¡Hola! Señoras y señores. Con esto quizá me gane el odio de los sasusaku's fans, peeeero ¡les traigo otro fic Sasuhina!

Como ya vieron en el resumen la historia no es original sino que está basado en aquella novela tan conocida. Siempre tuve la idea de querer hacer una adaptación sobre ella y por eso escribo esto. Los detalles no los recuerdo, así que sólo trataré de ajustar un poco las cosas, el resto es todo mío.

Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen, son de Kishimoto-sama... El argumento principal tampoco es mío sino que fue idea de Gaitan, yo no recuerdo muchos detalles sobre la novela, así que todo lo demás es sólo mío e invento de esta hermosa cabecita que sí es de mi propiedad. No crean que esto es sólo un copy-paste ;).

Desde ya perdonen los posibles errores...

Sin más preámbulos...

A leer ^.^)/

Capítulo 1:

La desilusión de Hinata y un nuevo rumbo...

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Los aplausos colmaban el auditorio. Hinata Hyuuga portaba en el rostro una grandiosa sonrisa. Estaba realmente exultante, ya que luego de mucho esfuerzo, había logrado graduarse y no sólo eso, sino que lo hacía con todos los máximos honores que un alumno universitario podía conseguir.

Cuando oyó su nombre de boca de uno de los rectores, su corazón dió un vuelco. Se dirigió al estrado, mientras la ovación general continuaba. El decano le entregó su diploma y las condecoraciones, proclamando a viva voz que ella era la mejor alumna en más de tres generaciones. Una vez que tuvo la medalla y los trofeos entre sus manos, ella los levantó al aire como si fueran una señal de triunfo. Vió como su padre y su madre, sentados en la primera fila, la aplaudían y se emocionaban de la misma manera.

-Gracias a todos... -dijo frente al micrófono, con la voz expresando toda su emoción. Un joven muy apuesto se acercó, le besó la mejilla izquierda y le entregó un hermoso ramo de rosas rojas, que ella aceptó con un sonrojo. Su madre comenzaba a derramar lágrimas, su padre tenía el pecho colmado de orgullo, su mejor amigo estaba con ellos alentándola como siempre. Hinata les sonrió nuevamente. -Este día es muy especial para todos nosotros. Hemos transitado un largo camino, pero hoy al fin hemos alcanzado aquello que soñamos por años. Hoy dejamos de ser estudiantes, para insertarnos en la sociedad, contribuyendo a su desarrollo. Hoy nos convertimos en médicos, abogados, psicólogos y muchos otros profesionales, hoy somos...

-Hinata... Hinata... -oía que aclamaban, interrumpió su discurso y disfrutó un poco más del momento. Estaba embriagada de felicidad. ¿Podía haber algo más fantástico que el reconocimiento al esfuerzo? -Hinata... Hinata... -continuaban vitoreando, hasta que de la nada, y para darle un toque aún más irreal a todo, comenzaron a llover pétalos de rosas blancas. Eran hermosas, ¿pero porqué se sentían frías cuando la tocaban? -Hinata... -los pétalos se fueron convirtiendo en una gran catarata de agua que la bañó por completo.

-¡Hinata despierta de una vez! -abrió los ojos de golpe. Con el corazón completamete acelerado, se pasó una mano por el rostro, y luego la llevó hasta su mesa de luz para buscar con desesperación sus anteojos.

El público, sus aplausos, las lágrimas de felicidad y las rosas se habían esfumado por completo. En su lugar sólo estaba la íncómoda sensación de estar mojada... y la cara de fastidio de su mejor amigo.

-Era hora, ¿cúanto tiempo más pensabas estar dormida? -bufó el joven mientras la veía.

Hinata frunció una ceja. Se retorció en la cama y comenzó a sacudir sus piernas con rapidez. Apretó la almohada contra su rostro, soltó una especie de sonoro suspiro de desilusión y algo de molestia. Cuando al fin se tranquilizó, pudo enfocar bien su vista, se dirigió a su compañero;

-Neji, ¿en verdad era necesario usar el agua? Estaba soñando algo tan maravilloso, has arruinado mis sueños -le reprochó, secándose el agua que le empapó el rostro.

-Hmph. No es tiempo para sueños, sino para realidad. -le dijo Neji mientras le alcanzaba una toalla. -Apresúrate, debemos comenzar temprano. -sin más, él se retiró dejándola sola.

