One-shots

Bien chicos he decidido que hare un fic de diversos oneshots del tema que ustedes quieran o sugieran jeje.

I

El mago y el hada

Pobre e inocente, esa eran las palabras que podían describir a la perfección a la pequeña criatura frente a él. La muy tonta término en su territorio ¿Acaso no le enseñaron a la pequeña que no debía fiarse de extraños?

Ella parecía no darse cuenta de sus oscuras intenciones, se preguntó muchas veces que era lo que sucedería cuando se diera cuenta de que él no era tan bueno como aparentaba, de que en realidad era la persona más odiada de la faz de la tierra y que era capaz de destruir un reino entero si se lo proponía.

Esa pequeña criatura había llegado para perturbar su paz y ahora por ningún motivo la dejaría marchar aun si tenía que arrancarle sus bellas alas y todo había comenzado hacia aproximadamente uno o dos meses, a decir verdad había perdido fácilmente la noción del tiempo al estar centrado solo en ella.

Un día común daba inicio en la región Agni, el país de Lizeratia estaba dividido en 5 grandes reinos, Sama, Vega, Atarva, Virksha y Bariura, la región Agni se encontraba entre las ultimas 2 siendo ocupada por un inmenso y espeso bosque donde se decía solía habitar un poderoso y terrible mago al que llamaban "el dios de la calamidad".

Las historias acerca del origen de dicho mago habían ido desapareciendo con el paso del tiempo, nadie lo había visto desde que el Reino Agni fue consumido por la calamidad que se suponía fue provocada por el mago, no se sabe realmente lo que sucedió pero aún se rumoreaba que el dios de la calamidad había sido condenado a una apariencia digna de un demonio y que vagaba por el lugar tan solo esperando hallar una víctima para devorarla.

Algo alejados de aquellas regiones habitaban, elfos, hadas y ninfas que temían el entrar a aquel peligroso bosque y de esas tres congregaciones solamente el consejo de las hadas sabía la verdad de lo que había sucedido con el antiguo imperio Agni… y todo se remontaba a 300 años en el pasado.

Los humanos era por decirlo así, la especie dominante, ellos poseían magia y tenían mucha ventaja sobre las otras especies incluidas los licántropos, las sirenas y las ninfas no podían salir de sus lugares habituales a diferencia de las hadas, licántropos, centauros, elfos y por supuesto los humanos, con él tiempo las especies se fueron extendiendo y duplicando siendo los humanos quienes habitaban el país en su mayoría.

5 de las 6 especies restantes había tomado como peligroso el incremento de los humanos, mayormente a aquellos que poseían magia las sirenas fueron las primeras en descubrir una profecía que podía significar el fin de todas las especies y acordaron con las hadas y ninfas el hacer lo que estuviera en sus manos para evitarlo, los elfos y centauros intervendrían únicamente su raza se veía amenazada mientras que los licántropos decidieron no formar parte de la alianza secreta para los humanos.

Un niño nacería, hijo de los reyes del imperio Agni y ese príncipe poseería magia tal que podría deshacer mundo entero si quisiera, un ser tan peligroso y poderoso no debía existir, pero para cuando la profecía había sido descubierta aquel pequeño ya había nacido siendo temido por los altos mandos del imperio que se percataron de lo poderoso que podía llegar a ser ese pequeño.

El pequeño no pudo evitar detectar la forma en que lo miraban, como si su sola existencia fuera una amenaza y a pesar de que eso solo lo hacían las personas que sabían de su poder no podía evitar sentirse resentido hacia esas personas.

El príncipe cuyo nombre fue Len, creció ignorando que sus poderes podían salirse de control y no ajenos al peligro que eso ocasionaría, las hadas, ninfas y sirenas formulaban un plan para eliminarlo antes de que su existencia se volviera una verdadera amenaza y las primeras, por ser las únicas que podían deambular fuera de su habitad libremente, se infiltraron en el castillo y sellaron al príncipe en un libro.

La desaparición misteriosa del príncipe fue un alivio para los altos mandos y el consejo quienes sabían del plan hecho por la alianza de las especies y había decidido no intervenir, incluso el rey se había enterado de la verdad antes de la desaparición de su hijo y por el bien de su pueblo no había hecho nada para salvar a su hijo, pero la reina no se iba a quedar de brazos cruzados.

