Título: Las huellas del león: pacto secreto...

Intro: ¿Qué más podía hacer luego de darme cuenta de que eras mi fuente de vida?

Slash: Harry-Ron

Referencias: Cursiva: pensamientos (pueden ser de Harry o Ron, depende el caso).

Nota: Ningún personaje es de mi propiedad, sino de J. K. Rowling, por lo que no tengo ningún derecho sobre ellos.

Capítulo 1:
Despertar después del martirio.

Aquellas esmeraldas que adornaban su rostro permanecían cubiertas por los párpados, que se iban volviendo del característico color níveo a medida que recuperaba las fuerzas. Harry Potter, un mes después de haber sufrido un terrible ataque de un grupo de Mortífagos, dio vuelta en la cama y sintió seca la garganta.

Sus joyas, que tantas personas admiraron una vez y que seguramente seguirían admirando otras tantas, se vislumbraron sutilmente por un segundo cercadas por las suaves pestañas azabache. Echó un bostezo y tanteó la mesita junto a su lecho, en busca de sus anteojos, y alguien, quien él no se había percatado todavía que estaba allí, se los acercó. Aún con los ojos cerrados, Harry se los acomodó y abriendo un poco su visión ante el iluminado salón, divisó una cabellera roja flamearse ante él. Sin sentido todavía especificado, sintió ganas de sonreír.

-¿Desde hace cuánto estás aquí, Ron?- preguntó sin mirarlo, mientras su vista continuaba clavada en el alto techo.

-Vine... hace un tiempo- contestó el pelirrojo algo sonrojado, lo que simuló hábilmente cubriendo su rostro con un ejemplar de El Profeta. Harry volvió la vista hacia su amigo, y se percató de que éste lo observaba por encima del periódico. Al mismo segundo, ambas vistas se separaron, mirando cualquier otro lugar de la enfermería de Hogwarts.

Como si hubieran hecho un pacto, los dos quedaron en silencio, sin separar los labios, cada uno interesado en sus cosas. Duraron así largo rato, hasta que Harry, impaciente, se volvió hacia su amigo...

-Tú no comprabas El Profeta- le recriminó. De repente pensó que eso había estado mal, pero se consoló diciéndose de que ésa era la única forma de sacar unas palabras de la boca del Weasley.

-Lo hago desde hace unas semanas- respondió este, lanzando una mirada avasalladora a Harry- Solo para estar seguro.

-¿De qué?- preguntó Potter, imponiéndose el estar más interesado en lo que hablaban que en buscar ofender a Ron.

-De que Voldemort no nos ataque- dijo el muchacho alzando las cejas en señal de superación. Todo quedó en silencio unos segundos, aunque sus miradas no se separaron. Harry, a quien las palabras de Ron todavía no le habían llegado bien al cerebro, se sentó en la cama y no pudo evitar que se le cayera la mandíbula- ¿Qué hay?- inquirió el pelirrojo con aire dominante.

-Pronunciaste "Voldemort"- respondió Harry como quien no quiere la cosa.

-Ah, si...- dijo Ron, a quien la voz le había dejado de ser potente, y ahora parecía baja y tímida- Lo hago también hace un tiempo... aprendí- admitió algo avergonzado mientras desviaba la mirada. Harry sonrió, conmovido.

Te estás haciendo fuerte, muchacho.

-Pensar que ayer estaba en San Mungo...- dijo luego lanzando un suspiro- Fueron los dos meses más largos de mi vida- los blancos dedos se deslizaron marcando surcos entre el cabello azabache, y la mano se escurrió hasta la nuca, donde de manera inconsciente se hizo unos masajes. Volvió a desplomarse en la cama y a clavar sus esmeraldas en el techo de piedra- Gracias por las cartas, Ron.

-Hubiese querido ir, pero Dumbledore no me dejó salir del colegio- se disculpó éste abochornado.

-Ah, no te hagas problemas- lo calmó su amigo volviéndose- Hiciste lo que pudiste, y eso me alegra- en los frescos labios que se dibujaban en el rostro del pelirrojo se vislumbró una tenue sonrisa- Lo bueno es que nos dejaran por lo menos cartearnos. Así no te lo tengo que contar todo junto ahora.

-Si... creo que comentar como fue el ataque de los Mortífagos por escrito me chocaría un poco menos que oralmente- admitió Ron pensativo- Igualmente, me preocupaste mucho, Harry. Y a Hermione también.

