Los personajes de OUAT no me pertenecen.
Prologo
El mismo día en el que se rompiera la maldición, con la perspectiva de que el pueblo se la echara encima, la falta de magia para poder defenderse y con la certeza de que su hijo Henry la odia y prefiere a la Sheriff Swan, Regina decide marcharse del pueblo inmediatamente. Con la poca fortuna de no llegar a enterarse de que Gold consiguió traer de vuelta la magia al pueblo.
Tres años después de su partida, Regina puede decir que se considera feliz. Tras unos meses difíciles en los que anduvo perdida por el país, se estableció en un pequeño pueblo de la costa oeste, lo más alejada que pudo de su antigua vida. Y aunque no tenía ni tendría problemas económicos, consiguió un trabajo de asesora política en el periódico gracias a su experiencia en la alcaldía de Storybrooke, solo para mantenerse ocupada y no encerrarse en sí misma. Vivía en una casa en la playa, no era tan grande y lujosa como la mansión de Mifflin, pero era acogedora y hogareña, y el único lujo del que podría presumir era su porche trasero que daba directamente a la playa y al océano detrás de esta.
En tres años había conseguido algo que nunca imagino, ser aceptada en la sociedad solo por quien era, tenía amigos a los que podía acudir en alguna necesidad, en la cafetería ya se conocían sus gustos y siempre la tenían listo su pedido por las mañanas, en el mercado el frutero siempre la guardaba las mejores manzanas, incluso algunos viernes salía de fiesta con sus amigas. Pero todavía había algo que la unía a su viejo yo, Henry. Y aunque había roto con todo, o casi todo, cambio su apellido Mills por el de Colter, Henry la seguía atando a la reina malvada.
Asique un día lo decidió. Viajo a Nueva York, fue al bufete que se encargó de la adopción de Henry, que se había trasladado desde Boston, y relleno los papeles para devolverle la custodia completa a la Sheriff y así, aunque lo hubiese dejado de ser tiempo atrás, dejar de ser su madre oficialmente. Ella necesitaba cerrar esa herida y avanzar.
Aunque no solo lo hizo por ella, lo hizo por Henry, para que por fin pudiera ser libre él también de la reina malvada, y sobre todo lo hizo por Mia, su pequeña de dos años, su regalo más preciado y milagroso, su hija, sangre de su sangre, parte de ella y de un desconocido muy parecido a Daniel, que conoció en un bar un mes después de dejar Storybrooke, y con el que paso una única noche y al que jamás volvió a ver.
Ella la había cambiado como una vez lo hizo Henry, con la diferencia de que esta vez no tenía miedo de lo que pudiera pasar. Asique una vez tuvo todos los papeles firmados y listos, y después de una pequeña investigación para confirmar que el correo llegaría a su destino a Storybrooke, se dirigió a la oficina de correos guardo los papeles en el sobre y escribió la dirección de la comisaria a nombre de Emma Swan y en su defecto de los Charming, así intentaba asegurarse que por lo menos alguien de su familia los recibiera. Y así con lágrimas en sus ojos, le entrego a la cartera el paquete, se despidió de Henry, internamente, para siempre, salió a la calle y no se dio la vuelta.
Esa misma tarde cogería un vuelo que la llevara a casa con su pequeña, y empezar definitivamente su nueva vida, ya sin nada que la recordara a la reina malvada, solo con el recuerdo de algo bueno y eterno en su vida, Daniel, del que adquirió su apellido tanto para ella como para su Mia.
