CORRUPT SOULS

Disclaimer: Los personajes pertenecen a la franquicia de comics Marvel. Todo contenido referente a su personalidad, gestos, interpretaciones, información general ha sido proporcionado por las películas y comics –especialmente por las películas–. La idea de la historia es una creación original, una interpretación y sutil modificación para satisfacer la diversión –y capricho– de un autor aburrido (?). Porque de haber sido dueño de los personajes, el Capitán hubiera amado –y manoseado– a Tony desde el primer día. Si,a la mierda la paciencia.

Título: Corrupt Souls

Parejas: Stony {Steven Grant Rogers | Anthony Edward Stark} — Rumbuck {Brock Rumlow and James Buchanan Barnes} — Thorki {Thor Odinson and Loki Laufeyson} — Otras parejas en proceso.

Aclaraciones:

—Diálogos—

Diálogos J.A.R.V.I.S.—

Pensamiento de los personajes

Intervenciones y aclaraciones

« Recuerdos »

[…] Aclaraciones del autor

Diferencias horarias:

Norte de las Vegas, Nevada — Denver, Colorado; 1 hora aproximadamente.

Denver, Colorado — Cork, Irlanda; 7 horas aproximadamente.

Género: Drama | Romance | Humor | Aventura | Misterio | Suspenso | Crimen | Friendship

Ranting: Mature.

Advertencias: Universo Alterno. El Capitán América nunca fue encontrado por SHIELD, sino por HYDRA, para quien ha trabajado todo este tiempo. Anthony Stark hijo de Howard Stark Jr, hijo del Howard Stark que colaboro en el proyecto del Súper Soldado. Iron Man inexistente entre los Avengers. Avengers formados por SHIELD, como un grupo de héroes para misiones de alto riesgo.

Relaciones homosexuales. Secuestros. Lenguaje obsceno. Violencia. Muerte. Sexo explícito. Abusos. Daños a terceros. Experimentaciones y menciones de daños a menores. Posible OC.

Comentarios: Se suponía que lo que publicaría sería otro fic, otra historia corta, sin embargo y dado lo inestable de mi ente, mi cerebro ha empezado a trabajar en esta de forma casi obsesiva. Antes de iniciar, hare algunas aclaraciones que serían propician que sean leídas con atención.

A partir de mayo, Nunca digan nunca, será actualizada lo más seguido posible hasta su finalización. Concluida esa historia, continuare con las demás de la misma forma, de esa forma podre centrarme en una sola hasta concluirla, sin acumularme con proyectos inconclusos. Ahora, continuado con las aclaraciones, este fic que publico es un regalo hacia alguien que, aunque le dije que haría otro, preferí hacerlo con este, ¿el motivo? Solo tenía ganas de escribirlo y surgió. Pretendo terminarlo antes de que abril concluya, puesto que no tendrá más de tres capítulos. Tres largos capítulos.

Dedicado a Mrs. Rogers-Stark. Larva, te dije que lo subiría. (?)

No busquen la lógica en donde no la hay.

Summary: La supervivencia de miles está en las manos de unos pocos; La existencia de pocos se encuentra unidas por las telarañas del destino. Y las piezas comienzan a tomar su lugar en este rompecabezas llamado vida. Engaños, manipulaciones, planes y objetivos que terminan en un mismo lugar, aquel al que todos desean alcanzar. Y las Almas Corruptas que ansían el infinito.

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PREÁMBULO. RUNNING UP.

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Estado: Nevada, Estados Unidos.

Ciudad: Norte de las Vegas.

Localización: Desierto. Base de la Fuerza Aérea Nellis.

Hora: 06:23 hora local.

Un alerta ha sido extendido por todo el cuartel, con los soldados en sus puestos y los líderes informados de los últimos movimientos, cada uno atento a lo que creían un ataque de un agente desconocido. Radares funcionando listos para buscar el origen del ataque, esperando encontrar vehículos enemigos en el extenso desierto de Nevada. El General de la Fuerza Aérea exigió una respuesta con respecto al objeto que los radares identificaron en el cielo, en zona controlada por el ejército, sin embargo no había ninguna especificación clara que pudiera confirmar un inminente ataque. Pilotos se prepararon en el hangar para partir e identificar personalmente el objeto desconocido, todos esperando la orden del General.

