Summary: Los pequeños protagonistas sostienen la hermandad de los pañales de Konoha. Lo que pasa portando un pañal se va con el pañal.
Disclaimer: Todo el mundo de Naruto pertenece a Kishimoto-sama.
Nota: Recordad que es fanfic y por lo tanto es la imaginación de cada quién :3
Simplemente Inojin
La vida en Konoha no se desarrollaba nada mal en verdad, kunais se lanzaban en los campos de entrenamientos, las aves cantaban, Ichiraku tenía una promoción especial, las flores estaban en la cumbre de su belleza, y hablando de belleza, la florería de los Yamanaka aprovechaba el buen clima, incluso Shino había ido de día de campo con Kiba y Akamaru aún cuando lo que le interesaba era observar tortolitas. ¿Acaso algo podía perturbar era paz? Bueno, pequeños inconvenientes se daban todos los días, pero hacía falta más que eso, creo.
-¡Kyaaa!
Sí, se podía y en esta ocasión el radar de desastres se situaba sobre la florería, donde vivían entonces, la rubia y escultural Ino Yamanaka y su esposo el aparentemente gentil Sai, quien se había vuelto más experimentado con sus emociones, quien completaba el triangulo era su primogénito y en realidad único hijo, Inojin, orgullo de su madre y motivo de expectación de su padre. Un pequeño rubio que había heredado el encanto físico de su madre y la curiosidad de su padre (además de nobleza de corazón, pero era solo un niño aún) quien disfrutaba de jugar entre las flores, colorear con los dedos, obras que sin duda terminarían en el frigorífico de su casa como tesoro de la pareja; y vivir para escuchar los cumplidos de las personas hacia su muy bien cuidado cabello. Hijo de Ino debió ser. De lo que menos le importaba al ninja era si su hijo tenía o no bonito cabello, mientras que estuviera saludable y a salvo, ¿De verdad importaba si olía a rosas los cabellos de su pequeño? Aún no comprendía a la sociedad completamente.
-Por favor, conserva la calma-Como bien conocemos Sai había pertenecido a Raíz, y en ese lugar no te enseñaban a calmar a tu escandalosa esposa, en su lugar degollar era una opción que llamaba más la atención de la institución, pero no era una opción.
-¿¡COMO QUE ME CALME!? –
No es una opción, por más tentadora que parezca. Se encontraban en la florería que aún mostraba el cartel de "Cerrado" que Sai había pintado a mano un verano antes. Unos minutos antes habían estado desayunando tan pacíficamente en el piso superior. ¿Cómo habían llegado a esto? Solo recordaba haber visto a su mujer ponerle una camisita celeste y un overol azul marino al bodoque rubio y ahora este predicamento…
-Es solo que…-lo que dijese a continuación podía detonar la bomba o llevar a todos los soldados a salvo de vuelta a casa-No te alteres.
-¿Qué quieres decir con eso?-Dios, había esquivado una directa y se le estaba dando una oportunidad de oro.
-No es tan grave-la coleta de la rubia parecía haber crecido o solo era efecto de la vena que comenzaba a palpitarle-cariño. Oh sí, leer todos esos libros había servido de mucho. Sueldos muy bien invertidos.
Mientras tanto un pequeño y sobre todo ajeno a la discusión que se daba entre sus progenitores, rubio de cinco años jugaba de lo lindo con los mechones que se había cortado con la tijera para flores y reía infantilmente. Su cabello rubio era tan lindo. Ino lo sabía, había hecho tantos tratamientos naturales y comprado tantas flores importadas para que el cabello de su niño se viera de lo mejor y el solo se lo había volado. Sai mantenía una sonrisa insegura, cuando no sabía cómo puñeteramente debía actuar sonreía, era un método infalible.
Ino se preparaba para cantarle de a-z cada una de las razones por lo que podía ser grave, sin mencionar que inseguro, ¡Pudo navajearse el cuello o sacarse un ojo!
