¿Londres? De eso nada
La batalla en Narnia ya había terminado, Miraz había sido derrotado y el trono volvía a estar en las manos correspondientes. Los Pevensie se sentían orgullosos de haber podido contribuir a que las cosas comenzaran a volver a la normalidad en Narnia, después de tantos años, la verdad es que ya era hora. Aquella noche se hizo una gran celebración, aunque no fue tan feliz para todos como lo debería haber sido.
—Peter—le llamó Aslan.
El aludido se dio la vuelta, se encontraba hablando con Edmund.
—Voy a ver que es lo que quiere Aslan, por cierto, ¿dónde está Susan?
—Ni idea—dijo él poniendo cara de inocente, pues en verdad sí sabía donde estaba su hermana.
—Algo me dice que, en realidad, sí sabes dónde está.
—Te prometo que no sé donde está—dijo Edmund cruzando los dedos sin que su hermano se diera cuenta.
Peter dejó de intentarlo y fue hasta donde estaba Aslan.
—Dime Aslan.
—¿Dónde está Susan?, lo que tengo que decirte va para los dos.
—Si te tengo que decir la verdad, no tengo ni idea; sé que Edmund lo sabe, pero no quiere soltar prenda.
Peter echó la vista atrás y comenzó a buscar nuevamente a su hermana con la mirada, fue entonces cuando reparó en que su hermana no era la única que no se encontraba entre la gente.
—Caspian—dijo Peter entre dientes.
—¿Ocurre algo con nuestro recién nombrado rey?
—Que no tendrá una vida muy larga como lleve cuidado con lo que hace.
Aslan entendió entonces que Caspian y Susan estaban juntos.
—Bueno Peter, después podrás intentar matar a Caspian, ahora tienes que escucharme con mucha atención, lo que voy a decirte es muy importante.
—¿Qué es lo que ocurre?—le preguntó Peter con mal humor.
—Ocurre que, mañana, cuando tú y tus hermanos volváis a vuestro mundo, no podréis volver nunca más a Narnia.
A Peter se le fue todo el mal humor de golpe.
—¿Qué?, ¿por qué no podremos volver?, sí hemos hecho más por Narnia que nadie.
—Lo sé Peter, pero Susan y tú habéis madurado, habéis aprendido de este mundo todo lo que habéis podéis, ahora debéis volver al vuestro y vivir allí poniendo en práctica todo lo aprendido.
Peter se quedó callado, aquella noticia no se la esperaba.
—¿Y no podríamos quedarnos aquí como hicimos la primera vez?
—No, lo siento, como ya te he dicho, tanto tú como Susan habéis madurado, ya no podéis quedaros aquí.
—Entiendo.
—Si en lo que queda de celebración no he visto a Susan, díselo, es importante que esté preparada y, mucho más si está con quien suponemos que está por razones que son más que evidentes, no se puede decir que no se hayan notado los sentimientos que se tienen el uno al otro.
Peter comenzó a caminar y se fue hasta los aposentos que habían preparado para él en el castillo.
"Mañana, cuando tú y tus hermanos volváis a vuestro mundo, no podréis volver nunca más a Narnia."
Las palabras de Aslan resonaban en la mente de Peter constantemente, la noticia que le había dado Aslan era una de las peores cosas que le habían dicho en su vida; pensaba que no era justo, tanto él como sus hermanos habían mostrado una actitud excepcional a la hora de gobernar Narnia, todo el mundo sabía que los años del reinado de los cuatro reyes habían sido calificados como la "Época dorada de Narnia"; habían acudido cuando se les había llamado y habían ayudado a Caspian a recuperar el trono, haciendo que la paz volviera a aquellas tierras, ¿por qué entonces les hacían aquello?
"Vale que hayamos madurado, vale que ya hayamos aprendido todo lo que podíamos de este mundo pero, ¿por qué Aslan se empeña en que volvamos a Londres?, ¿por qué no dejar que nos quedemos aquí y gobernar junto con Caspian? A fin de cuentas, él no tiene ni idea de cómo se lleva un reino, podría aprender de nosotros que para eso ya tenemos experiencia."
Peter pasó justo por delante de los aposentos de Caspian y escuchó:
—¿Qué me dirías si te propusiese en este momento que te conviertas en mi reina para siempre?—preguntaba Caspian alegremente.
—Creo que es una respuesta que sabes tan bien como yo—le contestaba Susan entre risas.
—Tienes razón pero, me gustaría oírlo—ahora era Caspian el que reía.
—Sabes que aceptaría encantada el convertirme en tu reina para siempre.
Eso fue lo último que escuchó Peter; siguió andando por el pasillo hasta llegar a sus aposentos. Una vez dentro de ellos, comenzó a dar vueltas.
—Como Caspian se atreva a casarse con mi hermana lo mato, sí, lo mato, aunque claro, teniendo en cuenta que Susan lo quiere, igual y si lo mato luego es ella la que me mata a mí.
Peter rió ante sus palabras, en realidad no le desagradaba la idea de que Susan quisiera estar con Caspian y viceversa, pero claro, él siempre había sido tan protector con sus hermanos que, a la más mínima, siempre saltaba, y, por supuesto, también estaba la frasecita de que las hermanas de los amigos no se tocan.