Tardo un año, pero logró enterarse de la verdad, con sus propias manos asesino a su esposo al saber que él no hizo nada para evitar lo que le sucedió a Len y que no la dejaría romper el sello del libro donde mantenían a su hijo. La reina fue asesinada cuando logró su cometido y el príncipe salió de su encierro solo para ver a su madre dormir, su ira y frustración fue tal que destruyo todo el reino junto con sus habitantes convirtiendo todo en el bosque oscuro y espeso que podía apreciarse en la actualidad.

Destruir a las hadas, ninfas y sirenas no era nada comparado con acabar con un reino entero pero el príncipe hundido en la oscuridad decidió que no valía la pena tal esfuerzo, sin embargo no dejaría a esas tres especies pagar por lo que hicieron ya que les atribuía la muerte de su madre a pesar de que ellas no habían sido las asesinas, finalmente había decidido que cada año recibiría un sacrificio, sería enviada a él una criatura pura iniciando con las hadas quienes en secreto para mantener la paz entre su especie tuvieron que ceder a su tercera princesa.

El ritual se repetía cada año siendo cedida un alma pura para aquel demonio que las asesinaba cruelmente o simplemente se divertía con ellas torturándolas de la forma más vil y despiadada, y así siguió siendo durante 300 años en los cuales los gobernantes de las especies seguían ofrendando sacrificios sin que sus súbditos ni las elegidas para ser sacrificios supieran lo que en realidad sucedía.

A Len le parecía muy divertido la llegada de una víctima ignorante de su destino, solía jugar con las almas más puras haciéndose pasar por alguien bueno y compresivo, aquello hacia más divertido ver sus expresiones de horror cuando conocían su verdadera naturaleza, como la inocente hada que se había adentrado a sus dominios sin saber lo que le esperaba, pobrecilla, ella no sabía que había sido enviada ahí para cumplir con su trágico destino.

La pequeña hada parecía muy emocionada, ella nunca había sido alguien que destacara, no tenía prácticamente ningún talento y era muy torpe, las demás hadas se burlaban de ella por su espectacular mala suerte ya que nada nunca le salía bien, por eso cuando la mismísima reina la convocó para enviarla en una misión que solo ella podría cumplir se sintió feliz de que por primera vez en su vida la consideraran útil. La reina personalmente le había pedido que se adentrara al bosque de la región Agni en busca de una flor dorada cuyos pétalos servirían para una medicina.

Por supuesto que aquella hada que respondía al nombre de Rin no tenía ni idea de que en realidad el cuento de su misión era solo una fachada para cubrir su sacrificio, ella pensaba que una vez que cumpliera su misión se ganaría el respeto de todos, no era secreto para nadie que ella había nacido a causa de un tabú, las hadas por lo general nacen de un árbol cuyos capullos de flores son los incubadoras de las hadas, el capullo del que Rin provenía había sido besado por la serpiente negra que gobernaba a los basiliscos y eso era de mal augurio, razón por la cual la pequeña hada cargaba con una mala suerte que atraía desgracias a cualquiera por quien ella pudiera tener un sentimiento de cariño u amistad.

Tal mala suerte tenía la pobre hada que en su búsqueda de la flor dorada fue atacada por un halcón que quería devorarla y termino fracturando su ala siendo salvada a último momento por un misterioso mago, que por desgracia para ella era en realidad la persona a quien había sido ofrendada.

Rin logró levantarse a duras penas, su brazo y su ala se lastimaron cuando impacto contra la rama de un árbol intentando escapar, el ex-príncipe se acercó a la pequeña creatura, era más hermosa de lo que había visto en la ilusión que le había mostrado su fuente, era pequeña, fácilmente no media más de 18cm, sus largos cabellos dorados estaban amarrados en una coleta y su frágil cuerpecito estaba envuelto en hojas verdes, sus orbes zafiros llenos de inocencia lo miraban como si fuera su salvador.

Y para la hadita lo era, pero contrario a lo que pensaba los motivos del rubio para salvarla eran que simple y sencillamente no podía dejar morir a su presa a manos de otro depredador, ella era su sacrificio.

-Le agradezco mucho el haberme salvado-dijo con su dulce voz, definitivamente ella era un perfecto ejemplo de ofrenda pura que pese a su ignorancia y la presencia intimidante que él desprendía le sonreía con calidez y parecía no detectar lo peligroso que él era.

