Pequeña aclaración: Los personajes de Saint Seiya The Lost Canvas no me pertenecen, se los he tomado prestado a Masami Kurumada para hacer este fic sin ánimo de lucro de fans para fans.

Habrá escenas con contenido sexual explícito (Hentai ewe)

También estoy subiendo este fic en como Lilith Bathory y en wattapp como LilithBathory

Dicho esto les dejo el primer capítulo~

Prólogo:

El miedo te atenaza en muchas ocasiones, hay recuerdos que provocan que te tiemble todo el cuerpo. Demonios del pasado que llenan tus noches de terribles pesadillas, cadenas que te impiden avanzar. Demasiada oscuridad a tu alrededor, el dolor es demasiado grande y la culpa... La culpa te sigue a todos lados, casi volviéndose tu propia sombra, incluso te hace más compañía pues una vez que las luces se apagan tu sombra se esfuma, pero la culpa y el remordimiento siguen ahí.

Eres incapaz de ver una luz al final del túnel, solo hay una densa y fría oscuridad que te envuelve y te acosa. Miras a todos lados. Nada. No hay luz solo esa oscuridad que desde hace años te acompaña, casi forma parte de ti o eso crees, apenas hay algún recuerdo feliz que te ayude a superar la carga de tus hombros, que te ayude a sobrellevar el dolor. En tu mente solo hay recuerdos dolorosos que hacen que tus ojos se llenen de lágrimas que no derramas porque sientes que no tienes derecho a llorar.

En tu alma y en tu corazón hay mil cicatrices y heridas que no dejan de sangrar por mucho que lo intentes, parecen que no tienen cura alguna que siempre van a estar ahí siendo un recordatorio constante de cada error, de aquel fallo, de aquella vez que si hubieras sido más fuerte se podría haber evitado, aunque eso solo el caprichoso destino lo sabe. Es algo que no deja de herirte volviendo a tu mente cuando menos te lo esperas, golpeando con fuerza como las olas al romper contra las rocas.

Muchas veces quieres retroceder el tiempo y cambiar las decisiones que en el pasado tomaste, pero no puedes. El destino suele ser cruel, suele tener giros que te provocan desesperación. Gritas en silencio con frustración acumulada, gritos que nadie oye pero su eco resuena en tu alma. Rompiendo el silencio de tu interior, apretando los puños con fuerza. Una parte de ti acepta ese destino, pero otra parte de ti quiere seguir luchando, no sabes a cual de las dos partes hacer caso, pero el dolor suele ganar a la esperanza.

Te quedas en silencio, no hay nadie a tu alrededor que venga a ayudarte, no hay una amiga que te ayude a levantarte al caer. Te encuentras sola, al principio dolía, pero con el paso de los meses... de los años ya no duele o eso crees pues la soledad se ha vuelto algo tan común en tu vida que se ha vuelto tan familiar que ese dolor solo es una sombra más a tu alrededor.

Continuas por una senda oscura, tampoco tienes más opción puesto que es la única que conoces o, mejor dicho, la única que eres capaz de ver pues es el dolor y la soledad quienes muchas veces te guían sin que te des cuenta o sin darle importancia puesto que desde hace años ha sido así y, por desgracia, es algo que ya consideras como normal en tu día a día.

Llega momento en que bloqueas tus emociones para que no acaben por hundirte más en la oscuridad, pero no puedes. Algo hace que ese bloqueo se rompa y deja al dolor entrar de nuevo. Te tiemblan las piernas pero no caes pues sabes que si lo haces mostrarás tu debilidad y en un mundo rodeado de hienas carroñeras y hambrientas que esperan cualquier mínimo tropiezo para abalanzarse sobre ti, sabes que es lo último que debes hacer.

Sin embargo, contra todo pronóstico, un día alguien te tiende la mano. Tu primera reacción es desconfiar. Demasiado dolor en tu pasado, demasiados engaños, pero finalmente tomas su mano. Decides confiar una vez más.

Sientes de nuevo esa sensación de protección que creías haber perdido y pensaste que no recuperarías. Una vez más, hay luz en tu vida, aunque sea una luz oscura, pues a pesar de todo el bien que hace en ti también trae una oscuridad diferente. Esta oscuridad no duele, no te lástima o eso es lo que te parece, ¿Cómo va a herirte esa oscuridad que le acompaña si es con la que te protege?

Esa mano amiga se vuelve lo más importante para ti, hasta el punto que darías la vida por esa persona, después de todo esa persona te ha "salvado", sientes que es tu deber protegerle y asegúrate su bienestar. Se convierte en tu salvador, un salvador oscuro pero un salvador a fin de cuentas.

El tiempo pasa. Te vuelves su mano derecha, su confidente, la persona a la que cuenta sus dudas, te conviertes en la persona que la que más confía. Y tú confías en esa persona, ¿Cómo no vas a confiar? Lo único que te pide a cambio de su protección es que seas leal a él, ¿Cómo no ibas a cumplir algo tan sencillo? A veces te cuesta y tienes que mirar a otro lado. Algunas de sus tareas son contrarias a ti, no te gustan, sin embargo, callas. Lo haces por él.

Todo marcha con aparente normalidad o eso quieres creer. Sigues por ese camino, siguiendo su oscura estela. A veces tienes miedo, pero te da más miedo perder de nuevo esa luz y que la oscuridad te engulla de nuevo, arrastrándote una vez más a las frías tinieblas de la completa soledad.

Sin embargo, un día te ves en una encrucijada. Tienes que elegir entre dos caminos y no sabes cual escoger. Tienes miedo de arriesgarte, pero a la vez quieres saltar al vacío. Tus manos tiemblan, miras a un camino y luego a otro. Decides arriesgarte. Rompes con todo lo que te ataba, tienes la sensación de que vas a caer, pero unas manos te sujetan e impiden tu caída.

Miras esos ojos que parecen conocerte también a pesar de que apenas sabes de él, tal vez solo su nombre, pero cuando le miras a los ojos casi puedes leer su alma con claridad.

El destino a veces es curioso, sobretodo... cuando te enamoras de tu enemigo.