Disclaimer: Los personajes de Rurouni Kenshin les pertenecen a sus respectivos autores, editoriales y productoras. Es una historia destinada sólo al entretenimiento y sin fines de lucro.
Traducción del fic "Genpuku" de la serie "The Kenji Chronicles" de amoet, id: 1879193, a quien le pertenecen los personajes de Hiro y Kotaro Miyosato.
Primero que nada quiero agradecer a serena tsukino chiba y a kaoruca (amo tus fics!), por sus reviews de la primera parte. Me alegra de que les haya gustado, y una vez más, gracias por su apoyo.
Kenji dirigió su espada hacia un bloque de madera. Éste se partió en dos. El muchacho repitió los movimientos en otro bloque, y otro, y otro. Sus manos estaban resbalosas debido al sudor, pero no le importaba. Aun cuando sintió el fuerte ki perteneciente a su Shishou, Kenji no se detuvo. Hiko Seijuro, Shishou de Kenji aparte de ser su Sofu, se sentó no muy lejos del chico con una botella de sake en la mano. Observó a Kenji cortar las maderas con su espada. Tomó un sorbo de sake y sonrió burlonamente.
- ¿Algo te molesta, baka-chan?
Otro bloque de madera siendo cortado. - Iie, - fue la corta respuesta de Kenji.
Hiko gruñó. - Tu balanceo es débil. Estás malgastando tu poder. Si usas tu espada de esa manera, no vas a durar más de 15 minutos en una pelea.
Kenji dejó escapar un suspiro y enderezó su postura. Desde que llegó para quedarse con Hiko hacía un año, el 13er Maestro del Hiten Mitsurugi podía leerlo como a un libro. Kenji a menudo se preguntaba si su padre soportó las mismas cosas que él.
Kenji hincó su espada sobre la pila de maderas y se sentó cerca de su Sofu. Hiko levantó las cejas. - ¿Quién te dijo que pararas?
Kenji se encongió de hombros y secó su sudada frente. - Dijiste que mi balanceo es débil. ¿Para qué continuar?
Hiko entrecerró sus ojos. Su baka-chan era mucho más inteligente que su baka-deshi. Otro de los puntos por los cuales accedió a enseñar a Kenji Himura su estilo de espada. Sabía que el chico lo haría mejor que su ex aprendiz. Hiko todavía recordaba cuando su baka-deshi junto con su niño pelirrojo llegaron a su cabaña y su baka-chan le pidió que fuera su Shishou. El recuerdo fresco de Kenshin discutiendo con él una noche y luego dejándolo a la mañana siguiente hacía 29 años todavía estaba instalado en su cabeza. Pero, cuando vio los ojos de Kenji, era diferente de su baka-deshi. Kenji tenía sus propias razones, no solo probarse al mundo; como hizo su baka-deshi. Pero, la razón del por qué su baka-chan lucía distraído durante esos días era probablemente una carta proveniente de Tokio.
Tres días antes, una miembro del Oniwabanshuu llegó a su cabaña, con una carta de Tokio. El joven pelirrojo solo permaneció en silencio después de leerla y se fue de la cabaña, dejando la carta abierta para que Hiko la leyera. Era de su baka-deshi, pidiéndole a Kenji ir a casa para su cumpleaños número 15. Hiko sólo gruñó ya que sabía la razón por la que Kenji actuó así. El jovencito todavía no podía sacar de su cabeza el hecho de que su padre le dio su espada a otra persona. Y como hijo de un espadachín, Kenji posiblemente supiera sobre el Genpuku.
- ¿No quieres ir a Tokio? - preguntó Hiko súbitamente.
Kenji respiró hondo y miró el cielo azul. - Todavía lo estoy pensando.
- Mientras tú lo piensas, los días pasan. Tienes que tomar tu decisión, baka.
Kenji frunció el ceño. Sabía que tenía que hacerlo. Pero, en el fondo, no quería. No porque quisiera escapar de la realidad, porque ya la había aceptado. La katana de su padre no era suya, y nunca lo sería. ¿Entonces para qué ir a Tokio de todos modos?
- Aún si no tienes una espada, te daré una cuando termines tu entrenamiento. No te molestes con mi baka-deshi. A menudo es despistado, aún después de tantos años. Él no quiere que seas como él, pero se olvida que se casó con la hija de un espadachín, y eso significa que tú eres un espadachín por naturaleza.
Kenji aún no decía nada. De todos modos, realmente a él nunca le importó esa katana. Ya no. Había visto a su Shishou derrotarlo usando solo una rama de árbol y eso le dio a Kenji una nueva perspectiva; podía usar hasta un palo para defenderse a sí mismo o para ayudar a las personas.
