DISCLAIMER: Estos personajes pertenecen a Víctor Hugo y yo no tengo derecho sobre ellos. (Porque si lo tuviera Javert no habría muerto y estaría entre los brazos de Valjean TT_TT)
Cuando pongo "-o-o-o-o-o-o-o-o-o-" es que voy a hacer un saltito de tiempo.
CAPITULO 1
Javert estaba sentado en su escritorio, terminando de rellenar los informes del día anterior. Se encontraba solo en la estación de policía, puesto que todos sus compañeros se habían ido a la hora correspondiente, y él, como siempre, se quedaba más tiempo del estrictamente necesario para dejar todo el papeleo al día. Aunque, para ser sinceros, el inspector tenía también otras razones.
Estaban en invierno, y en la estación de policía había una lumbre calentando siempre, al contrario que en su casa. El sueldo de inspector de policía no era, ni mucho menos, elevado, y Javert apenas podía cubrir los gastos necesarios con él.
Apenas le llegaba el dinero para alimentarse correctamente y mantener el fuego encendido en su casa, la cual consistía en un pequeño apartamento con una cama y poco más, y este mes, además, había tenido que gastar parte del poco dinero que tenía en arreglar su uniforme, que había quedado casi completamente destrozado después de tener que perseguir y luchar contra un ladrón el cual, como siempre ocurría, acabó entre rejas.
Él no estaba para nada interesado en conocer la vida de sus compañeros, pero sabía por alguna conversación que inoportunamente había llegado a sus oídos que compartían casa con familiares o amigos, por lo que, al ser dos sueldos o más, el dinero les llegaba perfectamente para cubrir gastos.
Con un suspiro, Javert se levantó de la mesa, donde estaban todos los papeles acabados y perfectamente ordenados, apagó el fuego que estaba usando para calentarse y salió a paso lento. Pequeños copos de nieve aterrizaban sobre su sombrero y su ropa. Suspiró de nuevo.
Era ya bastante de noche, y entre la hora que era y el frío que hacía no había prácticamente nadie en la calle, y las pocas personas que habían eran, seguramente, ladrones o maleantes por lo que procuraban estar los más lejos que les fuese posible del inspector.
Javert caminaba como siempre, con la cabeza alta, la espalda recta, pasos firmes y el rostro impasible, aunque en realidad estaba hambriento, cansado, y helado. De pronto un delicioso olor llegó a su nariz, y él, prácticamente sin detenerse a pensarlo, buscó la procedencia de ese olor.
El aroma venía de una gran casa, en la cual desde la ventana se podían a preciar a unas cuatro personas sentadas alrededor de una mesa. Parecían ser los padres y dos niños pequeños, comiendo y riendo alegremente.
El inspector se dio cuenta de que se había parado en medio de la case y estaba observando a una familia por la ventana y se maldijo interiormente. Miró hacia los lados comprobando que nadie le observase y siguió su camino, lentamente y notando su estómago gruñir, hasta llegar, por fin, a su casa.
Notó como la casera le saludaba, el devolvió el saludo cortésmente y entró a su apartamento. Se quitó el abrigo y doblándolo cuidadosamente lo dejó sobre una silla. Fue al armario dónde él guardaba siempre sus alimentos y comprobó con el más profundo pesar y horror que estaba completamente vacío.
Soltando maldiciones y gruñidos entre dientes, se cambió a la ropa que usualmente usaba para dormir, la cual no era demasiado abrigada, pero él no dormía con la del trabajo no fuera a ser que la estropease y tuviera que pagarla otra vez. Se tumbó en la cama, que era más o menos igual de blanda que una roca, y se tapó con una fina manta, que apenas abrigaba nada.
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Javert se levantó de la cama y se miró al espejo. Tenía unas tremendas ojeras alrededor de sus azules ojos, y su morena piel lucía más pálida de lo normal. No había sido capaz de dormir en toda la noche, por dos factores, de los cuales no habría sabido decir cuál era peor. Si el frío que te helaba los huesos y te hacía temblar; o el hambre que hacía a tu estomago rugir y te hacía sentir débil.
