Disclaimer: Todos los personajes son de Stephenie Meyer.

Bueno es mi primer fic de esta pareja. Espero que les guste. Gracias por leerme. Inspirada en la canción de "la paz de tus ojos"- la oreja de Van Gogh.


Nadie lo entiende. Nadie comprende que me duele. Todos gritan, todos aclaman, que lo olvide, todos tratan de que alguna manera lo supere.

¿Qué alguien me explique cómo? Yo no encuentro manera, por más esfuerzo que haga no lo logro. Es como pedirle al sol que deje de brillar, que deje de emitir calor o rogarle a la luna que salga de día. Siento el dolor en mi pecho tan fuerte como el primer día, como si acabara de soltar sus crueles palabras.

—Ya no te amo.

¡Qué cruel, qué cruel fuiste, cariño!

Me quede ahí parada sin saber qué hacer, queriéndole gritar mil cosas, pero el maldito nudo en mi garganta no me dio tregua para que saliera mi voz. Todo mi mundo de color se apagó, se esfumó, se desvaneció. Algo había sucedido y no sabía que era.

¿Era mi culpa? ¿Hice algo malo? ¡Dime que hice!

Lo único bueno que había en mi eran mis recuerdos, era todo lo que me quedaba, despojada de todo, de todo de mí, de él, menos de mi mente que parecía querer matarme con cada susurro, con cada imagen, con cada recuerdo.

Grito con la esperanza de que alguien escuche mi lamento, que venga alguien a salvarme de este infierno, un ángel o un demonio, lo que sea, no me importa. Tan solo quiero salvarme.

Hace mucho que no sé reír, no sé sentir. ¿Qué se supone que debo sentir ahora? Hoy te vuelvo a ver, no he podido esta vez fingir ser tan fuerte, y no lo he podido evitar, vuelvo a correr, vuelvo a caer. Como me gustaría oírte llorar, suplicar, morir, pero sé que eso me partiría el corazón.

Quiero darte un beso sin pensar, sin recordar que amas a otra, a alguien que igual quiero. Por favor, enséñame a jugar esa vida perfecta que tú llevas sin sentir un poco de amor por mí, ese juego que logras ganar cada día, por favor, yo también quiero jugar y quiero ganar como tú, como ella.

¡Ya no puedo más! Palabras que nadie entiende, porque nadie ha amado como yo te amo a ti. Dime que fue lo que hiciste para no sentir remordimiento, cuéntame el secreto de tu victoria, dime como lo lograste, por más que me esfuerzo, me resbalo y caigo arrodillada en la sombra de tu cruel amor, de tu olvidado corazón.

Vuelvo a sentarme en ese viejo árbol, aquel árbol de tronco partido, irónico así está mi corazón, pero al menos el árbol trata de sostenerse en pie, pero yo me vuelvo a perder en recuerdos, vuelvo a desenterrar todo aquello que pasé, y me derrumbo con la esperanza de redimir aquel brutal pecado que cometí y por lo cual hoy se me castiga.

Dime cómo les explico a los demás qué solo puedo llorar, que necesito la paz que se esconde en tus ojos negros, esa paz que se anuncia en tu boca con una sutil sonrisa y que te hace dueño de todo, de mí. Por favor, amor, aparece ante mí y dime que me amas, que cometiste un error y que sin mí no puedes vivir. Ven cuéntame aquella historia de castillos y princesas, historia de la cual algún día íbamos hacer partícipes. Porque lo juraste, Sam, juraste que algún día eso sucedería.

¡Oh, por Dios, miénteme, por favor!

Hace mucho que deje de hablar, quiero callar y disimular por fin que he podido olvidar. Solo me queda esperar, verte pasar y reinventarme un cuento donde yo gano, no ella, no tú.

Quiero que mi cuerpo tenga fuerzas para dar el primer respiro de una vida sin ti.