Nota de autora: Hay cosas que deberían saber antes de leer este fic. Lo primero es que es un Dramione, aunque es un poco inusual porque está contado por Filch. Lo otro que, quizás, deberían saber es que es altamente probable que este lleno de escenas de violencia, agresiones e incluso escenas NC-17. También quiero que sepan que este será un long-fic, pero aún no sé que tan "long".
Este fic no me pertenece. Desde la primera hasta la última letra que escriba es para Fancy Queen, o mejor dicho, bitchyhelly. Y me encantaría poder regalarle algo mejor porque ella es de aquellas personas que no importa lo mal que escribas o lo aburrido que te resulte un capítulo. Ella siempre está ahí, para brindarte su apoyo incondicional.
Y creo que la amo por eso.
Y ahora, algo que ya saben. Disclaimer: Harry Potter no me pertenece. Ni Draco Malfoy ni tampoco Hermione Granger. Menos Filch. Todo es de J.K. Rowling, salvo esta pequeña historia que espero que disfruten.
Como los gatos
No es que a Filch le importe mucho lo que pasa con los alumnos. Es más le importa un pepino, pero su gata, la fiel y silenciosa Señora Norris tiene una extraña amistad con el gato de una de las tantas alumnas. El gato es feo, igual que la dueña: una chica estúpida y maquiavélica que sólo quiere hacer desorden y armar líos, como todos los alumnos a los ojos del celador, y que tiene por apellido Granger.
Hermione Granger.
Filch cree que esa chica no es más que una cínica que se pasa los días con las narices enterradas en libros pero en realidad no hace más que fingir, porque ella, al igual que todos los alumnos debe estar planeando travesuras para torturarle, y ensayando su carita de ángel para presentarle a Dumbledore cuando él la descubra con las manos metidas en la masa.
Porque tarde o temprano la va a descubrir. Como a todos.
Filch arrastra su cuerpo silenciosamente por todo el castillo, en busca de esos mocosos atrevidos que osan a armar algún revuelo. Mientras recorre los pasillos sueña con aquel día en que le dejen utilizar sus herramientas de castigo porque es un convencido de que los actuales métodos de corrección son demasiado suaves. No sirven para corregir a nadie. Y se queja entre gruñidos pensando que las cosas serían muy distintas si sólo dependiera de él, pero Dumbledore no quiere entender.
Y en algunas de sus tantas vueltas, de esas que se le hacen cortísimas, porque está seguro que no hay nadie que conozca el castillo mejor que él, se asoma por los cristales de la ventana de la biblioteca y ahí está ella. Como siempre. Con los ojos fijos en algún grueso libro que quizás no sirva para nada.
Como si realmente fuera a aprender gran cosa.
Filch la observa tomar la varita, se fija en la forma en que sus dedos se enrosca en la madera y como la agita en el aire. Jamás reconocería que en las noches intenta repetir, torpemente, los movimientos de la chica porque él no quiere aprender magia. Por supuesto que no.
No la necesita porque para eso tiene sus cadenas y sus látigos y sobretodo tiene a su gata.
Cree que los magos aprenden magia para inventarse algo, para que sus vidas no estén patéticamente vacías y sean una existencia sin razón. Cree que la magia es un don cruel, algo que sólo sirve para que las personas se crean superiores y lo demuestren cada vez que pueden. Tal como esa chica despeinada y solapada, porque ella puede hacer grandes exhibiciones de magia, (y de hecho las hace) aunque no tenga ni media gota de sangre mágica corriéndole por las venas.
Filch pasa el trapo pensando que eso no es justo. Y que él tiene toda la razón del mundo al pensar que los magos son unos tontos presumidos.
Salvo, por supuesto, la familia Malfoy.
La familia Malfoy, específicamente Lucius, es gente educada. No como Dumbledore que cada vez está más chiflado. Si todo dependiera del señor Malfoy los chicos no se atreverían a tirarle bolas de nieve, ni a crear charcos de mocos en los pasillos, o jugar con discos con colmillos ("¿Cuándo aprenderán que están prohibidos?"), ni menos a pegarle patadas a la pobre Señora Norris. Si Lucius Malfoy tuviera el poder que le corresponde, él tendría más facultades, podría pulir sus cadenas porque las usaría cada vez que él quisiera y probablemente hasta le pagarían más.
Y Filch también cree que el único alumno que vale la pena, y que se merece su respeto, es el hijo del señor Malfoy: el joven Draco.
El joven Draco, a los ojos de Filch, es el mejor alumno. Y no solamente porque es el mejor prefecto de su generación, sino porque nadie en todo el castillo tiene aquellos modales altivos y elegantes. Y además nadie es tan guapo como él, aunque Filch trata de no pensar mucho en eso. Draco Malfoy es la clase de chicos que todo el mundo desea secretamente ser como él, o eso cree el celador, porque tiene dinero, tiene un apellido importante, tiene talento e ingenio. Y por supuesto, los ojos más bellos de todo el castillo.
Ni parecidos con los del insolente de Potter. Como si los ojos de él fueran tan importantes. Filch cree que no son iguales a los de su madre: los de Lily Evans eran más almendrados y menos siniestros.
