Aclaración: Harry Potter pertenece a J.K. Rowling

Fic ganador del premio a "mejor universo alterno" por los Amortentia Awards. Muchas gracias por sus votos.


La lección de Hermione


Capítulo 1- Ingenua observación


-¿Habéis escuchado lo que Seamus le ha dicho afuera a Parvati?- Ron se sentó con sus dos mejores amigos en la mesa del Gran Comedor. Como siempre, Hermione tenía su rostro hundido en un ancho libro y Harry estaba terminando una redacción para la clase de Transformaciones. Iban por el segundo día de clase y ya estaba atrasado.

-No, Ron, ¿cómo podríamos haberlo hecho?- respondió Hermione con ironía. Las mejillas del mago se tiñeron de rojo, avergonzado. Antes de que respondiera algo hiriente Harry intervino.

-¿Qué ha dicho Seamus?

Ron les miró detenidamente a los ojos antes de responder.

-Tom Marvolo Riddle ha vuelto.

Ambos contuvieron las respiraciones. Hacía tiempo que no escuchaban ese nombre. Ya se había evaporado de sus pensamientos para ser sólo una lejana anécdota. Siete años habían pasado desde que entraron en Hogwarts como alumnos y cada año habían tenido un profesor diferente para Defensa Contra las Artes Oscuras. Se decía que el auténtico profesor, al que Dumbledore había concedido seis años de permiso, había maldecido el puesto para que nadie se hiciera con él. Al parecer el hijo pródigo había vuelto a casa.

-Dicen que junto con Dumbledore es el mago más poderoso del siglo- murmuró Hermione- Fue Prefecto y Premio Anual, el alumno más brillante que nunca haya pisado Hogwarts- a cada palabra su admiración crecía- ¡Y va a ser nuestro profesor!

Los dos magos se apartaron discretamente de ella, lanzándole extrañas miradas.

-A mis padres no les gusta. Dicen que sabe demasiado sobre magia negra- recordó el pelirrojo- Y a Fred y a George tampoco les caía bien. Creo que ha sido el único profesor que ha podido mantenerlos a raya, así que cuando se fue se descontrolaron.

-Si pudo poner a los gemelos en su sitio, Filch estará más contento que Hermione de que Tom Riddle vuelva- bromeó Harry.

La chica entrecerró los ojos.

-Ríete mientras puedas, Harry- con un gesto señaló hacia el pergamino a medio rellenar. El mago maldijo retomando el trabajo.

-Yo ya me había olvidado de que nuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras estaba de vacaciones- comentó Ron observando a unas chicas pasar.

-No estaba de vacaciones- corrigió Hermione un poco molesta- Pidió una excedencia.

El pelirrojo rodó los ojos.

-¿De seis años? ¿Para qué? Yo creo que se cansó de los alumnos y pidió unas vacaciones sin sueldo.

-Eres imposible, Ronald.

-¿Ahora qué he hecho?- inquirió en voz alta contemplando a su amiga irse del Gran Comedor cargada con su mochila y su gran libro. Harry se encogió de hombros sin levantar la vista del papel.

-Si después de siete años no lo sabes yo no te puedo ayudar.

Como cabría esperar, Harry y Ron llegaron tarde a clase de McGonagall, quien ya no toleraba esos comportamientos en alumnos de séptimo curso, pues estos debían dar ejemplo. Al menos, eso era lo que decía ella. Para bien o para mal –en el caso de Harry– su profesora aceptó los ensayos aunque no hubieran llegado a tiempo y los colocó mágicamente sobre los demás, en su escritorio.

-Como subdirectora es mi deber recordaros que este año será el más importante de vuestra educación en Hogwarts- comenzó mirando a cada alumno a los ojos- Me alegra que hayáis elegido Transformaciones en vuestros Éxtasis y pienso ser mucho más dura para que alcancéis la mayor nota posible- ignoró los gruñidos mitad gemidos- Pero también quiero que disfrutéis de vuestro último año en el colegio y, por supuesto, que mi casa gane la copa de Quidditch- los Ravenclaw se rieron cortésmente y los Gryffindor lanzaron miradas de apoyo a Harry, su capitán- Así que colaboremos para que ello pase- sonrió como una madre.

La clase no se hizo más llevadera después de aquello. Les había recordado el sentimiento de pertenencia a Hogwarts pero la materia seguía siendo muy complicada y tenían que prestar atención en todo momento. Dos horas después y una clase de encantamientos con Hufflepuff apenas podían con la semana, y eso que era martes, el primero del curso.