—¿Hay más señales de ataque?— cuestiono, mucho antes de mandar a sus hombres, debía asegurarse que la zona no fuera a ser atacada apenas tocaran tierra —. ¿Han identificado al objeto?—

—Tenemos su ubicación exacta. 36° 47' 02.3" grados Norte. 115° 18' 03" grados Oeste. Al lado Suroeste del Dead Horse Ridge, General— extendiendo un reporte recién obtenido, mostró las imágenes tomadas —. Uno de nuestros satélites ha logrado identificarlo y mostrado imágenes de la mejor calidad, sin embargo— dudo, antes de proseguir —, no son del todo claras. No parecen nada de lo que hayamos identificado antes—

—Extiendan la alerta, y manden a los hombres a explorar el área— ordeno finalmente, con la vista fija en los archivos que el satélite iban lanzando —. No quiero errores, no sabemos lo que es y debemos movernos por terreno seguro—

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Estado: Colorado, Estados Unidos.

Ciudad: Afueras de Denver.

Localización: Base de S.H.I.E.L.D.

Hora: 10:32 hora local.

Fury recibió el reporte de lo encontrado en los desiertos de Nevada a las 10 a.m., minutos después se le aviso que la carga estaba siendo transportada a las bases de S.H.I.E.L.D. con el objetivo de asegurar la discreción sobre lo ocurrido, sin contar que el asunto alrededor de lo encontrado era única autoridad de la entidad. Agentes habían preparado lo necesario para recibir el Quinjet que transportaba a los soldados que custodiaban lo encontrado, trasladándolo apenas pudo bajar del vehículo, con tanto cuidado como la situación lo ameritaba. Eran pocos los informados de esta situación, y era mejor que se mantuviera de esa forma hasta que todas las dudas fueran disipadas. Porque existían dudas, demasiadas, como para simplemente dejarlas correr.

Fury, mirando el panel frente a él, suspiro. Por las pantallas podía observar como el hombre encontrado era llevado por las instalaciones hasta una de las habitaciones que fungía como sala de interrogatorio. Su único ojo detallaba cada facción del sujeto, buscando algún fallo que remarcar en el momento preciso, buscando marcas, gestos, cualquier tipo de reacción que pudiera brindar algo de luz a todo esa gran nube negra que había caído sobre ellos. Anthony Edward Stark, el ultimo heredero de la familia Stark, el último de sus miembros, el niño que desapareció con solo 8 años sin dejar rastros. Y así como desapareció volvía a aparecer, en medio del desierto, sin explicaciones de su paradero. ¿Así da fácil? Años buscándolo para que solo apareciera entre los escombros metálicos de algo desconocido.

—¿Mr?— la agente Hill, a un lado del hombre, se inclinó lo suficiente para dar una señal clara de que todo estaba preparado.

—¿Ha dicho algo?— no recibió respuesta, apartándose para desaparecer por uno de los pasillos fuera de la sala principal.

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Estado: Colorado, Estados Unidos.

Ciudad: Afueras de Denver.

Localización: Sala de Interrogatorio, Base de S.H.I.E.L.D.

Hora: 10:45 hora local.

Fury no estaba convencido, nada convencido, de que las cosas pudieran haber resultado tan fáciles como se le presentaban. Frente a él, sentado en un gesto cansado, de hombros hundidos y rostro cabizbajo, Anthony E. Stark, o el que se supone lo era, no había dicho palabras desde que ingreso en la habitación. Ni ahora ni cuando lo encontraron, completamente callado, el castaño se había dejado mover con una facilidad que le resultaba alarmante. Con algunas heridas, algunas poco profundas, no parecía haber nada demasiado grave para ingresarlo en la unidad médica de forma urgente. Notaba el cabello castaño un poco largo, revuelto, con una barba irregular que no parecía haber tenido el cuidado adecuado. Ropas sencillas, un poco maltratadas, apenas lograban ocultar algunas marcas que la caída le provoco. ¿Cómo sobrevivió a la caída? Era algo que muchos de sus hombres intentaban averiguar.