Hinata terminó de secarse y se puso de pie, para dirigirse al baño, mientras pensaba que quizás le había dado demasiada confianza a Neji. ¿Qué clase de caballero despertaba a una dama con un frío vaso de agua? Bueno, si lo pensaba con un poco más de frialdad, estaba perfectamente al tanto que Neji no era ningún no recordaba desde hacía cuando tiempo eran amigos. ¿Cuatro? ¿Cinco años habrán tenido cuando se conocieron? No lo recordaba, lo único que sabía era que Neji siempre había estado allí. Se parecían en cierta forma, los dos eran tremendamente inteligentes, sabían las debilidades del otro, se acompañaron en los momentos de mayor soledad y ambos... eran feos.

"El dúo cerebro" "Señor y Señora zombie" "Los pegasustos" entre otros que no queria siquiera recordar, habían sido los apodos con los cuales los habían denominado durante toda la primaria, secundaria, e incluso parte de la universidad. Pero pese a todo, debía decir que tener un amigo durante todo ese tiempo, era algo que agradecía. Lo que más apreciaba de Neji era su honestidad pura. Él jamás mentía, ni siquiera intentaba disfrazar en lo más mínimo la realidad, eso era una gran cualidad, o quizás una gran maldición, tal como lo era su hermosa cabellera castaña, que había maravillado y decepcionado a muchas novias de internet. Rió un poco y alivianó su anterior malhumor, recordando las anécdotas de Neji y sus relaciones fallidas.

Varios minutos luego de su baño matutino, Hinata bajaba las escaleras. Pisando los últimos peldaños, podía ver a su familia sentada a la mesa, tomando el desayuno.

-Buenos días. -los saludó con una leve sonrisa, mientras caminaba hacia ellos.

-Buenos días amor. -le dijo su madre con amabilidad al tiempo que se servía una taza de café. Kurenai era una mujer de cuarenta y cinco años, delgada, de cabello castaño que siempre lo usaba recogido en forma de dona. Su característica principal era su sonrisa confiable, su absoluta comprensión hacia los demás y su devoción hacia su familia.

-La hora es importante Hinata, deberías tener un poco más de responsabilidad con tus horarios. -habló su padre, sin separar sus ojos de su periódico. Hiashi Hyuuga, era un hombre de cincuenta y tres años, de carácter algo frío, reservado, exigente y sobreprotector. Con los años, en el vecindario se había ganado de sobrenombre "el cascarrabias Hyuuga" lo cual lo ponía de un malhumor aún más severo cada vez que se lo recordaban.

-Lo siento. -se disculpó ella y tomó asiento al lado de su madre.

-Hiashi, Hinata-chan se quedó dormida porque estuvo estudiando hasta muy tarde. ¿verdad Hija?

Neji al lado de Hiashi comía unas tostadas y observaba con atención el aspecto de su amiga. Se acomodó sus, gruesas y amplias, gafas con el dedo índice. -Lo que debería hacer Hinata es estudiar un poco menos, o su cerebro se sobrecargará y luego además de fea, terminará...

-¡Mocoso maleducado, cierra esa boca! ¿Cómo te atreves a llamar fea a la licenciada en economía, Hyuuga Hinata? -lo calló Hiashi usando un tono seco, pero Neji no se mostró afectado con eso, sino que continuó comiendo con una sonrisa adornando su rostro. Al parecer habían pasado por ese tipo de situación en numerosas ocasiones.

Los cuatro continuaron desayunando como lo hacían diariamente, cuando el teléfono sonó.

-Voy yo, debe ser para mí. Estoy esperando una llamada... -dijo Hinata levantándose para ir hacia una de las esquinas donde estaba el aparato. La mesa continuó con normalidad. Hinata atendió el telefono y se encontró con la voz de una mujer desconocida. Era de parte de la empresa donde ella había solicitado un empleo.

-Lo sentimos pero en estos momentos estamos completos. De todas formas muchas gracias por envíar su currículum. -se disculpaba la mujer.

-Sí, no se preocupe... Muchas gracias por llamar... -Hinata dejó el teléfono en su sitio. Una sensación de tristeza la invadió. Se había graduado hacía más de dos semanas, y durante todo ese tiempo había estado buscando empleo pero lo único que escuchaba era aquella frase repetitiva y automática diciéndole que no la necesitaban. ¿Porqué alguien con excelentes calificaciones y aplicada como ella no hallaba un empleo? Tenía una ligera sospecha, pero de todas formas aún conservaba la esperanza de encontrar algo pronto. Volvió a la mesa y terminó de comer junto al resto de su familia.

