Disclaimer: Los personajes son propiedad de Stephenie Meyer, sólo la trama es mía.


-Prólogo-

Forks, Febrero de 1958

Tomó la mano de la mujer que caminaba a su lado, sintiéndose tranquilo y feliz, siendo consciente de que su vida no podía ir mejor.

Tenía todo lo que quería, y a pesar de que había tenido que trabajar duro para conseguirlo, estaba totalmente satisfecho con ello. Su vida era simplemente perfecta.

A sus veinticuatro años seguía estudiando en la universidad de Seattle para convertirse en profesor de Historia, cosa que enorgullecía enormemente a su madre. Su padre era el propietario de una de las empresas más exitosas del estado, por lo que no eran precisamente pobres.

Desde hacía más de un año, Jasper había conocido a Mary, su prometida, una hermosa mujer de cabello castaño oscuro y ondulado, ojos grises de mirada profunda, alegre y con mucha vitalidad.

Su romance comenzó pocos meses después de haberse conocido, y desde entonces no se habían separado en ningún momento. Dos semanas antes, Jasper había decidido proponerle matrimonio sabiendo que la respuesta de Mary sería un sí rotundo. No obstante, cuando ella le respondido afirmativamente y con los ojos anegados en lágrimas, sintió que volvía a nacer, como si aquella respuesta lo hubiese sorprendido excesivamente.

Era consciente de que probablemente aquella decisión iba a ser algo precipitada, pero amaba a Mary, y estaba seguro de que jamás encontraría a otra mujer que le hiciera sentir lo mismo que ella. Aún así, cuando recibió el consentimiento de sus padres respecto a aquella noticia, sabiendo que ellos lo ayudarían en todo lo que hiciera falta, supo que había hecho lo correcto.

Sabía que era un hombre afortunado. Probablemente era el hombre más afortunado del mundo, y por esa misma razón no se olvidaba de darle las gracias a Dios por haberle proporcionado aquella vida que le había tocado vivir.

-¿En qué piensas? –la voz de Mary lo sacó de su ensoñación, devolviéndolo al mundo real, que resultó ser igual de perfecto que sus más profundos sueños.

-En ti –le contestó para hacerla sonreír. Y lo consiguió.

-Siempre que te hago esa pregunta me respondes lo mismo –se quejó ella, aunque no dejó de sonreír.

-Eso es porque siempre pienso en ti –respondió Jasper, acariciando con la mano que le quedaba libre la mano que Mary tenía enlazada con su codo.

Ella rió suavemente, y después le dio un beso en la mejilla.

-Tengo muchas ganas de que pasen estos meses –la escuchó murmurar, y sonrió para sus adentros, feliz de que ella estuviese tan ansiosa como él por casarse.

-Yo también. Pero estoy seguro de que la espera valdrá la pena –quiso consolarla a ella y de paso también a él mismo, porque sabía que aquella espera lo torturaría hasta el último minuto.

Mary asintió lentamente, sin dejar de sonreír.

-¿Quieres que te acompañe a casa? –le preguntó él al cabo de unos minutos en los que se habían dedicado a caminar silenciosamente por el parque. El frío del invierno comenzaba a ser insoportable, y hacía que los huesos de Jasper se entumecieran a pesar de la agradable calidez que sentía al estar al lado de Mary.

-Sí –contestó ella, aferrándose con más fuerza al brazo de su prometido.

Eran las seis de la tarde y ya había anochecido, por lo que Jasper no estaba dispuesto a dejar que Mary fuese sola a casa aunque así lo hubiera querido.

Caminaron sin prisa por las calles del pueblo, charlando de cosas triviales, aunque terminando todas las conversaciones con algún comentario sobre su futuro matrimonio.

Una vez llegaron a la casa de Mary, ambos se detuvieron, sin ningunas ganas de separarse.

-No sabes las ganas que tengo de vivir contigo –le dijo ella con una sonrisa triste. –No me gusta tener que decirte adiós cada tarde, sabiendo que hasta el día siguiente no volveré a verte.

Jasper frunció el ceño, divertido. No podía evitar que le encantara lo dramática que solía ser, por lo que se rió entre dientes antes de atraerla hacia él para darle un beso cariñoso en la frente.

-Sólo tienes que esperar cuatro meses más –la animó frotando con sus manos los brazos de ella, intentando transmitirle algo de calor.

-Está bien –se resignó Mary con un suspiro cuando se dignó a separarse de él. –Entonces, hasta mañana –se despidió antes de colocarse de puntillas para darle un suave beso en los labios. –Y no llegues tarde –le pidió con seriedad, aunque después le guiñó un ojo juguetonamente.

-No lo haré –le prometió él, negándose a soltar la mano de Mary de entre las suyas.

Ella sonrió, y con un fácil tirón logró liberarse de su agarre, a pesar de que ella tampoco quería hacerlo.

Comenzó a caminar de espaldas por el camino de gravilla que la llevaría hasta la puerta de su casa, sin dejar de observar a Jasper.

-Sabes que te quiero, ¿verdad? –le preguntó ella alzando la voz para que la oyera, fingiendo que no sabía la respuesta.

-Eso creo –le contestó él, encogiéndose de hombros.

Mary imitó su gesto, y después le sacó la lengua juguetonamente, antes de darse la vuelta y echar a correr hacia su casa, sabiendo que si tardaba un poco más, no sería capaz de separarse de él.

