Habría que…
No sabía cómo decirlo. Empezó por sacarse la máscara y volver a ser el muerto que dejó atrás, tembloroso y pálido.
-Nunnally, sé que lo has extrañado mucho. Pero su cuerpo…mantenerlo de esta manera…-entre sus suaves muñecos de felpa, tomando eternamente el té con ella, su viejo yo, frío y lívido-…es indigno.
Ella pareció meditarlo y él cantó victoria.
-Tienes razón, Suzaku.-Le tomó la mano y casi se le escapa una lágrima.-Hay que traer a alguien para que lo embalsame. Así mi hermanito no nos dejará jamás.-Lo estrechó contra su pecho, emocionada. Y él le tuvo terror, ahora ya permitiéndose llorar.