Sus demás víctimas habían huido despavoridas al sentir su presencia maligna ¿Cómo era que esa pequeña hada no huía en ese mismo instante? ¿Acaso era demasiado ignorante para no poder leer la aterradora atmosfera de a su alrededor y la maldad que él desprendía?

-No creo que puedas seguir volando-dijo él tomando entre sus manos a la pequeña criatura herida sin expresar ninguna emoción-Tal vez debería verificar tu estado, te llevare a mi mansión para inspeccionarte.

Por alguna razón la pequeña hadita entre sus manos se removió inquieta y le pareció ver un leve sonrojo en sus mejillas.

-Me llamo Rin y N…No e-e-es necesario-había tartamudeado muy… ¿avergonzada? Claro, la pequeña no temblaba de miedo ante su presencia y en lugar de eso hasta se sonrojaba, que espécimen más raro le habían enviado de sacrificio, mucho más inocente e ingenuo que todos los demás juntos.

-¿Qué hacías tú por aquí pequeña? ¿No sabes que este lugar es peligroso?-interrogó el mago con genuina curiosidad mientras caminaba hacia su mansión, se preguntaba con qué excusa pudieron enviarla hasta ahí.

-Yo… ¡Estoy en medio de una misión muy importante!-exclamó con energía al rememorar sus objetivos-¡Estoy segura que si la completo seré reconocida y las demás hadas ya no me odiaran!-se cubrió la boca rápidamente al percatarse de que impulsivamente había hablado de más y no precisamente con las palabra adecuadas.

-¿Te odian?-preguntó Len seriamente extrañado sin entender porque alguien odiaría una criatura tan inocente como ella, era imposible que la pequeña hada hiciera algo para que las demás la odiaran, podía ver en su aura una indescriptible pureza, era imposible que alguien tan radiante generara odio.

-Tal vez odiar no es la palabra-dijo tristemente desviando la mirada, las demás hadas no tenían la culpa de no quererla, en verdad la odiaban pero ella prefería no creer ello a pesar de que lo sabía de ante mano-Es solo que…-por un momento no supo cómo justificar sus palabras, podía negar infinitamente que el resto de la congregación de hadas la odiaba pero nada cambiaba todos los desplantes y humillaciones que le habían hecho pasar, aun asi ella seguía dispuesta a ayudar en lo que sea siempre con una sonrisa en el rostro luchando por ganar un poco de aprecio del resto de sus compañeros.

-¿Solo que?-la incitó a continuar y ella solamente soltó una risita nerviosa.

-Soy alguien muy torpe, no cuento con ningún talento y siempre termino creando desastres-dijo intentando no sonar tan entristecida disfrazando aquella dolorosa emoción con una sonrisa-Por eso si logro cumplir la misión que la reina me encomendó les demostrare que no soy una inútil y seguro dejaran de burlarse de mí.

De alguna forma su caso le recordó a Len cuando los altos mandos del imperio Agni lo miraban con odio y temor, decidió no profundizar el tema, era obvio que la pequeña hada se guardaba cierta información que era no diría, pero poco le importaba, el resto del camino fue muy tranquilo para ambos, la pequeña rubia se sorprendió ante lo gigante que era la mansión de Len.

-Waaaaaaaaaaaa, no tenía ni idea de que hubiera un lugar así en medio de este bosque… ¿vives aquí tú solo?

-Len, ese es mi nombre y si, vivo yo solo-contestó inmutable a la cuestión del hada.

-Ah…-mustió sin saber de qué forma continuar-Yo creo que es una suerte que no te hayas topado con algo peligroso, he escuchado muchas leyendas de este bosque.

-¿Qué tipo de leyendas?

La pequeña rubia lo sopesó antes de contestar.

-Dicen que hay un brujo con forma de bestia o algo así… era una leyenda hace mucho tiempo pero no la recuerdo muy bien, solo sé que esa persona era alguien peligroso, es una suerte que me haya topado contigo en lugar de él ¿No lo crees?

El mago sonrió satisfactoriamente.

-Si lo es-ocultas en sus dobles intenciones Rin no pudo descubrir la malicia e ironía oculta tras aquellas palabras.

Una vez dentro de la mansión el ex-príncipe intentó enderezar el ala de la pequeña creatura que previamente había establecido sobre la mesa pero se detuvo al notar los ahogados gemidos de dolor de la pequeña hada de cuyas mejillas resbalaban pequeñas gotitas salinas.

