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"de la que soy
nada os voy a ocultar
prefiero ser cabeza de gorgona
que torso de sirena
y aunque los labios del deseo
me depararon el olvido
yo apostaría nuevamente
por sus más bellos estragos
con esta autenticidad
que da el demonio a sus hijas."

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Tina Suárez Rojas, "Comparecencia".


-Ran, ¿La Emperatriz va a bañarse?

La guerrera ladeó su rostro para encontrarse con la incertidumbre de los rostros infantiles. Les sonrió con amor (adoraba a las pequeñas, ¡esas futuras grandes guerreras!), y se volteó hacia ellas, poniéndose en cuclillas y quedando así a su altura.

-¿No lo saben?

Negaron con la cabeza. Ran reflexionó que eran todavía muy pequeñas.

-Esta vez el tronar del gong es diferente, no está avisando que la Emperatriz va a tomar un baño.

-¿Entonces?-inquirieron al unísono.

La calle rebosaba ánimo; mujeres, robustas y agraciadas mujeres, se aunaban en grupos bulliciosos, entusiasmadas por la buena nueva. A la vera del camino, bordeando el empedrado, el palacio Kuja, magna arquitectura, era punto de encuentro de todas las miradas.

-Entonces, habrá bailes y celebración, siempre los hay. Estamos siendo bendecidas por una energía muy poderosa y buena, y ese es motivo suficiente para agradecer y celebrar-Calló un instante, sus oyentes le regalaban un brillo de curiosa expectación. Percibía las pisadas inquietas de sus compañeras a través de la dura roca y sentía una emoción blanda y ruidosa-; es la bendición de Hebihime-sama sobre nosotras, que somos su pueblo.

Las niñas se miraron asombradas; querían ser parte de esa alegría, querían saber. En adelante, años más tarde, recordarían las palabras de la pirata Kuja por la que su admiración no empequeñeció a lo largo del tiempo: "Si una amiga les regala su tesoro, es porque su amistad es especial. Quizá, cuando crezcan, si mantienen su amistad, intercambien entre ustedes esos objetos tan preciados".

El Calm Belt es una zona más allá de los límites en los que la civilización es posible, justamente, para una mente civilizada. Los Reyes Marinos no se guarecían en el imaginario del hombre, eran la monstruosidad concreta y real de esas aguas, ilusoriamente mansas.

No es posible, por ende, pensar en la civilización en un mundo donde el terror de lo salvaje excita la fantasía. Es por eso, que la existencia de Amazon Lily era casi mítica. Se hablaba de mujeres de una belleza exótica, aisladas en las murallas que ellas mismas habían construido, que luchaban con bestias no menos feroces que su carácter y fuerza inhumanos.

Los Reyes Marinos no eran los únicos monstruos del mar. Mujeres que hacían el trabajo de un hombre, esas, eran mujeres terribles. Esas, eran las Kuja.

Una vez cada cierto tiempo abandonaban la isla para germinar en sus vientres la semilla de una futura amazona. Se decía que los niños eran asesinados apenas nacer, y que los hombres, saqueados por viles y desvergonzadas artimañas, tampoco eran perdonados.

Lo sensual se confundía con lo perverso; si eras atrapado por la mirada maliciosa de estas mujeres pecaminosas, pagarías tu indiscreción. Lucían sus atributos femeninos sin ningún decoro y ocultaban el grotesco de sus malformaciones hasta haber apresado a las víctimas en su engaño, porque eran criaturas monstruosas después de todo. Decían que su piel suave se convertía en duras escamas, que tenían las extremidades de un reptil, y otros, que sus cabellos se agitaban como sierpes.

Si algo de autentico tenían esos rumores, era el temor que traslucían, legítimo e infinitamente comprensible; porque esas criaturas abominables, esos seres perversos, no eran mujeres. No eran las mujeres del hombre. Lo femenino, lo pasivo, lo receptivo. Evadían el orden natural de las cosas, y todo lo que estuviera fuera de ese orden constituía una amenaza real y concreta.

Las guerreras Kuja eran las enemigas del hombre.

Libres de la civilización a la que desafiaban con sus costumbres, indiferentes al juicio del raciocinio común; más allá de la frontera; construyeron su futuro, su pasado, su presente.

Las guerreras Kuja eran piratas. Y su líder, Boa Hancock, orgullo y deleite a los ojos de su tribu, la Emperatriz Pirata, velaba por la libertad de las suyas.

Amazon Lily, el hogar de las mujeres guerreras, la Tribu Kuja, es el lugar con el que un hombre jamás debe soñar, en el que jamás debe poner un pie. Las leyes de la isla no eran indulgentes al respecto: la creencia en ellas revelaba una convicción heredada. Convicción y libertad. El emblema de la tribu simbolizaba estos valores y la tenacidad con que fueron defendidos a lo largo de generaciones.

La ira de la Gorgona no debía ser despertada por quien estimara su vida. La Emperatriz encarnaba esa fuerza vesánica, era la mismísima Gorgona.

Y entre los altos muros del Palacio Kuja, en la palaciega comodidad de la alcoba principal, Boa Hancock, la Emperatriz, hacía retemblar el eco de la acústica, aquejada por una sensibilidad en el ánimo que la abandonaba a las exclamaciones, la rabia, el histerismo.

Era ese momento especial del mes.

Ese día especial del mes en el que el gong se hacía oír con elevado ímpetu. Las cosechas serían buenas; los días, propicios, fructuosos; la lozanía comenzaría a respirarse en el aire, la suerte no podría brillar más fuerte en esa semana; eran tiempos de alegría, de bien, de provecho, de amor.

Podía absorberse una poderosa energía, fluido de buen agüero.

Y todo comenzaba ese día, consecuente a un ciclo. La plaza del mercado se llenó de voces, unidas a un parloteo común al sentir general.

Toda mujer Kuja dejó a un lado lo que estaba haciendo para contemplar el palacio, que las guarecía a cada una bajo el mismo estandarte, los mismos valores.


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Tema: Acepción de la menstruación en culturas distintas.

Parejas: KikyoxMargaret/ WiperxLaki.