Se acercaba la víspera de noche buena y las calles de El Paso, se encontraban repletas de luces y adornos Navideños. Hasta la casa más pequeña contaba con luces en el techo o un hombre de nieve mal hecho en el patio delantero. Hacía un año, me encontraba pasando la navidad con mis padres, en Chicago. Aquellos momentos se veían ya tan lejanos y muchas cosas habían pasado. El accidente, el mudarnos, la ida al hospital y Ari, mi Ari. Estaba dando vueltas en mi habitación. No sabía que podría regalarle a mi novio para navidad. "Novio" que palabra tan fuerte era esa. Recuerdo los meses que me pasé imaginándome a mí mismo al lado de mi mejor amigo. Besándolo, abrazándolo, incluso haciendo el amor con él, aunque nunca lo hubiese hecho antes con un chico. Me tumbé en mi cama y sentí un bochorno crecer en todo mi cuerpo. Faltaban pocos días para Navidad y seguía sin saber que regalarle a Ari. ¿Un libro? Siempre leíamos juntos, poesías, literatura clásica, era demasiado común, ya formaba parte de nuestra rutina. ¿Un dibujo? Quizás un autorretrato mío. Me reí. ¿No era eso algo "narcisista"?

"Aquí tienes Ari, feliz navidad, no sabía que regalarte, así que te doy un autorretrato mío para que lo veas cuando me extrañes." Me revolví el cabello y me puse de pie de un salto.

"Basta, no puedo más" me disponía a salir de mi habitación, cuando miré de reojo la foto enmarcada que reposaba sobre mi escritorio. La tomé entre mis manos y sonreí leve. Era una foto de Ari y mía. La tomamos en el verano de este año, estábamos sentados en la caja de su camioneta y sonreíamos, había pasado su brazo por mis hombros y se veía feliz. Suspiré. Vaya que había cambiado, seguía siendo el mismo tonto arrogante que no quería perder y sólo imponía reglas, pero ya no quedaba huella de aquél chico que se callaba todo. En efecto, Ari era muy cariñoso conmigo, cuando estábamos solos, dedicábamos poco tiempo a charlar y mucho a besarnos. Me decía lo hermoso que era y lo mucho que le gustaban mis ojos.

"No eres guapo, Dante. Eso lo puede ser cualquiera. Tu eres hermoso." Siempre me hacía sonrojar cuando me decía aquello.

Por esa misma razón, quería darle un regalo de Navidad increíble.

"¿Extrañando al chico?" escuché la voz de mi padre y di un respingo.

"¡Papá, no hagas eso!" coloqué la foto en su lugar y me sonrojé.

"Vaya hijo, pero si hasta te has puesto rojo, sabes que bromeo. ¿Qué hacías con esa foto?, ¿discutieron tú y Ari?"

Negué rápidamente. "No, para nada" me reí nervioso "es sólo que…ya sabes, pronto será navidad y no sé muy bien que darle de regalo exactamente" me senté pesadamente en mi cama y mi padre se sentó a mi lado.

"Tranquilo, hijo. No te agobies, sea lo que sea que decidas, estoy seguro que a Ari le va a encantar. Es más, ¡deberías envolverte tú mismo en papel navideño y quedarte bajo el árbol de Navidad de los Mendoza!" Nos miramos un instante y comenzamos a reír. Como amaba a mi padre, a mis padres. Tenía tanto miedo de decirles la verdad, pensé que les rompería el corazón. Llegué a imaginar cómo me echaban de la casa, como mi madre me miraba con tristeza, mi padre con desprecio, me imaginé los peores escenarios por parte de mi familia. Todos, excepto el que terminó sucediendo en realidad.

Un fin de semana que Ari vino a casa, me confesó, que al parecer todo el mundo sabía que él estaba enamorado de mí, menos él mismo. Recuerdo haberlo molestado un rato con aquello. Todos eran conscientes de eso, sus padres, los míos y por fin estábamos juntos.

"¿Por qué tanta risa?, yo también quiero saber" mamá entró a mi dormitorio y negué.

"No es nada, papá y sus ideas locas, ya sabes"

"¡Oye, cuidado con lo que dices, jovencito!, el problema aquí, querida, es que tu hijo, no sabe que darle para Navidad a su dulce Ari"

"¡Papá!" de nuevo sentí que me abochornaba "¡Me estás avergonzando en frente de mamá!" Ambos se echaron a reír y sentí como el rubor nacía en mis mejillas. Reí un poco. No sé qué sería de mi vida sin estos dos.

"Dante, no tengas vergüenza. Si quieres, tu padre o yo podemos acompañarte a buscar algún regalo, ¿te parece?"

"Pero, será noche buena dentro de nada, ¿crees que tenga tiempo?"

"Por supuesto" dijo mi padre "¿Qué tan difícil puede ser encontrar un regalo?"

"Será mejor que no digas nada, amor. Que tú tampoco eres muy bueno con eso de los obsequios" salieron sonriendo del cuarto y mamá se asomó una última vez a mi habitación.

"Hijo, hablo en serio sobre ir a buscar el regalo. Si necesitas dinero, también nos lo puedes pedir."

"Gracias, mamá, los quiero" ella sonrió y me acerqué a cerrar la puerta de mi habitación. Me tumbé una vez más en la cama y cerré los ojos.

