El detective Daniel Williams sepultó la cabeza bajo la almohada y soltó un gemido. ¿Quién podía estar llamando a esas horas? Vale, no era especialmente temprano pero era la primera mañana en mucho tiempo en la que podía dormir… tenía que haber desconectado el móvil. Por fin dejó de sonar y el rubio soltó un suspiro, lo mejor sería quitarle el sonido y entregarse de nuevo a los brazos de Morfeo… Alargó el brazo… y de nuevo volvió a sonar la endiablada musiquita. Cuando vio el nombre que aparecía en la pantalla, emitió un gruñido.

-Mcgarrett… más vale que sea una emergencia.

-Lo es, Danny, tienes que venir a mi casa.

No fue la frase lo que hizo que el detective de Jersey se incorporase de un salto, sino el tono desesperado que se adivinaba en la voz de su compañero.

-¿Qué ocurre, Steve?

De fondo se oía bastante ruido y algo que se parecía bastante a un grito.

-Ven cuanto antes, Danny.

La comunicación se cortó.


Estaba claro que no se había preparado para aquello.

Para empezar, no parecía que la casa estuviese sufriendo ningún ataque, fuera todo parecía tranquilo… aunque del interior sí salía bastante bullicio.

Steve salió a recibirlo, y Danny no pudo dejar de reír en un buen rato.

-Cielos… Steve… ¿Estás probando nuevas formas de camuflaje? ¿O es que ha asaltado tu casa un estilista loco?-dijo entre risas mientras se limpiaba las lágrimas.

El capitán de Fragata Mcgarrett tenía la cara y el torso pintados de colores. Rojo, rosa, naranja, azul y una variedad especialmente chillona de verde se daban cita en el cuerpo del marine. Además, las pintadas presentaban curiosas formas, una especie de mariposa, un árbol, un… un…

-¿Es ese "Pat, el cartero"?- preguntó el detective acercándose para examinar el dibujo.- ¿Me vas a explicar qué demonios te ha pasado?

De detrás del capitán aparecieron una niña y un niño de 4 y 3 años respectivamente. Danny les sonrió.

-Son los hijos de un antiguo compañero de la Marina. Su mujer ha tenido que ir a visitar a su madre, que está enferma en Boston y él tenía una importante misión. No tenían con quién dejar a los niños, así que me pidieron que se los cuidase. Me los trajeron ayer por la noche.

El detective Williams miró el interior de la casa, el salón estaba peor que el día en que sufrieron aquel tiroteo a manos de aquel otro compañero de Steve, Nick Taylor. Levantó las cejas, divertido.

-Tus amigos te adoran, Steve.

-Creí que iba a ser más fácil- dijo el alto en un suspiro. Luego miró a su compañero con ojos de cachorrito abandonado-.¿Me ayudarás?

-Ooohhhh…. ¿Podrías esperar a que conecte la grabadora del móvil y repetirlo? ¿El invencible Super-SEAL me está pidiendo ayuda a mí?, ¿a un policía de Jersey, ese sitio al que nadie quiere ir, y que se obstina en llevar corbata en Hawaii?

-Danny… es cierto, me lo merezco, no debí haber dicho esas cosas… pero de verdad necesito que me ayudes. Si es necesario que suplique, lo haré…

El rubio sonrió y se encogió de hombros…

-Por muy divertido que eso pudiese llegar a ser, tenemos dos inocentes criaturas de las que ocuparnos.

-¿Inocentes? Danny, son como pequeños terroristas- susurró Steve mientras su amigo se abría paso al interior y ponía los ojos en blanco.

-Bien… Hola, soy Danny- Empleando el tono que usualmente usaba con su hija Grace, el rubio se puso en cuclillas para estar a la altura de los pequeños.

-Me llamo Uluwehi , y él es mi hermano Aukukeko.

El detective dirigió una mirada angustiada a su jefe.

-¿Qué ha pasado con Sarah y James?- preguntó mientras Steve le miraba con simpatía y se encogía de hombros. Suspiró.- Me va a costar un montón recordarlos. ¿Habéis desayunado?-los niños asintieron, Danny intuyó que el desayuno seguramente había sido de lo más nutritivo… y al mismo tiempo bastante aburrido para unos niños tan pequeños… Mcgarrett y su comida sana…- Y ahora estabais…

-Pintando- contestó Aukukeko con carita solemne.

Steve odió la expresión que se acababa de dibujar en el rostro de su compañero.

-Me consta, pero… ¿Acaso no había papeles a mano? ¿Teníais que pintarle el cuerpo?

-No los encontramos- continuó Uluwehi-. Y él ya tenía dibujos.

Danny se cubrió la boca disimuladamente mientras trataba de ahogar una risita y mantener la compostura. Por cómo seguía mirándolo su jefe, dedujo que no lo había conseguido.

-Lo que sí encontraron fue pintura corporal-añadió el capitán con su habitual expresión seria. Los niños retrocedieron, algo asustados. El detective sabía que su amigo no estaba enfadado, simplemente le costaba desprenderse de su lado militar, le miró atentamente.

-¿Rosa?