—Tu nombre— exigió en primer lugar, analizando al hombre con su único ojo visible.

Anthony relamió sus labios, en un movimiento lento para humedecer la piel reseca, apenas levantando su mirada para observar al hombre frente a él. Si lo conoció, no lo recordaba: —Creí que ya lo tendrían, con las muestras de sangre— su voz salió ronca, obligándole a carraspear poco antes de tragar para suavizar su garganta. Como si cobrara vida, finalmente, se acomodó mejor en su lugar para ver al hombre.

—¿Cómo llegaste al desierto de Nevada?— indago, con tono firme, sin alterarse por ese sutil tono burlón en la voz del castaño. Un solo minutos le fue suficiente para dar la pregunta sin respuesta —. ¿Qué hacías ahí? ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¿Qué recuerdas?— cuestiono, con un gesto entre sus labios por la fija mirada que recibía del castaño.

—Ah. Lo siento— un gesto de labios, como de indecisión, al momento de inclinarse sobre su lugar como si pretendiera contarle un secreto al mayor —. ¿Debo mirar al ojo bueno o al parche? No quiero ser indiscreto, ni mal educado. Es decir, puedo intentar mirarle al ojo, pero el parche— apretó sus labios, con el interés y la curiosidad reflejándose en sus facciones.

Fury gruño en su lugar, con una mueca de molestia que no pudo disimular, obligándose internamente a tener paciencia con el hombre sentado frente a él. Anthony solo le observo como un niño observaría al hombre que podría darle las respuestas de su mundo, pero basto solo un minuto de silencio para que el castaño se hundiera en sí mismo otra vez, balanceándose suavemente en su lugar. Sus manos, esposadas de forma preventiva, se movieron de forma nerviosa entre sí, en un juego de dedos que lo tenía tan ensimismado que, Fury dudaba, pudiera prestar atención a algo más. Carraspeo para llamar su atención, sintiendo que trataba con un niño y no, como debía ser, un joven hombre de 21 años.

—Anthony— finalmente tuvo que llamarlo para que lo mirara, reprimenda esa incomodidad por la profunda mirada que se le fue dirigida —. ¿Dónde has estado durante estos 13 años?—

Lo vio dudar, removiéndose en su lugar con una incomodidad que resultaba sospechosa, siendo privado de esa mirada que volvió a las manos sobre la mesa. El muchacho no parecía querer hablar, a pesar de que sus labios se separaban dispuestos a soltar palabras, cerrándose precipitadamente como si reaccionara, consumido en el terror hacia algo desconocido. Fury tenía sus dudas, nadie podía desparecer y aparecer súbitamente sin explicaciones. Sin embargo, frente a él, estaba la única persona que había desaparecido de una casa de alta seguridad, la única persona que no había dejado rastros, como si el viento lo hubiera consumido, como si una ráfaga lo hubiera arrastrado sin posibilidades de recuperarlo. Todavía lo recordaba bien, María Stark en su momento había llamado de forma alterada a cuanta autoridad conocía, había buscado ayuda en la búsqueda de un hijo que no había aparecido nunca. El niño había desaparecido en el único instante en que su madre lo dejo. Un minuto y había desaparecido.

Pero ahí estaba, sentado frente a él, como el vivo retrato de sus padres. Padres muertos hacía ya unos cuantos años. Y parecía una ironía, una broma de mal gusto, pensar que ese matrimonio murió mucho antes de poder encontrar a su hijo, consumidos en la obsesión de la búsqueda que no parecía dar frutos. Búsqueda que muchas entidades del país habían abandonado al considerarla infructuosa. Y cuando todo parecía haberse dado por perdido, ese muchacho, que creían que la tierra se lo había tragado, aparecía nuevamente en pleno desierto de Nevada, en medio de cuantiosos trozos de metal que no parecían tener relación entre sí. Desorientado y desconcertado, el muchacho se había dejado mover con facilidad por las autoridades en la zona, sin soltar palabras, teniendo que ser identificado por pruebas y análisis rápidos que lograron sacarle el aire a más de uno.

