La Vida Es Así
1.-Así Estamos
-Debemos encontrarla, a como de lugar. Harry hay que hacer algo ya.-El pelirrojo parecía bastante exaltado e histérico.-¿Cómo dejamos esto pasar? Podría estar muerta. Aún peor, podría seguir con vida y…-El pelirrojo se quedó mudo mirando al moreno que tenía al frente.
-Calma, la encontraremos, no lo dudes.
Se encontraban en la sala de reuniones del cuartel de la Orden del Fénix discutiendo con el resto de los miembros los recientes acontecimientos acreditados a Voldemort. Al tocar el tema del secuestro de Hermione, Ron siempre se ponía algo neurótico.
Harry estaba preocupado aunque no lo demostraba como Ron. La situación se había salido de control, había pasado un mes y aún no la encontraban. Muchos les decían que tenían cosas más importantes que hacer, que debían terminar con la guerra y luego buscarla, que eso era lo que ella les habría dicho que hicieran pero es que era su mejor amiga. No la podían, ni la iban, a abandonar.
-Jack!-Un joven rubio y corpulento se sobresaltó- ¿Qué información tienes del paradero de Hermione?
-Lo siento Harry, hemos registrado todas las guaridas que hemos encontrado pero no está en ningún lugar. Lo siento pero lo más seguro es que se la hayan llevado al cuartel general de… de Vol…Voldemort.-Harry sonrió. No tenerle miedo al nombre del enemigo había sido una de sus tantas ideas cuando comenzó a dirigir la Orden del Fénix, no se podía luchar esperando ganar la guerra con tanto miedo al enemigo.
-Supongo entonces que no podremos seguir evitándolo. Ya destruí los seis horcrux y no tengo porque seguir posponiendo destruir definitivamente a Voldemort. Reúnan a todas las personas dispuestas a luchar, atacaremos a Voldemort en su propio cuartel, aquí se acaba esta guerra.-La voz de Harry sonaba decidida. Los que lo escucharon lo notaron, después de oír esas palabras todos supieron que no había vuelta atrás.
Harry y Ron se levantaron y se dirigieron a la oficina privada que le habían otorgado a Harry al asumir el puesto. Harry revisaba unos papeles y Ron mantenía la vista fija en el techo.
-¿Crees que sea buena idea?-Harry lanzó la pregunta que le había estado rondando la cabeza desde su discurso en la sala de reuniones.
- ¿Qué cosa?¿Atacar el cuartel general del enemigo o querer acaba resta guerra?-Ron fijó sus ojos azules en Harry esperando su respuesta. Al ver que no había respuesta prosiguió.-Por más estúpido que suene atacar a Voldemort creo que es lo único que queda por hacer. Esta guerra ya ha consumido cuatro años de nuestras vidas y hay que acabarla.
Harry sonrió, a pesar de que los nervios estaban consumiendo a su amigo este se mostraba honesto, sincero. Quien hubiera pensado que Ronald Weasley hablaría tan maduramente alguna vez en su vida, pero había que admitirlo, cuando se tienen 20 años y no has podido acabar la escuela tranquilamente, has luchado por cuatro años contra un grupo de sicópatas asesinos y para remate el líder del grupo rapta a tu novia no queda otra opción que madurar de golpe y enfrentarlo todo para tratar de salir airoso de la situación.
-La encontraremos. Viva. No te preocupes, pronto la tendrás frente a ti y podrás decirle lo mucho que la quieres.- Harry trataba de animar a Ron pues lo necesitaba con todas sus fuerzas para ganar la batalla.
-No quiero decirle que la quiero. Debo decirle que la amo. Que estos años juntos han sido los mejores de mi vida, a pesar de todo. Debí decírselo antes, aclararlo todo…
Ron se paró de la silla y se acercó a Harry, tomó unos papeles y comenzó a revisarlos. No eran simples papeles, eran la historia de todos los mortífagos que estaban del lado de Voldemort. Hermione había comenzado esa ardua tarea: conocer a los mortífagos para encontrarles su punto débil.
Había sido una buena idea pues viendo algunos historiales médicos habían descubierto por ejemplo que Avery tenía problemas en la cadera y que Nott tenía un trauma con los hombres-lobo. El trabajo era lento pues debían leer todo con cuidado y luego subrayar lo que consideraran útil. Era muy aburrido pero Harry no le hubiera asignado esa tarea a nadie más.
-Dime donde está el cuartel maldita sangre sucia.- Un hombre (si se puede llamar así pues parecía más una serpiente) pálido y de ojos rojos miraba a una joven castaña que se encontraba tirada en el suelo, ensangrentada.-Dímelo. ¿No hablarás? Pues bien, tú lo pediste. Cruccio!