-Perdón…-se disculpó inconscientemente y se enfadó ligeramente consigo mismo tras percatarse de lo que había dicho ¿desde cuándo el dios de la calamidad se disculpaba por dañar a su sacrificio?

-N… No… duele pero necesito recuperar la movilidad de mi ala-sollozó débilmente-Si no lo hago no poder encontrar la flor dorada que la reina necesita y las hadas que cayeron dormidas por el hechizo de la bruja carmesí tomaran la medicina y no volverán a despertar jamás.

Él rubio se extrañó ante tal confesión, no podía entender los verdaderos intereses de la rubia.

-¿No se supone que lo hacías por ser reconocida?-le preguntó pero la pequeña y frágil rubia negó con la cabeza.

-Pensé que podía llevar a cabo mi misión con un propósito egoísta, mi difunta amiga Miki me dijo que debía dejar de preocuparme más por los demás que por mí y eso intentó… pero no puedo-sonrió con tristeza.

-No es fácil cambiar quien eres-el mago acaricio con su dedo índice la cabecita del hada-No tienes que cambiar si no quieres, estas bien tal y como eres-y por supuesto que lo estaba, siendo como era sería muy fácil manipularla y jugar con ella, una parte de él se preguntaba de qué forma su hermosa voz resonaría por los inhabitados pasillos de su mansión mientras le arrancaba las alas.

-Muchas gracias… Ah-gimió al sentir un leve tirón en su ala derecha que aún estaba doblada.

-Me temo que no podrás volar en un buen tiempo, lo mejor sería dejar que tú ala se componga sola-dijo soltándola.

-Pero….-se quejó débilmente-La flor dorada… yo necesito…

-Yo te ayudare-habló el rubio despreocupadamente-En vista de que no puedes volar yo te cargare por el lugar y buscaremos juntos la flor ¿Te parece?

-No quiero causarte molestias Len… No es necesario…

-He hablado-dejo endureciendo un poco su voz-Y no aceptare un no por respuesta.

La rubia guardo silencio y bajo la mirada avergonzada, lo último que quería era causarle problemas a ese joven que amablemente la había ayudado.

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Los días pasaron sin que Rin se diera cuenta de que con cada una de sus dulces acciones llamaba cada vez más la atención del mago que no hacía más que deleitarse y sorprenderse con ella, solo un día vasto para que se acostumbrara a su presencia, hacia tanto tiempo que vagaba por el bosque en soledad que ya no recordaba lo reconfortante que era tener compañía.

Más que nada le gustaba el hecho de que esa pequeña y hermosa creatura necesitaba de él, prácticamente la tenía en la palma de su mano y de alguna forma le gustaba el hecho de sentirse necesitado, pero sabía muy bien que eso no duraría mucho.

Cada vez que miraba a Rin con una radiante sonrisa se sentía dichoso de ser él el único que la admirara, la hada poco a poco a poco se fue abriendo ante él contándole el como era su vida, la mala suerte que tenía, el maltrato por parte de las demás hadas y su deseo por ser apreciada.

Podía recordar claramente su enorme sonrisa y la felicidad en los ojos de la rubia cuando después de tanto vagar por el bosque habían encontrado un enorme arbusto de las flores que ella necesitaba, como ella no podía regresar por si sola a su hogar había decidido que tomaría una de las flores cuando su ala ya estuviera curada.

Si él anteriormente odiaba a las hadas, ese sentimiento solo se había incrementado al escuchar lo que pudieron hacerle a un hada tan pura como Rin, pero gracias a ello la pequeña se encontraba a su lado y de algo estaba seguro, ya no la dejaría ir.

Podía entender muy bien porque el rey de los basiliscos había besado el capullo del cual ella nacería, al igual que él, el rey se había sentido atraído por la peculiar aura de Rin, la oscuridad inevitablemente ansia a la Luz, siempre había sido así, por ello él también sentía que quería a la pequeña hada solo para él, el basilisco había querido marcarla para poder regresar por ella en algún momento, cuando la pequeña hubiera florecido y su luz brillara más intensa que nunca, pero eso no sucedería.

-Yo me siento mucho mejor ¡Mira Len! ¡Ya puedo volar!-había dicho uno de esos días y sin saber porque una emoción que hacía mucho tiempo no sentía lo invadió… miedo.

