CAPÍTULO 1
El cielo se oscureció en un segundo, en el bosque ya no se veía nada a pesar de estar en plena tarde. Las nubes negras taparon el sol en apenas un minuto. Una flecha silbó entre los árboles y se clavó en uno de ellos, haciendo que un pequeño ciervo saliera corriendo desde donde estaba pastando tranquilamente y se perdiera en la espesura del bosque.
La chica se dio la vuelta rápida para mirar al elfo que había tirado la flecha y frunció el ceño.
-Has fallado.-dijo muy seria pero con un tono de burla pintado en sus ojos, verdes, muy oscuros.
-Ha sido la luz, ya no se ve nada- se excusó el joven elfo poniéndose el gran arco élfico en la espalda.
La chica siguió mirándolo ,seria, hasta que no pudo aguantarlo más y una sonrisa pícara se le dibujó en los labios.
-Menudo elfo que no puede cazar un ciervo en la oscuridad- dijo negando con la cabeza.- Thrantil nos va a matar, nos ha especificado que trajéramos algo de comer, carne a ser posible.
-Sabes como es Thrantil…hay comida de sobra…es simplemente para que practiquemos…-dijo el elfo.
-Lo se…creo que es simplemente para que no esté dando vueltas por el poblado- añadió la chica ya sin la sonrisa.- y a ti te manda a vigilarme, sabes que no te hace falta practicar más con el arco.
-Ni a ti tampoco.-añadió el elfo.
-Sabes que sí... pero tu eres un elfo; lo llevas en la sangre.- dijo la chica colocándose su arco también a la espalda y volviendo a sonreír. El elfo no pudo más que contagiarse de su sonrisa, siempre lo hacía. Se quedó un segundo mirando a aquella humana, alocada, temperamental, con su pelo oscuro largo y rebelde mecido por el viento; sus ojos verdes, tan oscuros y grandes que uno se podía ahogar en ellos.
-A veces se me olvida que eres humana.-dijo el elfo- y que solo tienes 22 años.
-Lien, tu tienes solo 50 años…¿Qué es eso en el mundo de los elfos?- dijo mientras comenzaba a andar de vuelta al poblado sin esperar más respuesta.
Lien asintió a medias y la imitó, poniendose ambos en camino hacia su pueblo.
-Va a haber tormenta- dijo Lien sonriendo y mirando hacia la chica que se había detenido bruscamente- con lo que te gusta…- no acabó la frase ya que la chica se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio; vivir toda su vida con elfos le había enseñado a observar y escuchar tan atentamente para poder estar a la altura de ellos que muchas veces escuchaba y veía cosas que a ellos se les pasaba porque eran demasiado insignificantes. Lien calló y escuchó con los ojos cerrados, con esa facilidad que solo los elfos poseían.
Asintió, por supuesto que lo había oído. Un grupo se aproximaba por el este, con caballos o algún tipo de montura. Unos hablaban tan alto que a Lien le dio vergüenza no haberse dado cuenta antes.
Le hizo un movimiento rápido de cabeza a la chica para que se subiera al árbol que tenía al lado. La chica sin añadir nada asintió e hizo lo que le pedía. Él se quedó abajo y sacó una flecha del carcaj poniéndola amenazadoramente en su arco.
-¡Lien!-le espetó la chica en un susurro- no te hagas el héroe…-pero no pudo añadir nada más porque a lo lejos ya se veían siluetas que se acercaban a buen paso. A los pocos minutos ya se podían escuchar perfectamente las voces de algunos.
-¡Kili! Deja para los demás ¿quieres?...
-Solo queda un sorbo Fili…¿Qué más da?...bebe agua.
-¿Podeis callar vosotros dos? Estos ya son territorios de los elfos del bosque, con las voces que estais dando me extraña que no haya venido un ejercito a atacarnos…-les espetó a los dos uno de los que encabezaba la comitiva, Lien se fijó en él, calvo, con una larga barba, tatuajes amenazadores y brazos enormes.
-Enanos…-musitó Lien en apenas un susurro inaudible, más un pensamiento que otra cosa. ¿Qué hacía una caravana de enanos tan lejos de las montañas azules?.
-Dwalin tiene razón Gandalf…-dijo una voz grave y autoritaria más atrás- nose como me he dejado convencer para entrar en territorio de elfos- casi escupió la última palabra.-Aquí no somos bien recibidos…-añadió la voz profunda, arrogante.
-Thorin, me pediste que te recomendara a alguien para acompañaros en tu misión…pues aquí es donde lo encontrarás-añadió alguien alto, con sombrero y barba blanca. Lien lo reconoció, era Gandalf el mago, había visitado la ciudad alguna que otra vez. Eso lo relajó y bajo el arco un poco mientras daba un paso hacia delante y se dejaba ver, cortando el paso a los enanos.