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Naruto Uzumaki caminaba en dirección a su oficina. Mientras se cruzaba con las miradas y los saludos de los empleados de la compañía en donde trabajaba, bebía su café expreso y leía los últimos mensajes que acaban de llegar a su celular. Nada importante, ultimamente todo estaba muy calmado.

-Vaya, parece que esta vez se ha armado una grande. -murmuró una mujer de cabello castaño, unos metros adelante. Naruto arqueó una ceja y continuó avanzando hacia lo que parecía una especie de reunión, de mujeres, secreta.

-Pues sabíamos que esto iba a pasar ¿cuánto tardó en caer nuevamente? -preguntó una algo corpulenta.

-Un mes y dos días. Los hombres son todos unos cerdos asquerosos -terció una joven rubia.

-De todas formas, ella sabe perfectamente como es, aún así lo deja seguir comportándose de esa manera. Una mujer que no sabe poner límites no merece ser mujer. -dijo una de piel morena.

-¿Límites? aquí todas sabemos que él no tiene límites, y si los tuviera hace rato que los ha traspasado. Ni siquiera su madre se ha salvado de verse involucrada en sus mentiras ¿Recuerdan el día que inventó que la pobre señora Mikoto estaba enferma para poder salvarse de una de sus citas?

-Yo lo recuerdo perfectamente. -la voz hizo que las mujeres, que estaban muy compenetradas en su charla, se sobreexaltaran.

-¡Se-señor Uzumaki!, buenos días. -se pararon y alinearon como si estuvieran en el ejército. Lo saludaron con una reverencia, mientras trataban de encontrar alguna excusa que justificara el porqué estaban todas con las orejas pegadas tras la puerta, que daba al despacho principal.

-¡Eres un maldito desgraciado! -oyeron de pronto desde el otro lado.

-Parece que nuestro jefe ha hecho de las suyas nuevamente. -dijo Naruto, las mujeres asintieron al mismo tiempo. Él las miró a todas y luego se llevó el dedo índice a los labios para indicárles que guardaran silencio. Ellas volvieron a ratificar sus palabras, casi mecánicamente.

Del otro lado de la puerta, Sasuke Uchiha trataba de lidíar con una de las rabietas femeninas que más detestaba. Su novia estaba pidiéndole explicaciones sobre una supuesta infidelidad. Aparte de histérica, ¿era idiota como para creer que él mismo se delataría? Eso no sucedería ni en un millón de años.

-¿Hace cuanto tiempo estás con esa mujer? -preguntó la joven que estaba frente a él. La expresión que ella tenía en el rostro era lo suficientemente molesta como para aterrorizar a cualquiera.

-No sé de lo que estás hablando y tengo trabajo que hacer. -le dijo dirigiéndo sus ojos negros hacia la pantalla de su computadora y tecleó unas letras, para restale importancia a la "discusión". Ella apretó los puños, la actitud de ese hombre le estaba haciendo perder la cordura.

-¿No sabes de lo que estoy hablando eh? -Sasuke continuaba con su postura de no prestarle atención. La conocía, en algún momento se cansaría se gritar y se marcharía. -Entonces, ¿esto te parece familiar Sasuke Uchiha? -sin más palabras le lanzó sobre el escritorio un montón de fotografías. El joven tomó una de ellas y miró al frente.

-¿Dónde conseguiste esto?

-¿Qué? ¿Crees que puedes hacer lo que quieras sin que me entere? ¿Dónde conociste a esa mujer?

-...

-¡Cóntesta de una maldita vez! ¡Estoy harta de tus mentiras! -gruñó pasándo con furia su mano sobre el escritorio, tirando al suelo todos los paleles y demás cosas que se encontraban encima. Sasuke juntó las cejas, su paciencia había llegado a un límite. Se puso de pie y rodeó el escritorio. -Eres un maldito idiota. -siguió recriminándole ella. -Yo siempre confié en tí. Creí en tí, ¡pensé que esta vez cambiarías y dejarías de comportarte como un ninfómano!

-Deja de gritar. Aún no hay nada que nos una definitivamente, así que lo que haga o deje de hacer con mi vida no es asunto tuyo. -le dijo usando un tono completamente severo, pero que no se correspondía con la calma que su rostro reflejaba.

