Cuentos de hadas
Lukas entró a la casa, en lo profundo del bosque de Isen, de la mano de su madre, quien traía a Emil cargado en sus brazos, mientras este dormía. Hacía mucho frío, aun con su abrigo puesto, y no pudo evitar preocuparse por Emil.
-¡Melinda!-Una voz llamó desde dentro de la casa.-¡Que alegría verte!
-Igual de ruidosa como siempre, Dana…-respondió su madre, dejando a Emil en el sofá, cerca de la chimenea.
-¿Qué puedo decir?-dijo Dana con una sonrisa, caminando por uno de los pasillos obscuros que conectaban la sala.
Lukas, por su parte, no pudo evitar fascinarse por la belleza de Dana. Sus ojos color azul le parecían hechos del agua, a punto de congelarse del lago más profundo del reino, del cual aún no se aprendía el nombre. Su cabello, seguro que estaba hecho de hebras de oro, trenzadas una y otra vez, hasta forma un mechón de pelo, grueso como el hielo del palacio. Y su sonrisa…Lukas podía apostar lo que fuese a que ni las perlas en el fondo del mar, podían ser tan blancas y brillantes como la sonrisa de Dana.
En una palabra: Una diosa.
-Muchas gracias por venir. –dijo Dana, en un suspiro, dejándose caer en una de las sillas del comedor.-Enserio has sido mi salvación, Melinda.
Melinda se acercó a Dana, y con cariño le dijo:
-Cualquier cosa por mi hermana.
Dana le dio una sonrisa amarga y tomó las manos de Melinda entre las suyas, sujetándolas, con fuerza, y evitando dejar salir lágrimas.
-Es increíble…que aun después de tantas cosas, me sigas llamando hermana…Eres muy dulce, Meli~
Melinda le quitó las lágrimas traviesas, que se habían escapado de los ojos de Dana, y le acarició el cabello.
-No te pongas de sentimental. Crecimos juntas, luchamos juntas, y sobrevivimos juntas, sería una tonta al no llamarte hermana. –Le dio una última mirada de cariño a Dana, antes de cambiar el tema.-Ahora, ¿Qué ha pasado?
-Es mi esposo…Ven.-Dana dirigió a Melinda al pasillo, donde Lukas perdió de vista a su madre.
Se quedó junto a la chimenea, viendo como Emil dormía tranquilamente.
-Suertudo…-murmuró Lukas, deseando poder dormirse, pero debía cuidar a Emil.
-Vamos, han llegado tus primitos, ve a jugar con ellos.
-¡Pero no quiero separarme de papá!
No identificó la nueva voz , pero era muy ruidosa…y molesta.
Se volteó y vio a Dana entrar, con un niño, por unos centímetros, más grande que él.
-Se educado y saluda.-dijo Dana seria. Volteo a ver a Lukas y le sonrió.-No dejes que se meta en muchos problemas.
Dicho esto se dio la vuelta y regreso por donde vino.
El chico suspiró y extendió su mano, con una sonrisa en el rostro, incluso más grande que la de Dana, cosa que para Lukas, era bastante.
-Me llamó Mathias Kohler.
Lukas se le quedó mirando, sorprendido por lo fácil que Mathias hablaba con él.
Dudoso, tomó la mano del chico, quien la apretó con suficiente fuerza como para cortarle la circulación.
De inmediato jaló su mano a sí mismo y se la sobó.
-Lukas…Bondevik…-respondió al saludo, una vez su mano volviese a tener sangre.
-Así que…¿Quieres jugar?-preguntó Mathias tratando de aligerar un poco el ambiente, con una sonrisa.
Lukas frunció el ceño y se dio la vuelta.
-No.
Mathias miró a Lukas, confundido, sin moverse de su lugar, mientras Luaks se acercaba al sillón donde dormía su hermano.
-Eres raro…-le dijo, con una sonrisa, dejando pasar su confusión inicial, y siguió a Lukas, sentándose justo a su lado, mirando a Emil fijamente.- ¿Quién es él? –Le preguntó, dejando caer su cabeza en sus manos, y sus codos en las rodillas.-Y, ¿Por qué estas durmiendo si todavía es de día?
-Mi hermano.-respondió Lukas, sin despegar la mirada de Emil.-Esta cansado, es muy pequeño, y venimos de muy lejos, es normal que este dormido.
Mathias, dejó de ver a Emil, y se le quedó viendo a Lukas.
-¿De dónde vienen? –preguntó Mathias, sus ojos enfocados en como la luz del fuego, iluminaba la cara de Lukas.
-Forbudt.-respondió, y Mathias dejó salir un bostezó.
-Lo siento…-dijo Mathias, con una sonrisa.
-Si no quieres escuchar…
-¡No es eso!-dijo de repente Mathias, desconcertando a Lukas.-Es que, no dormí bien anoche…No dejes de hablar… ¿Qué tan lejos está Frobudt de aquí?
Lukas parpadeó, y miró el techo.
