CAPITULO 1: UNA FIESTA ARRUINADA

Eran cerca de las nueve de la noche, el viento golpeaba la ventana y la luna llena resplandecía en el estrellado firmamento. La joven estaba tumbada en el sofá frente al calido fuego de la chimenea, los latidos de su corazón acompañaban a las manecillas del reloj y sus ojos solo miraban una vieja pintura en la que se podía ver claramente el majestuoso mar. La joven estaba tan perdida en sus pensamientos que no se había percatado de que alguien más había entrado en la habitación y que la llamaba:

-Emmy –no hubo respuesta por parte de la joven –¡Emmy!– alzo un poco la voz.

La joven de oscura y rizada cabellera se sobresalto pero se tranquilizo al darse cuenta de que se trataba de su madre que vestía un hermoso y muy lujoso vestido de un color rojo escarlata con unos finos toques dorados.

-Querida ¿Por qué no te has arreglado? –le dijo- los invitados llegaran en cualquier momento y sabes muy bien que no hay que hacerlos esperar…

-Lo se, lo se –le corto- Iré a arreglarme –dijo dirigiéndose a la puerta.

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Y no muy lejos de ahí, un hombre estaba dando instrucciones:

-Listos, tripulación –dijo él: un hombre de avanzada edad que vestía una camisa de color beige, pantalones y saco café y botas de un tono aun mas oscuro –recuerden que Jack es el que tiene que traer a la chica. No quiero que nadie mas lo haga, pase lo que pase, pues esta será su primera misión de gran importancia. –dijo esto mirando al muchacho sonriéndole pues le tenia un afecto muy grande -¿Entendido?

-Si, Capitán Morgan –dijeron todos al unísono.

-…Si, Capitán –dijo Jack por lo bajo.

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-Emmy ¿Estas lista, querida? –dijo su madre al momento en que la joven abría la puerta –ah, te ves hermosa -dijo y tenia razón pues la joven llevaba un elegante vestido color rosa pálido con varios tonos de hueso y tenia todo el pelo recogido a excepción de un solo bucle que le caía por el hombro -Esta será una noche inolvidable, créeme –y por ultimo Emmy cerro la puerta.

Ya las dos se dirigían al salón principal por el pasillo en el que se encontraba una gran cantidad de puertas y retratos pero al llegar a la escalera la joven Emmy mostró una señal de desconcierto por lo que su madre pregunto:

-¿Estas bien, linda? –dijo esta un tanto preocupada.

-Si, es solo que olvide algo en mi habitación –dijo esta empezando a dirigirse al lado contrario de su madre –Adelántate, iré en seguida.

-Está bien, pero no tardes –dijo ya bajando por las escaleras.

Emmy ya se dirigía a su cuarto cuando noto que la puerta estaba entreabierta. ¿Quién podría haber entrado?. ¿Estaría todavía dentro? Emmy no sabia que hacer: si entrar a ver o avisarle a algún guardia, pero no pudo con la tentación y decidió investigar por si misma. Se acerco, abrió la puerta y vio que en el cuarto no había nadie, pero supo que alguien había estado y había querido encontrar algo pues el cuarto se veía un tanto desordenado. Ella se preocupo mucho y se apresuro a buscar su gran tesoro… Un hermoso camafeo de Aragonita que era de un color blanco grisáceo con la silueta de una hermosa mujer con el pelo suelto que no estaba ni de perfil ni de frente, sino de tres cuartos. Su abuela se la había obsequiado tiempo atrás, antes de su muerte. No se abría pues estaba atorado, pero a ella no le importaba porque sabía la maravillosa historia de ese objeto de gran valor, tanto sentimental como monetario.

-¡No esta! –grito alterada y triste a la vez, pues eso era lo único material que era de importancia para ella –necesito decirle a mis padres lo antes posible –dijo dirigiéndose nuevamente a la puerta.

La joven retrocedió pero… choco con un muchacho que no le era familiar. Era alto de piel blanca, con el pelo negro recogido en una pequeña coleta y unos hermosos ojos azules como el imponente mar. Vestía un chaleco color crema, una casaca de un azul marino con brocados dorados, pantalones bombachos a la rodilla de un marrón claro y zapatos negros de hebilla.

-Hola –dijo el extraño -¿Cuál es su nombre, señorita?

-Me llamo Emmy –dijo sonrojándose y haciendo una reverencia.

-Emmy. Que hermoso nombre –dijo –Yo soy Julian de Alba y el placer es todo mío –y al igual que la muchacha, hizo una pequeña reverencia.

Emmy sonrió aun más. En verdad era atractivo y cortés.

-¿Me permite acompañarla al gran salón, bella dama? –dijo con una sonrisa en su rostro y ofreciéndole su brazo.

Ella movió la cabeza en señal de afirmación, le sonrió y tomo su mano.

Los dos se apresuraron un poco pues el baile ya había comenzado.

