Mírame

No puedo creer que ya han pasado once años desde que lo conozco, los mismos once años durante los cuales me ha seguido gustando. Y es que se podría decir que me gustó desde que lo vi, aunque en ése momento aún era una niña y aquello me parecía ridículo. No quería ser encasillada en el "síndrome Nakazawa" –yo misma lo bauticé así-, aquél que te hace obsesionarte desde chica con cierto ente masculino tonto y despistado que jamás se enteró que te gustaba porque sólo anda pensando en fútbol…y me pasó. ¡Demonios! Debí darme por vencida antes, debí haberme olvidado de él antes, pero él se convirtió en ése algo que me faltaba si no lo veía o escuchaba su voz, ¿es eso amor o estupidez? No lo sé, pero eso era. Supongo que soy masoquista, y encima de todo una idiota cobarde, porque sabiendo cómo era jamás me animé a confesarle que no lo veía sólo como amigo. ¿Para qué decirle nada? ¿para que me dé la misma respuesta que le daba a las chicas que se le confesaban? "Gracias, pero realmente no me interesa tener una relación con nadie". Al punto, directa y cruelmente al punto. Ver esas caras de desánimo, y otras hasta de shock, me hicieron desistir de la sola idea de sugerirle que me gustaba. Aunque si mi mejor amigo y varios de mis otros amigos se dieron cuenta de eso, supongo que tampoco me esforzaba en ocultarlo. Pero claro, él jamás ni se dio por enterado.

Nunca se dio cuenta que de entre el grupo de amigos con los que solíamos estar juntos en el comedor, a mí me gustaba sentarme junto a él para charlar, dejando de lado incluso a mi mejor amigo. Nunca se dio cuenta que los regalos que le daba en Navidad o en su cumpleaños no eran por "cordialidad". Nunca se dio cuenta que sonreía de par en par cuando rechazaba a alguna temeraria que se le confesaba, porque entonces era una menos de la que preocuparme. Nunca se dio cuenta que iba a ver jugar al equipo de fútbol porque quería verlo a él –de hecho el fútbol no me gusta mucho-. Nunca se dio cuenta que gran parte de mi rechazo a mi propio primo hermano lo generaba él, porque hice mío el sentimiento de frustración que él tenía al verse desplazado por años del puesto de portero titular de la selección. Y claro, tampoco se dio cuenta que fue por él que, en lugar de quedarme en la Universidad del Toho, preferí irme a Nagoya. Podía irme a Kobe, con mi mejor amigo, ¡pero no! La tonta de mí decidió seguirlo para estar más cerca de él. Maldito síndrome Nakazawa…

Él jamás supo, ni sabrá, la de noches que pasé quemándome las pestañas para poder aplicar y aprobar el examen de ingreso de la Universidad de Nagoya. Aunque no era una mala alumna en el Instituto, tampoco es que el estudio me gustara demasiado, así que imaginen el mega esfuerzo que tuve que hacer para mejorar al punto de ser capaz de aprobar ese difícil examen. Amor u obsesión, no lo sé, pero tarde me di cuenta que estaba haciendo lo mismo que le critiqué a muchas compañeras de curso que comentaban de sus "amores" y lo que hacían por ellos: perder la dignidad y centrar su mundo en alguien que no valía la pena. O tal vez sí sabía lo que estaba haciendo, pero me mentía a mí misma diciéndome que no era igual, y claro que lo era.

Supongo que llegué a sentirme conforme porque su actitud hacia las mujeres no cambiaba, el fútbol era su mundo y su único interés. Al menos, como amiga suya y viviendo en la misma ciudad que él, tenía la excusa perfecta para ver como normal ir a buscarlo para almorzar, ir al cine a veces, y hasta acompañarlo cuando tenía alguna invitación de su club. Todo eso se me hizo muy normal, claro que siempre desde la posición de amiga, porque creo que ni desvistiéndome frente a él, él habría intentado algo conmigo. Jeje, pienso que si lo hacía él hasta era capaz de preguntarme si me hacía tanto calor que necesitaba quitarme la ropa y que podía encender el aire acondicionado para mí. Así de despistado es…

Incluso una vez, en uno de sus cumpleaños –no sé cómo ni por qué- me envalentoné y me atreví a darle un rápido y suave beso en los labios, tan rápido que apenas sentí el toque. Él me miró enarcando una ceja y me preguntó sorprendido qué demonios había sido eso. ¿Qué le podía responder? ¿que quería saber si él sentía algo por mí o si yo podía generarle alguna reacción? Pues no, no podía decirle eso. Así que le inventé que como no sabía si alguna vez besaría a una mujer, pues ya que era su cumpleaños yo le estaba regalando su primer beso. Él esbozó una media sonrisa y me dijo que no había necesidad de eso, que seguramente alguna vez llegaría a tener novia. Y su respuesta me partió el corazón, porque tenía razón, algún día eso tendría que pasar, aunque no esperé –ni quería- que eso pasara pronto.