Aquellas tardes que Filch pega su nariz retorcida en los cristales de la puerta de la biblioteca y observa a Draco Malfoy se da cuenta que él es mejor que la fea de Granger porque él no necesita estudiar tanto como esa chica. El joven Malfoy lee libros delgados mientras compone sonrisas torcidas y de repente, pone en su lugar a algún mentecato que se pasa de listo. O eso cree Filch, porque la sola idea de que Draco pueda molestar a los demás mientras éstos estudian le es inconcebible.
No los molesta, ellos lo molestan a él. Pobre chico.
Pobre chico porque nadie le da el valor que merece, nadie lo toma en cuenta como el pequeño genio que es. Nadie lo estima lo suficiente.
Tal como a él.
Quizás es por eso, o porque realmente cree que le conviene estar del lado de los Malfoys, pero Filch jamás dejará de sostener, en aquellas largas discusiones que tiene con la señora Norris, que Draco es el futuro de Hogwarts. Que será él quien llegue muy alto en el Ministerio y que probablemente, gente como la chica Granger, se dediquen a barrer el suelo.
Cada vez que el celador tiene esa clase de pensamientos, mágicamente aparece ese gato feo, y suelta un maullido largo y ronco. A Filch se le hace un animal muy rencoroso y malévolo, porque ese chillido es como si quisiera recordarle que él barre el suelo del castillo.
Y a Filch le dan ganas de pegarle una patada en el culo a ese estúpido animal. Si no fuera porque la Señora Norris le considera su amigo ya lo hubiese destripado y se lo hubiese dado de alimento a las lechuzas. A veces ha estado a punto de hacerlo, pero ese gato es raro. Porque cuando lo va a tomar de los cuartos traseros y cortarle con una navaja el cuello, siempre escucha a la estúpida de Granger gritando -Crookshanks. ¿Dónde estás?
Y el gato se larga a maullar en respuesta.
Filch no puede desconocer que el gato es inteligente. Quizás por eso es del agrado de la señora Norris que es una gata muy educada, inteligente y refinada. No puede dejar pasar eso, aunque le duela que su mejor amiga le traicione con un animal tan...poco apto.
A veces ha observado que siempre detrás de la chica Granger aparece Draco Malfoy. A veces ha oído cuando él le dice -Este pasillo era un lugar muy agradable hasta que apareciste tú, Granger. ¡Lo has dejado impregnado de un olor insoportable. Sí, definitivamente ahora huele a mierda.
Y en esos momentos Filch siente que Draco que es su ídolo, porque por fin le pone los puntos sobre las "ies" a esa intrusa. A esa aparecida que sólo sabe presumir lo mucho que sabe y los grandiosos trucos que puede hacer con la varita.
La chica mira a Malfoy con los ojos estrechos y le dice que quizás el olor se le haya quedado pegado de su sala común o cosas por el estilo. Y en ese momento se acaba la celebración del celador, porque Draco aprieta los labios y dice las palabras lentamente, como si fuera un deleite pronunciarlas.
- ¡Cállate, asquerosa sangre sucia!
A veces, sobretodo en las solitarias noches, Filch se pregunta si el joven Malfoy le diría a él que es un "asqueroso squib" Pero entre cortos tragos de ron de grosellas, que bebe de una pequeña petaca que le regaló Dumbledore para una navidad, cree que no. Porque la familia Malfoy es la única gente de honor y de buenas costumbres que queda. Y es la única que se merece su confianza. Porque hasta el más joven de ellos, hasta Draco, cuida del mundo mágico, cautelando que Potter, Granger y esos Weasleys no comentan más estupideces. O al menos esa es la explicación que Filch ha encontrado para entender por qué el joven Malfoy siempre vigila de reojo a esa creída muggle, a esa chica que es la autora intelectual de todos los problemas que crean los mentecatos Gryffindors.
Una noche, que Filch estaba pasando el trapo, limpiando los restos de una bomba fétida que probablemente haya sido de esos "Sortilegios Weasleys", oyó a alguien gimotear en el baño. Pero como a él no le importan los alumnos no entró en el baño de Myrtle para comprobar si era ella quien lloraba, como siempre, o alguien más.
Y fue en aquel momento que se apareció ante él ese gato demoniaco. Detrás de su lento andar felino caminaba Draco Malfoy quién apenas reconoció al gato, se le pintó una breve sonrisa en la cara y le guiñó un ojo al celador, para luego levantar su pierna y pegarle un puntapié en la mitad de la peluda barriga y alzarlo varios centímetros sólo por la fuerza del impacto.
Definitivamente, Draco Malfoy es el héroe de Filch. Sólo alguien como él pondría a esa asquerosa bestia en su lugar.
Nota de Autora: Este es primer y último Dramione. (o eso espero). No sé cuántos capítulos tenga porque me salió de la nada y tengo una idea, pero aún no la puedo dimensionar. Lo sé, apesta, pero es lo que hay. I really sorry.
Me preocupa que el fic me quede excesivamente OoC. Así que si ustedes lo ven así, por favor, se los suplico, díganme. Aunque Draco tiene que lucir "muy malo" porque así me lo han pedido. Y yo no soy lectora de esta pareja, es más, pensé que jamás escribiría de ellos. Me siento invadiendo territorio ajeno y sé que eso no se hace. Sorry again.
Espero que les haya gustado y sino, por favor, me encantaría saber por qué no, es decir, qué rayos es lo que estoy muy mal. Y por lo pronto, la continuación de este fic ya viene.
Muchas Gracias.
Besos!!!
