The King of England.

Este reto es para el Steampunk Inktober 2017, ya sé que es para dibujo, lo siento.

Prompt O3 El rey de Inglaterra.

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(Hay un Dios,

Los dientes le castañean bajo los labios a medida que avanza con sus metales preciosos en las manos enguantadas; lo persigue como los humanos persiguen los sueños y se pierden en estos por la noche incauta y llena de terrores. Tiene los ojos de madre selva y dientes de piraña que no dudarán en arrancarte un trozo de corazón y comerlo para verte morir bajo sus garras infectas en los venenos del mundo.

y es el Dios de la muerte).

Primero;

Sebastian corre, corre, corre, con los ojos inyectados en sangre y la adrenalina viajando por esa forma mundana que ha adoptado. Grell continúa escondiéndose bajo el laberinto de lo inoportuno y se deja seguir, riendo en aha—

Ahahaha.

AHAHAHAHAHA.

Arcadas violentas que se suscitan hasta la escena del crimen cometido hace muchos años.

(¿El tuyo?) No. (¿El mío?) No.

Segundo;

Resulta que Grell es un género literario perdido entre las aguas de los mares más antiguos del mundo: esos que al desearlo se convierten en el vino del cuerpo y la convivencia es más bien aciaga para el pelinegro. El pelirrojo habla con las plantas y estas parecen responderle y Sebastian tiene que sonreír por el desconcierto ¿por qué debería de sorprenderle? Incluso aunque lo niegue todo en Grell grita: ESPECIAL.

(Hay un demonio,

Tercero;

Sebastian se desmelena en un huracán de plumas mortíferas que te destrozan la garganta y los ideales para venderlos a granel a los pecadores del mundo. Córtalo una vez y no vivirás la siguiente para contarlo; el demonio porta cadenas de color celeste que no puede quitarse; por más que tira y jala estas no se desprenden pues vienen en un estuche compacto de doce años que ha de hacer su santa voluntad en el tablero de ajedrez. Ciel es bueno jugando, y a Sebastian le interesan los hábitos mundanos.

y este cuento no tiene un final feliz).

—¿Alguna vez pelearás por mí, Sebas-chan?

Sebastian lo mira, sigue comiendo.

Grell suspira con encanto.

Sebastian come.

Grell gime en desesperación de no saber la respuesta.

El demonio continua haciendo lo que mejor sabe hacer: ignorarlo justo en el momento en que lo tiene en la palma de su mano; se lo da todo para luego quitárselo de un tirón y dejar que se hambreé por otros tres mil años hasta que se arrastre de nuevo a sus entrañas y escarbe en ellas; calientitas y llenas de golosinas amargas que Grell quisiera tragar una y otra vez.

Sebastian es todo un montículo de harapos de buena calidad,

y Grell siempre ha sido malo para utilizar la ropa con propiedad.

(Había una vez).