- En realidad eso no tiene importancia para mí, Sofu, - dijo Kenji. - Si no voy, Madre se preocupará. Creo que iré a Tokio a ver qué quieren. Genpuku o no, los extraño.
Hiko resopló. - Te tomó tres días tomar una decisión. De tal palo tal astilla.
- ¿Oro?
Después de despedirse de Hiko al día siguiente, Kenji bajó de la montaña al Aoiya, llevando un pequeño bolso sobre un hombro. Iba desarmado, sin siquiera llevar una shinai. Le tocó medio día hasta llegar a la familiar calle. No cambiaron muchas cosas por lo que recordaba. La calle estaba repleta de vendedores, Kenji incluso compró una golosina a uno de ellos y sonrió a unos niños que llegaban corriendo por donde él pasaba. Cuando el Aoiya estuvo a su vista, Kenji sintió un poderoso, pero maligno ki detrás de él. Kenji se detuvo y trató de reconocer el ki a su alrededor; varios kis malignos y otro ki con un leve miedo. Kenji entrecerró sus ojos y miró por sobre su hombro. Un tumulto ocurrió no lejos del puesto del vendedor a quien le compró el dulce y Kenji se aproximó al bullicio con paso acelerado. Cuando llegó, vio a un chico usando un gi claro y una hakama oscura, un uniforme de kendo, acorralado por varios hombres con espadas. El chico solo tenía una shinai con él. Kenji pudo sentir el miedo del muchacho, quien tenía alrededor de 15 años, pero también que era fuerte y determinado a no ser amedrentado por los hombres. Kenji casi sonrió.
- Vamos, chico. ¿Qué tan buena es tu shinai? - Uno de los hombres mostró su espada a la multitud que susurraba con preocupación mezclada con ansiedad. - Esta katana es la mejor. Puede cortarte en un instante. - Se volvió otra vez al chico, apuntándolo con su katana. - Tu shinai no es nada.
El hombre atacó y el chico sorpresivamente lo eludió y lo golpeó en la espalda antes de retomar su posición. Kenji puso cara de sorpresa y no pudo evitar admirar al chico. Otro hombre se dispuso a atacar al chico, otra vez, quien fácilmente evitó el ataque y golpeó su pierna. Los otros dos decidieron atacar al mismo tiempo y el chico se sorprendió, tratando de bloquear los ataques sin éxito. Uno de ellos pateó al muchacho hasta que éste cayó al suelo. Cuando vio a uno de ellos con su katana dispuesto a lastimar al chico, Kenji decidió que era hora de ayudar. Usando un palo que encontró por ahí, Kenji, usando su velocidad, bloqueó a la katana y levantó la otra mano para empujar al hombre hacia atrás.
- Qué-
Los hombres, que eran cuatro, ya se habían incorporado y retomado su posición.
Kenji sonrió perezosamente. - ¿Te llamas a ti mismo un espadachín? ¿Atacando a un chico que solo tiene una shinai y encima cuatro contra uno? ¿Dónde están tus maneras?
Los hombres parpadearon y de repente uno de ellos rio. - Mírenlo. Sólo tiene un palo en su mano. ¿Crees que nos puedes derrotar, niño?
Kenji se encogió de hombros. - Pude golpear a uno de los tuyos sólo con este palo.
Los hombres gruñeron y Kenji miró por sobre su hombro. Le dirigió al muchacho una sonrisa inocente. - ¿Me puedes prestar tu shinai?
El chico lo miró boquiabierto y lentamente le tendió a Kenji su shinai. Kenji sonrió y al sostener la espada de madera, sonrió burlonamente. - Perfecto.
Kenji volvió su atención a los hombres y se posicionó. Ellos inclusive se acobardaron un poco al ver el brillo en los ojos de Kenji. Ante ellos ya no estaba más el chico juguetón. El de ahora era un espadachín verdadero. Hasta el otro chico pudo sentir el aura fuerte de Kenji.
- ¡Dame tu mejor jugada! - dijo Kenji con voz profunda.
Uno de los hombres gritó, y blandió su katana verticalmente. Kenji esquivó fácilmente el ataque moviendo su cuerpo a la izquierda y golpeando al hombre en la espalda. Otro hombre atacó balanceando su espada con movimientos desordenados y Kenji, usando la shinai de chico, bloqueó los ataques con velocidad sorprendente. Cuando el hombre se lanzó con su espada sobre la cabeza de Kenji, el joven pelirrojo lo eludió con gracia y golpeó con sus piernas las de su oponente, haciendo que cayera al suelo. Los últimos dos, como los anteriores, lo atacaron con un movimiento y Kenji sonrió con sorna antes de hacer un pequeño salto acrobático sobre los hombros de uno y golpeándolo en uno de ellos. Con una expresión de sorpresa, el último hombre en pie estaba indefenso y Kenji, usando el estilo de su madre, lo golpeó duramente en su estómago usando la shinai. Aparentemente los otros tres todavía estaban de pie y Kenji inclinó su cabeza antes de atacarlos a toda velocidad. La shinai golpeó por todos lados hasta que los cuatro quedaron tendidos en el suelo, gimiendo de dolor. Kenji sonrió y miró al chico quien lo estaba observando con admiración en los ojos. Giró la shinai y se la devolvió.