—H.Y.D.R.A.— solo un susurro fue lo que Anthony se atrevió a soltar, sin mirarlo, captando toda su atención —. Al menos eso escuche, así. Así se hacían llamar— explico al fin, logrando captar todo el interés de Fury.

—Explícamelo todo— exigió, ahora que el muchacho finalmente aprecia dispuesto a cooperar —. Empecemos desde el inicio, ¿Cómo te han llevado?—

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Estado: Colorado, Estados Unidos.

Ciudad: Afueras de Denver.

Localización: Base de S.H.I.E.L.D.

Hora: 17:05 hora local.

Casi 6 horas después fue que Fury salió de esa sala, con una libreta llena de anotaciones, con grabaciones que había hecho a lo largo de la declaración. Anthony había soltado todo, con dificultad en un inicio, con inseguridad, con el nerviosismo que cualquiera en su situación podría tener. Fue luego de esa plática que agentes lo habían ido a buscar para permitirle ser atendido como era debido, intentar que se incorporara al mundo del que fue apartado tan súbitamente. Aunque, aun desde la distancia, dudo de que eso pudiera ser tan fácil como muchos lo querían pintar. Porque solo hacía falta observarlo, desde su despacho, por las cámaras de seguridad en toda la base; Anthony E. Stark había quedado dividido entre el niño alejado de su familia, el joven cautivo por años y, el que ahora se presentaba, un inseguro muchacho que no conocía nada del mundo.

Y era cuando las notas resaltan una vez más sobre su escritorio, una pila que ansiaba ser analizada de forma minuciosa, casi obsesiva. Con un suspiro tomo los papeles que había acumulado durante la entrevista, conjuntamente con los archivos que año tras año se habían estado acumulando en torno al muchacho, papeles que no habían sido depositados a una base de datos en la red. Datos, información, descubrimientos, pistas y callejones sin salida que se habían plasmado únicamente en papel, resguardados cuales tesoros, lejos del alcance de cualquier entidad, gubernamental o no. Y ahora parecía tener las respuestas a todo, parecía tener el rompecabezas completo, la película que tomaba forma en su mente mientras iba leyendo y releyendo los informes, ubicándolos uno a uno por periodos específicos, intentando darle forma a esos 13 años de incertidumbre.

» —Fue la noche de mi cumpleaños— comenzando su explicación, Anthony no levanto la mirada, sumergiéndose en sus propios recuerdos —. Era de noche. Hora de dormir. Mi madre menciono algo de ir a revisarme para asegurarse que estaba dormido, por lo que cuando escuche ruidos creí que era ella. No era ella— su voz tembló, mirando la grabadora sobre la mesa.

—¿Quién era?— Fury lo vio inquieto, acomodándose en su lugar.

—Trabajaba en la casa, hace algunos meses. Tal vez. No recuerdo demasiado— negó, con una mueca de inseguridad que no logro disimular —. Fue hace mucho, en realidad. No recuerdo demasiado. Solo. Solo apareció, dijo que todo estaría bien, que teníamos que salir, que algo había pasado. No fue hasta que estuve fuera de la casa, en un auto, que comprendí que lo que estaba mal era, precisamente, eso— relamió sus labios, tardando minutos en poder continuar.

—¿Dónde te llevaron?— cuestiono, una de las grandes cuestiones era el paradero del muchacho, el niño que simplemente no había dado señales de vida durante esos años. ¿Cómo pudo simplemente desaparecer?