-¡No voy a callarme! ¿Quién te crees que eres? Esta es la última vez que tolero que me hagas algo como esto, no esperes que me quede sentaba viendo como me engañas con media Konoha. -buscó su bolso de diseñador del asiento en el que lo había colocado, y se dirigió hacia la puerta. -Tu madre y tu familia se enterará, Sasuke. Quizás pienses que yo no puedo interferir en tu vida, pero veamos que opinan ellos de todo esto. -sin más abrió la puerta.

No esperó encontrarse con más de siete personas que estaban apoyadas tras el umbral. Todos habían estado escuchando atentamente el discurso que acaba de darle a su novio -o ex-novio por el momento-.

-Buenos días señorita Sakura. -la saludaron luego de ser nuevamente descubiertas infraganti. Ella les lanzó a todas una de sus peores miradas.

-¿Acaso no tienen nada más que hacer? ¡Vuelvan a sus puestos de una maldita vez! -les gritó y eso fue suficiente para que todas aquellas mujeres desaparecieran.

-Sakura. -dijo Naruto con una sonrisa algo forzada.

-Tú eres el peor de todos. Ahora vé, consuela y sigue encubriedo al estúpido de tu mejor amigo. -le escupió con el mayor de los resentimientos y luego se alejó por el pasillo, haciendo que sus altos tacones resonaran en el encerado piso.

Naruto soltó un soplido y se dirigió al despacho de Sasuke. Abrió la puerta y se encontró con la figura de su amigo que le daba la espalda, ya que estaba contemplando las agitadas calles de la cuidad desde el gran ventanal.

-Esto fue el sábado ¿o me equivoco? -le preguntó recogiendo una de las cientos de fotografías que estaban esparcidas por el suelo.

-Hmph, ha hecho todo un escándalo.

-Evidentemente Sakura ha mejorado sus habilidades como espía. En esta foto te ves bien. -bromeó juntando otras más.

-No, esto no lo ha hecho ella sola. Sakura tenía información que sólo una persona tenía. -Sasuke volteó y miró directamente a Naruto.

-¿Crees que fue...?

-Por supuesto lo fue.

Temari, Tenten, Karui, Anco y Karin estaban cada en una ubicadas en sus respectivos escritorios, ninguna dejaba de mandarse mensajes a través de su grupo de "Whatsapp" donde comentaban y especulaban sobre lo que había ocurrido entre Sasuke Uchiha, el único hijo de los dueños de la compañía "Akatsuki", reconocida mundialmente y especialista en todo lo relacionado a la moda y la publicidad, y Sakura Haruno, su prometida e hija menor de los accionistas mayoritarios de la empresa en donde ellas trabajaban como secretarias.

-"Esta vez ella no va a perdonarlo" -escribió Tenten.

-"Opino lo mismo, es la quinta vez. Sería una completa idiota si lo hiciera" -la secundó Anco.

-"Ella está locamente enamorada de él, no me extrañaría que lo perdonara una sexta vez" -posteó Karui.

-"Apuesto mi almuerzo a que lo perdona" -se atrevió Karin.

-"No creo que sea posible, no hay nada peor que ser engañada... El señor Sasuke es un malnacido como todos los hombres, lo único que le interesan son las faldas. Todo lo demás pierde sentido para ellos... Desgraciados" -escribió Temari mientras fruncía las cejas.

-Patético, otra vez buscando entre los problemas de los demás. ¿Qué acaso no tienen nada mejor que hacer? -dijo Ino. Una rubia de larga cabellera, que llevaba una falda excesivamente corta como para ser adecuado en una oficina.

-¿Otra vez metiéndote en nuestros asuntos? ¿Acaso tu cerebrito no puede estar contento si no nos fastidia el día? -le dijo Temari con una mueca de burla.

-Hmph, grupo de brujas feas. Seguramente están hablando de mi amiga, sólo esperen a que se entere. Sakura no perderá el tiempo y las echará a la calle a todas una vez que se case con Sasuke.

-A la que deberían echar es a otra. -le dijo Tenten poniéndose de pie, ella era verdaderamente alta en comparación al resto. -¿tan desesperada estás porque esa boda se realice? Recuerda que la que se casa es la señorita Sakura no tú, así que no pienses que por llevarte bien con ella, estás a un nivel superior al nuestro. -le dijo y le hizo un gesto mostrándole que le faltaban muchos centímetros para alcanzarla.

