Ni Inuyasha ni los personajes de la serie me pertenecen, ellos son propiedad de Rumiko Takahashi, yo sólo los uso como una forma de entretenerme y desde luego, para su entretenimiento.
Tras una ilusión
- ¡KIKYO! – Gritó una niña pequeña de pelo castaño oscuro, se encontraba bañada en su propia sangre de las profundas heridas que tenía, su sencillo vestido blanco había pasado a mancharse de un fuerte carmín, estaba atascada dentro de lo que se pudo decir era un carro plateado, último modelo y su pierna y brazos se encontraban atorados en el afilado y deforme metal.
El auto en sí se encontraba destrozado, sobretodo hacía el lado del asiento del piloto, donde yacía una pálida muchacha que había sufrido más que la niña en el accidente que habían tenido, sus heridas eran mucho más profundas y numerosas aristas del metal de la puerta se habían incrustado en su frágil cuerpo, destrozando sus músculos, roto algunos de sus huesos y acelerando la hemorragia. En su rostro se veía correr la limpia sangre, deslizándose a través de las hebras de su cabello, esta provenía de otra herida en su cabeza que milagrosamente, no había acabado con su vida en el mismo instante en que se dio. Esta joven hace unos segundos había dado su último aliento y una última mirada de ternura a su hermana pequeña.
- ¡Kikyo! – Volvió a sollozar la niña mientras veía unas luces a los lejos y ruidos alrededor de ella y del ahora cadáver de su hermana, que parecía dormir apaciblemente pero que era un sueño del que nunca podría despertar.
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"El accidente automovilístico se dio contra un camión, el cual había sido robado por unos maleantes, que en su intento de escape, habían dado con el carro de un civil, dejando a una niña herida y a una joven de diecinueve años muerta. La niña de nombre Kaede Hirajisawa y su hermana, la srta. Kikyo Hirajisawa. Muchos testigos opinan que la joven llevaba exceso de velocidad, aún así, se encontraron en el camión cantidades desbordantes de…"
- ¿Hasta cuándo van a seguir diciendo lo mismo? Son unos cínicos, ¿a quién le importa si se consiguió la cura del cáncer en ese camión? Fue una vida importante que se perdió lo que realmente importa. – Mascullaba Inuyasha con dolor mientras manejaba en dirección a la casa de su difunta novia para cumplir con un compromiso que tenía con una de los familiares de ella.
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- No sabes lo agradecida que estoy, Inuyasha. – Repetía por enésima vez una niña llamada Kaede mientras caminaba a través de un bosque junto a un muchacho.
- No tienes por qué. – Respondió el aludido con voz neutra.
La pequeña sonrió tímidamente mientras fijaba su vista por un momento en el suelo e indagaba en sus pensamientos.
- Sólo en este bosque crecen las flores de campanilla. – Comentó distraídamente. – Espero que a Kikyo le agraden. – Continuó melancólica para luego alzar la vista y mirar a Inuyasha caminando a su lado con la mirada fija en el frente.
- "Kikyo, ¿por qué?" – Se repetía mentalmente mientras intentaba darle sentido a su desdichada vida. En ese momento sus pensamientos fueron interrumpidos por aquella niña.
- ¡Allí es! – Exclamó señalando un valle con su dedo índice. Después de eso se echó a correr en esa dirección.
- Kaede, ¡espera! – Dijo Inuyasha intentando alcanzar a la ágil pequeña.
De un momento a otro, Kaede ya se le había perdido pues, había corrido bastante rápido, sin contar que a Inuyasha se le había atascado un pie entre unos troncos, restándole tiempo valioso para ir por la niña. Cuando había podido zafarse ya la pequeña no estaba a su vista.
Sintió como sus ojos eran lastimados por la luz del sol que se colaba entre las ramas y observó como pudo hacia el cielo. Por sus cálculos estarían ya cerca de que se mostrara el ocaso. Continuó caminando en dirección al valle y observó un lago entre la espesura del bosque, el cual, deducía tenía una cascada cerca pues se escuchaba el relajante sonido del agua al caer. Se alarmó que a Kaede le hubiese podido pasar algo ahí y se apresuró a llegar. Sin embargo, no estaba preparado para lo que vio.
Cuando llegó a la orilla miró al frente atónito de lo que ocurría en ese momento. Una hermosa joven salía del agua vestida con una delgada y fina tela blanca, que se asemejaba a lo que sería un sencillo vestido de tiras que apenas y le cubría el cuerpo hasta los muslos, que por acción del agua se le adhería a la piel acentuando sus perfectas curvas. Su cabello era muy lacio, azabache y bastante largo. A pesar de ondearse mágicamente con el viento que curiosamente mostraba de vez en vez con los tenues rayos de sol que llegaban allí dos puntos de luz que parecían coordinar los gráciles movimientos de las hebras de este, su extensión mostraba que sobrepasaba su misma altura. Su hermoso rostro estaba adornado por un lindo flequillo pero lo más sorprendente eran unas inmensas y elegantes alas blancas que se abrían esplendorosamente y que se notaba que salían desde su espalda, parecía una criatura mítica perteneciente a un cuento de hadas, de hecho, parecía un hada.
Cuando ella se irguió por completo llegándole el agua a las rodillas, abrió los ojos y dirigió su mirada hasta él.
- "Sus ojos, oh, por Dios, sus ojos…" – Pensó Inuyasha mientras veía su propio reflejo en dos lagunas de chocolate, inmaculadamente inocentes.
La chica al parecer notó su aturdimiento y sonrió sin entender. Inuyasha agradeció que no fuese demasiado impresionable o sin duda se hubiese desmayado al ver aquella maravillosa sonrisa. La joven se fue acercando a la orilla, hipnotizándolo con cada uno de sus movimientos y al estar frente a él, volvió a sonreírle.
- ¿Quién eres tú? – Logró preguntar Inuyasha tratando de convencerse que no era más que una alucinación.
- Kagome. – Respondió con una voz melodiosa y delicada mientras lo seguía observando con curiosidad.
- ¡Inuyasha! – Se oyó el grito de una niña desde lejos.
La joven inmediatamente cambió su semblante a uno de miedo observando sobre el hombro de él y desvaneciéndose al instante.
- No… - Empezó a decir Inuyasha estirando su mano. – Te vayas… - Pero ya Kagome había desaparecido por completo.
- Inuyasha, ¿qué hacías? – Preguntó Kaede llegando hasta donde se encontraba el susodicho totalmente inmóvil pero este no pareció oírla, sólo se logró escuchar un nombre de sus labios.
- Kagome… - Musitó mirando embelesado hacia donde momentos antes había salido aquel fascinante y majestuoso ser.
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Hola, ¿qué tal el fic? ¿Está muy chimbo o está pasable? Bueno, aquí yo inventando, si no les gusta no me hagan caso xD. Aunque preferiría que si les gustara pero bueno, eso lo deciden ustedes. De todas maneras, ojalá les haya gustado y me dejen su opinión. Sayonara