Se sentó en la cama y dejó de pensar en Susan y Caspian, si lo que querían era estar juntos, adelante, no sería él quien no lo permitiera, sino el propio Aslan por no permitirles quedarse en Narnia.
"No quiero irme, la felicidad que he encontrado aquí no la voy a encontrar en Londres en la vida, buf, como se nota que Aslan no vive allí porque, si lo hiciera, seguro que él también estaría deseando poder quedarse aquí; ya me lo imagino todos los días con su majestuosa melena mojada por la lluvia, oh sí, sería un bonito cuadro digno de ver."
Peter comenzó a reírse nuevamente al imaginarse al león con toda la melena mojada y, después, una vez seca, toda bufada. Tuvo que tumbarse en la cama porque no podía parar de reírse.
Pero aquella risa no le duró mucho, las palabras de Aslan diciéndole que nunca más podría volver a Narnia volvieron a resonar en su cabeza.
—Tengo que hacer algo, si nos marchamos mañana para no volver jamás, Susan sufrirá por no poder estar con Caspian, y eso sería muy superior a mí, no me gustaría tener que verla así de mal por el simple hecho de no poder estar con él. Y luego, no sólo está el sufrimiento de Susan, sino el mío propio, aquí está todo lo que quiero, bueno, todo no, me faltarían mis padres pero, si ya una vez pude reinar sin tenerles aquí, podría hacerlo perfectamente una segunda vez.
Llegó lentamente la madrugada. Peter había salido de sus aposentos para ver si veía a Susan pero, no tuvo suerte, así que supuso que seguía en los aposentos de Caspian, sitio al que no pensaba ir, no quería saber que cosas podrían haber pasado o estar pasando en aquellos aposentos.
—Edmund—vio y a su hermano y le llamó.
El aludido se dio la vuelta y se acercó a Peter.
—¿Qué pasa Peter?, ya me iba a ir a descansar.
—No has visto a Susan en todo este rato, ¿verdad?
—Verdad, no la he visto, ¿para que la buscas?
—Es importante que hable con ella.
—Ya habrá tiempo para hablar mañana.
—Puede que mañana no encuentre el tiempo que necesito ahora.
—¿Se puede saber de que estás hablando? Me estás empezando a preocupar.
—Déjalo, en realidad es una tontería, no te preocupes.
—¿Seguro?
—Seguro—Peter levantó la vista y vio que una chica no dejaba de mirar a su hermano—. Creo que hay alguien allí a quien le resultas muy interesante.
Edmund se dio la vuelta y vio a quien se refería Peter. Con un precioso rubor en sus mejillas, él volvió a mirar a su hermano.
—Es una amiga—dijo Edmund.
—Algo me dice que la ves con otros ojos hermanito.
—Déjate las tonterías Peter, yo no la veo con otros ojos.
—Sigue engañándote a ti mismo si así lo deseas, pero ni creas que me voy a creer el que no la ves con otros ojos—Peter dio un suspiro—. Déjame darte un consejo, aprovecha hoy todo el tiempo que puedas con ella si de verdad te importa, mañana nos marcharemos de Narnia.
En el rostro de Edmund se dibujó la sorpresa.
—¿Mañana, tan pronto? Creí que nos quedaríamos más tiempo, igual que la primera vez.
—Edmund, en esta ocasión se nos llamó para ayudar y ya hemos ayudado; Narnia vuelva a estar en buenas manos, nosotros ya no tenemos nada más que hacer aquí.
—Pero Narnia también es nuestro hogar Peter.
—Lo sé, pero a nosotros ya no nos corresponde estar aquí. Hazme un favor y aprovecha tu tiempo con esa chica, veo en tu mirada que te gusta mucho.
Peter se dio la vuelta y volvió a sus aposentos. Mientras hablaba con Edmund, y al darse cuenta de cómo miraba aquella chica a su hermano, vio que Susan no iba a ser la única que sufriera por amor cuando tuvieran que marcharse, aunque para Edmund era posible que el dolor fuera menor, pues él si podría volver a Narnia, aunque no sabía cuantos años habrían pasado en allí para su regreso, teniendo en cuenta que ahora habían pasado 1300 años…
Llegó a sus aposentos, al pasar por delante de los de Caspian no escuchó nada, lo cual no sabía si le alegraba o preocupaba. Se sentó en su cama tras cerrar la puerta y pensó en lo mal que se iban a sentir todos mañana. Decidió entonces hacer algo. Se levantó de la cama y abrió el armario, el cual no tenía muchas cosas en su interior.
"Es la única solución y soy el único que puede hacerlo, puede que no lo pase muy bien pero, debo hacerlo, por ellos y por mí, es la única manera en la que podremos prolongar nuestra estancia en Narnia."
Metió las pocas cosas que había en el armario en una bolsa, cogió su espada y bajó a las cocinas, esperando que allí a aquellas horas de la noche no hubiese nadie. Al llegar así suspiró aliviado. Cogió provisiones y las puso en otra bolsa que encontró allí, después, con mucho cuidado, salió de las cocinas y se dirigió hacia las caballerizas. Allí ensilló un caballo, cargó las bolsas y montó en él.
—Estoy listo para la aventura.
Y, cabalgando rápidamente, se marchó del castillo telmarino y se internó en el bosque.