Un día como tantos, después de una época particularmente difícil de exámenes en la universidad, quedé de ir a esperarlo para ir a almorzar con él. Antes de que él apareciera algunos de sus compañeros de equipo que salieron antes me vieron y, como solían hacer, me saludaban diciendo que "mi novio" ya venía. Yo sólo me limitaba a sonreírles, como siempre, porque ya él les había aclarado mil veces que yo no era su novia –y ante cada aclaración yo sentía una punzada en el pecho porque era remarcar algo que yo ya sabía-, que "sólo" era su amiga, su kouhai.

Lo vi acercarse e inconscientemente sonreí, después de todo no lo veía desde hace varios días. Pero tan pronto como apareció, mi sonrisa desapareció cuando vi a una chica acercarse a toda prisa hacia él y colgarse de su brazo, sin soltarlo aunque él intentara que lo deje porque no le gustaba que lo estén tocando. Resulta que aquella chica era la nutricionista encargada del equipo, y resulta que cuando se acercaron ella me saludó como si nada, porque parece que sabía de mí por preguntas que le había hecho a sus compañeros y al mismo Ken. "Hola, kouhai de Ken-kun" me dijo, y aquellas palabras me sonaron tan desagradables como si me hubiera insultado. Además, qué es eso de "Ken-kun", ¿quién demonios crees que eres para llamarlo así? Yo soy su amiga por más de diez años y por eso tengo el derecho de decirle por su primer nombre, no tú, recién aparecida y melosa ni-me-interesa-cómo-te-llamas. Cretina… Ni se dio cuenta lo incómodo que él estaba tratando de zafarse de ella, o es que no quería darse cuenta.

Lo cierto es que ella se puso a hablar con él como si yo no estuviera allí, y yo me quedé como idiota, parada frente a ellos sin decir nada, porque en verdad no sabía ni qué podría decir. Él ni me miraba, así que ¿por qué iba a salvarlo de ésa? Entonces, de pronto, ella le salió con el cuento que yo ya me sabía –porque ya se lo había escuchado a otras antes-, que "le gustaría ir con él alguna vez a tomar o comer algo" o que "si ése fin de semana no estaba ocupado, ella podría cocinar algo para él". Ay Dios, realmente las mujeres somos muy poco originales. Y cuando creí que ya el asunto acabaría con él respondiéndole lo de siempre, a Ken no se le ocurrió nada mejor que decir "sí, por qué no". Juro que mi corazón se detuvo por unos instantes, mientras sentía que un gran agujero se abría bajo mis pies. Espero que ninguno me haya visto en ese momento porque seguramente tenía cara de espanto, porque hasta sentí cómo la sangre se bajó a mis pies. Ella sonrió ampliamente ante la positiva, y le dijo que entonces ese sábado lo esperaba en su departamento, que le dejaría saber dónde era que vivía mediante un mensaje.

Momento, ése sábado él no puede, ése sábado no. Miré a Ken con angustia, esperando que él dijera eso, porque él y yo ya habíamos quedado hacer algo ese sábado, porque ése sábado era mi cumpleaños. Él puso cara de confusión, y realmente sentí que algo se rompía dentro de mí cuando lo escuché decir "creo que tenía algo que hacer el sábado pero ya lo olvidé, así que, sí, el sábado nos vemos". Decepción, eso fue lo que sentí, decepción mezclada con rabia, frustración, dolor…ya no sé qué más decir. No sólo él no me veía como mujer, no sólo yo no podía parecerle atractiva de ninguna forma, sino que encima de todo yo no era una amiga tan importante para él como creía. Quizás creen que exagero, pero de entre todas las cosas en verdad esperaba que él se sacara un tiempito para estar conmigo en mi cumpleaños, aunque él no supiera lo importante que eso sería para mí.

Supongo que el beso que ella le dio en la boca, como muestra de agradecimiento y que lo dejó descolocado; no fue más que la estocada final. Ella se despidió de él y luego de mí, y se fue por donde vino. Él se veía incómodo, incluso estaba sonrojado, mientras yo tenía ganas de llorar por haber sido tan estúpida durante los últimos once años. Junté los trocitos de mi roto corazón, apreté los puños y obligué a mis pies a moverse. Él me alcanzó y me preguntó de lo más tranquilo a dónde iríamos a comer, yo me detuve y lo miré con todo el enojo que tenía acumulado, enojo contra mí, contra él, contra ésa entrometida…contra todos; y le dije que el hambre se me había quitado y que me iría de regreso a clases. Al menos él recordó que esa tarde yo no tenía clases, y me lo dijo, pero entonces yo me inventé que era una clase extra y que no podía faltar. Y antes de ponerme a llorar frente a él, estiré la mano y tomé el primer taxi que pude, sin darle oportunidad a decirme nada más. Había acabado de la forma más cruel que pudo con mi ilusión de alguna vez ser para él algo más que una amiga, y él ni siquiera se había dado cuenta de eso.


Paola Wakabayashi y Aiko Fujimiya son personajes OC creado por Tsuki_W.

Todos los personajes de Captain Tsubasa son propiedad de Yoichi Takahashi y Shueisha.