Los ponis se encabritaron un poco cuando el elfo apareció de repente. Los enanos maldijeron mientras los calmaban.
-¡Tu!- dijo el calvo de los tatuajes señalándolo con su hacha, amenazador.-¿Quién eres?.
Lien no contestó, pasó su mirada por todos hasta que encontró la de Gandalf el cual sonrió mientras instaba a su caballo a ponerse junto al enano que había hablado.
-Dwalin, no seamos impertinentes- dijo el mago sonriendo de oreja a oreja- eres…Liandril?.-añadió como si intentara recordar.
-Liendril- dijo el elfo guardando completamente el arco y sonriendo a su vez- nunca te has acordado Gandalf.
Gandalf soltó una carcajada.
-¿Cómo está tu padre?-le dijo- Espero que tan bien como siempre…no creo que sepa de nuestra llegada…no he tenido tiempo de avisarle, traer a 13 enanos hasta aquí no ha sido fácil…-añadió mirando de soslayo al enano con el que estaba hablando antes, el cual mantenía un rostro serio, de témpano de hielo.
Lien con la magnificencia y gracia que solo poseían los príncipes elfos sonrió.
-Le avisaré de que estáis aquí…así tendrán preparada comida y estancias.
-¿Fili, ha dicho comida?-añadió uno de los enanos más jóvenes pero calló al instante ante el codazo de otro rubio que tenía al lado.
-Todos te lo agradeceremos- dijo con una reverencia Gandalf.
Liendril, príncipe de los elfos del bosque se la devolvió, dio media vuelta y salió corriendo grácilmente.
Gandalf se volvió en su caballo hacia los enanos y sonrió.-La hospitalidad de los elfos del bosque es legendaria…-dijo mirando al enano que parecía ser el jefe, el de la figura imponente, el de la voz profunda, el que te daba un escalofrio al mirarlo…o al menos eso le producía a la chica que seguía encaramada al árbol, justo a un metro de Gandalf. Los enanos hicieron amago de seguir camino hacia la ciudad de los elfos del bosque pero Gandalf no se movió.
-¿Qué pasa señor Gandalf?-dijo uno de los enanos, algo pelirrojo, parecía el más tranquilo.
Gandalf giró a su caballo quedando justo debajo de donde estaba la rama de la chica. Sin mediar palabra y ante el asombro de los enanos golpeó la rama del árbol con su vara.
-Auch…-salió de la rama lo cual hizo que más de un enano sacara las armas; pero Gandalf sonrió.
-¿Aris?- dijo.
-Hace mucho que nadie me llama así.- dijo la chica mientras ágilmente saltaba de la rama para caer entre Gandalf y los enanos. Le dedicó una sonrisa encantadora al mago mientras se quitaba las hojas de la ropa. Se sacudió la ropa de caza élfica y las botas que llevaba.
-¡Pequeña Aris!-dijo Gandalf- Has crecido mucho desde la última vez que te vi.
-La última vez que me viste tenía 18 años y no he crecido tanto…-dijo Aris con una sonrisa sincera- me alegro de verte Gandalf.
-Yo también me alegro de verte…-dijo fijándose bien en ella, su expresión fue de aprobación y asntió señalando hacia la comitiva de enanos que había detrás de la chica.- quiero presentarte a Bombur, Bofur, Bifur, Nori, Dori, Ori, Balin, Dwalin, Oin, Gloin…-paró para tomar aire y señaló a los dos más jóvenes que no habían dejado de hablar.-Fili y Kili…
-A tu servicio-dijeron al unísono los dos enanos interrumpiendo a Gandalf y arrancándole una sonrisa a la chica.
-Y este es Thorin escudo de roble…-dijo Gandalf señalando al enano que ahora se bajaba de su montura- rey bajo la montaña.
Thorin se acercó con paso firme hacia la chica; derrochaba seguridad, arrogancia y liderazgo por todos los poros de su piel. Su mirada era clara y dura. Sus ojos azules se posaron en los verdes de Aris y ella sintió un escalofrio que le recorrio la espalda. No supo porque pero agachó la cabeza, en señal de respeto. Ahora lo entendía, porque su voz grave sonaba dura y afilada, era un rey, sus órdenes se obedecían sin rechistar y el lo sabia. Era grande para ser un enano, Aris nunca había sido demasiado alta pero casi eran de la misma estatura. Cuando llegó hasta la chica soltó un suspiro y se cruzó de brazos frente a ella, mirándola a los ojos y a pesar de estar serio Aris notó una pizca de burla en su expresión que no le gustó nada. Despues de estar unos segundos que a Aris se le hicieron interminables sosteniéndole la mirada al rey de los enanos, Thorin hizo amago de hablar pero no lo hizo hacia la chica si no que miró a Gandalf casi con incredulidad.