-Es verdad. En vez de preocuparte por la boda de otros, mejor preocúpate por conseguir un novio con dinero, haber si de esa forma puedes pagar tus deudas. -le dijo Anco, mientras comía un pastelillo de crema y le extendía varios recibos que habían llegado por la mañana.

Ino los tomó rápidamente, su bonito rostro se pinceló con un rubor que la hizo enfurecer aún más. No podía aceptar perder contra aquellas mujeres, que consideraba tan inferiores a ella misma. Apretó las facturas entre sus puños y las miró a todas con sumo desprecio.

-La que debería procuparse por algo eres tú y tu figura. Un día de estos vendrás a la oficina rodando, y las que más estás urgidas para encontrar novio son ustedes... Aunque no creo que la apariencia que tienen puedan conseguir algo bueno, pero ni modo, no todas tienen la suerte de ser tan hermosas como una muñeca, como si lo soy yo. -Ino comenzó a reirse. En verdad gozaba como nada fastidiarlas.

-¡Esta cabeza de plástico...! -Temari detuvo su intento de agresión hacia Ino, cuando todas oyeron unas voces conocidas.

-¡Le juro que no he sido yo Señor Uchiha! ¡Todo esto es sólo un error! -decía una joven de cabello largo y negro. Sasuke estaba frente a ella mirándola con total seriedad.

-El único error aquí, ha sido el mío al contratarte. Recoge tus cosas y largo.

-¡No puede hacer esto! Se lo juro no he sido yo, por favor reconsidere que...

-¿Quién es la única que sabía los horarios de salida y entrada, y además manejaba mi agenda?

-Yo... yo...

-¿Dirás que no te has dejado sobornar por Sakura? ¿Cuánto te ha dado por espiarme?

-...

-Quizás ella te dará empleo ahora que has perdido este. -La joven tenía los ojos llenos de lágrimas, abrió y cerró la boca varias veces como un pez, pero no fue capaz de decir nada más para defenderse. El tono de voz de Sasuke y su mirada oscura parecían poder ver a través de la mentira.

-Lo siento... -fue lo único que pudo murmurar.

Sasuke sabía que todos sus empleados, de aquella sección, estaban observando atentamente la escena. Lanzó una mirada general que sirvió de advertencia y los curiosos se pusieron a trabajar de inmediato.

-Hmph, tienes cinco minutos. -le dijo a quien, hasta hacía unos minutos, era su secretaria y luego volvió a ingresar a su despacho.

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Hinata soltó un largo soplido cargado de agotamiento. Era la novena agencia de empleos que visitaba en el día y en todas ellas las palabras continuaban siendo las mismas. Nadie tenía empleo para ella, nadie le daba siquiera una esperanza para conseguir algo bueno.

Era una experta en finanzas ¿qué acaso no existía ni una sóla oficina que apreciara eso?

Estaba en una larga fila, junto con los demás postulantes, que aspiraban a un puesto en la sucursal de ese conocido banco. Dió un vistazo general a los presentes. Todos vestían formalmente, los hombres de saco y corbata, las mujeres de falda y camisa. Ella también estaba vestida de manera formal. Ese día, optó por una camisa celeste claro, que tuvo que pedir prestado de su madre, y una falda marrón chocolate, que le llegaba unos diez centímetros por debajo de las rodillas. Los zapatos de tacón de las demás estaba segura que medían más de veinte centímetros, los suyos eran marrones, pero de suela súper baja. Las demás mujeres parecían modelos por lo arregladas y bellas que se veían. Ella apenas y se había colocado una crema humectante en el rostro. Su cabello lo recogió en forma muy tirante, y para sujetar unos mechones rebeldes, siempre usaba unas grandes horquillas rojas, además se había esmerado en mantener impecables sus aparatos de ortodoncia.

En resumen, estaba completamente al tanto de que su aspecto no era uno de los más agraciados, pero para Hinata siempre había sido más importante los conocimientos que albergaba dentro de su cabeza, que la imagen que proyectaba a los demás.

Largos minutos fueron pasando, hasta finalmente quedaron cuatro personas más y ella. Cuando le llegó el turno, tomó asiento frente a la recepcionista. A su lado estaba otra joven. La secretaria les pidió que esperaran. Hinata asintió con una sonrisa que mostraba sus frenos. Mientras aguardaba que la secretaria llegara, echó un ligero vistazo al currículum de la bella chica de estaba a su lado. No quería ser pretenciosa, pero este no llegaba ni siquiera a ser un cuarto de lo que era el suyo. Definitivamene estaba vez conseguiría el empleo. Estaba muy confiada en que esta vez sería así.