Ni siquiera el único aliciente de Hermione para terminar el día se cumplió. Tom Riddle no apareció en la mesa de los profesores a la hora de cenar. Muchos alumnos esperaron hasta el final mas no hubo cambios. No obstante, seguramente para acallar los peligrosos rumores que comenzaban a nacer, Dumbledore sí que informó de la gran noticia sobre la vuelta de su antiguo, y esperaban que definitivo, profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. En fin, mañana le podría ver en clase ya que ellos tenían a primera hora con él.


Nunca habían visto a tantos alumnos esperar fuera antes de tiempo para entrar en un aula. Harry, Ron y Hermione también habían llegado pronto por el mismo motivo que todos los Gryffindors y Slytherins de séptimo curso que cursaban DCAO. Era la primera clase que iba a dar Tom Riddle en seis años y todo tipo de rumores corrían por el castillo, así que obviamente todos querían saber cuánta verdad circulaba por los pasillos.

La puerta de la clase se abrió sola a la hora en punto. Los Slytherins pasaron, ocupando las primeras filas ya que ése profesor estuvo en su casa y los profesores se solían portar bien con las casas a las que habían pertenecido. Los Gryffindors pasaron un poco más cautelosos hacia el resto de las mesas. Ya tenían un profesor de Pociones de Slytherin y no querían otro ni remotamente parecido a él.

Hermione se sentó en la esquina de una mesa central con Ron a su lado y Harry al lado de Ron. Y por fin pudieron ver al protagonista de su curiosidad.

Tom Marvolo Riddle no era para nada lo que se esperaban. Sentado en su silla, tras la gran mesa que tantos años habían visto ocupada por diferentes magos, se encontraba observando con atención cada detalle y cada alumno. Era toda una contradicción que admirar. A pesar de su edad apenas diría que llegaría a los treinta, su oscuro pelo contrastaba con su pálida piel y sus negros ojos poseían un brillo rojizo que hacía temblar a quien recibiera su dura mirada. No era tan guapo como las brujas afirmaban que era diez años atrás, pero seguía teniendo un aura de peligro y poder que asustaba y atraía si no se era precavido.

-Buenos días,- su profunda voz calló cualquier sonido que se hubiera atrevido a emitir hasta el momento; era un tono tan profundo que resultaba tenebroso- como ya sabréis soy el profesor Riddle y este año seré vuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Como alumnos de último curso, si habéis llegado hasta aquí espero un nivel adecuado y no toleraré ningún comportamiento improcedente - advirtió. El tono de voz no había variado pero la amenaza era clara y efectiva. Justo en ese momento un chillido agudo llamó la atención de toda la clase. Demelza Robbins había conseguido transformar el grito que había dado, pero aun así toda la clase se había girado hacia ella. Nuevos chillidos acompañaron al que la bruja había soltado al ver una gigantesca serpiente deslizarse por el suelo de la clase hacia la mesa del profesor.

-¿Tiene algún problema con Nagini, señorita Robbins?- los alumnos tragaron saliva, asustados. No sabían cómo podía conocer ya el nombre de la chica ni por qué un profesor tendría esa monstruosa serpiente como… no sabían como qué pero parecía que era su mascota.

-N-No, pr-profesor Riddle, lo siento m-mucho- tembló al responder.

-Que no vuelva a suceder- su voz había adquirido un filo mortal. A los amigos no les extrañaba que los gemelos se comportasen como ángeles en presencia de ese profesor - Hoy haréis una prueba escrita para que pueda medir vuestro nivel- nadie se atrevió a pronunciar una sola queja.

La gran serpiente se alzaba sobre la mesa del profesor mientras unas hojas se iban repartiendo solas a cada alumno. Su reptil mirada atravesaba la de los alumnos que se atrevían a elevar la cabeza durante la prueba. Al instante volvían a enterrar sus rostros en la hoja, tratando de contestar a las preguntas correctamente, mas era casi imposible.

Hermione terminó justo a tiempo. Apenas tuvo tiempo acabar la última pregunta cuando el papel desapareció de su mesa al mismo tiempo que el de todos sus compañeros. Aparecieron sobre el escritorio del profesor perfectamente colocados en una pequeña montaña.

-En la próxima clase os los devolveré corregidos- fue su breve despedida. La puerta se abrió sola y los alumnos no se hicieron de rogar para salir huyendo de la clase.

-¡Por Merlín!- exclamó Ron con una leve histeria contenida.

