Imperdonable

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La pareja de exiliados

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Iba escaleras abajo pensando en la junta que acaban de tener con la diosa. Los Santos dorados sobrevivientes, los caballeros de bronce al servicio de la diosa así como la misma diosa en persona. En esa junta se decidió que, durante su estancia en el Santuario, sería Mu el asignado a la protección directa de Atena; algo así como un escolta personal y sus responsabilidades serían asistirla, acompañarla a diversos compromisos que tuviera entre otras funciones indicadas por el anciano Maestro al Santo de Aries quien solo escuchaba en silencio y asentía con la cabeza aceptando su cruel destino.

Milo pensaba divertido que poco faltó para que le dijeran a Mu que debía darle de comer a la diosa en la boca y ponerle un babero así como hacerla de niñera básicamente mientras ella estuviera en el Santuario los siguientes meses.

—Dioses que bueno que ni siquiera se me considero para ese horrible puesto. No hubiera podido soportar las funciones de niñera que hará Mu de ahora en adelante.

Paso rápidamente por la octava casa para quitarse la armadura y bajar al pueblo un rato a distraerse y comer algo antes de volver ya que le tocaría la guardia de la noche un rato. Las batallas habían terminado de forma abrupta con la baja de varios compañeros dorados tras la guerra de las Doce Casas y ahora, luego de la batalla de Atlantis, Atena estaba tratando de restaurar el orden mientras durara el tiempo de paz. Milo vio el despejado cielo sobre su cabeza sintiéndose muy bien ante el excelente clima y sin ninguna prisa siguió escaleras abajo pasando uno a uno los templos vacíos hasta llegar a Géminis.

El pasar por el pasillo central del cuarto templo noto que la habitación privada estaba abierta y se escuchaba que alguien estaba dentro sacando y metiendo cajones escandalosamente. Sin pensarlo dos veces entro para buscar al intruso y cuál fue su sorpresa al descubrir a Kanon escombrando en los pocos muebles que había dentro de la habitación.

— ¿Qué estás haciendo Kanon?

—Hola Milo, no esperaba verte aquí. ¿A dónde vas de tan buen humor y vestido como civil?

—Iba al pueblo hasta que escuché el escándalo que tenías dentro de este cuarto.

—Estoy revisando todo lo que Saga dejo olvidado aquí antes de tomar el control del Santuario. Este lugar está hecho un asco y me propongo dejarlo habitable ahora que viviré en el templo un tiempo.

— ¿Y has encontrado algo interesante? —Milo nunca había visto lo que Saga guardaba en sus cajones, ni siquiera se lo hubiera imaginado.

En realidad no difería de lo que cualquiera pudiera tener en un cajón: algo de ropa empolvada, un par de juguetes viejos, algunos libros infantiles era lo que Kanon iba sacando y dejándolo en la cama poco a poco. Milo miraba muy interesado ya que cosas así eran las que contaban la historia de los gemelos o al menos una parte ya que tampoco era tan revelador lo que estaba apilado en la cama.

Hasta que el joven encontró algo que atrapo su atención de inmediato, Milo lo observaba con gran interés mover aquel objeto entre los dedos mientras lo limpiaba cuidadosamente con un trapo; por la mirada de Kanon lo que acababa de encontrar era un tesoro oculto o, al menos, un objeto de gran valor sentimental.

— ¿Qué es eso? —Milo no le veía forma desde donde estaba.

—Es un Komboskini —Kanon le mostro el Rosario hecho con hilos que poseía cuatro cuentas y estaba anudado sujetando una gruesa cruz tejida con el mismo hilo—, se trata de un Rosario Ortodoxo que poseía mi maestra, fue un regalo del hombre que amaba.

—Imagino que tiene un gran valor sentimental.

—Lo tiene, para ella era especial como no te imaginas Milo. Se puede decir que la relación con y aquel hombre y el fruto de ello le costaron su rango como amazona y su estancia en el Santuario.

— ¿A qué te refieres?

—Te contaré la historia de cómo fue la prueba final de Saga… claro si tienes prisa lo podemos dejar para otro momento.

—Vamos cuéntame, puedo ir al pueblo en otro momento —Milo se sentó al lado de Kanon bastante interesado en el relato.

Sucedió que el día de la prueba final de Saga estaba muy cerca, no obstante este llevaba semanas padeciendo fuertes jaquecas que no lo dejaban concentrarse del todo por lo que esa prueba llevaba meses reprogramándose y el Patriarca no le podía dar otra prorroga a Freda.

—Es importante que el entrenamiento concluya cuanto antes con la prueba final; si crees que Saga no está listo otra vez notifícame con tiempo pero no puedo posponer mes tras mes esa prueba Freda.

—Lo sé Excelencia, le pido me permita confirmar con los médicos si el estado de Saga será el óptimo para la fecha programada de su prueba final. Deme tiempo por favor.

—Llevas meses pidiendo tiempo Freda, ¿qué pasa?