—Winona, Minnesota. Ah. Los escuche decir que tomaría unos días pasar por la frontera— hizo un sonido extraño de incomodidad —. Un viaje en auto desde Long Island hasta Winona, al menos eran amables—

—¿Te hicieron daño en algún momento?—

—No. Me trataron bien. El que trabajaba en la mansión siempre jugaba conmigo, hasta me regalaba dulces. Lo siguió haciendo. Dormí casi todo el camino, el resto— se cortó, entre la indecisión y la duda —. El resto del tiempo solo esperaba que llegáramos—

—¿Cuánto duro todo esto?— anotando algunas cosas, Fury reprimió la mueca de molestia.

—No estoy seguro. Cuando llegamos a Winona solo cruzamos la frontera, sin papeles, sin nada. Solo cruzamos— le noto incomodo, inclinándose en sí mismo —. Fuimos hasta Toronto, hasta el aeropuerto, donde tomamos un avión casi inmediatamente. Con valijas que tenían ropa puesta al azar, ni siquiera estoy seguro que algo le quedara a ninguno—

—¿Cómo hiciste para pasar?— lo vio encogerse de hombros.

—Me presentaron como su hijo— lo miro apenas un instante, desviando rápidamente la mirada —. Fue un viaje de unas 7 horas, creo. Solo le pregunte hasta dónde íbamos. Me dijo que Ámsterdam solo era una parada, para que pudiera conocer otros lugares—

Un silencio se extendió por minutos entre ambos, Fury mantenía su mirada fija en el muchacho que no parecía muy dispuesto a seguir hablando, inseguro, tal vez dudoso de continuar. Le dio su espacio, su tiempo, para que tomara la confianza suficiente para que pudiera proceder. Anthony se removió en su lugar, jugando con sus dedos de forma distraída, rebuscando en su memoria aquellos días en que todo parecía muy confuso.

—En realidad no conocí nada— «

Las siguientes horas solo fueron las descripciones de Anthony, a veces mucho más detalladas que otras, de cómo fue que llego al lugar que durante años fue lo único que conoció. A propias palabras había sido entregado a un supuesto matrimonio que, con solo un par de implementos, lo habían hecho pasar como su hijo en el siguiente vuelo hasta Cork, Irlanda. Desde ese punto, sin darle un mínimo de descanso, habían tomado un tren hasta un alejado poblado del condado de Cork, Millstreet, bastante alejado de la mayoría de medios mundiales, un lugar apartado que facilitaba la desaparición completa de una persona. ¿Quién podría reconocerlo cuando era llevado como el adorable hijo de un matrimonio que buscaba un nuevo asentamiento? Anthony recordaba con escalofriante exactitud como ese hombre y mujer lo habían llevado de la mano, aparentando ser una familia feliz, hasta la zona más lejana del pueblo. Aun si la gente hubiera estado notificada de la desaparición del niño, nunca lo hubieran reconocido por el cabello rubio que había estado presumiendo en ese momento debido a la intervención de los adultos. De la misma forma, el castaño parecía remarcar como un recuerdo permanente la amabilidad con la que esas personas le habían tratado, escalofriante a ojos de Fury, quien solo podía ver en aquellas palabras el refugio de un niño que no se había atrevido a afrontar la separación completa de lo que creía su vida.

Durante el resto de horas Anthony contó lo que, para muchos, solo era un fantasioso cuento de suspenso, un guion perfecto para la más perturbadora película que pudiera ser presentada a la sociedad. Porque ni siquiera se había quedado en el pueblo, una treta bien marcada hasta llegar a los límites de la zona céntrica, teniendo como único destino una estructura que a simple vista no distaba de ser una casa apenas un poco más grande que la media. Lo que Anthony específico fue que, si bien desde el exterior no era más que una casa de aspecto poco agraciado, el interior no era más que una gran entrada a lo que era una de las instalaciones principales de H.Y.D.R.A. Menciono, como una anécdota que erizaba la piel, las veces que se matrimonio se dejó ver entre las personas, invitando uno y a otro, dejando que vieran el aspecto aparentemente normal de la casa. La casa que daba acceso a instalaciones aún más amplias por una puerta en la parte trasera que, en realidad, no tenía ingreso a la morada, sino a un corto tramo de escaleras directo a un elevador de aspecto cuidado, el cual descendía hasta, incluso, alcanzar el sub-suelo #23.