-Mucho…Esta más allá de las montañas del Isen, más allá de todo Dagslys…El pueblo de Forbudt esta tan lejos, que sí quisieras ir a visitarlo tardarías, una semana entera.
En ese punto Mathias dejó caer su cabeza en sus rodillas, abrazándolas, sin dejar de ver a Lukas.
La forma en la que Lukas hablaba muy agradable.
Eso era lo único que Mathias podía pensar mientras escuchaba a su primo hablar.
-¿Por qué vinieron de tan lejos?-preguntó, sus ojos empezando a cerrarse. El calor del fuego de la chimenea y la voz de Lukas, dejándolo con sueño.
-…Te estas quedando dormido…
-Lo siento…-volvió a decir Mathias, con una sonrisa, aun con sus ojos casi totalmente cerrados.-Es que tu voz…Me recuerda a una canción de cuna… ¿Podrías contarme una historia? Tengo mucho sueño…
Lukas se le quedó mirando, no estaba acostumbrado a que alguien le dijera ese tipo de cosas, así que seguramente estaría sonrojado.
-Eres muy infantil…-le dijo.
-¡Vamos, tenemos la misma edad!-Mathias, dijo alegre.
-Lo dudo…Parece que tienes cinco.
-¡Tengo doce!-respondió, con un puchero.-¿Cuántos tienes tú?
-…Diez.
-¡Ya ves! Soy más grande que tú…Anda, no seas malo…Cuéntame un cuento.
Lukas lo miró extrañado, pero no sé negó.
-Sí que eres infantil…Esta bien.
Mathias, entonces, se dejó caer en las piernas de Lukas.
-¿Qué estás haciendo?
-Quiero poder dormir un rato… ¿Me dejas? El sillón está ocupado.-le dijo con una sonrisa.
Lukas solo pudo suspirar y desear, que el calor de sus mejillas, fuera de la chimenea.
Se acomodó, con su espalda contra el sillón, la chimenea enfrente suyo y la cabeza de Mathias en sus piernas.
-Eres demasiado molesto.-le dijo, y como siempre, recibió una sonrisa.
"Érase una vez, un rey que tenía una hija, que hablaba y hablaba, siempre deseando tener la última palabra. Tenía una lengua mordaz y un espíritu tan contradictorio que nadie podía con ella. El rey, tan desesperado estaba, terminó por prometer que daría la mano de la princesa en matrimonio a quien lograra reducirla al silencio.
Fueron muchos los que intentaron esta hazaña, pero nadie podía callarla, así que el rey anunció que aquellos que intentaran la prueba y no lo lograran, se les quemarían las orejas con un hierro candente.
Como es natural, lo solicitantes fueron escaseando cada vez más y llegaron a desaparecer por completo. Entonces, tres hermanos muy pobres que vivían en un lugar apartado se decidieron a probar suerte.
Iban caminando en dirección a la capital del reino, cuando el menor de los tres hermanos, a quien los otros dos llamaban Serenín, porque era de una candorosa serenidad, encontró una urraca muerta.
-¡He encontrado algo! ¡He encontrado algo! - gritó muy contento Serenín.
¿Y qué es lo que has encontrado? - le preguntaron sus hermanos.
-Una urraca muerta - respondió él.
-¡Puaf! ¡Ya puedes tirarla! ¿Para qué va a servirte eso?
-Como no tengo otra cosa qué hacer, la llevaré conmigo - respondió Serenín.
Siguieron andando y poco después Serenín se encontró con una ramita de sauce. La recogió también y gritó:
-¡He encontrado algo! ¡He encontrado algo!
-¿Y qué es lo que has encontrado ahora? - preguntaron sus hermanos.
-Una ramita de sauce - respondió Serenín.
-¡Bah! ¿Qué vas a hacer con eso? ¡Ya puedes tirarla!
-Como no tengo otra cosa qué hacer, la llevaré conmigo.
Siguieron caminando, y esta vez Serenín se encontró un platillo roto.
-¡He encontrado algo!
-Bueno, ¿y qué es lo que has encontrado ahora?
-Un platillo roto.
-¡Psché! ¿Es que merece la pena que lo recojas? ¡Ya puedes volver a tirarlo!
-Como no tengo otra cosa qué hacer, lo llevaré conmigo.
Al cabo de un rato Serenín se encontró un alambre.
-¡Hermanos, hermanos! - gritó -¡He encontrado algo!
-¡Todo el tiempo te pasas encontrando algo! - respondieron los hermanos - ¿Qué ha sido ahora?
-He encontrado un alambre.
-¡Ya puedes tirarlo en seguida! - le sugirieron ellos - ¿para qué te va a servir un alambre?
-Como no tengo otra cosa qué hacer, lo llevaré conmigo.
Más adelante, Serenín se encontró el cuerno de una cabra y, poco más allá, el otro. Como las demás veces, gritó:
-¡He encontrado algo!
-Mejor será que tires esas porquerías - le dijeron sus hermanos cuando vieron de qué se trataba.