-Señoritas hemos estado entrevistando todo el día y sus currículums son dos de los más completos. -les anunció la secretaria cuando volvió. -Sobre todo el suyo, señorita Hyuuga. -le dijo. Hinata sintió el orgullo emerger dentro de ella. -Estamos impresionados, pero sólo hay lugar para una. De todas formas gracias por presentarse. - La joven leyó un papel, miró a ambas. Hinata comenzó a respirar con más prisa, por fin conseguiría su primer empleo. -Felicidades señorita, queda contratada. -la sonrisa de Hinata se fue desdibujando de su rostro y sintió como los ojos comenzaban a picarle por las lágrimas, que se esforzaba en detener. No la habían contratado a ella...

Su inteligencia la había llevado a ser la presidenta del club de economía en la universidad, había ganado concursos nacionales de matemáticas desde la primaría. Tuvo el honor de ser condecorada en numerosas ocasiones por las más altas autoridades académicas, pero nada de eso pudo ante la belleza. Ninguno de sus diplomas le bastaba para ganarle aquellas chicas, delgadas, altas y preciosas que abundaban en todas partes. Nada, ninguno de los conocimientos sobre cálculos, economía, idiomas, computación y demás, servían ante una cara bonita.

Salió de aquel lugar con el pecho agitado, y la mayor desilusión que en años pudo haber sufrido. ¿Porqué tenían que ser tan injustos? ¿Porqué no podían apreciarla por lo que era y no por su aspecto? ¿Porqué tenía que pasarle eso a ella?

Comenzó a caminar con más prisa. Eran las cinco de la tarde y la gente circulaba en abundancia por las calles. Cada paso que daba sentía que aflojaban cada vez más las lágrimas. Tenía unas incontrolables ganas de gritarles a todos, de pedir explicaciones, de reprocharle al mundo entero todo su superficialismo. Era injusto, eso era injusto, era la mayor injusticia de todas, repetía su mente una y otra vez. ¿Cómo se suponía que llegaría a casa? ¿Cómo le explicaba a sus padres que su hija, licenciada, no podía conseguir un simple empleo? De sólo pensarlo las lágrimas aumentaban más y más.

Su celular, anticuado y feo, comenzó a sonar. Trató de tranquilizarse lo más que pudo y luego contestó;

-¿Hola...? -por más que trató de evitarlo, su voz sonó quebrada.

-Hinata. ¿Cómo te ha ido? ¿Has encontrado algo? -le preguntó Neji del otro lado.

-A... No, aún no he hallado nada... -le contestó en forma apagada.

-Ya veo, yo tampoco he tenido suerte. Supongo que soy demasiado bueno para el mundo laboral. -bromeó.

-Neji...

-¿Qué sucede? ¿Te ha ocurrido algo malo?

-Neji... -Las lágrimas de Hinata se desbordaron por completo de sus ojos. La gente pasaba a su lado le lanzaba miradas, murmuraban, pero no hacían nada más.

-Oye, Hinata. Espera ¿dónde estás? Voy a buscarte, sólo dime tu ubicación...

Dos días más tarde. Hinata estaba en el sereno living de su casa, revisando las facturas que acababan de llegar. Oficialmente la economía de su familia estaba tambaleando. Su madre durante su juventud había trabajado como bibliotecaria, pero renunció a su empleo al quedar embarazada de ella y desde ese momento se había convertido en una ama de casa. Su padre era empleado del gobierno, algo que tenía una buena remuneración, pero desgraciadamente Hiashi, aunque él no iba a aceptarlo por nada del mundo, estaba sintiendo el peso de la edad y el día de jubilación estaba cada vez más cerca. Hinata no podía evitar sentirse una carga en su casa, debía conseguir un empleo y ayudar como sea.

"Lo sentimos hemos contratado a alguien más..." Había oido eso durante toda la semana y ya estaba harta. Realmente harta, pero a la vez se sentía derrotada, por eso había escuchado el consejo de Neji y decidió bajar un poco sus espectativas sobre el nivel del puesto al que siempre había aspirado. Su amigo, que también buscaba trabajo pero no tenía tanta prisa como ella, le había traido una buena cantidad de periódicos donde se anunciaban empleos para poder ayudarla. Hinata sabía que los buenos puestos no se anunciaban en los diarios, aún así se saltó directamente a la sección de clasificados.