Fury no había podido preguntar, en más de una ocasión, donde era que se quedaba. Anthony solía mirarlo fijamente los momentos posteriores a la pregunta, como si la respuesta resultara obvia y al mismo tiempo no. Se quedaba en la casa, al menos durante el primer periodo. Un año o dos, tal vez, en el que siguió aparentando ser hijo de aquel matrimonio. Tiempo en el que recibió una educación mucho más adelantada de la que pudo haber recibido en cualquier otro lado. Para la edad de diez años había terminado toda educación primaria y secundaria entre las paredes de esa casa, al parecer más que suficiente para cambiar su ubicación. Con una risa vaga Anthony había dicho que para el pueblo él había muerto en un trágico accidente, cuando en realidad solo se había mudado de lugar. Para cuando festejaban su funeral él estaba instalándose en lo que era su nueva recamara, en el sub-suelo #23, mientras le explicaban su nuevo plan de estudios.

Durante esa conversación hay cuestiones que Fury comprendió con suma facilidad. En primer lugar, Anthony no fue secuestrado en un intento de H.Y.D.R.A. por doblegar al imperio Stark, mucho menos para obtener algo a cambio del niño; por el contrario, era al mismo Anthony al que habían buscado desde un inicio. En segundo lugar, H.Y.D.R.A. se había encargado de no dañar en lo más mínimo la mentalidad infantil de Anthony, aprovechándose para ganarse su favor, al mismo tiempo que le proveía de todo lo necesario para hacer de su vida tan cómoda como si nunca se hubiera movido de la mansión Stark, con una educación de élite que explotaría todo su potencial. Y en tercer lugar, el Anthony que tenía frente a sus ojos, el que había huido, no era más que un reflejo destruido de lo que debió ser en primer lugar, los restos del hombre que había trabajado incansablemente para una organización que había sacado de él hasta la última gota de su existencia. Una que, muy probablemente, debían desear recuperarlo.

—Mr. Fury— le llamo María, a un costado de su escritorio —. Le han trasladado a las instalaciones que preparamos— aviso, cortándose por segundos —. Recibimos un llamado del apoderado de la familia Stark. Quiere verlo

No hubo necesidad de más palabras.

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Estado: Condado de Cork, Irlanda.

Ciudad: Millstreet.

Localización: #2 Base Principal de H.Y.D.R.A.

Hora: 00:15 hora local.

Como un extraño, ajeno a un mundo de caos, se mantuvo apoyado en una de las paredes que daba directo al pasillo de la oficina central de la base. A su alrededor, corriendo como si de eso dependiera su vida, que no ponía en duda fuera así, varios miembros de la organización buscaban la explicación, pruebas y formas en las que el tesoro había desaparecido de la base sin dejar rastros. Y como una burla impresa entre sus labios, llevo hasta estos el cigarro que hasta el momento había estado fumando, ignorando la estúpida regla de que no se debía fumar en aquel lugar, exhalando con una calma particular el humo de tan culposo placer. Parecía que el caos a su alrededor no lograba alterar sus nervios de acero, como si la noticia no hubiera sido una verdadera sorpresa como lo fue para sus compañeros, supuestos camaradas que corrían de un lado al otro para entregarle a su líder una explicación, que este debería entregar escalones más arriba.

La sola idea parecía arrancar una torva sonrisa del hombre.

—¿En qué piensas, que sonríes cual maniático?—

Steve enfoco su oscura mirada sobre el hombre en cuestión, analizando la expresión supuestamente molesta que se le era dirigida, ensanchando esa sonrisa que provoco escalofríos en su interlocutor, que pretendió no hacerle caso. Fueron minutos sin respuesta, ambos hombres rodeados de aquel caos al que no parecían pertenecer, a un lado del pasillo principal, como estatuas que no se veían afectadas por un entorno que parecía estarse desmoronando a pedazos. Rumlow no había perdido detalle de todo lo que sucedía a su alrededor, identificando y marcando a sus camaradas, siguiendo el recorrido de tanto hombres, mujeres y documentos que fueran de relevancia, reteniendo una sonrisa divertida que quería surcar sus labios. El único motivo por el que no lo había hecho era el rubio que, aun recargado sobre la pared, parecía haber encontrado en su cigarro algo mucho más interesante que cualquier objeto en ese mundo.

