-Piensa en algo positivo, algo positivo Peter– se repetía una y mil veces.

Cada segundo que pasaba, Peter Pan se alejaba más de Londres. Las calles se iban haciendo más pequeñas y las personas en ellas, acababan siendo un punto más en la lejanía. No miró atrás, y tampoco sintió ninguna necesidad de hacerlo. El aire frio le congelaba la cara mientras él disfrutaba del vuelo, su cabeza era un nido de pensamientos alegres, necesarios para mantener el equilibrio y la velocidad. Estaba eufórico, nunca había volado tan rápido ni menos, llegado tan lejos. Soy Superman! -exclamó mientras hacía el gesto con el puño-, de hecho, no sabía muy bien quien era Superman, pero Peter escuchó una noche un cuento en el que decían que este podía volar más rápido que un pájaro, incluso que un avión.

Mientras sobrevolaba un pueblo en el norte de Francia, el joven se dio cuenta que su bolsa con polvo de hada, empezaba a escasear. No podía volar si no tenía polvo de hada, todo el mundo que conociera la historia de Pan, el gran Peter Pan, sabría eso. Sin polvos ni recuerdos felices, no es posible volar. Redujo la velocidad, dejó que la brisa acariciara su cara en vez de azotarla y cerró los ojos en busca de otro momento feliz. Quería seguir volando, seguir escapando. Pero su mente lo traicionó una vez más y su altitud fue descendiendo en picado. Peter no conseguía alzar el vuelo. Gastaba toda la fuerza física que le quedaba en esquivar todos los obstáculos que aquel gélido bosque nevado le ponía en su camino. El cuerpo se le empezó a balancear de manera preocupante y su cabeza había dejado hacía minutos los buenos momentos a un lado. La tristeza, remordimiento y sentimiento de culpa hicieron que el chico no viera una de las ramas que aparecieron frente a él, obligándolo a colisionar y caer sobre aquel manto de nieve.

¿Campanilla? –susurró una vez empotrado contra el suelo-

Su voz se perdió entre aquellos arboles gigantes y sus ojos se cerraron tras confirmar que la segunda estrella a la derecha, había desaparecido. Estaba solo, en medio de la nada europea. Dejaste de brillar Peter Pan –pensó, mientras su cuerpo era asaltado por el frío de la nieve.