Un acoso de júbilo le inundó el alma al moreno: habían personas que se preocupaban más por él que por su cicatriz.

Todo ese último tiempo había creído lo contrario.

-Por cierto ¿dónde esta Hermione?

-Hablando con McGonagall acerca de la reunión de prefectos- explicó Ron- Tuvo un altercado con Malfoy sobre los derechos de los alumnos, y parece que cada uno va a sumar firmas de quienes encuentren para ver quien gana.

Ron lo decía todo de una manera tan infantil.

-¿Y por qué discutieron?

-Malfoy quiere que vuelvan al colegio los castigos físicos- respondió el pelirrojo con pesar- Azotes y esas cosas.

-Va a perder- opinó Harry asintiendo levemente con la cabeza y su amigo soltó una risita- Dime la verdad... mira si los alumnos van a firmar a favor de los azotes.

-Bueno, son ideas de Malfoy. Es un cretino con menos cerebro que una mosca, que esperabas de él.

Hablaron aproximadamente media hora, cuando unos pasos duros se oyeron acercar hacia la cama donde estaba Harry. Ron miró por el rabillo, sospechando de saber quien era, y se volvió negando con la cabeza en señal de reprobación.

-¿Solucionaste lo de Malfoy?- le preguntó el pelirrojo ocultando una risita.

-No es eso lo que me importa ahora- respondió la muchacha de manera cortante. Se volvió hacia Harry, rodeó la cama y se sentó en el borde- ¿Cómo te encuentras?- le preguntó tomándolo de la mano, cosa que Harry impresionó mucho, pero no tanto como a Ron, a quien repentinamente se le pusieron rojas las orejas.

-Bien- respondió el moreno algo confundido.

-Siento mucho no haber podido venir antes, pero es que Malfoy quiere sacar una ley de...

-Ya se lo conté, Hermione- informó Ron como si tuviese el diablo dentro.

¿Por qué actúas de ese modo, joven amigo?

Los días comenzaron a correr, aunque para el moreno, lo hacían tan lentamente que le pesaban. Al cuarto día de estar en la enfermería de Hogwarts, Harry pudo salir de ella a enfrentar nuevamente al colegio, como tantas veces lo había hecho. Pero se sentía agotado. Y algo le faltaba.

Las noches solitarias, sin nadie cercano más que su amigos, sin nadie que le diera consejos mientras apoyaba la mano en su hombro... otra vez se sentía solo, y sabía exactamente qué le faltaba.

Una lágrima se deslizó por su mejilla, dejando un pequeño surco húmedo. Sentía la garganta ahogada y el pecho comprimido.

-Harry...- dijo una voz a sus espaldas, una voz que lo sobresaltó. Había creído que todos en la habitación estaban durmiendo desde hace mucho tiempo, pero al voltear la vista, que segundos antes había estado mirando por la ventana aquel inmenso exterior, vio a Ron- Sé... bueno, quizás no se exactamente lo que sientes, pero entiendo que te haga falta la presencia de Sirius. A todos nos dolió... pero creo que para ti fue fatal- el cabello negro azabache ondeó sobre la frente en cuanto el muchacho asintió con la cabeza. Aquellas esmeraldas se volvieron a la ventana. Ron lanzó un suspiro. Tenía los ojos húmedos- Quiero... quiero que sepas, Harry, que aunque no tengas a Sirius, siempre vas a contar conmigo.

Como dos cataratas, los ríos de lágrimas brotaron de los ojos empañados del moreno mientras se volteaba hacia él. Ron le colocó la mano en el hombro, pero un impulso interno pegó en el pecho de Harry. Era algo profundo. Era cariño de amigo. Y lo abrazó.

Te quiero, Ron.

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Este es el final del primer capítulo. Realmente no tengo mucho que decirles, simplemente que espero que hayan disfrutado leyéndolo tanto como yo escribiéndolo. El segundo capítulo está en progreso, así que dentro de poco lo voy a publicar. No quiero decirles una fecha porque todavía no estoy muy segura. De lo que sí estoy segura es de que van a poder leerlo muy pronto, así que péguense una vuelta para estar seguros. Y una cosa más: me encantaría saber sus opiniones (es el primer fanfic que publico, así que sepan comprenderme...)

Eso es todo por hoy, que tengan un muy buen día!