Cálculo.
El examen de cálculo avanzado había estado más fácil de lo pensado. El chico de cabellos rojizos había estudiado todo lo que su vecina le había indicado, y hasta había tomado nota de los cuadernos de su hermano mayor quien debido a su gran capacidad analítica, cursaba dos niveles más allá de aquel en el que debería estar. Lastimosamente, ninguno de sus métodos de estudio al parecer no tuvo como consecuencia algún tipo de resultado positivo. La nota que el chico obtuvo después de haber pasado más de cuarenta y cinco minutos sentado resolviendo problemas matemáticos, era más que nefasta; algo a lo que no estaba acostumbrado.
-No puede ser… -murmuró el chico, sosteniendo una hoja de papel -. Mierda…A éste paso…
No entendía qué era aquello en lo que había fallado. En las prácticas, pudo entender todo con facilidad, obteniendo nota perfecta cada vez que su mejor amiga le daba algo que resolver y menos comprendía en dónde había estado el error si los procedimientos realizados fueron mejor ejecutados que los de muchos de sus compañeros de clase. Para Porko, el profesor se había desquitado de algo por alguna extraña razón. Dándole para su desgracia, un ultimátum donde le daba una última oportunidad de realizar un examen especial si deseaba pasar el año.
-Maldita sea… -gruñó, arrugando el pedazo de papel.
Escuchando esas pisadas que reconocía con facilidad, volteó rápidamente.
-¡Oye, apresúrate! –Gritó, tomando el bulto de su espalda, abriéndolo con rapidez para meter el examen de cálculo ejecutado en la mañana dentro de su mochila -. No tenemos todo el día para camines como una maldita tortuga. ¿¡Por qué mierda no te apresuras!?
-No es necesario que grites, estoy prácticamente detrás de ti; Pokko -. Respondió en un tono bajo, considerado como apagado para aquellos que no conocían a la joven.
-Ya detente con lo del maldito apodo -. Exclamó -. Hoy no tengo paciencia para eso –Comenzando a caminar a toda prisa sin esperar por la chica.
Caminando como si estuviese compitiendo para las olimpiadas en la categoría de marcha atlética, sin darse cuenta; Porko llegó a la heladería.
-Ese desgraciado… -murmuraba, tomando algo de aire para recuperarse del cansancio -. Sé muy bien que no soy nada malo para las malditas matemáticas… Es en castellano que tengo el problema, eso de conjugar verbos es una mierda y un puto dolor de cabeza…
Aturdido por el ruido de unos chiquillos que reconocía del colegio, Porko salió de sus pensamientos. Giro su cabeza en dirección de la procedencia del griterío, sintiendo algo de enojo tras ver a alguien en particular.
-Ese chico Jaeger… -murmuró, tomando nuevamente el bulto que estaba sobre su espalda -. Esto debe ser una puta broma… -continuó entre susurros, sintiendo cómo de su bulto provenía una melodía y un vibrar -. ¿Qué? –preguntó, contestando su celular en un tono calmado.
Porko era alguien de pocos amigos. El chico al que solían llamar: Tazón de puerco, debido a su nombre tan particular, no solía hablar con muchas personas de su edad. El chico introvertido del salón, era amante de la música rock pesado, de los videos juegos de aventuras y de tocar su guitarra cada sábado en el balcón de su casa; mas no era amigo de casi nadie en el salón, excepto de Piiku.
-No voy a llegar temprano –respondió, mirando alrededor en busca de su amiga -. No, no… Es que… Tch, lo explicaré después, no me fastidies si aún no he llegado a casa, ¿quieres? –. Indicó sonriente tras escuchar las palabras de quien lo llamaba -. Pues, yo tampoco entiendo qué rayos pasó… ¡Se supone que practiqué de tus notas y nada! –Gritó, apoyándose sobre una de las paredes de la heladería -. Sí, llegaré algo tarde, no me esperes; ¿ok?. Sí, estoy con ella… Lo sé, lo sé…
-¿Lo sabes? –Preguntó una voz femenina de repente-. Me pregunto qué es lo que sabes…
-Te veo en casa, idiota -. Indicó divertido, colgando después de sus palabras.