Tenía miedo de que ella se fuera y él quedara nuevamente solo, no lo podía permitir, no cuando ya se había acostumbrado a su presencia, antes de que se diera cuenta estrujaba levemente a Rin entre sus maños.

-¿Len...?-la temblorosa voz de la hada lo saco de sus pensamientos logrando hacer que suavizara su agarre.

-No regresaras-había dicho él firme desconcertando a la pequeña rubia entre sus manos.

-¿De qué hablas? Ya estoy muy bien Len, ya no es necesario que cuides de mí, ahora que sabemos dónde se encuentran las flores doradas simplemente iré por ellas y volveré a casa.

-No, no te lo voy a permitir-gruñó apretando más a la pequeña dama que sostenía con cierta irritación-Ni iras a ningún lado Rin, te quedaras conmigo quieras o no.

Ante las frías palabras del rubio la hada se removió intentando liberarse sintiendo pánico por primera vez desde que estaba con él.

-Me estas lastimando… por favor déjame ir-rogó con un gemido lastimero al sentir como aquellas cálidas manos que la habían cuidado ahora la estrujaban de manera dolorosa.

Ella era tan pequeña y frágil, tan fácil de romper pero con un espíritu peleador, incluso si la mantenía encerrada estaba 100% seguro de que ella buscaría poder escapar, sin embargo había una forma de mantenerla consigo, si no podía romperla a ella entonces simplemente quebraría su optimismo.

-Pobre e ingenua Rin-sonrió con malicia pasando un dedo por entre las alas que sobresalían de la espalda de la rubia quien se tensó al instante teniendo por primera vez miedo de el joven-Nunca te diste cuenta que desde el momento en el que entraste a mis tierras te volviste mi prisionera, te di libertad suficiente y te deje mantenerte con vida porque me parecía grata y divertida tu presencia pero al parecer has tomado más libertad de la que te he otorgado… ah sí, es debido a estas alas-les dio un ligero tirón-Te hacen pensar que puedes huir a cualquier lado ¿No es así?

-Len…-murmuró temblorosa ante lo peligrosa que se oía su voz.

-No te lo voy a permitir, no vas a escapar de mí, incluso si para ello debo obligarte a quedarte conmigo.

Sucedió tan rápido que Rin solo pudo sentir un terrible dolor punzante en su espalda y luego la sangre resbalando por su espalda, dolía, pero no tanto físicamente si no mental, la persona que había cuidado de ella con tanto esmero, aquel en quien llegó a confiar ciegamente le había arrancado sus preciosas y adoradas alas, no supo por cuanto tiempo lloró ni en qué momento se quedó dormida ahogada en su propio dolor.

El mago solo observo el diminuto cuerpo dormir, y acaricio suavemente la cabecita rubia, los gritos de dolor que ella emitió lo habían complacido muy poco en comparación con saber que sin alas su pequeña hadita no volvería a emprender el vuelo y sobre todo a alejarse de él, ella era su pequeño tesoro… se preguntó, como todas las veces que la admiraba dormir, como se sentiría el besar sus labios y sentir el calor de su cuerpo contra el suyo, ya iba siendo momento de experimentar aquello, el poder poseer a su Rin por completo.

El primer paso del ritual se había llevado a cabo con éxito, sin sus alas un hada era más susceptible a los hechizos, bastaba únicamente un conjuro para volverla una humana y entonces podría degustar de ella como lo había hecho con las ninfas y sirenas que le habían sido enviadas.

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-Por favor déjame ir…-había susurrado la rubia que se encontraba debajo de él con lágrimas descendiendo de sus mejillas, él lamio esas gotitas salinas sin soltar el agarre sobre las muñecas de la joven que sostenida sobre su cabeza.

Había probado cada parte del cuerpo de la que fue su pequeña hadita ahora convertida en una hermosa joven, verla como humana y tenerla para si había sido lo más exquisito, el carmín aun decoraba las mejillas de la chica que hacía algún tiempo había dejado de poner resistencia sus toques.

La primera vez que había hecho a Rin suya la pobre e inocente rubia no tenía ni idea de lo que él intentaba lograr hasta que fue demasiado tarde, solo pudo entenderlo cuando lo sintió invadirla por completo, después de eso aquello se repetía demasiado seguido para el gusto de Rin ya que las primeras veces había sido doloroso y más tarde placentero, pese a que ella no tenía ni idea de que era lo que Len le hacía no podía evitar que su cuerpo reaccionara como si él fuera necesario.