-Yo también te quiero –musitó Jasper una vez Mary hubo entrado, siendo consciente de que ya no lo escuchaba.

Suspiró feliz, y acto seguido comenzó a caminar, metiéndose las manos en los bolsillos de los pantalones, deseando calentarlas aunque fuese un poco. Se encaminó hacia la tienda de bordados en la que había encargado un regalo para su prometida. No era nada lujoso, sólo un pequeño detalle que la haría recordarlo cuando no lo tuviese cerca.

Entró en el pequeño y humilde comercio y esperó hasta que le atendieron. Se alegró cuando vio el hermoso y delicado pañuelo blanco en el que había mandado bordar el nombre de Mary rodeado de algunas flores. Era algo muy sencillo, pero sabía que la haría muy feliz. Mary se contentaba con las cosas más humildes del mundo, por eso la amaba. Por su sencillez y por su naturalidad.

Pagó el obsequio, y después pidió que lo colocaran en una pequeña caja, para no tener que llevarlo en las manos. Se guardó el regalo en el bolsillo interior de la chaqueta, y se despidió de los comerciantes con un cordial movimiento de cabeza.

Acto seguido abandonó la tienda, sintiéndose solo en la calle. El frío había hecho que todo el mundo se refugiara en el calor de sus hogares, lo mismo que estaba dispuesto a hacer él en aquel mismo instante.

Se frotó las manos con fuerza antes de volver a introducirlas en sus bolsillos, y caminó automáticamente y con rapidez hasta su casa. Decidió atravesar uno de los callejones que le harían llegar antes, estando seguro de que nadie en su sano juicio se quedaría por allí a aquellas horas y con aquel horrible clima. No tenía miedo de los atracadores, más que nada porque era indudable que no había nadie en la calle.

Soltó con lentitud el aliento, que se evaporó en el aire cuando entró en contacto con el frío. Se le estaba introduciendo el frío del ambiente en los pulmones, y eso le provocaba dolor en el pecho, así que decidió ralentizar un poco el paso.

-Mmm…delicioso –se dio la vuelta con rapidez cuando escuchó aquella voz femenina en su oído. Comenzó a preocuparse al no ver a nadie detrás de él, así que sacudió la cabeza, creyendo que su mente le estaba jugando una mala pasada. En cuanto volvió a girar la cabeza para seguir con su camino, se topó de repente con una mujer de piel morena que lo observaba detenidamente.

Se sobresaltó ante aquella aparición tan inesperada, pero después se tranquilizó, siendo consciente de que una mujer no iba a hacerle ningún daño.

-Discúlpeme, señorita –agachó la cabeza, sintiéndose algo avergonzado tras su sobresalto. – ¿Puedo ayudarla en algo? –preguntó amablemente, sorprendiéndose en silencio al percatarse del fino vestido que llevaba aquella mujer. No comprendía cómo no había sufrido una hipotermia.

-Sí, yo diría que sí –respondió ella sin dejar de observarlo, cosa que lo incomodó un poco.

-Entonces, –murmuró con algo de dificultad. –dígame de qué se trata y la ayudaré en todo lo que pueda –siempre lo habían educado como a un caballero, siendo respetuoso y cortés con las mujeres, así que aquella vez no iba a ser menos.

-No tienes que hacer nada –le sorprendió el hecho de que lo tuteara sin conocerlo, pero decidió callarse prudentemente cuando la vio acercarse a él con lentitud. –Sólo quédate quieto –le exigió, colocando una de sus manos sobre su brazo, como si estuviera comprobando algo. Al cabo de unos interminables segundos, asintió satisfecha y sonrió, acercándose aún más a él, inclinándose hasta que sus pieles se tocaron. Aquella mujer estaba helada, y Jasper se estremeció, sintiendo el peligro en cada uno de los poros de su piel. –Creo que me vas a ser de mucha ayuda –le susurró al oído justo antes de hundir un par de afilados dientes en la piel de su cuello, haciéndole apretar con fuerza los puños para contrarrestar el brutal dolor que siguió a continuación.

Dejó de ver las sucias paredes de aquel callejón, y el fuego irrumpió en su mente al mismo tiempo en que invadió todo su cuerpo. Quiso gritar con fuerza para detener el ardor que se había instalado en su garganta, pero la voz se le había apagado, por lo que cerró los ojos, esperando la muerte que, estaba seguro, no tardaría en llegar.


¡Hola, hola de nuevo!

Como podéis comprobar (y es obvio) he vuelto, y esta vez he venido para quedarme... jojojo... No, no es ninguna amenaza xD

Aunque se puede decir que es cierto, porque esta historia es la más larga que he escrito hasta el momento O.O Tiene 4O capítulos bien buenos y bien largos para que disfrutéis de ella si os gusta ;P

Eso sí, os tengo que decir que pasan muchísimas cosas y que por esa misma razón tardarán en pasar las cosas que todas queremos que pasen (espero no haberme hecho un lío demasiado grande xD) ¡Así que os pido paciencia!

Para aclarar dudas, el fic tratará sobre una humana y un vampiro, aunque un tanto especial (ya veréis por qué)

Bueno, pues nada, espero que os haya gustado el prólogo y que me lo digáis con un review de esos tan bonitos que soléis dejarme ;) Y como siempre, si os gusta, subiré capítulo los lunes, los miércoles y los viernes (y algún que otro fin de semana también)

¿Nos leemos el miércoles? ¡Espero que sí!

XOXO