Advertencia: todos los personjes son propiedad intelectual de Cassandra Clare.
Este relato participa en el reto "El Círculo" del foro [Cazadores de Sombras]
Cualquier crítica es bien recibida.
¡Gracias por leer y espero sea de su agrado!
Carta al futuro
Idris, 1991, Herondale Manor House.
Amatis,
Sé que voy a morir. Pronto. Lo siento en el modo de mirarme de Valentine, en el desprecio que impregna sus pupilas cuando nadie le ve, en cómo ya no confía en mi; cree que le he fallado. Y lo haré. He visto la verdad que se esconde tras sus actos, la realidad que ocultan sus palabras; no hay modo alguno en que pueda expresar las atrocidades que hemos cometido por él, los crímenes que él nos ha inspirado en nombre de algo sagrado que ya no existe.
He cometido muchos errores por su causa, por su influencia, por su aprobación. Sólo quería un lugar al que pertenecer, donde me aceptaran sin esperar nada a cambio, lejos de mi familia represora, de toda esa condescendencia, de su benevolencia para con quienes entendía eran inferiores, diferentes. Creía firmemente en sus palabras, en que hacíamos lo correcto. No sabes cuán equivocado estaba, Valentine no es más que un impostor, he visto su rostro tras la máscara, su fanatismo, los extremos a los que está dispuesto a llegar. Y no quiero ir con él, no quiero caer a su lado, ángeles de regreso al infierno.
Tendría que haber sabido que mi hogar, mi sitio en el mundo, eras tú. Que no necesitaba más. En ti comenzaba y terminaba la vida que tanto ansiaba, la libertad de amarte, de tenerte a mi lado. Rompí nuestras promesas pensando que era lo correcto, te abandoné cuando más me necesitabas esperando cumplir con algo superior; la verdad es que no quería estar relacionado con ningún submundo, por ello acepté de buen grado dejarte. Si hubiese visto, como tú, los mismos ojos azules brillantes de Lucian, aún tras la conversión, hubiese sabido que seguía siendo el mismo, no un monstruo con rostro humano sino esa persona a quien tanto amabas, que tan desesperadamente te necesitaba... Pero creía ciegamente en Valentine y ahora Lucian ya no está más con nosotros. No intento excusarme pues lo que hice, lo que te he hecho, es imperdonable, mis actos no pueden ser borrados. Jamás podré remediarlo, redimir la fuerza de mis pecados. Los errores me perseguirán siempre, hasta el último momento. Y, cuando muera, formarán parte de mi ser.
Sólo quería ser mejor que mis padres, huir de ellos, de su sofocante presencia y acabé encerrado en el Círculo, siendo la sombra de alguien a quien consideraba casi como un dios. Quería brillar ante sus ojos, superar las expectativas puestas en mi, necesitaba desesperadamente ser aceptado por él, por todos ellos. Ese fue mi primer error.
El segundo fue dejarte, cumplir con lo que otros esperaban que hiciera. No dije nada, permití que quitasen las doradas runas de mi pecho y que volvieran a ser escritas por otras manos, manos desconocidas, ingenuas, manos que no puedo mirar. Y se siente tan diferente... Contigo, mi pecho se sentía cálido, vivo; ahora sólo es un dibujo vacío, que consigo olvidar. No puedo amarla, Amatis, jamás podré hacerlo como es debido, como te amo a ti. Porque siempre te he amado, incluso en la locura del dolor y la pérdida, incluso cuando sé que soy la causa de tu desgracia. Ojalá pudiera ver brillar la alegría de nuevo en tus ojos, me temo, pero, que moriré y el último recuerdo que de ti guarde sean tus lágrimas cayendo en silencio, mientras unas manos despreciables tallaban sobre tu piel los trazos que nos desataban, que te alejaban de mi. Lo siento.
Céline no tiene la culpa; ella cree en Valentine, en la bondad que reside en él, ella sólo busca su aprobación. Espero que lo sepas; el único culpable soy yo. Ódiame, olvídame, sigue adelante, por favor, pues no puedo saberte infeliz, sola y perdida; tu sombra plana en mis sueños, siempre está presente en la lejanía, acompañándome, torturándome. He intentado entregarme a las dulces caricias de otra, de ser suyo como una vez lo fui de ti, pero no puedo arrancarte de mis entrañas, eso sería peor que la muerte.
Intento hacer lo correcto, pero hace mucho que dejé de ser bueno. Sus besos mueren en mis labios y yo no los encuentro, no hay chispas, no hay magia, no vuelve loco a mi corazón. Duermo con ella y la quiero, porque es dulce e inocente y porque me necesita. Quiero protegerla, hacer que las cicatrices dejen de doler, pero no puedo ser suyo, no más allá del cariño. No la quiero como merece y lo siente, lo puede ver en mis ojos, donde nada brilla cuando la miro y finjo ser mejor.
Amatis, no voy a pedirte el perdón, pues sé que no puedo ganarlo, que nada de lo que haga podrá compensar todo el dolor que te he causado, sólo pido que, cuando me haya ido, le entregues esto a mi hijo, para que sepa quién soy. Háblale de mi, dile que incluso cuando sólo es una idea en mi mente, lo amo. Que lamento no poder verle nacer. Por favor, enséñale a querer del modo en que tú lo haces, con intensidad y dulzura, con todo el amor condensándose en tu mirada. Cuéntale quién he sido, los errores que he cometido, enséñale a ser mejor de lo que yo jamás he sido.
Siempre pensé que tus manos serían las únicas que tomarían mi cuerpo, que tu sonrisa sería lo primero que viera al amanecer, que sentiría para siempre tus besos cayendo sobre mi como brasas y aunque otra haya ocupado tu lugar, eres la única. Cuando ella me toca son tus manos las que rozan mi piel, son tus labios los que encuentran los míos en la oscuridad, son tus ojos azules los que me miran cuando lo hacen los dorados de ella. Soy fiel a tu recuerdo, es algo que nadie podrá suplantar. Cuando ella canta es tu voz la que llega a mi oído, son tus palabras las que abrigan mi corazón cuando hace frío. Tú fuiste la primera y después de ti sólo hay el vacío, uno que Céline intenta llenar sin lograrlo. Y se siente como si la estuviese engañando, pretendiendo ser quien no soy, por ella, por su felicidad. Después de todo, tú eras mi luz, mi estrella.
Me queda poco tiempo, pronto tendré que marchar, pero quería que tú, al menos, supiera la verdad. Por favor, se feliz. No llores cuando ya esté muerto, no lo merezco, sólo cuida de ti y no dejes que nadie te haga ser quien no eres como Valentine ha hecho conmigo. Me miro al espejo y no me sé ver en el reflejo, no hay nada de lo que alguna vez tanto quisiste. Sólo queda el miedo, la soledad, el desprecio por lo que tengo que hacer y sigo haciendo, el odio que siento por mi, por lo que os he hecho.
Te quiero. Hoy, mañana, ayer. Siempre.
Stephen Herondale.
