de la sudadera de Rainbow Dash, pues allí la había guardado. La dejó en el piso y de inmediato ésta fue tragada por la tierra.
Su mirada se llenaba de odio; a medida que una umbra era expulsada por sus párpados, todo rastro de un ojo humano desaparecía para convertirse en un círculo de luz turquesa que relucía a través de la obscuridad de un humo negro que llenaba las cavidades oculares ya vacías.
*Afueras de la ciudad de Las Pegasus, 21 de junio del 2022 Después de la fundación de Equestria. Base Militar ACAD.
Una gruesa pared de metal y concreto le separaba de la libertad; pero en todo ese tiempo, el prisionero no había intentado escapar ni tan siquiera una sola vez. Cerró la puerta y soltó el pomo para observar a un hombre de piel entre rojiza tan débil que decoloraba a plomo dependiendo de la luz, sus ojos turquesa eran iguales a los de su hermana y, sin embargo, tenía el cabello negro con líneas violetas. A todas luces podía ser un hombre cualquiera, pero sabía bien quién era y por eso no dudó en acercársele y desenfundar su pistola nueve milímetros.
- Shining Armor… - El sujeto le sonrió con una familiaridad que no supo explicar. – Tiempo sin verte ¿Cómo te trató el desierto de Soby? ¿No encontraron nada interesante?
El cañón apuntó directamente a la frente del prisionero.
- La información que me diste era mentira. – Aclaró un hombre con los ojos llenos de ira; pero con el autocontrol suficiente como para no disparar su arma, aún.
- Claro que lo era; les dije que no sé absolutamente nada de lo que ella está haciendo. Pero como piensas que disparándome y torturándome vas a sacar algo, al menos debía darte esperanza ¿No crees?
El gatillo fue accionado y el prisionero apretó los dientes con fuerza, gimoteando por el dolor que le provocó en el hombro.
- Voy a ser claro contigo. Me vuelves a fallar y juro por Dios que te lleno la cabeza con las balas que sean necesarias para matarte.
- Dios… ¿Es porque me parezco a la fábula de los demonios de tu imaginario colectivo? ¿Por eso me debes disparar cada vez que nos vemos en éstas… charlas?
No brotaba sangre; la bala que penetró en la carne del interrogado pronto cayó sobre la losa.
- Te disparo porque lo mereces; tú y tu puta hermana lo merecen.
- Concuerdo contigo. Pero… ¿Por qué merezco yo algo de esto? – Agregó, apuntando con la mirada su hombro. – Yo también soy una víctima de todo lo que ha venido pasando en estos últimos cinco años. Sé lo que sientes Shining; te conozco demasiado bien como para saber lo que te mueve. – Las palabras de prisionero eran vocalizadas con bastante suavidad, un aire ronco las llevaba hasta el de piel blanca.
- Todo esto es tu culpa. – Soslayó el de cabellos azules poco antes de volver a disparar al interrogado.
En ésta ocasión, él blanco gimoteó de dolor mientras trataba de mantener la mirada fija en su interrogador.
- No me disparas por frustración; lo haces porque odias a mi hermana… es mi mala suerte que sea familiar mío. Aunque volviendo a lo de la culpa… - la piel roja decolorada del preso se iluminaba vagamente por un conducto de ventilación. Única fuente de aire o Luz dentro de aquellas gruesas paredes de concreto. – No creas que tú eres inocente, ni que el gobierno de ese entonces lo es. – Su rostro cambió para ser más serio, con un tono frío continuó – Todos pensaron que podrían hacer las cosas como les viniera en gana, tu presidente, Tulip, incluso sombra. Creyeron que todo se ajustaría a sus planes; aunque Sombra fue el más noble de todos, eso lo reconozco. Y al final, les explotó en la cara.
Otro disparo llegó a la rodilla del prisionero cuando Shining Armor se posicionó tras de él. El grito de dolor del torturado llenó el pequeño claustro.
- …Y ahora… tú. – Pero pronto el interrogado sintió que Shining Armor le tomaba del cabello para llevarlo contra la mesa de metal y la boca del cañón se ubicó en su mejilla derecha.
- Quiero que sigas hablando.
Era la segunda vez que Shining Armor lo hacía en aquellos cinco años.