-¿Me quieres decir, Gandalf, que hemos venido hasta aquí por una niña humana criada por elfos?- dijo con toda la serenidad que le daba su rango y personalidad volviendo a mirar a Aris.
La chica no supo que contestar, ni siquiera sabía a que venia todo esto. En otra ocasión habría contestado algo mordaz, habría dicho algo al menos, pero no sabia como ni porque la mirada clara y autoritaria de Thorin hacía que no le salieran las palabras. Se limitó a sostenerle la mirada, no por insolencia, simplemente no podía dejar de mirarlo a los ojos.
Gandalf no dijo nada, soltó un suspiro apenas audible mientras Thorin, aun con los brazos cruzados ladeó un poco la cabeza, todavía evaluando a Aris.
-Dime, pequeña- dijo serio, con la burla implícita en su mirada- ¿sabes utilizar la espada o el hacha? quizás ¿el arco?- preguntó Thorin al ver el carcaj lleno de la chica.
Aris dejó a un lado la especie de guerra que tenía con los ojos de Thorin y miró a un lado, hacia Dwalin, que fue el primero al que encontró. No encontró en ellos ni una pizca de ayuda. Volvió a mirar a los ojos a Thorin, esta vez con algo más de valentía que la primera vez que los miró y sin saber de donde sacó el arrojo le dijo al rey enano:
-No desvelo mis habilidades con las armas a quien no conozco.- dijo cruzándose de brazos imitando al imponente enano, a su lado su gesto no era ni la mitad de amenazador de lo que era el de Thorin, pero fue un acto involuntario. Ante el comentario Fili y Kili soltaron una risita, Dwalin sonrió relajándose en el poni fijándose más en la chica y alguno más de los enanos soltó una media risa. Thorin miró entre divertido, sorprendido y cabreado a la chica que tenía delante y sin cambiar de postura giró la cabeza hacia sus enanos, Dwalin devolvió una mirada divertida y una sonrisa burlona hacia su rey, al parecer no mucha gente solía responder de tal forma a ningún enano y menos al gran Thorin escudo de roble. Gandalf carraspeó y rió a medias quitándole hierro al asunto.
-Thrantil ya sabrá de nuestra presencia…no le hagamos esperar.- dijo mirando a Thorin.
El enano, otra vez serio asintió, sin hacerle mucha gracia eso de tener que ir a ver a ningún elfo. Se dio media vuelta sin hacerle más caso a Aris que se quedó quieta sin saber que estaba pasando. Thorin se volvió a subir a su montura y la espoleó hacia delante.
Aris lo siguió con la mirada sin saber muy bien que hacer. Sacándole de su ensimismamiento uno de los enanos le tocó un hombro desde su poni. Era Fili, con una sonrisa de oreja a oreja. Aris dio gracias por su capacidad para retener nombres. Fili le tendió una mano, invitándola a subir a su poni. La chica no pudo hacer otra cosa que sonreírle y subir detrás de el pues casi todos los enanos se habían puesto en marcha con animadas conversaciones. Se acomodó en la montura y agarró a Fili por la cintura mientras Kili se acercaba con una sonrisa.
-No se lo tengas en cuenta a nuestro tío- dijo el enano –suele ser así con todo el mundo.
-¿Él... es vuestro tio?.-dijo la chica incrédula, ni siquiera se atrevía a pronunciar su nombre.
Fili asintió.-¿Entonces te podemos llamar Aris?-dijo volviéndose para mirarla de cerca con una sonrisa.
Aris soltó una risita. Aquellos dos enanos le caían bien.
-Así solo me llamaba Gandalf cuando era pequeña, ahora la mayoría me llaman Arien.
-Aris entonces…-dijo Kili soltando una risita.
Aris sonrió y negó con la cabeza exasperada. ¿De donde habían salido estos enanos y porque Gandalf los había traído hasta aquí?, solo esperaba que lo que había dicho el rey enano fuera una burla mordaz…solo han venido aquí por una niña humana criada por elfos…
Mientras trataba de ordenar sus pensamientos llegaron hasta la ciudad de los elfos del bosque, que para asombro de todos ya estaba totalmente iluminada debido a las grandes nubes que tapaban el sol y los grandes y frondosos árboles que dificultaban todavía mas el paso de la luz. Los enanos miraron con ojos asombrados las casas y cabañas construidas tanto en el suelo como sobre los árboles; cascadas de agua cristalina caian sobre rocas de un azul brillante, elfos cosiendo, practicando con el arco o simplemente andando se paraban y miraban asombrados la extraña comitiva que atravesaba la ciudad. Todos menos uno se maravillaron de la arquitectura élfica y la majestuosidad de sus habitantes, uno que tenía cosas mucho más importantes en las que pensar, uno que solo quería llegar a casa y devolver lo que antes le habian arrebatado a su pueblo. Uno al que llamaban rey aunque no tuviera reino…