—¿Dónde está?— y aunque no era la primera vez que escuchaba esa pregunta, con el mismo tono exigente y grave que el soldado usaba, sabía que no cuestionaba por la misma persona.

—Fue llamado— informo en un tono bajo, casual, sin dirigirle la mirada. A vista de cualquiera que pasara por el lugar, sin que prestara atención a sus palabras, solo podría identificar una silenciosa compañía que ninguno agradecía pero tampoco despreciaba —. Ya está todo en su lugar—

Steve asintió, dejando salir la última exhalación de humo por sus labios: —Da las últimas ordenes, sin fallos, Rumlow— advirtió, apagando el cigarro contra la ropa del más bajo al momento que pasaba por su lado, provocando un gruñido que ni siquiera le hizo volver a verle —. Sigue gruñendo así y te haré morder una almohada entre mis sabanas— se burló sin vergüenza alguna.

Para cuando Steve llego hasta el final del pasillo, con soldados corriendo a su alrededor, fue cuando iniciaron los sonidos de disparos y peleas, gritos y ordenes lanzadas para lo que muchos no estaba preparados. Con una sonrisa de medio lado, el hombre que en su momento fue conocido como el Capitán América, trazaba los caminos de un plan perfectamente estructurado que no debía tener fallas, ignorando los gritos en la que hombres morían por una causa que ni ellos podrían llegar a imaginar. Simples corderos en las manos de quienes gozaban de más poder, corderos movidos por los hilos de los más listos, los más fuertes.

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Estado: Condado Cork, Irlanda.

Ciudad: Millstreet.

Localización: #2 Base Principal de H.Y.D.R.A.

Hora: 03:00 hora local.

Se dejó caer pesadamente sobre la silla que, milagrosamente, se había logrado mantener en pie en medio de aquella oficina destruida. El escritorio frente a él tenía un revuelo en papeles, documentos y restos de computadoras que no se molestó en entender, sabiendo que lo que era importante ya estaba resguardado en un servidor seguro, así como todo plano que pudiera serle de utilidad a futuro. La habitación, amplia habitación que fungía como despacho principal de la base, ahora no era más que un gran desastre con rastros de sangres, balas y cuerpos en próxima descomposición. Y aun así eso no fue suficiente para Steve como para provocarle algún sentimiento de desagrado o incomodidad del lugar, recargándose en el respaldo de la silla con un suspiro de cansancio que no supo disimular. Ignorando, adrede, al hombre agonizante a un lado de donde estaba sentado, el mismo hombre que esa mañana había obedecido como un soldado perfectamente entrenado, al que había seguido, obedecido y protegido con gran habilidad.

Hombre que ahora solo veía morir en la más profunda empatía.

—¿Qué sucede, Mr? Debería hablar más claro, no se le comprende— se burló, con el pie presionando la cabeza de Negan Astor, líder de la #2 Base Principal de H.Y.D.R.A., quien solo atino a quejarse en un vano intento de liberarse —. Que desagradables formas de pedir las cosas—

—B-bastardo tra-traidor— escupió, provocando la sonora carcajada del rubio, escalofriante, que lleno el lugar.

—¿Traidor? Todo lo que hago es por H.Y.D.R.A., ¿y osa llamarme traidor?— su gesto sonriente se perdió en una seriedad que estremeció al hombre en los suelos. Un golpe, antes de levantar su cabeza para tenerlo de frente completamente, analizando con su mirada las facciones violentadas —. ¿Qué podría esperar de usted, Mr. Astor? Tan inútil y estúpido, es obvio que no comprendería que lo que estoy haciendo, todo esto, no es más que la muestra más pura de mi lealtad hacia los ideales de esta organización—

—¿Lealtad? ¿Me estas jo-diendo?— replico en voz jadeante, con un tono irónico que hizo al rubio pensar en sus siguientes palabras.