-Como no tengo otra cosa qué hacer, los llevaré conmigo - respondió Serenín.
Los hermanos atravesaban ya los campos del rey, cuando Serenín se detuvo nuevamente y se agachó a recoger una trenza de pelo que vio a un lado del camino.
-¡Hermanos, hermanos, he encontrado algo, he encontrado algo!- gritó.
-¡Lo que deberías encontrar es un poco más de sentido común antes de entrar al palacio! - le dijeron sus hermanos enfurecidos - ¡ya puedes tirar eso enseguida!
-¡Oh! - exclamó Serenín - como no tengo nada qué hacer, llevaré esta trenza conmigo, ¿quién sabe? A lo mejor me ayuda a conseguir la princesa y la mitad del reino.
Los dos hermanos se echaron a reír ante lo que consideraban una simpleza de Serenín, y al entrar en el palacio se dirigieron a donde estaba la princesa, tomando la palabra el mayor:
-Buenos días - saludó.
-Buenos días - le respondió ella, con una mueca deseñosa.
-Hace un calor terrible aquí - dijo él.
-Más calor hace en ese fuego - respondió la princesa, mirando al hierro que se hallaba entre las brasas de la chimenea, destinado a quemar las orejas de los pretendientes derrotados. Al verlo, el joven se quedó sin habla. Y los dos celadores del palacio se apoderaron de él.
El segundo hermano no lo hizo mejor que el primero.
-Buenos días - empezó a decir.
-Buenos días - respondió la princesa.
-Hace un calor terrible aquí - dijo él.
-Más calor hace en ese fuego - respondió ella dirigiendo una significativa mirada al hierro que estaba ya candente. Al fijarse en éste, el muchacho enmudeció del susto y acto seguido los celadores se apoderaron de él.
Entonces, le llegó el turno a Serenín. Al igual que sus hermanos saludó cortésmente a la princesa:
-Buenos días.
-Buenos días.
-¡Se está muy caliente aquí!
-Más caliente está ese fuego - Y al decir esto la princesa volvió a mirar a las brasas donde el hierro estaba al rojo vivo.
-Entonces tengo suerte, pues pondré asar en él mi urraca muerta - dijo alegremente Serenín, sacando el ave del bolsillo.
-Va a chisporrotear demasiado - observó la princesa.
-Oh, no temas por eso - respondió el muchacho - la protegeré cubriéndola con esta ramita de sauce.
-No quedará bien sujeta y se te chamuscará - volvió a objetar la princesa.
-La apretaré con este alambre y no correrá peligro de que le suceda tal cosa.
-¡Pero la grasa se te escurrirá...!
-¡Bah, le pondré este platillo debajo, y aunque está roto, evitará que la grasa se pierda.
-Veo que tus respuestas son muy agudas - dijo la princesa con despecho.
-Mira; más agudo es este cuerno - respondió Serenín, sacando uno de los cuernos.
-Nunca vi cosa igual - arguyó la princesa.
-Pues aquí la tienes - respondió el muchacho, mostrándole el otro cuerno.
-¡Parece que has venido aquí sólo para tomarme el pelo! - chilló furiosa la princesa.
-¡Oh, princesa, no! ¿Para qué voy a tomarle el pelo si ya tengo aquí esta trenza?
La princesa se puso tan furiosa al oír aquello que ya no pudo pronunciar ni una palabra más. Y como lo prometido era lo prometido, el rey se la dió por esposa a Serenín, junto con medio reino de dote. Ni qué decir tiene que lo primero que hizo Serenín al ser elevado a príncipe fue librar a sus hermanos de que les achicharrasen las orejas con el hierro candente."
Cuando Lukas se fue a dar cuenta, Mathias estaba profundamente dormido
Se había quedado con la boca abierta y estaba roncando, de una forma tan graciosa, que no pudo evitar dejar salir una sonrisa.
-Molesto.-dijo en un susurró, mientras tomaba la nariz del chico en sus manos.-Pero supongo, que no eres tan malo…
Se dejó caer contra el sillón, y decidió, que no haría daño, quedarse dormido unos minutos.
N/A: Ammm...Si...lamento lo del cuento, no esperaba que fuera ta largo, pero bueno. Supongo que ahora que estoy de vacaciones, debería escribir un poco más, pero el hambre no ayuda cuando estoy escribiendo y cuando la cocina esta practicamente vacias, es algo dificil de solucionar.
Espero les haya gustado, creo que (AL FIN) Podre responder reviews, por que bueno, no había podido responder por que todo se escribia y publicaba desde mi celular, y creanme no es facil escribir en es porquería, así que, espero poder hablar (ahora sí) bien con ustedes.
Creanme usted son lo más hermoso que me pudo pasar. Si, inclus tu, niñita random que nunca había visto o leido mis historias, eres hermosa, y me fascinas, por que le diste una oportunidad a este fic, que me costo un montón escribir.
Gracias y bonito verano!