-Creo que no he respondido a más que un par bien- murmuró Harry a toda prisa.

-¡Al menos te ha dado tiempo a terminar! ¡Yo todavía estoy preguntándome qué me quería preguntar en la tercera!- lloriqueó Ron.

Hermione se dio prisa en alcanzar a sus amigos, que habían sido de los primeros en salir.

-Sí que ha sido algo difícil- corroboró. El pelirrojo miró a su amiga con ojos bien abiertos.

-¡¿Algo?! ¡¿Algo?! ¡Ese mago está loco! ¡¿Y visteis su serpiente?! ¡¿Quién tiene eso como mascota?!

-No sé en qué estaba pensando Dumbledore para contratarle- intervino Harry.

-¡Yo te diré en qué!- gritó- ¡En sorbetes de limón y años de jubilación sin preocupaciones! ¡Cuando Riddle termine con nosotros no quedará nada de lo Snape pueda masticar!

-Tenéis que admitir que sus preguntas demuestran que conoce en profundidad sobre lo que enseña. No se me había ocurrido pensar en cómo usar la magia no verbal desde la teoría de Porpington.

Ron se puso a seguir gritando incoherencias mientras la chica le miraba con cara de extrañada.

-Hermione, Ron sólo necesita desahogarse y que digamos que Riddle es lo peor que ha pasado por Hogwarts desde Gilleroy Lockart- explicó Harry. Ahora quien tenía el rostro de horror era ella.

-¡No me compares a ese inútil con el profesor Riddle! Puede que sea muy meticuloso y autoritario, pero también es muy poderoso.

-¡Es un psicópata!- se volvió a incorporar Ron a la conversación- ¡Y no hace mucho tú suspirabas por Lockart!- acusó.

-¡Era pequeña e ingenua!

Harry saltó en risas.

-Tú nunca has sido ingenua, Hermione. Anda, olvidémonos de Riddle y vayamos a Pociones. Nos queda una larga mañana.

No sabían cómo de larga iba a ser hasta que entraron a Pociones y vieron el rostro de Snape. Normalmente su cara no reflejaba más emoción que la molestia. En cambio, por alguna razón que estaban seguros que no se debía a ellos, se podía notar a kilómetros que ese día serían felices si sólo estuviera molesto.

-Quince puntos menos para Gryffindor por llegar apurados de tiempo- ladró nada más pasaron al aula. Acostumbrados a sus injusticias con ellos no pusieron rostro de sorpresa porque la tortura comenzara tan pronto. Aun así hacía tiempo que no tenían una clase como aquella. A duras penas un alumno consiguió aguantar las lágrimas cuando Snape criticó la poción que estaba haciendo. Si no fuera por Hermione, que se había convertido en una experta ayudando a sus amigos, ellos estarían recibiendo la misma charla.

-No quiero volver a ver un trabajo así en mi clase, señor Goldstein. Es la vergüenza de los Ravenclaw. Creí que en su casa sólo había alumnos inteligentes, pero veo que debe de haber de todo- al decir aquello cambió la mirada hacia los tres amigos. Hermione trabajaba con una alumna de Ravenclaw mientras que Harry y Ron trabajaban juntos- ¿Y qué tenemos por aquí, Potter, Weasley? Tienen suerte de que les haya admitido en mi clase. No sé qué clase de trampas hicieron en los TIMOS pero me voy a encargar de que deseen nunca haber llegado hasta aquí.

Ron soltó un pequeño gemido de miedo similar a cuando veía una araña. Seguro que los prisioneros de Azkaban rogarían seguir en la cárcel antes que tener una mañana con Riddle y Snape.


-¡¿Se puede saber qué acromántula ha picado a Snape?!- exclamó Ron con voz aguda a la hora de comer- ¡Yo no puedo soportar tanta tensión!

-¡Shhhh! ¡Nos van a oír los profesores, Ronald!- advirtió Hermione lanzando una mirada de soslayo hacia la mesa de los profesores.

-No creo que las cosas se puedan poner peor que esta mañana- murmuró Harry un poco pálido. Había sido un día muy tenso. Se podía notar en el acto los alumnos que habían tenido clase con Riddle o con Snape por sus caras. Al menos ya no tenían clase por la tarde y la podían dedicar a liberar tensión en el campo de Quidditch.

-Sea lo que sea que le ocurra espero que se le pase pronto- añadió Harry.

-No creo- entró Dean en la conversación. Los tres amigos se giraron hacia él.