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- ¿Y Emmy? –dijo un hombre de mediana edad que vestía al igual que todos los ahí presentes, ropas ostentosas.

-Ella llegará pronto –dijo su madre- estoy segura de que fue por el Camafeo que mi madre le obsequio cuando era tan solo una niña.

-Ah entiendo –dijo y en ese momento un hombre se les acercó -¿Qué tal, primer ministro ¿Cómo le ha ido el día hoy?

-Agitado, mi querido Frank, agitado –dijo el hombre que era algo regordete- El viento allá afuera sopla como si algún mal se avecinara.

-Ni lo diga, primer ministro. No queremos que nada arruine el decimosexto cumpleaños de nuestra querida, y única hija, Emmy.

-Ay disculpe, yo solo… -empezó pero fue interrumpido.

-No, no importa. Disfrutemos de la fiesta –dijo. Y tomando a su esposa de la mano, se dirigieron más al centro del gran salón y empezaron a balsear como la mayoría de los invitados.

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-¿Y que estas haciendo aquí, Emmy? La fiesta ya comenzó y todos tus invitados te esperan a ti y solo a ti.

-No, yo ya me dirigía al salón principal. Es solo que… -dijo pero su voz empezó a escucharse cortada.

-¿Estas bien? –dijo Julian deteniéndose.

-Si –dijo limpiándose una lagrima que rodaba por su mejilla –La razón por la que no estaba en la fiesta es porque había venido por un Camafeo que mi abuela me había dado y que ya no esta, alguien entro en mi cuarto y lo robó. Ese Camafeo es muy valioso para mí. Es lo único que me queda de mi abuela.

-Ah, lo lamento –dijo- me gustaría poder hallarlo para que no estuvieras así. Después de todo es tu cumpleaños –dijo con una pequeña sonrisa.

-Olvídalo, no te preocupes. Ha de estar en mi cuarto, quizás no lo busque bien –dijo- bajemos y disfrutemos de la fiesta.

El asintió con la cabeza y le volvió a ofrecer el brazo por lo que ella aceptó de nuevo. Y los jóvenes se dirigieron hacia las escaleras.

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-Querido

-Si Nichole –dijo el hombre, mientras los dos bailaban.

-Creo que Emmy ya tardo, iré a buscarla –dijo separándose de su esposo y dirigiéndose hacia las escaleras.

Pero no fue necesario de ir a buscarla, ya que ella y Julian estaban al pie de la escalera, pero no antes de que bajaran se logró escuchar la voz de un guardia que venia del muelle que se escuchaba muy agitado que dijo:

-¡Velas negras! –grito- ¡Piratas!- y en ese mismo instante estos penetraron rompiendo las ventanas, el viento fuerte que soplaba desde la mañana hizo que la araña que colgaba del techo se apagara completamente dejando a todos en una penumbra total.

Y en ese mismo santiamén el tumulto de gente se vio intimidado por aquellos fugitivos de la justicia. Estos empezaron a correr de un lado a otro persiguiendo a las doncellas pues eran las que llevaban joyas consigo.

-¡Emmy! –grito Julian con algo de preocupación en su voz por lo que ella lo miro vertiginosamente –corre y ve con tus padres, escóndanse en tu cuarto, cierren la puerta y no salgan. ¿Entendido?

-¿Y que pasará contigo? –dijo un tanto angustiada.

-No te preocupes por mi, estaré bien –dijo con una sonrisa –ahora vete y que no te vean.

Emmy estaba entre tanta confusión y alboroto buscando a sus padres cuando alguien la tomo del hombro y causo que ella se estremeciera y girara su vista rápidamente. Era su padre, por lo que ella le dijo:

-¿Y mamá?

-Esta en mi oficina y… -pero no pudo terminar porque un pirata se interpuso empujando a Emmy y separándola de su padre.

Ella al verse alejada de este y de cualquier cuarto en el cual esconderse, decidió dirigirse a la escalera, y sigilosamente empezó a subir poco a poco sin que nadie la viera y ya al pie de esta corrió por el gran pasillo dirigiéndose a su cuarto hasta que tropezó.

Se levantó pero se quedo inmóvil al ver que frente a ella estaba un muchacho que al parecer era pirata: Era alto y delgado con la piel dorada por el sol y curtida por el mar. Su pelo era corto y de un color castaño oscuro tirándole a negro. Sobre su sucia camisa blanca llevaba un chaleco azul, llevaba también unos pantalones bombachos de color marrón claro que iban dentro de sus botas de cuero, tenia un fajín y dos cinturones alrededor de la cintura.

La joven estuvo a punto de gritar pero…

-¡No! –dijo el joven grumete poniendo sus manos al nivel de sus hombros expresándole a la joven que guardara silencio.

Pero no fue necesario que lo hiciera ya que al momento en que el muchacho intentó callarla, esta vio algo que colgaba de su cuello una cadena de un objeto que le era muy familiar. ¡Ese muchacho tenia el Camafeo!

