Capítulo 1. Ella

Tenía 4 años cuando comencé a ser una demandante absoluta.
Pero lo único que obtuve fue unos padres cansados y visitas al psicólogo.


El día volvió a amanecer nublado, algo impropio del mes de abril. Por eso los ojos rojos de Shizuru demoraron en abrirse pese al interminable despertador de su celular. Por cerca de un minuto pensó que se había equivocado de hora. ¿Por qué tan temprano? De repente su cuerpo se levantó casi que por voluntad propia: era día de control en la empresa.

Debía verse estupendamente bien.


Los nervios se sentían en cada mililitro de aire. Se trataba de adultos, sí, pero aún después de años de haber egresado de sus centros de estudio se sentía la presión de un examen por dar. En este caso el examen era conocer a un jefe que nunca habían visto antes y que seguro los iba a calificar.

Shizuru mantenía el ritmo seguro de su respiración para no ser una más. Sabía que más de uno pensaba «Qué calmada está Fujino. Si yo pudiera…», o eso le decía su ego. Seguramente era una forma de autoconvencerse.

Ella no era más que la fotógrafa de la sección política de la revista, aunque confiaba que con nuevas caras en la directiva podría escalar unos merecidos peldaños. Aún así confiaba en que su trabajo era digno de admiración, y su personalidad no le daba tregua para no pensar en eso.

Para algunos era insoportable, para otros adorable, para muchos era hermosa y para la mayoría de sus ex era una hija de puta. Ella sabía que despertaba sentimientos variados en las personas de su entorno, pero no hacía nada, al menos ella creía eso, que provocara esos juicios. Era ya cuestión de cada uno.

Su psicóloga de toda la vida le decía siempre «Shizu-chan, no le vas a caer bien a todo el mundo, eso es ya perspectiva de cada uno. Viví tu vida antes de que alguien la quiera vivir por ti». Y ella no tenía más remedio que creerle.

Por eso, mientras estaba sentada en su cubículo y vio una alta morena con un cuerpo que le despertó envidia, concluyó que el mundo era muy bueno. Después de todo.