-Len… si me dejas…

-No-la interrumpió sabiendo de ante mano lo que ella quería-Eso no pasara querida.

-Por favor, te prometo que si me dejas llevar la flor dorada nunca volveré a oponerme a ti… te entregare mi voluntad por completo… por favor.

Le resultaba muy irritante que ella siguiera rogando por ellos, aquellos que le dieron la espalda y la hicieron sufrir no merecían ni un acto de clemencia de parte de su Rin, pero la pureza de su corazón era tan grande que a pesar de todo el dolor que ellos le causaron ella quería ayudarlos. Él también había abusado de esa bondad torturándola y lastimándola, obligándola a quedarse a su lado arrancándole sus alas, porque sabía que después de todo ella lo perdonaría, porque sin importar que ella nunca odiaría a nadie.

Pero él sí y odiaba que ella mostrara bondad a alguien más, todo de ella le pertenecía por esa razón nadie más debía si quiera contemplar su sonrisa. Le haría ver que no podía seguir mostrando amabilidad, que al final la única persona que nunca la traicionaría seria él.

-Ellos no se merecen nada de ti, la misma reina lo único que quería era deshacerse de ti-acarició la mejilla de la desorientada joven semi desnuda debajo de él. Te enviaron aquí como mi sacrificio Rin, eras tú o ellos y decidieron ofrecerte para que yo los eliminara. ¿Crees por un segundo que las demás hadas te valorarían por llegar con la flor que salvaría a aquellos que cayeron en un sueño eterno? No es así, todos te dejaron, no tienes a nadie ¿Por qué ayudar a las hadas que durante toda tu vida te despreciaron? ¿Tan desesperada estas por tan solo un poquito de atención? Si es asi deberías conformarte solo con la mía-besó con delicadeza los labios de la chica.

La rubia contuvo su llanto, él tenía razón y ella lo sabía pero se negaba a aceptarlo, fue tan ingenua al pensar que las cosas podían cambiar aunque fuera un poquito, al final siempre seguiría siendo lo mismo.

Aunque fuera de una manera retorcida Len le estaba demostrando su aprecio y cariño, él rubio sabía que no era la mejor manera de demostrarle a Rin su amor pero al estar sumido por tanto tiempo en la oscuridad no sabía de qué otra forma expresarse, él no era merecedor de alguien tan pura, ella tarde o temprano se iba a alejar por esa razón tuvo que actuar antes de que ella pensara si quiera en rebelársele y la mejor forma era quebrándola por completo, ella solo quería un poco de atención y afecto, y él simplemente le había hecho ver que nadie además de él complacería ese deseo.

Sin ninguna opción Rin simplemente no tenía ni a donde ir ni alguien que se preocupara por ella, el vacío que sentía desde la muerte de su mejor amiga solo fue llenado por la compañía del rubio y su corazón había sentido calidez cuando él había cuidado de ella como si fuera la cosas más frágil del mundo, cuando entregara la flor ella planeaba volver con él pero antes de que pudiera revelarle sus planes Len había actuado de aquella manera que la había lastimado, ahora que la había hecho ver la realidad no le quedaba más que quedarse a su lado.

Len sintió a la joven relajar su cuerpo y limpiar sus propias lágrimas, si lo único que tenía era a Len entonces se quedaría con él intentando que las cosas volvieran a ser como antes, porque si ella cedía entonces él sería feliz y volvería a ser la persona cálida que la había ayudado.

Él solo sonrió internamente y con cariño posó un beso en su frente, ella finalmente se había rendido de luchar con él, con ella siendo sumisa las cosas serán más sencillas y podría entonces seguir teniéndola a su lado y disfrutando de su compañía, tal vez incluso lograra que le entregara en bandeja de oro su corazón pero por ahora se conformaría con el hecho de que ella había hecho nula su resistencia.

Ya nada ni nadie se la podrían quitar, estarían juntos por toda la eternida.

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Estuve escribiendo esto desde el 27, normalmente cuando escribo un capitulo o un one-shot no tardo más de un día pero pues esta vez me demore más de la cuenta, solo espero que les haya gustado la pequeña historia asi que dejen sus comentarios y propongan ideas, los one-shots podrán ser de cualquier rango eh, asi que no se sorprendan si de repente un lemmon salvaje aparece.

Solo quiero desearles que cumplan sus propósitos de año nuevo, por el momento me despido tengo algo de sueño…