- Gracias por tu shinai, - dijo Kenji.
Entonces, un silbido alto sonó y al rato el tumulto fue deshecho, revelando varios oficiales y a un hombre que estaba usando un uniforme de kendo.
- ¡Otousan! - dijo el chico.
El hombre rápidamente abrazó a su hijo y examinó su cuerpo. - ¿Estás bien, Kotaro?
El chico asintió y apuntó a Kenji. - Estoy bien. Él me ayudó.
El hombre miró a Kenji y por un momento quedó en un estado entre el shock y el asombro. Kenji se adelantó incómodo al ser observado de esa manera.
- Sólo ayudé a su hijo, señor. Me alegra de que no esté lastimado. - Kenji se inclinó ligeramente y se fue rápidamente del bullicio donde los oficiales estaban todavía ocupados haciendo incorporarse a los hombres.
- ¡Espera!
Kenji se detuvo.
- Han pasado más de dos décadas desde la última vez que te vi, Himura. Himura Battousai.
Los ojos de Kenji se ensancharon y luego rio entre dientes. Ese día no podría haber sido mejor de lo que ya era. Se volvió y miró al hombre.
- Creo que se dirigió a la persona equivocada, - dijo Kenji con humor en sus ojos.
El hombre parpadeó y después de contemplar a Kenji de cerca, se dio cuenta de las diferencias. - El mismo cabello pelirrojo, pero no tienes la cicatriz. No puede ser. Eres como él. Himura nunca me dijo que tuviera parientes.
Kenji se encogió de hombros. - Creo que mi padre estuvo muy ocupado durante los últimos veinte años por lo que no pudo escribirle una carta.
- ¿Padre? ¿Himura es tu padre?
Kenji asintió y se inclinó de nuevo. - Soy Kenji Himura. Kenshin Himura es mi padre.
Los ojos del hombre se abrieron como platos y lentamente se aproximó a Kenji y lo tomó de los hombros. Sus ojos se nublaron y Kenji casi alzó las cejas. - Me da mucho gusto de que tu padre al fin pueda vivir felizmente. Kami, eres idéntico a él. Casi me creí que regresé a los tiempos del Bakumatsu.
La curiosidad de Kenji llegó a su punto máximo. Si este hombre conocía a su padre, entonces… - ¿Conoce a mi padre?
- Hai. - El hombre libero los hombros de Kenji y el chico se alegró de eso. - Peleé a su lado en la misma facción. Mi nombre es Hiro Miyosato. Y este es mi hijo, Kotaro Miyosato.
Kenji sonrió. - Es un placer conocerlos, Miyosato-san. Le diré a mi padre sobre usted. Espero que él todavía lo recuerde.
Hiro sonrió y le hizo un gesto a Kenji para que lo siguiera. - Por favor, ven a tomar el té con nosotros. Es muy rudo de mi parte que después de que salvaras la vida de mi hijo yo no te ofrezca nada.
Kenji apretó sus labios y miró al cielo. - Me encantaría, Miyosato-san, Pero me temo que no puedo. Tengo que tomar el tren a Tokio. ¿Tal vez más adelante?
Hiro parecía desilusionado, pero luego sonrió. - Por supuesto. Lo entiendo. Ten un viaje seguro a Tokio.
- Arigatou, Miyosato-san. - Kenji se inclinó nuevamente y le sonrió levemente a Kotaro antes de darse la vuelta y perderse entre la multitud.
Kotaro se acercó a su padre. - Otousan, ¿quién es él?
Hiro parpadeó y miró a su hijo. - ¿Cómo te salvó, Kotaro?
Kotaro lucía pensativo. - Era muy rápido. Es todo lo que puedo decir. Y sus movimientos… - Kotaro observó la figura de Kenji. - Pudo vencer a esos hombres sólo con mi shinai. Quiero ser fuerte como él.
Hiro sonrió y frotó el hombro de su hijo.
Kenji, mientras tanto, se aproximó a la entrada del Aoiya y Aoshi ya estaba parado allí, saludándolo.
El okashira levantó las cejas y Kenji sólo sonrió. El muchacho nunca pensó que su viaje a Tokio pudiera ser tan divertido.