La joven se retorció en el suelo pero no emitió ningún sonido, un mes de tortura le habían enseñado a no demostrar dolor pues eso era exactamente lo que esas bestias inhumanas querían. De repente el dolor cesó.
-¿Dispuesta a hablar?¿No? Bueno, llévensela.-El hombre hizo un gesto al par de hombres cercanos a la pared.- Denle su merecido.Hagan lo que quieran con ella. Háganla sufrir.
Los dos hombres enmascarados y vestidos de negro la tomaron y la llevaron fuera del salón. La joven parecía algo inquieta, sabía lo que venía, lo sabía muy bien. Llegaron a una sala donde sólo había una cama. Los mortífagos la empujaron a la cama, intercambiaron unas sonrisas burlonas, la amarraron a la cama y luego salieron. Lejos de aliviarse la joven comenzó a tiritar. Unos minutos más tarde un mortífago entró a la habitación y le dedicó una sonrisa de autosuficiencia.
-¿Lista para gritar asquerosa sangre sucia?- El hombre se le acercó y Hermione lo miró con una mezcla de miedo y asco.- Cruccio!
Hermione volvió a retorcerse sin emitir sonido alguno, ya había demostrado debilidad antes y había aprendido que nada bueno salía de eso. El mortífago la miró con odio, al ver que su maleficio no tenía efecto decidió dialogar.
-Tendrás que hablar y lo sabes. No quieres morir.-dijo esto acercándose peligrosamente a Hermione.- Bueno…no importa, de todas maneras mataremos a tus amiguitos. No importa por cuanto tiempo escondas donde están, todos ustedes terminarán muertos.- Su voz era segura y un tanto burlona pero Hermione ya se había acostumbrado al tono despectivo de los mortífagos que la rodeaban.
Hermione sabía que sus amigos arriesgarían su vida para salvarla pero temía que hicieran una locura como atacar el cuartel de voldemort. Ella misma había dicho que ese era el siguiente paso a seguir pero aún no estaban listos, había que seguir revisando los archivos, informarles a todos los miembros de la orden las debilidades de cada mortífago y buscar hechizos y maleficios que sirvieran para aumentar esa debilidad y derrotarlos.
Aún quedaba mucho por hacer y por eso cada vez que podía Hermione le rogaba a Dios que iluminara a sus amigos y les indicara que no se preocuparan por ella, que se prepararan lo mejor que pudieran para lo que venía y que no hicieran nada precipitado.
Es verdad que ella ya llevaba un mes en manos de Voldemort y que la torturaban a diario para tratar de sacarle información sobre la orden, aparentemente Voldemort ignoraba muchas cosas, demasiadas pues estaba desesperado por información pero no iba a ser ella quien delatara todo lo relativo a la orden.
El mortífago la siguió torturando por el resto del día y luego de pasar horas sometiéndola al maleficio cruciatus, se fue. Minutos más tarde la puerta volvió a abrirse y entró otra persona vestida de mortífago. Hermione se sintió aliviada pues sabía bien quien era.
-Te traje algo de comida. Los malditos bastardos planean que sus prisioneros vivan durante el tiempo que crean necesario pero no los alimentan, se mueren y después los muy idiotas no saben porqué.-Era la voz de un hombre, una voz a la que Hermione conocía pues la había escuchado todas las noches durante un mes.
-Gracias Tony. ¿Has sabido algo?.-preguntó la joven mientras comenzaba a sorber la sopa que le habían traído.
-Aún nada pero debo reunirme con la orden mañana. ¿Les llevo algún mensaje?
-Sí. Diles que estoy bien, que no hagan nada estúpido ni precipitado, que no se preocupen por mí. Asegúrales que estoy viva.
-No me van a escuchar, seguramente están obsesionados con rescatarte. Pero voy a llevarles tu mensaje.-añadió viendo que la castaña se aprestaba a reprocharle.- Debo irme. Trataré de volver antes de partir.
-Tony, diles que estoy más que dispuesta a morir por ellos pero que no necesito que ellos estén dispuestos a morir por mí.
Tony asintió y salió. Cuando Hermione lo conoció era un joven rubio y flaco, pero era valiente. Se ofreció a unirse a los mortífagos para espiarlos pues sabía utilizar muy bien la oclumancia. Nadie quería que lo hiciera pero a él no le importó y se unió a ellos antes de que alguien pudiera detenerlo. Su información era valiosa. Ojalá consiguiera hacerle entender a Harry y a Ron que no debían hacer nada estúpido, pero eso no lo sabría hasta mañana así que se durmió pensando en todas las cosas que ocurrirían si Harry se precipitaba a matar a Voldemort y en las consecuencias de la muerte de cualquiera de los dos.
