¡Hola a todos!

Pues sí, esta será una nueva sección de historias que me ha estado rondando por la mente desde hace un tiempo, quiero aclarar que esta recopilación será un poquito distinta a la de "One-Shots". Éstas historias serán un poco más completas (y serán en orden alfabético, yay!)

Otra cosa, no, éste fic no es el de mi fallido intento en la colección anterior, éste fue desafortunadamente inspirado en un caso que le ocurrió a una amiga hace unos meses, quiero dedicarlo a todos aquellos que han tenido la mala suerte de tener que pasar por algo como esto.

Espero que lo disfrutes.

Nota extra: Aang tiene 20 años, Katara tiene 22.

Avatar: El último maestro del aire no me pertenece.

Clasificación: T (El contenido puede llegar a ser un poco fuerte, sólo quería advertirte)

-o-o

Accidente.

Fue el sonido de la agitada respiración de su esposa lo que le provocó despertarse de repente.. La miró confundido mientras la luz de la luna le permitía ver los brazos de la morena estremecerse.

Katara se sentó lentamente, su vientre de seis meses de embarazo volviéndose un pequeño obstáculo.

La luz de una vela se apoderó de la habitación, la sábana que cubría a la joven pareja se tornó húmeda y de un color rojizo.

El silencio por parte de ella comenzaba a inquietarle, entonces sintió la temblorosa mano posarse sobre la suya. Algo andaba mal, y ambos lo sabían...


Appa aterrizó justamente afuera del Hospital de Ciudad República; Aang tomó a su esposa en brazos y corrió lo más rápido que pudo a la sala de urgencias.

Fueron un par de enfermeras en turno quienes le ayudaron a recostarla sobre la camilla que pronto iría a toda velocidad por los pasillos.

Aang corrió al lado de ella aferrado a uno de los barrotes de la camilla; su otra mano enganchada con la de ella.

-Estarás bien...-Murmuró haciendo pequeños círculos con su pulgar.

No hubo más respuesta que un débil apretón y una sonrisa forzada.


-¡¿Qué quiere decir con que no puedo entrar?!-Gritó furioso, lágrimas formándose en sus ojos.- ¡Es mi esposa!

-¡Y yo soy su doctor!-Exclamó el anciano mientras le tomaba firmemente de los hombros.-Así que le ruego que me deje hacer mi trabajo.

Aang dejó salir un suspiro,su mirada llegó al suelo antes de asentir levemente.

-De acuerdo...

-Gracias...-Respondió soltándole lentamente.- Haremos todo lo posible. Le doy mi palabra.


Habían pasado los treinta y dos minutos más largos de la vida del joven Avatar para cuando aquella puerta se abrió.

Una profunda punzada llegó al pecho de Aang al ver al doctor evadir su mirada.

El joven se puso de pie frente al hombre, quien solo negó con la cabeza.

-En verdad lo lamento...no hemos podido salvar al bebé...

El dolor que comenzaba a comprimir el pecho de Aang se volvía cada vez más inaguantable.

-Mi amor...Murmuró mientras cerraba los ojos con fuerza, lágrima tras lágrima corriendo por sus mejillas.- ¡¿Dónde está Katara?!

-Por favor, tranquilícese...-Contestó el doctor.- La Maestra Katara está bien, pero necesita mucho reposo.

Aang agachó la cabeza, un suspiro de alivio escapando de sus labios.

-Déjeme verla...-Suplicó, aquella solitaria lágrima humedeciendo su mejilla.-...por favor...

El doctor dejó salir un leve suspiro.

-De acuerdo...-Respondió.-Solo intente no despertarla. De verdad necesita descansar ahora.


Aang abrió la puerta lentamente para encontrar a su esposa recostada sobre la cama de la habitación. El joven tomó asiento en una de las sillas que se encontraban al lado de su esposa. Dejó salir un suspiro mientras tomaba su mano.

-Hola cariño...-Susurró con una débil sonrisa.-...A que no adivinas de que me acordé...

El rostro de Aang se acercaba cada vez más al de su amada, ¿quién hubiera dicho que el gran y poderoso Avatar no podría evitar el plantar aquel beso sobre la mano de su esposa?

-Me asusté mucho al pensar que pude llegar a perderte...-Dijo mientras removía aquel escurridizo mechón de cabello del rostro de Katara.-...mi mundo se tornaría completamente oscuro sin ti, y cuando el doctor me dijo que estabas bien lo recordé...

La otra mano de Aang encontró la mejilla de la morena, acercando sus labios a la frente de la joven.

-El amor brilla más fuerte en la oscuridad.

El joven podría jurar que su corazón se detuvo por un segundo al sentir la calidez de la piel de Katara.

-Te amo...- Susurró antes de besar su mejilla.- Te amo demasiado, Katara.

Aang ni siquiera se dio cuenta del momento en el que aquella lágrima escapó; sin embargo, si notó el delicado pulgar que le limpió. Sus ojos se abrieron lentamente para encontrar un par de hermosos orbes azules.

-Yo también te amo, Aang...-Dijo Katara mientras juntaba sus frentes.-...mucho más de lo que te puedas imaginar.

Sus labios se encontraron poco a poco en un profundo y apasionado beso. Las manos de Aang se enredaban en el cabello de Katara, cuyos brazos encontraron el cuello de su esposo. Sus labios se movían tan lentamente, sincronizándose en una cálida danza tan llena de amor y desesperación a la vez, estaría de más decir que ninguno de ellos podría vivir sin el otro.

