Capítulo uno

Mientras que Roger y Wilson se preparaban para la incursión en esa pequeña, frágil e incómoda barcaza Higgins, las otras barcazas de sus costados se hundían en el fondo del río, al ser alcanzadas por proyectiles del tamaño de un brazo humano, de las piezas de artillería enemiga. Antes de llegar a la orilla, si llegaban, a Roger le dio por rezar, algo poco frecuente en él y Wilson no paraba de contar la balas que tenia en la recámara de su fusil, un M1 Garant ;como la mayoría de soldados de infantería del ejército, el de los E.E.U.U.

Nada mas llegar a la orilla salieron todos apresuradamente de la barcaza, ya que serían más vulnerables todos encajonados. Unos 30 o 35 soldados, iban en una estructura de metal de unos 8 metros de largo y 4 metros de ancho; una ratonera, pero de personas.

¡Por el amor de dios, Wilson! Haz el favor de cubrirme las espaldas. Un alemán casi me vuela la maldita cabeza.- dijo con tono malhumorado a su camarada.

Lo siento, Smity. Estaba recogiendo un par de granadas por si llegase la ocasión de usarlas y...

Pues ahora que las tienes, sígueme. Tenemos que reunirnos con el sargento Mc Cann en una iglesia a 7 kilometros de aquí.

La incursión iba muy mal. Las barcazas apenas llegaban a la orilla, los soldados que conseguían salir de la barcaza, con todos los miembros, eran abatidos por ametralladoras que estaban escondidas entre la vegetación, y los pocos que sobrevivían no sabían a donde tenían que ir, así que, Roger y Wilson, iban buscando a los soldados extraviados que se encontraban, lograron reunir a 12 soldados, ellos incluidos.

Al cabo de unos 35 minutos de avanzar entre el campo, a unos 4 o 3 kilometros enemigo oyeron el rugido de un gran motor y el traqueteo de unas orugas, todos pensaron en lo peor: un tanque Panzer alemán. Rápidamente se escondieron entre matojos y al ingenioso de Roger no se le ocurrió otra cosa que subirse a un árbol para esconderse. El tanque pasó, pero seguido de media docena más de otros tanques lo que hizo que Wilson y los otros soldados se estremecieran de miedo.

Calma, muchachos, calma. Pronto pasarán de largo y nosotros seguiremos con la misión . -dijo Wilson intentando sofocar los nervios.

Pero eso no pasaría, ya que, a Roger, se le ocurrió otra idea magnífica: saltar a la carretera y gritar a la tripulación de los tanques enemigos, los cuales, a desgracia de los soldados que estaban escondidos con ellos dos, se pararon en seco inmediatamente; lo que provocó alguna que otra deserción. Cuatro soldados salieron disparados a otro lugar.

Roger, un tanto nervioso, empezó a gritarles a los soldados que abordaran los tanques y Wilson no tuvo mas remedio que encabezar la orden de Roger, y entonces, los 8 soldados que quedaban, no se lo pensaron dos veces antes de abalanzarse encima de los tanques, desmontándoles las orugas y lanzando granadas al interior de los tanques por las escotillas acabando con los tripulantes de los siete blindados enemigos.

-¡En qué diablos estabas pensando, Roger! ¡Podían haber acabado con nosotros o habernos hecho prisioneros! –dijo Wilson con cierto tono a ira.