Fic participante del "Reto#35:Adaptando leyendas"; del foro "Alas Negras, Palabras Negras"

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de George R. R. Martin


[…Ramsay sonreía para hundir para hundir a la otra persona, para atormentarla, para humillarla. Sonreía de prepotencia, de arrogancia, de superioridad. Se sabía superior, se sentía superior y si el otro no le dejaba estar por encima de él, bueno… sacaba a pasear sus juguetitos, aunque ciertamente, nunca necesitaba motivos para sacar a relucir sus más oscuras perversiones.]

Fragmento del fic "Sangre, Honor y Nieve"

La maldición de los Bolton

Mientras Jeyne Poole corría por la espesura del bosque en esa cruda noche de invierno, se odió a sí misma.

A su mente acudió el recuerdo de la noche de bodas. Estaba tan esplendida, bonita con aquel vestido blanco que realzaba su lánguida figura. Que desdichada se sintió al ver como su marido desgarraba el fino atuendo con el cuchillo de caza. Que sucia se notó al finalizar el acto sexual.

Su reciente nombrado marido tenía gustos raros al momento de amar.

Oyó a las perras aullar en la lejanía. Estaba cada vez más cerca suyo. ¿Qué sería de ella si él la atrapaba? Ya había sufrido demasiado. Bueno, al menos le prometió no lastimarla más de lo necesario.

Cuando le comunicaron que Ramsay Bolton pediría su mano en matrimonio, brilló de emoción. Al conocerlo, inmediatamente se enamoró. Aquellos ojos claros parecían conocerle…

Que idiota fue.

La escarcha traicionera provocó que resbalase. El pánico inundó su pecho. Si el hombre que tanto amaba, enfermizamente, pero amaba, llegaba hasta ella…

Continuó andando como pudo.

Intentó complacerle por todos los medios necesarios. Cada día, aprendía una táctica nueva a nivel sexual. Pero Ramsay quería cosas extrañas. La golpeaba, rasguñaba, maniataba al cabezal de la cama.

Día y noche mantenía apetitos voraces.

Fuerte Terror quedaba atrás, lejana a Jeyne.

Y así, entre latigazos y caricias depositadas enfermizamente en su delgado cuerpo, creció un sentimiento de afecto. Sabiéndose víctima de la situación, amó fervientemente a su captor. Es por eso que permitía las humillaciones sufridas.

Lo peor vino al quedar embarazada. Una y otra vez.

Los niños no llegaban a gestarse en su vientre. Morían sin remedio. Y Ramsay Bolton no los quería.

Ahora huía desnuda, tras el baño nocturno diario.

¿Por qué decidió escapar de improvisto de la Fortaleza? Si se amaban mutuamente.

Es que no pudo soportar el dolor de perder otro niño.

De repente, él jaló de su cabello. La arrastro metros y metros, protegido por las ramas espesas del bosque. Jeyne le rogó piedad, que juntos engendrarían muchos hijos. Ramsay no la escucho. De su cinturón sacó el cuchillo de desollar y le arrancó en tiras la piel de los dedos, antes saboreados infinitamente. Su mujer gritó, rasgando el mundo de tantos alaridos de dolor.

Una muerte sangrante le esperó a la pobre Jeyne Poole. Y lo que el joven ignoraba, era que su difunta esposa provenía de una familia de brujos.

Finalmente, antes de entregarse a los brazos de la eternidad, con su último hálito de vida, recitó una maldición al linaje de los Bolton.

Y cuenta la leyenda que cada invierno, en el viejo Fuerte Terror muere un Bolton de forma cruel y sanguinaria. Habitantes aseguran haber visto a una mujer sin cara, sangrante, sonriendo de oreja a oreja.

Creen que es Jeyne Poole.