Sus bocas se alejaban lentamente, convirtiendo aquel beso en una dulce caricia.

-Wow...-Susurró Katara, su respiración ligeramente agitada.-...no recuerdo que nos besáramos así desde...

-¿El balcón?- Le interrumpió. La morena asintió con un leve rubor sobre en mejillas.

Entonces la puerta se abrió despacio.

-Disculpen la interrupción.-Dijo una de las enfermeras, quien miraba apenada a la pareja pues sabía que había terminado con un momento muy especial.-Avatar Aang, el doctor necesita hablar con usted en su oficina.

Aang podía ver la angustia reflejada en los ojos de su esposa.

-No te preocupes, todo está bien...-Dijo acariciando la mejilla de Katara.

Luego de plantar un beso sobre la frente de su amada, Aang se dirigió a la puerta, una voz haciendo eco en su cabeza, asegurándole que estaba mintiendo.

El joven Avatar tomó asiento frente a la solitaria silla frente al escritorio del doctor.

-Avatar Aang...-Dijo el doctor, captando la atención del joven quien ni siquiera se molestó en alzar la mirada.-...de verdad lamento su pérdida, pero me temo que es su esposa quien corre peligro ahora.

El corazón de Aang se detuvo.

-¿Que quiere decir con eso?- Cuestionó encarando al escéptico hombre frente a él.

-La Maestra Katara debe ser operada lo antes posible.- Comentó entrelazándose las manos y colocándolas sobre la mesa.- Necesitamos retirar el producto.

Un escalofrío corrió por la espina de Aang; aquella palabra repitiéndose en su mente: "Producto."

El joven se las arregló para limpiar la solitaria lágrima sin que su mano temblase tanto.

-Bien...-Murmuró Aang, su ceño ligeramente fruncido.- Pero yo estaré a su lado.

-De acuerdo, se le permitirá entrar durante la cirugía.- Dijo el doctor, su voz inundada por un aire tan indiferente como quien hablase de un vulgar trato callejero.


Los semi-enrojecidos ojos de Katara comenzaban a cerrarse luego de que la anestesia llegara a su sangre. Después de todo estaba agotada luego de haber llorado junto con su esposo la últimas dos horas. Ahora solo estaba recargada sobre el hombro de su marido, sus dedos entrelazados con los de él.

-Puede que la anestesia le haga decir algunas cosas vagas o balbucee de vez en cuando.- Comentó una de las enfermeras, quien retiraba la jeringa del brazo de la joven.- Es un efecto secundario, así que no se angustie.

Aang asintió, su otra mano se encontraba reposando sobre el hombro de Katara cuando escuchó aquel susurro...

-A...Aang...¿donde, Aang?...

-Shh...Aquí estoy, amorcito...-Respondió besando su frente.

De repente escuchó una risita de parte de ella.

-¿De qué te ríes?- Preguntó angustiado.

-Hacía tanto que no me llamabas así...

Aang sonrió al sentir el peso de su esposa reposar sobre su hombro.

-Si...lo sé...


La operación iba de maravilla, Katara se había quedado dormida hacía media hora, lo que facilitó bastante la operación. El doctor había diseñado una estrategia para lograr sacar al bebé sin necesidad de una cesárea; sin embargo las cosas se complicaron cuando Katara comenzó a despertar, aunque no completamente consciente de sus actos, aún podía llegar a causar algún mal movimiento que le terminara costando su fertilidad.

-Aang...- Murmuró mientras hundía el rostro en el hombro de su esposo.-...Aang, nuestro bebé...están lastimando a nuestro bebé...

El joven Avatar abrazó a su esposa y comenzó a tallar su espalda suavemente.

-Shh...está bien...-Respondió, lágrimas resbalando por sus mejillas.-...todo está bien...

La joven negaba con la cabeza, y un momento en el que Aang no se dio cuenta, Katara notó la sangre sobre las sábanas entre sus piernas.

-¿Eso...eso es sangre?...-Murmuró la morena, su voz quebrándose.

Aang le abrazó con fuerza y cubrió sus ojos al apoyarla contra su hombro. Él mismo decidió cerrar los ojos en cuanto escuchó la viscosidad de la carne que una de las enfermeras había colocado sobre la charola a lo lejos.

Los sollozos de Katara comenzaba a hacerse cada vez más audibles, Aang acepto la oferta de una de las enfermeras acerca de inyectarle una nueva dosis de anestesia a su esposa.


Ya había pasado una hora desde que Katara había vuelto a dormirse, Aang estaba agradecido de que al menos uno de ellos pudiera descansar en estos momentos, y le alegraba aún más saber que fuese ella quien lo lograse.

Tanto el par de enfermeras como el doctor habían abandonado la habitación, ahora más que nunca merecían el mayor espacio posible.

Aang se había acostado al lado de su esposa. Abrazándole con fuerza sobre la cama, se mantenía entretenido con las suaves caricias que dejaba sobre el cabello de la joven maestra.

Un dulce beso llegó a la frente de Katara, quien poco a poco comenzó a abrir los ojos...

-Buenos días.- Dijo Aang intentando animarle un poco.

-Buenos días...amorcito...

Bastó una caricia de la joven morena sobre su mejilla para hacerle saber que todo estaría bien.

-o-o

Gracias por leer.