-¿Marcell continúa enfermo? –preguntó la joven, mirando fijamente a los ojos a su amigo.
-Sí, eso de la gripe o algo así, no es lo suyo –respondió sonriente -. Me ha estado mandando videos estúpidos por el WhattsApp. Es un fastidio…
-¿No se supone que debe dormir para curarse?
-Eso dijo el doctor Jaeger, mas sabes cómo es… Hace lo que cree correcto y ya. Ese cabeza dura…
Ambos rieron tras recordar las distintas historias que habían vivido cuando Marcell solía enfermarse desde que era un infante.
Todos aquellos que llegaban a conocer al hermano mayor de Porko, sabían que Marcell no era nada paciente cuando se enfermaba y que su amigable y educado comportamiento era olvidado en épocas de enfermedad. Huyendo de casa la mayor parte de las veces cuando sus padres salían a trabajar para irse a dar unas vueltas al parque o lugares donde pudiese leer un libro en paz. Desafortunadamente, los medicamentos hacían que el chico de cabellera oscura en comparación a la de su hermano; se comportara de manera extraña como lo haría un borracho o un drogadicto, provocando en más de una ocasión; problemas para sus amigos y familiares.
-¿Recuerdas aquella vez cuando Marcell se desnudó debido a los efectos de la medicina? –preguntó con su tono de voz tranquila que tanto caracterizaba a la chica.
-No me lo recuerdes… Eso de ver el pene erecto de tu hermano no es algo que deseas recordar una vez experimentas tal hecho traumático.
Piiku rio tímidamente, tapando su boca con ambas manos.
-Los chicos del barrio me pasaron el video. Creo que hasta está en YouTube.
-Lo curioso es que eso lo volvió un imán para damas -. Respondió el pelirrojo, guardando en el bolsillo del pantalón el celular -. Quiero un helado de fresa, dime cuál deseas para comprarte uno; Piiku -. Indicó, deseando cambiar el tema para pasar un buen rato con su amiga.
-No deseo uno por el momento. Pero puedo acompañarte, no tengo planes para esta tarde.
-Vaya, solo espero que no sea que estés en eso de las dietas -. Indicó, entrando a la heladería después de haber dicho sus palabras -. ¡Regreso dentro de un rato, loca! –Gritó sonriente, haciendo el símbolo de la paz con su mano izquierda.
Mirando entrar a la heladería a su compañero de clase, la joven estudiante sintió el vibrar de su celular ubicado en el bolsillo de su falda. Observando con detenimiento el nombre del aquel quien llamaba, Piiku suspiró algo fastidiada. Tocando el botón verde de su teléfono, la chica respondió.
-Estoy en la heladería, no puedo visitarte en ese momento -. Cambiando su posición para darle la espalda a la heladería.
-Estoy libre esta tarde, mi bella Piiku -. Indicó la voz masculina al teléfono -. Ya he alquilado una habitación y estamos de suerte… Es nuestra habitación favorita. ¿Quieres saber el número? Es la sesenta y nueve; querida.
-Ze… -murmuró, escuchando de repente el golpeteo de las puertas tras la patada con todas sus fuerzas de parte de Porko y uno que otro improperio por parte del dueño del local; volteando de repente.
-Vaya... –dijo el chico para sí -. Parece que el día de hoy todos querían comer un helado.
Mirando cómo Porko lamía el helado que recién había comprado mientras se acercaba con rapidez, la chica respondió en un tono bajo.
-Estoy en la heladería…
La mirada de Porko que era alegre tras haber podido comprar su sabor favorito después de luchar unos minutos con varios clientes que al parecer deseaban el mismo sabor, cambió.
-Oye, Piiku –Indicó en un tono de mando, apretando con fuerza el cono de helado a tal punto que estaba a punto de quebrarlo -. Dile que hoy estás conmigo.
Gracias por leer y opinar.
Notas:
-Sé que se le suele llamar a Piiku, Pieck. Yo usé la forma romaji de cómo se escribe su nombre, de ahí el Piiku. Así como escribo con "K" Porko, por la forma romaji :D
-La idea era un fic de un capítulo corto, mas no pude… Pronto otro capítulo: D