-¿Cómo que no?- de nuevo la aguda voz de pánico de Ron.

Hermione prestó atención atenta. Nunca había visto a Snape tan frustrado y la razón podía significar que ese año sus dos amigos cometieran un asesinato o sacaran adelante su educación en Hogwarts.

-Mi hermano mayor me ha dicho que Snape siempre ha querido el puesto de profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras- murmuró Dean bajando la voz para que los profesores no le escucharan. Estaban lejos, pero nunca se sabía- Al parecer este año Dumbledore había encontrado un profesor de Pociones y le iba a dejar quedarse con el puesto de DCAO pero Riddle apareció. Por ello, muchos alumnos que no consiguieron un Extraordinario en Pociones han podido tomar la asignatura, porque el profesor que le iba a sustituir no lo exigía. Snape sigue siendo el profesor de Pociones pero se ha tenido que quedar con esos alumnos.

-No me extraña que esté así- asintió Hermione- Nos va a hacer la vida imposible hasta que los alumnos desearan no haber elegido Pociones. Él mismo lo dijo.

Los chicos asintieron, incluidos algunos que no estaban participando en la conversación.

-Y eso no es todo- siguió Dean- Antes de irse, Riddle era el jefe de la casa de Slytherin, puesto que ocupó Snape cuando se fue, pero como ha vuelto…

-Estamos muertos- Ron dejó caer la cabeza contra la mesa.

-…Exacto- asintió Dean- Riddle también ha recuperado el puesto de jefe de la casa.

La chica tragó saliva. Desvió los ojos hacia un huraño Snape, un indiferente Riddle y un sonriente Dumbledore. Los alumnos no iban a aguantar ese curso con un Snape tan volátil.

-Ser auror no vale tanto la pena, Harry, larguémonos de aquí.

-No pienso dejar que Snape me eche de Hogwarts. Si quiere una guerra, la tendrá- aseguró el mago con una mirada desafiante. Nunca terminaban bien parados cuando Harry poseía esa mirada. Ron miró a la bruja pidiendo auxilio. Ésta se encogió de hombros sin poder hacer nada. Ron volvió a dejar caer la frente.

-Además, mientras no nos quiten el Quidditch podremos aguantar- trató de animarle Harry.

-¡Pssstttt! ¡No dejes que te oigan decir eso! ¿Es que quieres rematarnos?

-Ron, creo que ahora estás exagerando. Si os quitaran el Quidditch tendríais más tiempo para trabajar- algún día la bruja aprendería a no tocar la fibra sensible del Quidditch. Se tuvo que terminar refugiando en la biblioteca para huir de sus amigos. Aprovechó para adelantar los deberes con los que habían sido bombardeados y tratar de avanzar un poco en sus materias, sobre todo en la del nuevo profesor. Quería comprobar sus respuestas con la teoría y quería saber mucho más sobre lo que las preguntas habían sugerido. Estaba segura de que Tom Riddle iba a cambiar sus vidas y quería estar preparada para cuando aquello sucediera.


Hasta el viernes no volvieron a tener Defensa Contra las Artes Oscuras. Ojalá pudieran decir eso de Pociones. Habían escuchado que Snape había conseguido que un alumno de primero saliera llorando de clase cuando introdujo un ingrediente incorrecto en una poción. Así que a pesar de lo que esperaba todo el castillo, su humor no había mejorado. Por otra parte, Riddle no es que favoreciera a ninguna casa en especial, ni siquiera a Slytherin como habrían esperado las serpientes. No obstante, se mostraba extraño con ciertos alumnos. Nadie sabría describirlo pero había alumnos que le temían más que otros, y por una buena razón. El brillo rojizo aparecía al mirarlos, ese brillo que te perseguía en sueños y te hacía temblar por las noches. No era algo agradable de presenciar, ya no digamos de recibir.

Aunque no lo pareciera porque a esas alturas ya estaba casi siempre en la biblioteca, Hermione trataba de disfrutar de su último año en Hogwarts. Incluso había ido a ver un entrenamiento de sus amigos, aunque se había llevado un libro para no perder el tiempo mientras los observaba de vez en cuando. Ron no había desaprovechado la oportunidad para reprochárselo y ya habían tenido su primera discusión del curso. Tratando de que pareciera culpa de la tensión a la que estaban sometidos –lo que seguramente sería verdad–, Harry les volvió a reconciliar justo para superar juntos la siguiente clase de DCAO.