—Saga lleva enfermo bastante tiempo, no sé qué tiene. A veces está lucido a veces se comporta tan distinto…

—He leído tus reportes sobre su cambiante comportamiento y pensé que ya tenías identificada la causa y la solución al problema.

—Aun no Excelencia…

—Solo tienes un mes. No te puedo dar más tiempo.

—Gracias Excelencia.

Las migrañas de Saga era porqué la maldad se estaba apoderando de su persona, Kanon sabía bien esta causa ya que él había estado presente cuando Saga fue intoxicado por el demonio que lo llevo a tomar posesión del Santuario pero Freda no lo sabía, ella no tenía conocimientos médicos como para diagnosticar esta y otras condiciones. El pequeño Kanon miraba atento como su maestra se esforzaba día a día para mantener bien a Saga sin frutos duraderos ya que estaba bien un par de días y luego volvía a caer y a tener un comportamiento extraño.

—Mi maestra se esforzaba demasiado por Saga —decía Kanon mirando la habitación—, yo sabía que pasaba con él y todos los problemas que nos daba pero un buen día ese resulto ser el menor de los problemas.

— ¿Por qué, qué paso?

—Una mañana la vi en el sanitario vomitando, se veía pálida y asustada. En ese momento se levantó corriendo y fue a buscar y rebuscar algo en los cajones; Saga y yo la vimos sacar todo hasta encontrar un calendario y obsesionada empezó a contar los días y se le veía muy preocupada.

La mente de Kanon viajo hasta ese día fatal, el día en que Freda se dejó caer llorando tras revisar el calendario: estaba embarazada y ese era el peor momento para enterarse ya que tenía encima el problema con Saga. Arrojo el calendario violentamente a la pared y al girarse vio a los gemelos que la miraban asustados.

—Tranquilos, no me pasa nada —mintió tratando de calmarse—. Saga tienes que estar listo para el día de la prueba final. Llevamos mucho tiempo de atraso, ¿entiendes lo que digo?

—Lo sé Maestra… —el chico la miraba asustado ya que no era normal ese comportamiento en ella.

El que Saga estuviera lucido ese día era vital ya que Freda sabía que destino le esperaba una vez que el Patriarca se enterara de que esperaba un hijo: era el exilio o renunciar al bebe.

—Así que eso es lo que ocurre con las Amazonas… —dijo Milo pensativo— por eso es que de repente desaparecen.

—Es correcto. Las que se embarazan son exiliadas del Santuario salvo que decidan renunciar a su bebe. Como podrás imaginarte mi maestra escogió la primera opción ya que amaba mucho al papá de su hijo.

— ¿Quién era el papá del hijo? —Pregunto con gran curiosidad.

—Solo sé que estaba como custodio del onceavo templo, el nombre se me escapa, se relacionó con mi maestra durante un par de años.

— ¡¿Del onceavo templo?! —Exclamo Milo muy sorprendido— ¿Te refieres a Bogdan, el maestro de Camus?

— ¿Lo conociste?

—Claro que si pero era un hombre muy estricto con el entrenamiento, los horarios, las comidas, con todo. No puedo creer que se haya relacionado con una Amazona y hayan tenido un hijo —Milo estaba sorprendido por lo pequeño que era el mundo en el Santuario y como todos se relacionaban aun a escondidas.

—Eso no es todo. Obviamente Saga paso la prueba ganando la armadura en la fecha indicada por el Patriarca pero nuestra Maestra fue juzgada y mandada al exilio sin piedad ni consideración por sus esfuerzos. Supe que Bogdán fue exiliado también y posteriormente mandado llamar para entrenar a su sucesor.

—A Camus…

—Así es, Saga me comentó alguna vez que Bogdán se llevaría a Camus a Siberia porque él estaba exiliado allá y cuando se cumpliera el día de la prueba final él sería regresado al exilio definitivamente sin poder volver.

—Entonces no murió en esa prueba… bueno, Camus nunca me hablo de eso —comentó Milo pensativo—. Nunca me hubiera imaginado qué clase de persona era realmente.

—Bueno él no está muerto ni Freda —dijo Kanon sonriente.

— ¿Cómo lo sabes?

—Los vi hace pocos días en una zona turística de Atenas. Iban Freda, Bogdán y sus tres hijos felices como cualquier otra familia normal que es ajena a este mundo en el que vivimos.

—Vaya, a pesar de todo la historia tuvo un gran final.

—Si, es la parte buena.

Se quedaron callados por un momento antes de continuar hablando.

— ¿Tu Maestra lo amaba mucho, Kanon?

—No teníamos idea de cuánto hasta esa noche que tuvo que revelarle la verdad. Yo me salí de la cabaña para seguirla mientras hablaba con la maestra de Afrodita, una mujer llamada Narcisa, que le aconsejo le dijera a Bogdan. Freda lo hizo y el hombre lejos de dejarla sola se puso muy feliz, la apoyo en todo y creo que el que fueran exiliados era parte del plan para seguir juntos aun fuera del Santuario. Ella rara vez hablaba de ese hombre pero las pocas veces que los vimos juntos sabíamos que se amaban más allá del entendimiento.