A la mañana siguiente, me encontraba camino al mall con mis padres. Me sentía algo avergonzado, ¿Qué chico de diecisiete años iba a comprar un regalo para su novio acompañado de sus padres? Me reí de mí mismo. Llevaba desde el verano ahorrando dinero, guardaba la mitad del dinero que me daban mis padres para el almuerzo de todos los días. Entramos al centro comercial y fue inevitable que una ola de emoción se apoderara de mí. Todo estaba adornado, la música navideña sonaba por los altavoces y gente cargada con bolsas de regalo entraba y salía de las tiendas. Mi madre me miró.

"Iremos a buscar algunas cosas, ¿sí? Nos veremos aquí a las cinco treinta, para volver a casa. ¿Necesitas más tiempo?"

Negué y le sonreí amplio. "No, es justo lo que necesito. Ya tengo algo en mente, así que no tardo nada, los veo a las cinco." Antes de irme, mi padre se acercó y me pasó un billete sin que mi madre se diera cuenta. "Te lo mereces, hijo" me guiñó un ojo y se fue, tomando a mi madre de la mano.

Comencé a andar y una repentina ola de tristeza me inundó. ¿Llegaría el día en el que Ari y yo pudiéramos salir a la calle tomados de la mano?, ¿habría alguna vez, un momento en el que pudiera besarlo en algún lugar que no fuera en nuestras habitaciones o tirados en la caja de su camioneta, solos en el desierto? Me encaminé a la tienda de música con esos pensamientos dando vueltas en mi mente. Justo en el momento en que iba entrando sonaba una canción de U2, a Ari le gustaba mucho ese grupo.

"Hola, bienvenido a Johnny's Music Store, ¿buscas algo en especial?" dijo una voz detrás de mí, una chica. Era casi tan alta como yo, de cabello corto, algo alborotado. Me lo pensé un momento y por fin, hablé.

"Mmm, si, ¿esa canción que suena, es de U2, cierto?"

"Uy, sí. Es lo más nuevo. Se llama With or Without you, del LP The Joshua Tree" la chica tenía una sonrisa amistosa y unos ojos grandes muy bonitos. Me hizo sonreír.

"¿Lo tendrás en casete? A la persona que se lo quiero regalar no le gustan mucho los LP's"

"Por supuesto, sígueme, por favor." Me llevó por una fila de estantes y subimos las escaleras al segundo piso de la tienda de música. "¿Es un regalo para tu novia? O ¿tu novio quizás?" dijo con naturalidad mientras me tendía el casete. Me sonrojé por completo, ¿acaso esta chica sabía lo que decía?

"B-bueno, yo…" balbuceé, era un jodido obvio. Recordé a Ari, el siempre utilizaba esa palabra.

"Perdona, no debí preguntar" rio leve "lo que pasa es que no me imagino a una chica escuchando a U2" se veía honesta, algo dentro de mí me animó a hablar.

"No pasa nada. Y sí, es para mí…novio. Le encanta U2, pero no tiene un tocadiscos en su casa. A veces discutimos si es mejor la música a la antigua o como se escucha hoy en día." Charlamos de forma animada, de música, de libros, de la universidad. Ella era mayor que yo.

"Muy bien, chico, ¿necesitas algo más?" estaba delante de la caja registradora y divise una pequeña caja de "rebajas" llena de singles de Frank Sinatra. Los miré con cuidado, pasando uno por uno, hasta que me encontré el que quería. "Fly me to the moon" recuerdo que al llegar a la casa en la que vivíamos en Chicago, no pude dormir la primera noche. Hubiera dado lo que fuera por haber llamado a Ari y decirle que lo extrañaba. Encendí la radio para calmarme y lo primero que escuché fue aquella canción, tan simple, tan perfecta, recuerdo haber imaginado que Ari estaba en mi cama, abrazado a mí y me cantaba en voz baja mientras me quedaba dormido.

"Será un lindo detalle de tu parte, estoy segura que tu chico se volverá loco." La voz de la chica me sacó de mis recuerdos. Le tendí el viejo LP y pagué en efectivo.

"Muchas gracias, un placer conocerte, me llamo Dante" dije sonriendo amplio.

"Igualmente, vuelve cuando quieras, que pases una feliz navidad. Si regresas, luego me dices que le pareció el regalo a tu chico" me guiñó un ojo "y puedes llamarme Lexi".

Me sentía emocionado, recordé las navidades pasadas, cuando despertaba la mañana del 25 de diciembre para abrir los regalos que estaban debajo del árbol. Esto se sentía aún mejor, hacía que mi corazón se acelerara y que quisiera salir a gritar a todos que estaba enamorado de Ari. Había olvidado ponerme mi reloj ese día, así que cuando llegué a la entrada del centro comercial, mis padres estaban ahí. Me sonrieron y mi madre me saludó con la mano.

"¿Encontraste todo cielo?" dijo mirando con complicidad, la bolsa que llevaba aferrada a mi pecho.

"Si, disculpen si los hice esperar, tardé un poco más de lo que pensé"

"No pasa nada, tu padre y yo estábamos charlando." Mamá me tomó del brazo y salimos, encaminándonos al auto.

En el camino a casa, imaginé las mil y un maneras en las que le daría su regalo a Ari y cómo reaccionaría él. La mayoría de esas ensoñaciones terminaban en abrazos, besos y hasta algo más. En ese momento, yo no tenía idea que Ari, indeciso, estaba dando vueltas en el centro comercial y que entraba con el rostro colorado a una joyería.