Notas: La primera vez que hago un drabble así de raro de... ¿horror? ¿Ehh, angst? Eh, Yukio no merece esto pero, bueno. No sé, se me vino y… o.o. ¿Gracias por venir?

PD: Creo que hay Ooc.

Disclaimer: Bleach es de Tite Kubo.


Иiño ιdєαl


Se cumplirían tres años de su matrimonio, aún seguían pensando en lo mismo.

Necesitaban un heredero. Un pilar que se mostrara en alto, que callara murmullos celosos, y reluciera el nombre de su empresa.

Un primogénito, un protegido, esa persona encargada de que todos sus logros existieran al estar ellos sin vida.

Cuando ella quedó encinta vieron, poco a poco, cumplido su deseo. Aquello que siempre anhelaron.

"Yukio." Decidieron nombrarlo al nacer. "Porque va a triunfar, será nuestro legado."

Él quería que su hijo aprendiese de administración, que supiera ocupar su lugar antes de tenerlo. Ella quería un perfecto erudito hasta en la conversación.

Yukio tenía un futuro pre planeado. Estando a cargo de los mejores instructores, de los mejores maestros.

Nada era demasiado bueno para su hijo, nadie era demasiado bueno para su hijo. Por eso los demás niños estaban alejados de él, Yukio no tenía tiempo para tontos juegos.

Él triunfaría, él sería su todo.

Ellos sonrieron internamente cuando, al llegar de sus trabajos, fueron informados de los avances que poseía su niño. "Demasiado listo para su edad, es sorprendente."

Obviamente, eso les elevó el ego.

Pero algo no comprendían el señor y la señora Hans Vorarlberna; estaban criando a un niño con el conocimiento perfecto en el mundo, que lo rodeaba, sin siquiera exponerlo a él.

Querían un niño perfecto sin ser ellos, directos, responsables. Estaban educando, al niño, con las herramientas necesarias para desenvolverse en una sociedad, negándole así el mostrarles cómo en realidad era.

Ese fue su error mayor, nunca haberse tomado tiempo de entender lo que sentía, criar a un niño de manera distante. Sin cariño, sin afecto.

Y él les devolvió el favor.

Por primera vez en su vida el temor estaba, extendiéndose como veneno mortal, dentro de sus cuerpos.

Él sostenía en sus manos el teléfono, que le declaraba su peor miedo. El quiebre de su compañía.

La mujer, en cambio, aferraba con fuerza sus uñas a la falda de su traje.

Sólo un nombre venía a sus mentes. "Yukio."

Aquel niño, quien, jamás los llamó padre y madre.

No quedaban más perdidas salvo sus propias vidas, las cuales se quitarían en los siguientes minutos. Como gesto de ofrenda ante tal error.

Porque era todo lo que siempre quisieron, un completo prodigio.

Ahora dueño de la compañía que les fue arrebatada.

No todo mundo tiene lo que quiere, no todo mundo quiere lo que tiene. Pero, al final, deben admitir que ellos siempre habían tenido al niño que tanto desearon.

"Papá… mamá… Lamento que, ante sus ojos, yo haya sido defectuoso." Fueron palabras de odio, salidas de la boca del Yukio, al enterarse del estado de sus progenitores.

Ellos siempre habían tenido a su niño ideal. Era ese niño quien no tuvo a los padres ideales.