Suspiro: —Ahm, podría pasar horas explicando esto pero— pauso, tomando el mentón del hombre para alzarlo aún más —, ¿Por qué gastar mi tiempo en un hombre tan obtuso? Es por eso que H.Y.D.R.A. está donde está, cayendo miserablemente ante los Avengers, como niños jugando en el patio de su casa, no son más que un chiste— lo dejo caer, recargándose una vez más en la silla —. Tantos años desperdiciados, ni siquiera han sabido aprovechar las herramientas a su disposición. ¡Conquistar el mundo!— se mofo, soltando una carcajada al echarse atrás —. No pueden ni apoderarse de un simple y estúpido pueblo por sus propias manos, como para siquiera pensar en algo más grande—

—¿Y tú sí?— rebatió desde el suelo, con respiración trabajosa, intentando mantener la vista en el hombre que le miro soberbio desde su lugar.

—Bueno— comenzó, tomando el arma que mantenía en su cinturón, apuntando al hombre —, no estará para comprobarlo, Mr. Astor—

El sonido del disparo al tirar del gatillo se perdió entre las paredes de la habitación poco antes de que la puerta principal fuera abierta. Con pasos sigilosos, con una calma que no parecía propia de un momento como el que la base estaba pasando, se acercó hasta el escritorio en donde Steve mantenía los parpados cerrados, aparentemente dormido en su lugar. Al menos eso parecía, si no fuera por el muy sutil movimiento de la silla en la que estaba sentado. El hombre, androide, se paró a un lado del rubio, obviando el cadáver, que estaba a un lado del escritorio, el cual comenzaba a desprender la sangre que manchaba los, ya de por sí, sucios suelos.

—¿Algo nuevo, Visión?— hablo Steve, sin abrir los ojos, sabiéndose centro de la mirada del androide de piel roja.

—No hay más resistentes, Capitán— informo extendiendo hacia el rubio una de las pantallas holográficas sobre la que se podía ver los datos de bajas y perdidas en el ataque. Información que el rubio observo con gesto aburrido —. También se han limpiado los servidores, en un par de horas todo estará en funcionamiento para comenzar la reconstrucción de las instalaciones. Uhm— pareció dudar, inclinando su cabeza con levedad como si pretendiera decir un secreto a voces —. Hemos recibido un reporte, Mr. Barnes lo está descodificando—

—¿De los gemelos?— el androide asintió, dándole la razón —. Intenten obtener el servicio lo antes posible, cuando lo hagas, envía un mensaje a la #1 Base Principal de H.Y.D.R.A. de parte de Mr. Astor, explica las fallas en el sistema y la súbita caída que se sufrieron durante estas horas. Alega que aun esta en reparación, tardara en restituirse—

—Comprendido— espero durante el tiempo que el soldado pareció pensar sus siguientes palabras.

—¿Qué hay de su paradero?— cuestiono al fin, pasando la mirada por la información que se iba mostrando en pantalla, deteniéndose en la única persona que había salido de la base mucho antes de la confrontación.

—Logro atravesar el atlántico, perdimos su paradero cuando la señal se cortó. Al parecer— no supo continuar, suspirando —. Al parecer tuvo una caída no premeditada. Intente rastrearlo, pero debido al daño actual de las instalaciones— agrego al desviar su mirada por el lugar, que a simple vista era la habitación con menos daño de la base —. Intentare tenerlo mañana—

—Trabaja con J.A.R.V.I.S., debe tener acceso a los sistemas gubernamentales— agrego al pararse de su lugar, sacudiendo el inexistente polvo de su traje. Visión solo asintió —. Recuerda avisarme ante cualquier cambio—

—Capitán— llamo antes de que se fuera —. ¿Por qué dejarlo ir?— se atrevió a cuestionar, recibiendo una mirada del rubio, acompañado de una sonrisa que prometía muchas cosas. Muchas, o todas, nada que otros desearan.

—Por diversión—