Estuvo hojeando y leyendo durante un buen rato, sin que nada interesante apareciera. Hasta que en uno de los diarios, le llamó la atención la publicidad de "Akatsuki", una de las mayores agencias de moda del pais. Sabía que conseguir un trabajo en ese sitio era prácticamente imposible y por eso, había oido alguna vez, que los puestos allí se pagaban de maravilla. Continuó leyendo el anuncio y advirtió que más abajo daban la dirección de la empresa. Sus ojos fueron a parar hacia su currículum que estaba a un costado. La tentación comenzó a llamarla, pero la frustración estaba muy presente en ella.

Si no había conseguido empleo en un banco ¿porqué habría de conseguirlo en una empresa relacionada a la moda? Era completamente ridículo meditar siquiera la idea. Sacudió la cabeza y continuó leyendo los otros diarios.

Los minutos fueron pasando. Sólo tres, de los más de mil puestos y servicios que se ofrecían, llegaron a interesar a Hinata. Los remarcó con un resaltador rosa y los observó por varios segundos sin decidirse. En su mente también insistía la empresa Akatsuki y la probabilidad, cero en un millón, de ser siquiera considerada. Soltó un suspiro y tomó su currículum.

Su foto estaba allí en una de las esquinas. La repasó con la vista. Allí estaban su conflictivo cabello de ese tono semi azulado, que no comprendía de donde había salido. Sus ojos grises claros, enmarcados por esos enormes anteojos que endurecían en demasía sus rasgos. Su nariz pequeña daba paso a unos labios delgados, que ocultaban aquellos molestos aparatos de correción dental que usaba desde que era niña... En verdad era fea, pensaba mientras se contemplaba. Suspiró una vez más, perdiendo la cuenta de cuantas veces lo había hecho ya.

Cubrió su fotografía con la palma de su mano. La idea de probar suerte, volvió a atacarla. Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado al otro. Reflexionaba sin apartar su vista del anuncio y de su hoja de servicios.

-¿Qué pasaría si lo envío? -se preguntó mordiéndose el labio inferior y fruciendo las cejas, gesto que solía hacer cuando se ponía verdaderamente nerviosa. Lo meditó una y otra vez, hasta que por fin se decidió. Peor de lo que le había ido hasta el momento no podía irle, así que encomendándose a Dios y a todos los Santos, tomó su currículun y la dirección de aquella compañía.

Cuando eran las siete de la tarde. Hinata y su madre se encontraban en la cocina preparando todo para la cena. Kurenai percibía cierto aire de melancolía rondar a su hija, le había preguntado si sucedía algo, pero Hinata respondió que sólo estaba cansada por haber salido a caminar.

-Yo me encargaré de las cebollas mamá. -le dijo mientras se lavaba las manos y se colocaba un delatal color rosa pastel.

-Y yo me encargaré de atender la llamada. -dijo Kurenai cuando el teléfono comenzó a sonar en el living. Hinata asintió y siguió con su labor de cortar aquellos conflictivos vegetales. -Sí e-spere un momento, por favor. Hinata, Hinata hija, apresúrate.

La joven se asustó con el llamado de su madre y salió a su encuentro, olvidándose que tenía media cebolla en la mano. Cuando llegó donde Kurenai, ella sin más, le puso el teléfono en la oreja.

-¿Es usted la señorita Hyuuga Hinata? -le preguntaron del otro lado.

-S-í, soy yo... -contestó confundida, su madre la miraba expectante.

-Hablo desde la empresa Akatsuki. Usted nos ha enviado un currículum verdaderamente sorprendente, en vista de eso es que quisiera saber si tendría algún inconveniente en presentarse aquí, mañana a las ocho de la mañana. -Hinata sintió que los ojos se le humedecían.

-Sí, p-or supuesto que estaré allí.

-Muy bien, la esperamos. Por favor sea puntual, hasta luego. -la otra muchacha colgó.

-Hasta luego... -Hinata colocó el teléfono en su sitio. ¿Había calculado que la probabilidad de que la consideraran era cero en un millón? Acababa de darse cuenta de que era muy mala prediciendo probabilidades...

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Fin capítulo 1

Notas de invierno: esto es todo por ahora.

Si no les agradó no duden en decírmelo. Gracias por leer.

Sayonara ^.^)/