-Devuelva eso –dijo furiosa acercándose al joven

-¿Qué? –dijo este- No.

-Si no me das mi Camafeo gritare hasta que los guardias vengan por ti.

Este se acercó a ella como para decirle un secreto y un escalofrió recorrió el cuerpo de la joven:

-Creo que ellos están mas ocupados en el salón principal, cariño –dijo sonriendo mostrando así sus dientes de oro que relucieron con la luz de ahí.

La joven tomó una bocanada de aire dispuesta a gritar lo más fuerte que sus pulmones se lo permitieran pero Jack le tapó la boca y la cargó a la fuerza apresurándose.

-¡Bájame¡Bájame, te digo! … mandare una orden de arresto contra ti.

-Ay, que miedo –dijo sarcásticamente mientras iba por el corredor.

Ya iba a llegar al final del pasillo cuando vio a sus compañeros que lo esperaban fuera de una de las ventanas, en ese momento se sintió bien consigo mismo, ya estaba por terminar la misión y el capitán Morgan estaría muy orgulloso de él. Pero en ese instante apareció Julian interponiéndose en su camino. Este no tenia arma alguna en mano por lo que no fue una amenaza para Jack.

-Suelta a esa joven –dijo desvainando su espada y acercándola al cuello del pirata. Pero este era más rápido y ágil con la espada, así que con un solo movimiento y con la joven en brazos, desenvaino su espada al igual que Julian y empezó a pelear con este, que se rehusaba a atacar pues sabia que podría herir a Emmy.

Parecía que la pelea nunca acabaría, hasta que Jack tomo su pistola y la apunto a la cara del mozo por lo que este no articulo ni un músculo.

-Que tramposo

-Soy pirata –dijo con una sonrisa y entonces este se fue alejando sin dejar de apuntarle a Julian y cuando desapareció de su vista completamente corrió como sus pies se lo permitieron.

Ya estaba a punto de completar su misión cuando se vio frente a unos guardias que le apuntaban con sus armas, esperando a que soltara a la joven.

"maldición" se dijo a si mismo

Y empezó a mirar a todos lo ahí presentes; primero a un guardia, luego a otro, después a Julian y por último a su alrededor, y viéndose perdido y sin escapatoria, exclamó:

-¡Es toda suya! –dijo en el momento en que dejaba caer a la joven al suelo, causando que gritara del susto.

-¡Cobarde! –dijo cuando la estaban ayudando a levantarse, pero no fue posible que la escuchara pues el ya se había alejado lo suficiente.

-Emmy ¿Estas bien? –le dijo Julian acercándose a ella y guardando su espada.

-Si, estoy bien –dijo mientras se limpiaba el vestido y acomodaba el cabello.

-Me alegra –dijo el joven

-Ah, que desastre –dijo su madre que también se acercaba para asegurarse de que su hija estuviera bien- ¿no te lastimo ese sinvergüenza?

-No mamá, estoy bien –dijo sonriéndole.

-¿Y quien eres tú? –dijo dirigiéndose al joven.

-Soy Julian. Julian de Alba, Señora Morrison.

-Mucho gusto –dijo sonriéndole a este y después dirigiéndole una mirada picara a su hija.

-Voy a ir a revisar los daños hechos por esos piratas –dijo la Señora Morrison alejándose de los dos.

-Bueno, creo que es hora de que me retire –dijo Julian y después le dijo a la joven- tengo un barco que arribar, volveré pronto –dijo y se fue con una sonrisa en su rostro.

Mas tarde esa misma noche, Emmy y su madre conversaban:

-Julian es atractivo ¿no Emmy? –le dijo su madre.

-Si... –dio un suspiro y se quedo pensativa- ¡mamá! –dijo la muchacha, riéndose por el comentario de su madre.

Ella solo le respondió con una sonrisa.

-Madre… –le dijo mientras esta le acomodaba sus sabanas.

-Si, Querida

-¿Recuerdas que regrese a mi cuarto?

-Si –dijo- fuiste por el Camafeo ¿no es verdad?

-Si, pero…

-¿Pero qué, hija?

-No lo encontré. Esos piratas se lo llevaron.

-Ah, linda. Lo lamento tanto

-No te preocupes, madre. Es algo material no es necesario –dijo en un tono afligido

Su madre, viendo la hora y viendo a su hija ya en cama, le dijo:

-Bueno hablaremos de esto otro día. Descansa, hija.

-Hasta mañana –le dijo acomodándose para dormir.

Y esta le sopló a una vela que estaba en un mueble a un costado de su cama haciendo que el cuarto quedara en tinieblas a excepción de la luna que lograba pasar a través de la ventana alumbrando un poco el lugar.

"Para que querrían esos piratas mi camafeo" –se dijo a si misma y muy pronto cayó en un profundo sueño.