-No, los colores llamativos son suyos- Mcgarrett le señaló con la cabeza un estuche de maquillaje para niñas de "Hello Kitty"- Espero que se borre con agua.- añadió con desesperación.

-Bueno, en parte es tu culpa, por dejar tus pinturas por ahí y darles ideas- antes de que el SEAL pudiese intervenir, continuó-. Y por andar sin camiseta.

-Venía de nadar- se defendió el moreno-. Me senté un rato y me dormí… los niños han estado algo nerviosos y no hemos pegado ojo. Cuando me desperté estaba así… y la casa… bueno, ya la ves.

Claro que la veía, y sabía que su organizado compañero sufría tremendamente. Era bastante probable que cualquier campo de batalla acabase más ordenado que ese salón.

-Anda… ve a ducharte y yo entretengo a los niños- el capitán se dejó conducir por su amigo, que le empujaba suavemente hacia las escaleras.

-Ten cuidado-le susurró-, aprovecharán cuando tengas la guardia baja.

-¡Steve! ¡Son niños pequeños, no son el enemigo!


Después de una agradable y larga ducha, uno se podía esperar que el Capitán Mcgarrett se encontrase de mejor humor. Pero no era así, estaba dolorido de tanto frotar la pintura de su cuerpo, y no podía dejar de recordar el terrible momento en que los niños habían recorrido su inmaculado parquet con aquellos patinetes

Tampoco tenía muy claro si había hecho bien en llamar a Danny, era cierto que el rubio era padre, así que tendría más idea que él… pero también, a veces, era peor que un niño, y no sabía si sus nervios podrían aguantar lidiar con tres…

Suspiró y se preparó para afrontar lo que fuese que le estuviese esperando ahí abajo. A fin de cuentas, era un Marine.

Cuando salió de la habitación se dio cuenta que no es que hubiese una especial insonorización en su casa, era que realmente no se oían gritos, ni golpes, ni llantos- sí, las pocas horas que había pasado con los pequeños habían sido un auténtico infierno-, Danno había obrado uno de sus milagros, ayudado por la televisión por cable de Steve.

-No sabía que tuviese canales de dibujos animados- comentó mientras se apoyaba de forma casual en el marco de la puerta de su cocina. El detective de New Jersey estaba fregando las tazas del desayuno tras comprobar que su jefe -"gracias Dios mío por los pequeños momentos de cordura" -había empleado el cacao que habían comprado para los fines de semana que Grace y Danny pasaban en su casa. En cuanto acabó, se giró y observó a su amigo, que continuaba en la misma postura.

-¿Tienes algún plan a parte de sujetar el edificio?

Steve se dio cuenta de que llevaba un buen rato ahí, sin hacer otra cosa más que mirar a su amigo.

-¿Cómo dices?- carraspeó.

Danny puso los ojos en blanco.

-Con los niños, no van a estar viendo la televisión todo el día… aunque es posible que la idea les haga muy felices.

-Pues… pues…

-Menos mal que estoy aquí- musitó el rubio-. ¿Por qué no les llevas al Zoo?

-Espera, espera… ¿Es que tú no vas a venir?

-Alguien tiene que hacer la compra, no es que tu despensa esté muy preparada para afrontar a dos niños pequeños, que digamos.

-Pero podemos ir todos juntos- El Capitán no necesitaba ver la expresión en la cara de su compañero para saber que estaba fracasando miserablemente en su intento de no sonar desesperado, pero es que no quería volver a quedarse sólo con ellos. Hasta la llegada de Danny, los niños no habían estado tan callados. No quería volver a vivir la noche anterior… Aukukeko saltando sobre su sofá, Uluwehi corriendo por el salón, Aukukeko con el patinete, Uluwehi que aprovecha para saltar sobre el sofá… Cuando se había cansado de correr tras ellos, les había hablado con el tono que usaba en la Marina… y los pequeños se habían echado a llorar. Se descubrió a sí mismo pensando en qué haría Danny en ese momento. Seguramente los abrazaría y les susurraría palabras reconfortantes. Pero él no fue capaz. La única niña con la que había tenido un trato más largo había sido Grace, y Danny casi siempre estaba presente. Además, la niña poseía el "gen Williams" y siempre tenía preparada una sonrisa de ánimo para los momentos en que estaba claro que el Marine no sabía qué hacer.

-No tienes ni idea de lo que estás diciendo- El rubio no dudaba que aquellos dos fuesen traviesos, no había más que mirarlos a la cara para darse cuenta. Había sido bendecido con una niña encantadora a la que quería con locura y por la que se había desplazado a miles de quilómetros de la tierra a la que él amaba, pero siempre había tenido debilidad por los niños traviesos. Tal vez era porque su hermano y él habían sido auténticos especialistas en desquiciar a sus padres. Al recordar a Matt, una sombra de tristeza recorrió su rostro.

-¿Ocurre algo?

El detective sonrió, Steve lo había notado, por supuesto que lo había notado, siempre lo notaba todo.

-Recordaba cuando Matt y yo éramos pequeños- antes de que su compañero pusiese su cara número 28, la de "Puedes compartir tus recuerdos dolorosos conmigo", añadió- , solíamos hacer muchas travesuras en los supermercados.