Tal que en la última ocasión la puerta se abrió a la hora exacta dejando a los alumnos pasar, esta vez con más nerviosismo y cautela. El profesor Riddle les esperaba de pie frente a la pizarra mientras que Nagini estaba paseando entre las mesas de los alumnos. Dándose fuerzas Hermione pasó junto con sus amigos y se sentó en la esquina de la mesa central. Un silencio rodeó el aula una vez todos los alumnos estuvieron instalados. Los segundos se extendieron eternamente, todos esperando el movimiento del profesor. Finalmente las hojas que estaban sobre el escritorio se elevaron grácilmente y se comenzaron a repartir entre los alumnos.

-La prueba ha sido… decepcionante- comenzó la clase observando a los alumnos, de vez en cuando el brillo rojizo tomando presencia- Muchos de vosotros no comprendéis la base de los conjuros más elementales y la mayoría confunde las teorías que os permiten realizar un simple patronus- siguió- Abrid vuestros libros por la página treinta y siete, hoy comenzaremos por la regulación de la potencia de los hechizos- dijo como si no hubiera pasado nada.

Hermione se dio prisa en abrir el libro por la página indicada. Al mismo tiempo que lo conseguía su prueba se posó sobre la mesa. Con las manos temblantes la cogió. Alzó las cejas confusa y aterrada. Nunca había tenido tantas anotaciones de un profesor en sus ensayos. Su prueba estaba llena de una impoluta y elegante letra cursiva que desde luego no era su apresurada caligrafía. Temblante procedió a leer. La verdad, no se esperaba ese tipo de correcciones. Para empezar no eran correcciones en sí mismas, sino anotaciones sobre lo que le parecía al profesor Riddle sus respuestas. Miró de reojo la prueba de Ron para ver que él no tenía una sola anotación. Elevó un poco el cuello y vio que Harry tampoco. Ahora entendía por qué estaban tan tranquilos.

Ahogó una exclamación cuando algo pasó rozando su tobillo. Disimuladamente echó una mirada al suelo, desde donde la enorme serpiente tenía sus ojos clavados en ella. Elevó la cabeza para mirar al profesor y ver que él también la estaba mirando intensamente mientras explicaba la teoría. Un apretón sacudió sus tripas cuando ese brillo rojizo asesino apareció al mirarle. Tan ensimismada estaba que casi se pierde una pregunta. Tras años de educación su brazo salió disparado al techo. Siendo el único, Tom asintió hacia ella.

-Señorita Granger.

Casi se trastabilló cuando el profesor pronunció su apellido. Se aclaró la garganta y se pasó la lengua por los resecos labios antes de contestar.

-No es nada recomendable regular la potencia de los hechizos conforme a los sentimientos del mago puesto que nunca se sabe la potencia que realmente se ha dado al hechizo ni qué cantidad de magia se ha gastado. El resultado suele ser un conjuro menos poderoso de lo que debería haber sido con la magia usada o un poderoso hechizo pero con un gasto desproporcionado de energía.

Sin dar punto alguno a su casa por su acertada reflexión, Tom siguió la clase tras asentir a lo que había dicho la bruja. Ésta no estaba acostumbrada a que le dejaran hablar y luego se continuara como si nada hubiera pasado. Con Snape sabía que por mucho que levantara la mano pocas veces podría responder y cuando lo hacía siempre se llevaba un comentario hiriente como respuesta. En sus otras clases solía obtener puntos para su casa y algún halago. No le gustó aquella indiferencia por parte de uno de los mejores magos de la historia.


-Hermione, ¿puedes dejar ya la prueba de Riddle?- pidió por séptima vez Ron- Desde esta mañana has tenido tiempo para leerla mil veces.

El pelirrojo dejó caer la cabeza en uno de los sillones de la sala común. Se había quedado a ayudar a Harry con las obligaciones que conllevaba ser el capitán del equipo de Quidditch y no sabía por qué le molestaba que Hermione releyera una y otra vez las anotaciones de Riddle en su prueba. Puede que fuera porque ellos dos no tenían ninguna y al parecer eso no era tan bueno como con otros profesores. Pasó un brazo por detrás de ella en el sillón.

-Yo hoy he tenido reunión por asuntos de Premio Anual y clase de Runas Antiguas por la tarde, Ron- recordó Hermione sin despegar los ojos del papel. Escribió algo en un pergamino aparte y al mismo tiempo que le respondía.