—Vaya…

—Dime algo Milo, ¿tu serías capaz de jugarte el rango y la armadura por alguien? —Kanon seguía sacando cosas de los cajones.

—No Kanon.

— ¿No, por nadie?

—Por nadie —Milo no titubeo ni un solo momento y miraba a Kanon fijamente.

— ¿Ni por Shaina? —pregunto mordaz.

— ¿Por qué me jugaría el todo por ella?

—Vamos Milo, todos sabemos que la Cobra es tu novia y lo mucho que te ama.

—Se me olvida lo entrometido que eres —Milo esbozó una sonrisa sarcástica pero lo cierto es que el comentario del gemelo no le molestaba—, no es mi novia y no me jugaría nada por ella. Solo dormimos juntos a veces —indico sin siquiera inmutarse o mostrar alguna otra emoción.

—Claro Milo…

—Ay por favor, ¿deberás crees que tengo un noviazgo con ella? Estás equivocado.

—La hemos visto ir al octavo templo varias noches a la semana, no creo que vaya porque no quiera nada contigo.

—Ella va porque quiere ir, se aburre supongo y busca qué hacer.

Milo se puso de pie en dirección a la puerta.

— ¿Entonces no te jugarías el todo por nadie?

—Es correcto, por eso extenúo precauciones para no cometer ningún error que me cueste todo lo que he luchado. Los entrenamientos no son nada sencillos como para perderlo todo por una tontería. ¿Tu te jugarías el todo por alguien?

—Quien sabe… —Kanon lo dijo sonriente encogiéndose de hombros— Muy bien Milo, diviértete en el pueblo.

—Nos veremos luego.

Milo salió del cuarto templo en medio de algunas risas luego de la plática con Kanon. La historia de Bogdan y Freda era demasiado bonita para creerla, pero era normal ya que seguramente el gemelo no tenía todo los datos de lo que había pasado realmente. Un exilio no debía ser cosa fácil o no al menos como Kanon lo planteaba. Por un momento pensó que tal vez el relato era la versión "oficial" de la historia pero no toda la verdad.

En cuanto a él nunca se permitiría el exilio por nadie, cada quien debía rascarse con sus propias uñas y en todo caso prefería quedarse solo a meterse en un problema de ese tipo.

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Regreso el pueblo ya entrada la noche, le toco una fiesta y decidió perderse un rato entre la multitud que bailaba y comía alegremente. No quería pensar en nada concreto en ese momento, se sentía muy bien pese a que había perdido a buenos amigos como Camus en las batallas pasadas, era optimista con el tiempo de paz.

—Hola Milo —una voz femenina salió de la oscuridad y lo intercepto escaleras arriba casi llegando a su templo.

—Buenas noches Shaina —le respondió con cortesía mirándola a los ojos.

—No me hables como si no me conocieras —dijo molesta sin quitarse la máscara.

—No entiendo, ¿Cómo quieres que te hable entonces?

—Déjalo así, no importa. ¿Vamos adentro?

—De acuerdo, solo un rato ya que tengo guardia por la noche.

Ella solo iba a verlo cuando quería compañía por las noches, Milo no necesitaba entender su manera de proceder cuando se molestaba si estaba claro que no quería nada con él más que pasarla bien.

—Estuve charlando con Kanon el día de hoy —decía Milo recostado en la cama, apenas iluminado por la luz de la lámpara de aceite que estaba sobre la mesa de noche.

— ¿Sobre qué hablaron? —Shaina estaba a su lado recostada también mirando el rostro de su amante.

—Sobre su maestra, una chica llamada Freda.

—Sí, he oído de ella. Fue exiliada por quedar embarazada de un caballero dorado. El Santo del onceavo templo me parece.

— ¿Sabes qué paso con ambos?

—Fueron exiliados. Freda no quiso renunciar al bebe y una mañana la pusieron en un barco con destino a quien sabe dónde como suelen hacer cuando corren a alguien de aquí. De él no te sé decir, dicen que también fue exiliado pero en Siberia donde entrenan todos los caballeros de los hielos. No supe más después de eso.

—Dice Kanon que los vio en Atenas, parece que ahora viven felices rodeados de hijos.

— ¿Tú crees lo que dice Kanon? Sabes bien que mete las narices en todo pero no es de fiar.

—Quien sabe…

— ¿Tú te irías al exilio por alguien Milo? —pregunto Shaina con curiosidad.

—No creo. La vida aquí es muy complicada como para desertar, sería un tanto para nada. ¿Tú te irías al exilio por alguien?

—Yo tampoco, como dices es muy difícil llegar hasta donde estamos para renunciar a todo.

Milo no dijo más y Shaina cerró la noche con un largo beso antes de que él se fuera a su rondín. En el fondo le habría gustado escuchar otra respuesta pero por el momento le bastaba con la compañía del joven.

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Continuará

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*Notas: De nuevo estoy aquí con otra historia que espero les guste. Aun no revelo el ship que escogí pero espero lo encuentren interesante. Gracias por leer.