-Cuando menos, no está herido- Uy, algún bien había hecho el artista en esta u otra vida para que se le recompensara con tan buena razón, sus argumentos más su apariencia apacible sin duda comenzaban a tranquilizar a la rubia.
Mientras que la Yamanaka reflexionaba sobre que el bienestar de su hijo era lo primordial y comenzaba a molestarse por otra cosa, ¡Como un niño de cinco años se corta el cabello!
Mientras Sai veía el peligro aproximarse, se apresuro a llegar junto a su pequeño y retirar las tijeras que aún descansaban junto a su piernita descubierta por el overol azul marino que llevaba apartando mechones de cabello dorado mientras su pegoste lo aventaba al cielo como si se tratara de confeti, oh, tendría que comenzar a leerle sus libros a Inojin.
-¡Qué clase de incompetencia es esa!-Ino volvía a cambiar de colores- ¿Cómo puede alguien ser tan descuidado e irresponsable?-Mientras se cruzaba de brazos y negaba efusivamente con desaprobación mirando en dirección a su esposo, que reía en compañía del niño.
-"Por favor no sigas"-recuerda haber pensado el pelinegro mientras daba otra de sus sonrisas recordando con claridad que fue su mujer justamente la que debía guardar los instrumentos adecuadamente, pero si se lo decía probablemente no le alcanzaría la suerte. Las flores se le morían, por eso era ella quien administraba el negocio, incluso habían contratado la ayuda de una joven de una aldea vecina para ayudar, Ino y Sakura cuchicheaban sobre sí la mujer salía con Shino Aburame, el chico había incrementado sus visitas al local desde entonces. Solía llegar solamente en busca de una plaga que pudiera servirle. Sai prefería pintar, incluso su pequeño se divertía con el mismo pasatiempo, hacia unos soles verdes que ningún otro pegoste de los demás aldeanos podían imitarle.
Inojin en su pequeña existencia esperaba que llegara el día sábado para que su madre se reuniera con sus amigas y él pudiera reunirse con sus amiguitos, las reuniones en pañales eran lo mejor para el pequeño. De seguro amarían el pedazo rosadito de su cráneo que podía verse ahora tanto cómo él lo hacía.
Ino no tuvo más remedio que aceptar que el cabello de su niño volvería a crecer, después de sentirse tremendamente avergonzada al haber caído en cuenta de que en realidad ella había tenido parte en la desgracia del día. ¡Como podía ser tan descuidada! ¿Qué hubiera dicho su madre? Esperaba que creciera rápido, ¿Cómo saldría la tarjeta navideña si al chico le faltaba un pedazo de cabello? ¿Cubrirlo con un gorrito navideño? Oigan, no era mala idea…
Ino tuvo que aceptar que decir eso, también fue un error. A veces su esposo podía malinterpretar las cosas de maneras estrepitosas, al llegar a casa, encontró a padre e hijo sin el mismo trozo de cabello, la alegría en sus rostros casi le había hecho querer quitarse el mechón ella por igual, después regreso a la realidad. Su larga melena no había sobrevivido a la guerra para que ella solo se lo volara, si Inoichi-san siguiera con vida, ¿Se hubiera rapado el cabello de la misma forma que el baka de su esposo? O le hubiera dado una patada…
Ino recordó a su padre con cariño mientras sus hombres iban a su encuentro a ayudarle con la compra. Definitivamente iba a tener que contar la experiencia en su reunión de mujeres.
¡Cheeseburguer reportándose señor!
Se me ha ocurrido esto mientras pintaba un ladrillo, oh sí, tengo la complejidad de una zanahoria…
Pienso que serán de cuatro a cinco capítulos, aún no lo decido, pero no llevaran una secuencia cronológica. Lo que sí sé es que sin duda la próxima es Sarada, quizás guarde ese ladrillo está haciendo maravillas.
Gracias por leer. Ya saben, shurikenazos, sugerencias o lo que sea es bienvenido.
Paz.