-Ah cierto, nosotros este año sólo tenemos un par de clases por la tarde, y es doble hora de DCAO los lunes, con Slytherin- pronunció el nombre de la casa con cansado asco. Sin contar con que no tenían todos los deberes añadidos y la presión de ser Premio Anual que había conseguido Hermione.

-¡Es que no entiendo por qué me trata como si prácticamente no existiera y luego hace estas anotaciones en mi prueba!- la frustración de la bruja era evidente. Harry mandó una sonrisa de ánimo a su amiga.

-Venga, Hermione, Riddle trata así a todos sus alumnos.

Antes de que terminara de hablar ella ya estaba negando con la cabeza.

-Sólo a algunos- murmuró recordando el brillo rojizo que aparecía cuando sus miradas coincidían. Si no fuera porque otros también lo habían visto creería que se lo había imaginado.

-Debería preocuparte su desproporcionada serpiente- dijo Ron dejando que su pierna fuera y viniera dando patadas lentas en el aire.

-Nagini obedece al profesor Riddle. No hará nada que él no le haya ordenado.

-Ya le podría ordenar merendarse a Malfoy- gruñó el pelirrojo- ¿Habéis oído lo que va diciendo por ahí?

Harry asintió.

-Dice que su padre se lleva muy bien con Riddle y que este año será el año de Slytherin.

-Desde luego va a estar lleno de serpientes.

-Venga chicos, es nuestro último año y ya somos mayores de edad. ¿Qué nos importa lo que nos diga Malfoy?- trató de ser positiva Hermione. Mas su comportamiento mostraba lo contrario.

-Estoy deseando ser un auror y poder darle su merecido, ¿verdad, Harry?

-Yo también espero con ansias ese día, Ron.

La bruja bufó levantando por fin la vista de las correcciones.

-Yo me voy a dormir- informó estirándose. Después de tanto tiempo sentada su cuerpo pedía un poco de movimiento. Ocultó su sonrojo al ver al Ron con el brazo tras ella.

-¿Ya? Pero si mañana es sábado. Soy yo el que tiene que madrugar para hacer las pruebas a dos nuevos jugadores.

-Buena suerte con eso Harry. Yo mañana voy a ir pronto a la biblioteca. Quiero investigar una de las teorías que ha apuntado el profesor Riddle en mi prueba. Buenas noches, chicos.

-Algo me dice que Riddle va a ser peor que Lockart- murmuró Ron a su amigo observando cómo se iba Hermione. Su pierna no detenía su vaivén.

-Ahora es mayor de edad- le respondió su amigo dibujando unas líneas en el papel- Sabe lo que está haciendo.

-¿Tú crees? Yo creo que es Riddle el único que sabe lo que hace.

Harry le miró con los ojos abiertos.

-¿Desde cuándo eres tan observador con Hermione, Ron?

El mago se sonrojó violentamente.

-Siempre he sido observador en general.

Harry soltó una carcajada.

-Igual de observador que Hermione ingenua.

La mencionada subió discretamente los escalones al cuarto que compartía con sus compañeras de curso. Un pequeño sonrojo adornaba sus mejillas tras escuchar a sus dos amigos. Se acostó en su cama con una practicada rapidez y se durmió al momento con los cotilleos de Lavender como murmullo de fondo. Tras seis años ya estaba acostumbrada y apenas hacía falta colocar un hechizo de silencio a su alrededor. En seguida pudo sonreír en su sueño. Sus exámenes habían terminado y había conseguido un Extraordinario en cada asignatura a la que se había presentado. Ese día era el último partido de Quidditch contra Slytherin y su casa iba ganando. Gritó más fuerte con su casa cuando Ron saludó en su dirección. Su sonrisa se borró poco a poco a medida que unas oscuras nubes comenzaban a cubrir el cielo, trayendo consigo una oscuridad que no era normal ni siquiera en el mundo mágico. Los gritos de ánimo desaparecieron junto con sus compañeros. Sólo quedaron gritos lejanos, dejando a la bruja completamente sola en las gradas. Giró la cabeza en todas direcciones hasta emitir una exclamación de sobresalto. Al otro lado del campo unos ojos rojos tenía la mirada clavada en ella. La silueta no se dejaba ver entre la opacidad de la niebla. Mientras todo era envuelto en oscuridad esos ojos rojos seguían cobrando fuerza. Trató de gritar. Ningún sonido salía ahora de su boca. Por más que lo intentaba su cuerpo no respondía, tan sólo podía temblar bajo esos ojos rojos y sentirse tan indefensa como seis años atrás.