- No sé cuántas veces tengo que decirte que no vas a sacar nada haciendo éstas cos…
El disparo se llevó a cabo, volándole carne y dientes; el dolor fue tan agudo que el humano gritó con todas sus fuerzas. En ese punto, usualmente aquel militar de alto rango solía convertirse en un torturador con cierto afán de dañar a los demonios… lamentable para Wane; necesario para Shining Armor. Pronto el daño ocasionado por la bala fue remendado y el prisionero se sobó la mejilla.
- Te comprendo, es por eso que no suprimo mi dolor… creo que hasta lo has comenzado a disfrutar. – El demonio siempre le hablaba como si fueran viejos amigos y eso solo encendía la furia del humano. – Yo también perdí a la mujer que amo por culpa de Tulip y compañía. Él la mató frente a mis ojos. – El demonio lo decía de forma tan fría, tan desarraigada que, solamente comparar su pérdida a la del humano de piel blanca era un insulto. – Yo me sentí así por mucho tiempo… es una suerte que pueda sentir solo lo que yo quiero sentir… si quieres, te podría suprimir el dolor, tal vez así pensarías mejor.
Una bala, otra, otra, y otra; todas sin un blanco más que dañar al demonio fueron avanzando por la habitación, atravesando aquel cuerpo que parecía tan humano y que sin embargo, pese a todo el dolor que le provocaba, continuaría vivo.
- Y también está. Aggghh. – Con una gota de sangre saliéndole por la boca, Gloom Wane daba un respiro antes de seguir hablando. – Tu silencio… perdiste a la mujer que amas por culpa de mi hermana; pero ella actuó como lo hizo por culpa de tu gobierno, de Tulio y de tu hermana. – Sentenció poco antes de tratar de incorporarse. – Al menos eso es lo que puedo concluir por las conversaciones que escuché por ahí. – De pie, volteó para ver al humano.
Pronto Shining Armor sintió su mano entumecerse.
- Y creo que ya es hora de hablar seriamente… ¿Por qué crees que no he escapado en todo éste tiempo? – Expresó el demonio sentándose de nuevo en la silla.
El interrogador estuvo a punto de ir a patearle la cara; pero su cuerpo estaba inmóvil.
- Es porque lo único que me queda es mi vida. Te lo he venido advirtiendo desde hace mucho; si me quedo es porque los necesito para ganar tiempo en caso de que ella venga por mí. – Explicó el demonio, con ese mismo de tono de voz amigable.
- Ella no te liberará. – Dijo finalmente el humano, refunfuñando y tratando de liberarse.
- Claro que no; ella vendrá por mi núcleo. Mi hermana jamás sintió ni el más mínimo afecto por mí. Hasta le alegraría destruirme.
Pero pronto el demonio se sobresaltó para levantarse y observar directamente al humano.
- Shining Armor ¡Has traído a tu hermana hasta aquí! – Finalmente la furia se mostraba en el demonio.
Las puertas comenzaron a sonar debido a los golpes que el personal daba; pronto llegaría una explosión y entrarían.
- ¡Eres un idiota! Le has dado a Sunset Shimmer más razones para venir. – El miedo se apoderaba del rostro del demonio. – Quiero que me escuches, llévate a Twilight de aquí lo más rápido que puedas; solo ella podrá detener a mi hermana.
El silencio del humano solo era un elemento que frustró al demonio. Él no le haría caso.
- Sunset me hizo ver que el amor que le tenía a sus amigas era algo más allá de lo que te puedes imaginar o de lo que podrías sentir. Tal vez se deba a que es parte poni, no lo sé con exactitud. Pero sé que lo que ha venido buscando desde ese día es venganza… y se ha vengado de casi todos… solo le falta una persona y tú ya sabes quién es.
- Cómo sabes que ella vendrá. – Expresó el humano desconfiado.
- Porque estoy seguro de que siempre supo dónde me hallaba yo y dónde Twilight Sparkle; tal vez sea muy difícil para ella completar su venganza. Pero no va a desaprovechar la oportunidad que le has dado. Primero vendrá por mí, tomará mi núcleo y después irá por tu hermana.
Unos segundos pasaron antes que el demonio pudiera ver con incredulidad al oficial mayor.
- ¡Sigue en estado de coma! ¡Shining Armor, estúpido! – Le insultó poco antes de que la puerta se abriera con un ariete.
El demonio llevó sus manos a la nuca y se puso de rodillas. Mientras los humanos ingresaban para llevarlo a su encierro, y poco antes de darle el disparo en la cabeza que garantizaba su inactividad, habló.
- No seas estúpido.