Se vistió con rapidez y salió temprano de su casa, llegando antes que todos sus compañeros. Estuvo dándole repasos al papeleo hasta que los demás llegaron y él se fue a dar su ronda de patrulla diaria.
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Llevaba ya cerca de dos horas de patrulla cuando comenzó a sentirse mareado y muy débil. Aun así no descansó y siguió andando. Cada vez que pasaba cerca de algún mesón o por alguna casa donde estuviesen sirviendo comida y le llegaba el olor se sentía desfallecer, y su estómago gruñía demandando comido, pero él se limitaba a acelerar un poco el paso.
Iba tan concentrado en no pensar en comida y tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de que le llamaban.
-¿Inspector Javert se encuentra bien?
Al oír esto Javert alzó la cabeza de golpe para encontrarse con los ojos del alcalde.
-¡Monsieur le maire! –rápidamente se quitó el sombrero en señal de respeto.- Si me encuentro bien, ¿Por qué lo pregunta?
-Javert, llevo llamándole un rato, parecía distraído, ¿Seguro que está bien?
Javert notó que sus mejillas ardían por haber sido pillado en falta, totalmente distraído.
-Discúlpeme Monsieur le maire yo…
-No tiene nada de que disculparse Javert, no ha hecho usted nada malo, todo el mundo se distrae de vez en cuando, además de que debo señalar que usted cumple con su deber y no hay nada que pueda reprocharle –le cortó Valjean, más conocido como M. Mangdelaine, con una sonrisa.
Javert iba a responder cuando le dio un mareo, que, a diferencia de los pequeños que llevaba sintiendo durante todo el día, hizo que le fallasen la piernas y se golpeado contra el suelo, o al menos eso habría pasado si el fuertísimo brazo de Valjean no hubiera detenido su caída.
-¡Javert! –El peligris trató de sujetar al inspector, quien de un segundo a otro había perdido toda su fuerza, dejando al alcalde completamente sorprendido.
Casi al instante Javert recuperó de nuevo el conocimiento, pero no sus fuerzas, y aun así hizo todo lo que pudo por mantenerse de pie.
-Discúlpeme Monsieur le maire, estoy bien. –trató de decir Javert, pero su voz sonaba demasiado ronca y demasiado bajito.
-No, no está bien Javert. –la voz de Valjean sonaba como cuando reprendía a un niño por no decir la verdad. Pasó un brazo del inspector sobre sus hombros y le agarro la cintura, viendo que el hombre se iba a desplomar de un momento a otro.- Mi casa está aquí al lado, vayamos, ¿Puede andar?
-No es necesario Monsieu…- trató de decir, pero ya casi sin fuerzas, cuando la voz del alcalde, fuerte y severa le interrumpió.
-Javert no le va a servir de nada, va a venir a mi casa y voy a llamar a un doctor, porque usted no se encuentra en condiciones de seguir en su puesto, y es mi última palabra.-tras esas palabras el inspector simplemente se resignó y trato de caminar.
Cuando llegaron a casa de Jean, este prácticamente obligó al moreno a tumbarse sobre la cama que, a diferencia de la suya, era blandita y suave.
El inspector notó que le ardía la cabeza y se mareaba de nuevo, y no puedo evitar cerrar los ojos y caer inconsciente en la cama del alcalde. Valjean preocupado por la salud de su "némesis" mandó a la casera a que llamase a un doctor inmediatamente y se quedó colocándole paños fríos en la cabeza a Javert, tratando de que la fiebre bajase lo antes posible.
WIIIIIIII bien, creo que tengo una "pequeña" obsesión con poner a Valjean cuidando de Javert, pero es que me parece taaaaan tierno *-* Eeeeen fin que prometo que dentro de nada subo el siguiente xD
Gracias por leer y comentar por favor que no os cuesta más que un minutín y a mí me haría muy feliz!
Por cierto muchísimas Gracias a los que comentaron en mi anterior historia:
Airi-Shimizu
Jokesterette
Billie Jean Hummel
Druscilla
